El cielo estaba nublado aquel día de otoño. Comenzaba el
frío y ciertamente las buenas gentes de las casas ricas y pobres comenzaban a
sacar las ropas gruesas. Aquel reino,
sin embargo no era perfecto, existían las personas sin hogar, sin techo, gente
o bien desheredada o bien con mala fortuna en la vida. Con todo la corona había
sido la primera en habilitar una parte de su palacio para poder dar refugio a
todas esas personas. Algunos
comerciantes y diplomáticos tomaron ejemplo y muchos hombres y mujeres sin
hogar pudieron encontrar techumbre.
Ese día, como ya se digo, estaba nublado y la Reina se
encontraba en su sesión matutina de atender a los peticionarios. Algunos eran
hombres sencillos que pedían cosas sencillas, otros venían a informar de las
cosechas en nombre de pueblos enteros. Estