martes, 24 de enero de 2017

Me lleva a ti.

Me lleva a tí tu calor, siempre me siento protegido cuando estás cerca. protegido y protector. Me pierdo en tu mirada, pozos dignos de hundirse en ellos, cielos donde surcar nubes, sombras de un duro pasado que luchas por desterrar. Veo que sonríes cada día, que sientes dentro de ti la fuerza de vivir y eso se me contagia, muevo los cielos y revuelvo la tierra por aquella señal de que algo vive dentro de nosotros que nos une. Porque la vida es una cosa maravillosa y siempre podría tener a mi lado a alguien como tú hasta que te lleven los dulces compases de un baile eterno. Armonía y frenesí, así te quiero a ti, veleidosa diosa, tierna dama, joven niña, encantadora y noble alma que me hace soñar. Besaría tus labios mil veces hasta familiarizarme con cada respiración, con cada sonrisa contra mis labios, con cada suave suspiro que siempre precede al baile de los alientos. Sí, te deseo abiertamente, no me importa reconocerlo, quiero unir nuestras carnes en una sola, que nuestra música milenaria sea los nombres de aquellos pecados que vamos a cometer: lujuria, ira, vanidad pero nunca envidia ni pereza, pues te apoyo, te siento cerca siempre y deseo darte todo, moverme en un infinito bucle de despertares donde solamente continuemos aquel sueño que dejamos después de hacer el amor.

Me lleva a ti tu luz, esa guía en la niebla del desconocimiento, de la circunstancia, del miedo. Acaricio la idea de tocar esa luz con alguna de mis apalabras de poder sentir cerca de mi corazón tu corazón, tan palpitante, lleno de vida, sencillo pero tan complejo en las motivaciones que le llevan a su irrefrenable tic tac natural, animado por la vida misma. Para mi no es un corazón normal, es un metrónomo, algo que me marca las horas, los días. Que el mundo se mueva con el ritmo de tu corazón por favor, que ese volcán tierno lance su lava en forma de abrazo a todos los que queramos permanecer a tu lado para verte brillar, para  maravillarnos con las explosiones de genialidad que tu cabeza expulsa al mundo. Bendita sea aquella vez que te vi sencillamente existir, liberarte, desatarte de todo lo que te mantiene con los pies en la tierra y te vi soñar en mil cuentos y tierras, entre versos y prosas románticas o dramáticas.

viernes, 20 de enero de 2017

Poca inspiración.

   Estaba anclado a un espacio blanco de inmensa extensión para los ojos del imaginativo. Miles de mundos se encontraban ante el, pero la insistente niebla blanca no cesaba en su empeño de ocultarle una verdad. Solamente era una hoja de papel, sí, pero aquella hoja de papel podía ser cientos de  cosas, tanto en su físico como en su espiritual concepto. Los ojos exploraban aquella blancura, pura pero insípida, poco atractiva. Un reloj sonaba, el tic tac continuo era su única compañía sonora. mas compañeras había sí, todas ellas concluidas hace tiempo en su creación o pendientes de ser terminadas. Todas aquellas obras, todas esas pequeñas páginas de tomos empolvados con tiempo y experiencias pasadas, aventuras reales o inventadas, miraba a su creador. No eran ojos de verdad, sino el mirar de quien contempla algo que es obvio pero que al interesado se le escapa, y dicha condescendencia de sus demonios le traía por la calle de la amargura.

   -¡Mil condenas asistan al olvido que se instaló en el corazón de Caliope, de Clio, Erato o quien sabe que musa, que ahora me abandona en medio de este torrente de emociones apenas expresadas en mi discurso!.- Expresó en voz alta el creador. Su desdicha era sin duda sustancial, era un sentimiento demasiado angustioso ese momento en el que la inspiración se marcha. Los grandes hombres siempre sostenían ante sí la idea, la agarraban, la despedazaban de mil formas o la cuidaban y hacían crecer como a un bebé. pero esta vez ninguno de los dos método le servía.-¡Condenación!

   Se levantó de la silla y se enfrentó al cuadro mas cercano que tenía. Una dama sostenía una bolsa llena de algo que no se alcanzaba a identificar. En su rostro una sonrisa y el fondo hacía una perfecta transición de tonos amarillentos a elegantes morados. El paisaje de fondo tenía como único elemento físico apreciable una gran mansión, o palacete, o quien sabe si una suerte de castillo pequeño. Parecía correr hacia ese lugar mientras su faz, a un poco mas que un observador avezado se atreviera a inquirir  mostraba dulzura y premura en una sola escena, como quien sabe que no hay peligro pero no desea bajar la guardia. Un vestido cubría su cuerpo, de color morado, como el fondo, en tonos mas fuertes. A pesar de ser una escena estática, la fidelidad en el detalle daba la impresión de que fuera a salir del cuadro, corriendo de verdad, para escapar de lo que sea que la persiga. El contemplativo visionario suspiró de frustración, echando de menos aquella dulce sonrisa, aquellos sonrojos, esa timidez que encandilaban.

   -Como me gustaría que estuvieras aquí.-Dijo tan solo el poeta, o escritor, o soldado, o quien sabía que.

   De nuevo vuelta a la silla. Sus ojos se clavaron en el cielo a través de una ventana que tenía justo en frente. El azul que normalmente reinaba en los dominios de la aves ahora estaba oscuro, pero el azul de dos ojos claros vino a su recuerdo. Entre precisamente muchos mas libros de los que había en aquel cada vez mas estrecho cubículo, imaginaba con toda elegancia y amabilidad atendiendo a los recién llegados, a los que deseaban adquirir conocimientos o sencillamente perderse en mundos creados por sus propios pensamientos. Esa segunda dama era todo encanto, un ángel en la tierra que mercería un reino que se sustentara solamente en el saber y en la lectura. Recordó aquellas formas finas, como si fuera a romperse de pronto pero sin perder salud en su espíritu. Imaginó sus manos y la afable forma de proceder con los que se perdían entre las estanterías. 

   Dos brazos se comenzaron a cerrar en torno a el, abrazándolo por la retaguardia. Las sombras invadían el lugar. Un aliento recorrió su cuello mientras unas manos hábiles acariciaban sus brazos y se volvían a cerrar en torno al creador. Decir que aquellos gestos lo dejaban tan frío como un témpano de hielo sería una flagrante mentira, pero logró controlarse, no perder los nervios. Solamente una lámpara de aceite posada en la mesa iluminaba aquel lugar, todo lo demás era devorado por sombras. la luz acertaba a dar en el reflejo de la ventana y a revelar a una peregrina de lo umbrío, de finos dedos, engañosamente fuertes, que recorrían su torso mientras los labios erizaban la piel del cuello con besos y unos cuantos "quizás". El humano dijo una palabra o dos, quien sabe, y dos ojos aparentemente normales pasaron a un color violeta intenso. Después de esos mas sombras y dos orejas puntiagudas perdiéndose en un rincón. Otro suspiro, frustración y manos algo temblorosas. las sensaciones de fuego no parecían querer desaparecer. 

   Sus ojos se posaron sobre una caja. Nunca la había abierto y no consideró que ese fuera el momento. Lo que ahí dentro había fue regalo de la mas voluptuosa de aquellas musas. Se le había advertido claramente que cualquier hombre que abriera esa caja, no se contendría lo mas mínimo en liberar su fuego de pasión. Solo había que recordar a la propietaria de aquella prenda para, por un lado ruborizarse y por el otro envalentonar las bajas pasiones hasta niveles absurdos. Pensaba muchas veces en aquella mujer, o mas bien espíritu tentador e iniciadora de la llama del deseo mas carnal. Aquellas hechuras siempre invitaba apartar la cordura, la razón, y entregarse libremente al deseo mas pecaminoso, hasta que ella estuviera plenamente satisfecha, algo sin duda complicado. mas no pasó por alto esos tintes de niña, de criatura que solamente busca ser comprendida pero que es todo impulso e instinto genésico. Se le asomó una pequeña sonrisa

   Pasearon entonces sus ojos hasta el otro lado de aquella mesa con hojas de papel en blanco, un tintero, una pluma, una caja de terciopelo, una bolsa llena de delicias tan dulces como su benefactora y un pequeño jarrón. En el creía una rosa. Dicha rosa tenía dos peculiaridades. El color de sus pétalos era verde y dichos pétalos no eran como los de cualquier rosa. Se componían de una superposición de pequeñas y finas láminas de lo que parecía esmeralda. A pesar de la clara peculiaridad con la que esa flor parecía dotad, quien la mirada unos segundos apreciaba que estaba viva. Es mas, un pétalo había caído recientemente, de forma pesada y se había deshecho con el paso de los días para dar lugar a un anillo con una esmeralda como adorno. No habría de pasar mucho tiempo hasta que un día se despertara y aquel anillo hubiera desaparecido, tomado para sí por la propietaria de unos poderosos ojos que habían hecho temblar los cimientos de su propia cordura. Aquella dama era tan especial para él que siempre guardaría para sí todos los buenos y exultantes recuerdos que había creado en su mente y alimentaban su espíritu. Desde la sutileza de su sonrisa hasta otros detalles mas íntimos pasando por la fría piel o el elegante proceder, siempre la tendría en un lugar muy especial y feliz de su recuerdo.

   Durante sus elucubraciones, el escritor no se dio cuenta de la presencia de una dama muy especial. Con sus cuatro patas fue apartando todo a su paso de forma pasiva, , indiferente del contenido de los volúmenes que ascendían desde el suelo hasta alturas imposible. Por fortuna apenas hubo derribos pero el estrépito de un grueso volumen de historia natural le hizo girarse y encontrarse con dos ojos brillantes. Un gruñido salía del lugar al que no llegaba ninguna de las velas. Una figura negra se acercó a el y lo ignoró hasta puntos insultantes para mas de un noble. Una larga cola se mecía y sus pisadas apenas dejaban salir un solo sonido que delatara a aquella cazadora de... dulces. Sin mucha educación la enorme pantera se abalanzó sobre la bolsa de dulces y se la llevó. Un tanto indignado, con un tintero a punto de derramar su molesta y caótica carga sobre lo escrito, el autor se fue tras la ladrona. 

   La persiguió por los pasillos de aquel palacio, o mansión o quien sabe que tipo de estructura. Era rápida pero aquel lugar era su reino, el imperio de aquel hombre era cada baldosa y cada suspiro que existía. Los pies se despegaron del suelo y dos alas le dieron sustento para alcanzar a la dama oscura. Los pasos eran amplios, llenos de obras de arte, símbolo no solo de poder sino de cultura también. le dio esquinazo al doblar por una especie de pequeño hall pero la alcanzó a escuchar colándose por la derecha, detrás de una puerta. Sabía perfectamente lo que había detrás de aquella puerta. Se dirigió con cuidado a ese lugar. Tocó tres veces. Le respondió un sollozo. Al otro lado había una mujer que había sufrido el mas grande de todos los males: un desamor. Y dicha traición le había apuñalado con tanta ferocidad que solamente algo la curaba. Entró en aquel lugar. La dama oscura de largos bigotes, grandes ojos amarillos y mortíferas zarpas, tenía su enorme cabeza apoyada en el regazo de la dueña de aquel espacio, regalo del afecto que le guardaba quien ahora ingresaba en aquella habitación. No encontró palabras para poderla consolar, es cierto, solamente acertó a sentarse cerca de ella y escuchar lo que tuviera que decir, si es que deseaba decir algo. Sobre la mesilla de noche, al lado de la cama, se encontraba una caja de música que comenzó a sonar misteriosamente. La mujer la miró, el escritor también y este se levantó, determinado a desterrar la tristeza de ese rostro. Con dos grandes alas a la espalda, el guardián de aquel lugar, creador de mundos, le ofreció a esa bailarina la oportunidad de sentir de nuevo la música llevándola a lugares ignotos de su espíritu.


domingo, 15 de enero de 2017

Desde la cama.

Te miro desde la cama, asombrado por toda tu presencia, por esa estampa de ángel caído en desgracia que ahora sabe que la tentación es el camino que debe seguir, renegando de Dios y todas sus leyes. Apareces con ese caminar fluido, como el de un felino, sin movimientos bruscos y dejas caer suavemente tu peso sobre mi cuerpo tras acercarte gateando con una mirada de fuego y sed. No hay criatura mas magnífica en este mundo y tú lo sabes, cazadora que puede ser presa y luego tomar justa venganza de aquellas ofensas a sus deseos. Venganzas siempre deseadas por aquellos a los que juzgas como merecedores de quienes han provocado tu justicia. Los primeros roces y me estremezco ante la frialdad de tu piel, pero mantengo el tipo lo mejor que puedo. 

Tomas esa iniciativa que tanto te corresponde. Tu haces y deshaces en los destinos como la tejedora hila y deshilacha aquellas piezas maravillosas que crea en su taller. Tus dedos me acarician y suavemente me envuelven tus brazos como ese preámbulo de quien abraza finalmente a la amante muerte. Tu rostro se refugia en mi cuello y siento esa profunda respiración de quien trata de distinguir todos los matices de un buen vino, pero eres discreta, aunque te conozco y se lo que te propones. Tus s manos buscan afianzarse en mi cuerpo y pronto sus labios pasean hasta mi oreja, sobre la cual noto un aliento gélido desparramándose y dejando una sensación casi eléctrica en mi cuerpo. Mis manos no se hacen esperar y esquivan los trozos de tela que componen tu bello vestido, de escandaloso escote pero portado con elegante dignidad y orgullo. Tu espalda está fría, como todo tu cuerpo y sus manos me congelan la piel a su paso mientras las mías te dan un calor que nunca llegará a su destino. 

Tus labios no se han detenido y han caminado suavemente hasta mis labios, besándolos con una suavidad de pluma y un calor de infierno. Todos mis sentidos se pierden, sintiéndome hombre y al mismo tiempo niño, pero feliz, dichoso de tu presencia. Por fin alguien como tú en mi día, o noche mas bien. Nuestras bocas danzan, acariciamos nuestros cuerpos mientras la ropa estorba. De pronto otro caprichoso cambio en el destino de tus labios. bajas por mi cuello, dejando paso libre a un suspiro que se abre paso entre mis antes bien atendido labios para perderse en el espacio de aquella semi-iluminada habitación. Dejas tu oído pegado a mi corazón, sabiendo ambos de que eso no es necesario pues con seguridad fueron mis latidos los que te trajeron aquí. Una de mis manos acaricia tu cabello, con el corazón acelerado, bombeando sangre a todas las partes del cuerpo. Alzas la mirada y te alzas un poco para que tus labios vuelvan a volar muy cerca de los míos, sin llegar a tocarlos. Unos ojos grandes, poderosos, me contemplan. Los ojos mas poderosos que he visto en este mundo donde me encuentro ahora. Tu mano se deslizó sutilmente, firme y decidida por mi torso, como apreciando la piel que había debajo de mi ropa. Se sentían los latidos de mi corazón contra tu mano blanca como la porcelana y el nuevo beso que surgió se fue intensificando mas y mas hasta que al momento la tela y las sábanas había desparecido. 

Nunca sabré donde estaba el elegante vestido que traías ni donde estaban las telas los tejidos que me cubrías pero mis labios estaban ocupados en los tuyos mientras mis manos recorrían tu figura de sílfide y ángel, de pecado y destino final de aventurero o del acaballero que da contra la perdición de toda su virtud. Sonríes contra mis labios y empujas a este caballero de nuevo para que se acueste, colocando las pernas a ambos lados de mis costados, mientras una mano se pasea por tu propia figura y la otra toma una de las mías y la guía hacia donde se encontraba una de tus menudas colinas, la cual palpo, siento que no rezumará néctar alguno que alimente algo que no sea la lujuria de algún afortunado. Y es que no me importa que estés muerta, que no haya calor, que no haya vida en ese cuerpo, Tú siempre me harás sentir como la primera ve que te vi, solo que esta vez con menos ropa.

Un simple mortal con una diosa oscura y victoria que abre sus alas comienza a besar la palpitante vena de mi yugular, bombeando la vida que se que tus instintos te invitan a arrebatarme. Te envuelvo entre mis brazos. En breves los notarás desfallecer por la falta de sangre pero es tal mi confianza en tí que mi vida pendiendo de un hilo me basta y me sobra como garantía de todo aquello que has inspirado y merecido, entregado por mi alma y ahora escrito con mi cuerpo en tu cuerpo. 


sábado, 14 de enero de 2017

Pensamientos de Escritor 26: Pensamientos sueltos.

   Creo que todos los que me conocen desde hace varios años como mínimo, y aquellos que leen de forma regular mi blogg han notado quizás una cierta diversidad de temas que a su vez se engloban en uno solo: la literatura fantástica. Me gusta imaginar, es una de mis mejores habilidades; no soy el mejor del mundo con ella pero sin duda es de mis mejores habilidades. Cuando tengo campo libre surgen los dragones, los demonios, los elfos o el amor. Dejo atrás uno de mis mayores lastres para avanzar en este mundo y una de las herramientas mas útiles para esta etapa tan oscura que estoy viviendo: la razón. Dejo de razonar para sencillamente dejarme llevar por aquello que me dicte lo primero que se me pasa por la cabeza. Siempre hay elementos comunes, como es obvio, y es algo normal, pues muchos elementos se repiten dentro de la narrativa o la creación artística de muchos pintores, escritores, poetas, cantantes, etcétera.

   No tengo muy claro porque estoy escribiendo esto aunque me gustaría felicitar el año a todo el mundo que tenga la amabilidad de leerlo. Pues eso, que feliz año a todos aquellos que me apoyan y espero que sea un buen año para cumplir todas sus metas. Y es que es importante tener metas y sueños. Una de las damas mas bellas y que mas quiero en este mundo me dijo el otro día, bajo una circunstancias realmente mala, que nunca abandone mis sueños, que escriba, que cree todo lo que yo quiera crear. Sin duda es una de las grandes mujeres de mi vida y su llanto me destrozó el corazón. Eso a su vez me lleva a pensar en otras circunstancias que me tienen mas preocupado pero que se relaciona con el principio de esta reflexión. No entiendo como otros escritores, que seguramente lo han pasado peor que yo siguen creando después de una muerte o de una gran herida emocional causada por personas que se quieren.

   Y ahora toca hablar de sentimientos. Nunca me he sentido tan temeroso y al mismo tiempo receptivo a los sentimientos y las emociones. Pareciera que ahora todo lo relacionado con el corazón se intoxica en seguida y la persona no lo sabe llevar a cabo de forma "normal". Veo a mucha gente que no se enamora porque según ellos no tienen tiempo, tienes cosas mas importantes que hacer, como una carrera universitaria o un FP o lo que sea. Y yo escucho eso y me pregunto que si tan organizada eres como persona, en tu campo profesional, si tan claras tienes tus metas pues oye ¿Por que no el amor? Pero a su vez los entiendo pero les compadezco porque tengo la idea de que un día a al menos una de esas personas les va a llegar el amor, lo van a ver pasar porque "tienen cosas mejores que hacer". Es algo que no me cabe en la cabeza.

   Por otro lado (ya no se cuantos lados tiene este laberinto de pensamientos) Me acabo de dar cuenta de una cosa a raiz de cierta anécdota que me contó una buena amiga, y es que hay que gente que, en efecto, hay gente que con el amor se distrae del todo, olvida ose desvía del camino y si la otra persona implicada es sabia le recordará que tiene su apoyo pero no tiene porque ir a buscarle cuando tiene cosas mas urgentes o planeadas de antemano a nivel profesional. Ahí ya cada uno con su criterio.

   Pero el caso es que siempre he sido un romántico. Por mucho que me empeñe en esconderlo siempre seré un romántico empedernido que a su vez fantasea con desollamientos y esas cosas sí, pero debo de ser el único ser del mundo que no ve nada malo en fantasear con eso, siempre y cuando no dañes a nadie de forma física o emocional. En mi entrada anterior mezclo esos dos conceptos. Mi buen amigo Manuel, con la encantadora Nuria como co-protagonistas de los delirios de su anfitrión, al que le disparan en la nariz (en la realidad la bala habría rebotado pero en fin, licencias), observan como una jauría de demonios destrozan a los perseguidores de estos, que pretendían silenciarlos para siempre por ser testigos de un asesinato. Amor y sangre.

   Otra observación mas es que me contengo a la hora de escribir. Sí, aunque no lo parezca me contengo. Veo la entrada, la repaso por todo lo largo, compruebo cuantas palabras hay en esta página y cuando ya he pasado de las tres mil es cuando me empiezan los sudores fríos, las preguntas ¿No me está quedando muy largo? ¿Estaré metiendo mucha paja sin darme cuenta? ¿Esto podría decirse de otra forma para que no haya tanto que leer?. Y siempre me llega tarde la misma respuesta: ¿que mas da? quien lo lea lo leerá entero porque le gusta lo que lee, quien no lo lea ya leerá algo que le guste y seguirá en entradas futuras o puede releer las que le gustaron anteriormente. Pero cuando se me viene esa idea a la cabeza, ya le di a publicar y simbólicamente eso es un punto sin retorno.

   Otro asunto que me gustaría comentar. Mi buen amigo Mateo, tan alto de estatura como grande de corazón, me dijo: "2016 es el año de las mil rupturas". Al principio no lo tomé en serio hasta que me puse a pensar y recientemente vi a una bella dama que había roto con un buen amigo mio, con el que hace tiempo que no hablo. Una de tantas parejas que parecen hechas la una para la otra y de pronto pof, cortan. Mi mente comenzó entonces a analizar todas las rupturas de este año. Todas realmente sorprendentes. Esto pretendía ser una correlación de hechos y esperanzas pero mejor me callaré pues no quiero ser una mala persona.

   Estoy un poco desconectado del League of Legends, ni siquiera las insistentes y encantadoras palabras de Raquel me convencen para que me una a una partida normal , aunque cierto abuso de la técnica por su parte también ha provocado que yo esté inmunizado (lo siento, querida, es lo que hay). Es un juego que no me canso de jugar, pero que debo dejar a un lado para que pueda reposar mi mente y mi cabeza, para encontrar algo de paz interior. No me gusta en lo que me transformo cuando pierdo o cuando nos encontramos al típico "flammer" o "feeder" que no acepta sus errores. Y esto me lleva a otro punto. No voy a dejar de jugar pero lo haré intermitentemente, hoy cuando publique esto puede que juegue alguna. Si me motivo un poco mas a ver si subo a Oro en esta temporada.

   Algo que mucha gente me ha escuchado decir cuando estamos metidos en una conversación es que las personas cada vez tienen menos sentido de la auto-crítica y casi nunca aceptan sus errores, o están a la que saltan con respecto a comentar ciertas cosas, o comentan cosas que no tengan nada que ver. No me refiero a que hablando de una cosa se les venga una idea distinta y la cuenten. la relación de pensamientos es cosa de cada uno. Me he encontrado con situaciones en las que yo por ejemplo menciono mis gustos musicales y la persona en desacuerdo salta con una estupidez. Es como por ejemplo que yo diga que me gusta Herbert Von Karajan y de pronto alguien salta diciendo que era del partido nazi. ¿Y?, ¿Eso impide que sea una de las grandes referencias de la música clásica?. Y todo el mundo se pone a la defensiva, da por hecho estupideces.

   Terminaré con pequeños detalles que me hacen tener fé en el mundo, o al menos en el mundo que me rodea. Me gusta conversar con la Musa, verla de fiesta de vez en cuando o verla bailar, como la última vez. Siempre me sorprende con sus llamadas un par de veces casi me fastidia un par de partidas pero nunca son mas importantes que las personas así que ella es una prioridad. Las conversaciones con grandes hombres y mujeres,  de las cuales algunas me hacen sentir como en los viejos tiempos, cuando las damas se agarraban del brazo del caballero. Y aunque ser caballero se considera machista, no deja de ser un detalle por parte de ellas y lo agradezco. Me gusta reunirme con mis amigos en el Sham o el Cassel y aunque sea estar yo en silencio, escuchando como poco a poco el alcohol hace su magia, eso ya me aporta mas que mis propios pensamientos en la soledad de mi habitación.

En estos días necesito la compañía de gente mas que nunca.

viernes, 13 de enero de 2017

Madre de demonios.

   En aquel barrio siempre cundía un poco el pánico, siempre alguien cometía alguna fechoría en la que los periódicos locales se recreaban en vista a la gravedad del asunto. Era un conjunto de edificios ni altos ni bajos, con viviendas varias y estas a su vez con su salón, su cocina, su baño y las habitaciones para dormir. Todas ellas tenían a sus correspondientes inquilinos. Las familias de aquellos hogares eran gente de clase media-baja, que tenía que capear los temporales de aquella crisis económica como mejor se les daba. Todos los hombres y mujeres de aquel lugar estaban pendientes de niños o ancianos. Todo tenían una vida, unas experiencias, unas creencias. Arriba o abajo siempre había vecinos que molestaban sí, pero ellos también tenían sus dificultades, su motivo de ser así. Menos en una de esas viviendas, que era algo distinta a las demás.

   Ahí no vivía ninguna familia o grupo de estudiantes que se repartieran gastos. El propietario de aquella vivienda se encontraba justo en ese momento sentado en un butacón bastante caro, mientras una chimenea recién construída soltaba todo el humo al exterior, a la calle bulliciosa que se fue silenciando según llegaba la noche. El hombre ahí sentado sonreía levemente mientras leía un libro, un tomo sobre historia antigua. No había muchas ilustraciones, pero cuando llegaba alguna la miraba detenidamente. Quien observara aquellas líneas, quien leyera toda esa sesuda información, pensaría que se trataba quizás del libro mas aburrido del mundo, pero aquel improvisado estudiante de vez en cuando soltaba alguna risotada. En especial en ciertas partes dedicadas al simbolismo. 

   Aquel libro no estaba solo, había cientos de compañeros mas a su alrededor, en altas estanterías que habían supuesto grandes esfuerzos para colocarlas. Cuando llegó a aquel lugar, a aquel barrio, a aquella calle, el despliegue de medios fue bastante discreto pero con el tiempo los ojos de los curiosos vieron llegar, a cuentagotas, un reguero de mobiliario y decoración que nada tenía que ver con aquellos habitantes mas pobres, mas dejados de la mano del Banco Central Europeo, al contrario, aquel ávido lector seguramente sería bien recibido en cualquier sucursal bancaria. A fin de cuentas, él tenía mucho que ver en un par de asuntos de alta envergadura. De todas maneras eso no era importante, en aquel barrio, en aquella calle, en aquel edificio, en aquella vivienda ricamente amueblada, llena de libros y con buenas habitaciones, producto de una intensa remodelación de la estructura, las paredes y demás. 

   El futuro anfitrión era delgado y pálido, de formas y maneras finas, educadas, hasta que entraba en confianza y se abandonaba ligeramente a ciertas licencias poco adecuadas para las grandes cortes o las suntuosas reuniones de Estado. Iba bien vestido, con un buen traje. Pareciera que fuera a salir a la ópera y solo estuviera esperando a que el chófer le indicara que el coche estaba listo. Sus facciones eran poco marcadas pero con cierto gesto animal cuando sonreía. Pasó una hoja mientras leía tranquilamente. Todo parecía de lo mas normal. Sonó entonces el timbre y una mano cerró un libro de historia antigua de un solo gesto, provocando el destierro del silencio en toda la habitación.

   Aunque no había llegado si quiera a la entrada de la casa, escuchaba unas voces al otro lado de la puerta. Una le era familiar, acompañada de temblor y nervios. Otra de las voces era una voz femenina, que nunca había escuchado. Desde el otro lado de la puerta le vino un aroma extraño. Belleza y miedo. Mucho miedo. Pero una fuerza se contraponía a ese miedo y parecía determinación. Los pasos se detuvieron a escasos pasos de la puerta, paralizado de pronto por una sensación familiar. Entrecerró los ojos mientras de su garganta salía un pequeño gruñido, un sonido extraño viniendo de alguien de tan buen porte y estampa. Siguió adelante.

   -... Pero no podemos meterle en esto, se supone que es tu amigo y no quiero traerle problemas a nadie mas.-Dijo una voz femenina al otro lado de la puerta.
   - Tranquila.- Dijo mucho mas bajito la voz masculina.-Es una persona en la que se puede confiar la propia vida. No es mas peculiar que yo y para él este tipo de situaciones es sencillamente algo usual. es una persona un tanto teatral en ciertos aspectos, para el la vida es como una interpretación constante pero eso no implica falsedad, sencillamente es una de sus formas de desenvolverse. Te va a encantar. Ah, y se que es un poco tonto decirlo pero no toques nada hasta que él nos de permiso.

   Justo en ese momento el anfitrión abrió la puerta y los recibió con una sonrisa alegre que pronto se convirtió en un abrazo entre los dos amigos que se encontraban después de tanto tiempo. Era un buen contraste, uno tan alto, ancho de espaldas, un hombre realmente grande en comparación a otro, que era casi un gnomo en comparación, delgado, de palidez cadavérica y ojos llenos de una alegría melancólica.

   -Amigo Manuel.-Dijo el anfitrión y miró a la dama ahí presente e inclinó la cabeza de forma reverencial.- Usted debe de ser la maravillosa Nuria de la que tanto me ha hablado, aquella que desterró la tristeza de su corazón para convertirla en dicha. Que afortunados sois ambos..-Se los quedó mirando y recordó de nuevo el asunto que su olfato no paraba de recordarle.-Ha pasado algo.-      Dijo, mientras se le borraba la sonrisa.
   -¿Podemos pasar?.-Preguntó el buen hombre de gran cuerpo y gran corazón.
   -Por supuesto.-Dijo haciéndose a un lado y dejando pasar a la excelsa pareja.-Vayamos a un lugar mas apto para las reuniones con viejas y nuevas amistades.

   Los guió por un pasillo bastante amplio hasta una gran sala en la que se encontraba una biblioteca. En el centro una mesa y varias sillas. El propio anfitrión,como buen idem, se dirigió a ellos en todo momento con un trato de lo mas correcto hacia ambas partes y les trajo algo de comer y de beber.
   -Y bueno.-Dijo el caballero de ropas oscuras a sus dos invitados mientras apoyaba las yemas de los dedos las unas contra las otras y sonreía.-¿Que les trae a mi humilde morada?.-Hizo énfasis en la palabra "humilde" y soltó una pequeña risotada.
   -Antes de que te contemos nada debo hacerte una pregunta.-El amigo del anfitrión miró a la dama unos segundos. Ella le devolvió la mirada algo confundida. Tras ese breve periodo de tiempo su amigo miró de nuevo al anfitrión y le preguntó.-¿Has comido hoy?.
   Ciertamente era una pregunta extraña para la situación que se estaba atravesando en esos momentos, Aquellos dos recién llegados tenían imágenes en sus cabezas que desearían no haber visto en toda su vida. Ese día habían visto algo realmente terrible. Todo había comenzado con un día de fotografía como otro cualquiera y se había convertido en una pesadilla. Una sonrisa animal afloró en el rostro de aquel extraño personaje por unos segundos, la cual mas tarde se suavizó.
   -Sí.-Se limitó a decir.-Tengo todo el tiempo del mundo.
   -Pues esto va para largo.-Dijo ella.-Hemos visto como mataban a alguien y ahora mismo nos están persiguiendo.-En su voz había algo de nervios pero se mantenía serena.

   Le contaron toda la aventura relacionada con aquel día. Le contaron sobre el parque, sobre los niños, sobre el silencio, la noche y finalmente el sonido de un silenciador que sesgaba la vida de un hombre. Aquel lugar era amplio y los infantes seguramente no advirtieron la furgoneta que a varias decenas de metros se paró, de la cual bajaron varios hombres arrastrando a otro. El anfitrión, amigo de aquel buen hombre y ahora seguramente de aquella buena mujer los escuchaba, atentamente, alternando la mirada cuando hablaba uno y cuando hablaba otro, tardando siempre unos se segundos en cambiar de objetivo, como asimilando y analizando la información dada. Hubo preguntas. El paradero exacto de la escena y otros asuntos mucho mas banales como si eran hombres altos o bajos, el color de piel. Apenas habían probado bocado en lo que le explicaban toda la situación.

   -Tendré que hace unas cuantas llamadas. Esta noche os vais a quedar aquí conmigo. No llaméis a nadie y no hagáis nada fuera de este lugar. No salgáis y no mencionéis mucho el asunto. La carga psicológica es importante sacarla de encima si no se toca mucho el tema.-Dijo aquel extraño ser. Mientras tanto estáis en vuestra casa, se os permite hacer y deshacer en ella.
   Acto seguido se levantó y se fue directo al teléfono, dejando a la pareja sola en aquella biblioteca. Se quedaron en silencio por un momento y entonces dejaron salir el aire que habían contenido en sus pulmones durante todo ese rato, como si fuera la primera vez en horas que respiran. Se abrazaron, Manuel acarició la corta melena de Nuria, sus cabellos rizados, besó sus labios y acarició su rostro antes de mirar aquellos ojos.
   -Todo saldrá bien. Es un buen amigo por mucho que se condene y diga lo contrario.

   El tiempo pasó y la naturaleza les impulsó a comenzar a mirar aquella casa. Los libros de aquella biblioteca los había de todo tipo. Historia antigua y moderna, libros de arte, algún tratado de filosofía, literatura de todo tipo, desde el depresivo Poe hasta el imaginativo Lewis. Había lámparas que daban buena iluminación para que el lector continuara con su ejercicio toda la noche. Los pasos le llevaron fuera de aquel sitio y ella tomó su propio rumbo. Pasó por la cocina en la que había dos neveras (una de ellas con un candado puesto), fue recorriendo el pasillo por el que habían venido y llegó al salón donde se encontraba el anfitrión antes de la interrupción de sus buenos y nuevos amigos. la sala estaba ricamente decorada, con muebles que de seguro no había en el resto de viviendas de aquel edificio en aquel barrio.Y una chimenea. Y encima de esta un cuadro de una mujer. Dicha retratada se acercó un poco mas y se quedó contemplando el cuadro. Le devolvía la mirada dos ojos que parecía sondearla por dentro, de una belleza sabia pero al mismo tiempo temible. Se erigía sobre un trono aquella estampa, rodeada de seres difuminados pero de los que no se acertaba a darles una forma concreta. La atmósfera era sencillamente opresiva alrededor. De pronto Nuria sintió una presencia detrás de ella y se llevó un susto al comprobar que a su lado estaba el anfitrión. El corazón se le aceleró pero el rostro de aquel hombre pálido miraba con cierta tristeza el cuadro.

   -Me he quedado mirando el cuadro y creo que me ha robado toda la atención.-Dijo Nuria, ya mas tranquila. Era curioso que no lo hubiera oído llegar.
   -A mi me robó el corazón, como a todos aquellos que la quisimos. Y que la queremos.-Dijo con tristeza en la voz.
   -¿Quien es?.-Preguntó la invitada, aunque por sus palabras lo sospechaba.
   -Es una buena pregunta. A veces hasta yo me lo pregunto. Pero digamos que es el amor de mi vida y al mismo tiempo mi superior y mi madre.
   -Entonces esa mujer del cuadro y tu teneis una relación de lo mas peculiar.-Dijo Nuria, midiendo en todo momento no incomodar a su anfitrión.
   -No suena tan raro cuando luchas contra el jefe y este te destierra por tener ideas propias.
   -¿Como se llama?.-preguntó Nuria.
   De los labios de aquel anfitrión salió una sonrisa que no se asemejaba en nada a la sonrisa animal que mostró en la reunión, sino esa sonrisa de cuando recuerdas al amor platónico o una situación emocionalmente añorada.
   -Lilith.-Dijo en casi un susurro, pero esta vez había algo en su voz, una nueva voz, algo como un deje de deseo y desprecio.-Creo que te caería bien, pues Manuel me dijo que estás realmente implicada con estos temas.
   -¿Lilith?-Preguntó Nuria, con curiosidad.
   -Sí, la primera feminista dela historia. Algún día me deberías permitir contarte su historia. Es fascinante y todo un ejemplo a seguir.
   Nada mas terminar esta frase, entró Manuel claramente nervioso.
   -Los he visto. Por la ventana.-Dijo tan solo. No era necesario decir mas, pero añadió.-Hay muchos hombres con traje en furgonetas. Nos han encontrado.
   -Mmmmm.-El anfitrión pensó detenidamente mientras se acercaba a una de las ventanas.-Esto se torna interesante.-Y de nuevo otra vez esa sonrisa, algo entre la locura, la depravación y la diversión infantil. Tomó el móvil, hizo de nuevo una llamada.- Si soy yo de nuevo. Ya me encargo yo del asunto. 

   La ventana estaba justo encima de la entrada del edificio y se apreciaba claramente como un buen número de vehículos negros se acercaban y comenzaban a rodear todo el conjunto de viviendas. Por cada vehículo salían una media de cinco hombres, claramente armados. Al momento la gente se metió dentro de sus casas para que nadie saliera herido. Se respiraba el miedo, la angustia, infundían temor con solo su presencia. Todo aquello que se traslucían en la cara de los pocos viandantes no lo dejaba reflejar un rostro pétreo de cierto hombre que observaba la escena, el cual le daba refugio a dos buenas personas.
   -Bajaré a tratar con ellos.-Dijo de pronto el buen amigo de ambos, un sencillo y humilde servidor de la verdad y otra cosas.-Pase lo que pase no salgáis. Aunque me peguen un tiro, cosa que no creo que hagan porque estamos en una sociedad civilizada. 
   -¡No!-Dijo Manuel, tomándolo por el brazo. 
  Su amigo le miró detenidamente.
   -Tranquilo, amigo Manuel, que todo saldrá bien. Quien está en mi vida con un espíritu tan noble como el tuyo me da la fuerza de aguantarlo todo.-Dijo con una sonrisa que pretendía ser afable aunque el intento era un poco burdo.-Aunque antes voy a ir al baño. Con permiso 

   Así pues, a los pocos minutos, un hombre de largo cabello, traje negro y actitud despreocupada se dirigía a uno de los hombres, que al momento le estaba apuntando con un arma. No escuchaban nada pues había unos cuantos metros y hacía algo de viento, el cual golpeaba contra la ventana. Empezó a llover justo en ese momento. Otros hombres miraban tensos al anfitrión, ahora mediador entre las partes implicadas. Hubo un intercambio de palabras y al momento el que parecía el líder del grupo apuntó con su arma y le metió un disparo en toda la cara a su amigo.

   Manuel y Nuria contemplaron aquello como a través de un velo de irrealidad. El cadáver de su amigo estaba ahí, en medio de la calle, manchando con su sangre el pavimento. Los hombres avanzaron hacia la casa y trataron de abrir la puerta que daba al edificio. Al no encontrarla abierta en vista a que aquel barrio era bastante peligroso, trataron de empujar. Mientras aceptaban su destino, ambos amantes se tomaron de las manos, pensando que eran sus últimos momentos juntos, que pronto los silenciarían para siempre. Los ojos de Nuria se dirigieron de nuevo a donde yacía el cadáver y la sangre. Solo que había sangre, pero no cadáver.

   -¡ME HAN DISPARADO EN LA NARIZ! ¡ME HAN DISPARADO EN LA NARIZ LOS MUY HIJOS DE PUTA!.-Dijo entonces el anfitrión, su amigo, entrando como una furia en en aquel sitio donde se reunían los buenos amigos a los que protegía. La sorpresa no podía ser mas grande. Pasó entre ambos y tanto Nuria como Manuel acertaron solo a ver unos dientes afilados en varias hileras y una mirada totalmente oscurecida.

   Acompañado a eso, las luces comenzaron a parpadear la iluminación de la casa parecía estar opacada por algo denso, opresivo; la calle se quedó casi a oscuras, desconcertando a los hombres armados, que enseguida se dieron cuenta de la ausencia de una víctima por disparo en la cabeza. De todos lados surgía una especie de rumor, que fue creciendo hasta convertirse en voces, gruñidos, alaridos. Todo comenzó a temblar mientras su amigo, con la cara totalmente desencajada por la ira, por el rencor, el odio, el resentimiento y el deseo se asomaba a la ventana y gritaba una sola frase:

   -GRITA ¡DESVASTACIÓN! Y LIBERA A LOS PERROS DE LA GUERRA. -

   Todos los alaridos, las bestiales blasfemias dichas en mil idiomas, los gruñidos y aullidos tomaron forma, Por donde quiera que miraran aquellos cazadores "amateurs" de demonios había una bestia de gran tamaño que pronto se abalanzó sobre ellos, Y esto por cientos de ellas, de todos los colores y formas pero tenían dos rasgos en común: las varias hileras de dientes y el ingente tamaño de su fisionomía. Se lanzaron como animales salvajes contra todos los hombres impecablemente trajeados, que ahora manchaban sus caros ropajes con las propias tripas y los de sus compañeros. Manuel y Nuria contemplaban aquello desde una precaria distancia con respecto a su amigo que, sin pensarlo dos veces, saltó por la ventana mientras de su garganta salía un rugido triunfante. 

   Mas disparos, todos ellos inútiles. Dos de aquellas bestias se debatían por las piernas de uno de los asaltantes mientras que otras dos machacaban los huesos que pronto se descubrían al desgarrar la tierna carne de esos cuerpos jóvenes. Bestias con escamas y otras con pelo o plumas no paraban de atacar y devorar, inmisericordes ante las súplicas de aquellos que antes habían participado en la empresa de atemorizar a dos buenas personas. Entre toda esa multitud, el líder de la manada, hasta el momento siempre educado y muy decoroso, había perdido las formas. Tenía arrinconado a quien le había disparado, que quizás era el único que aceptó de buen grado su destino al desistir en disparar cuando tenía medio cargador vacío en el pecho de aquel joven que mostraba afilados dientes, ojos negros y ansias de sangre.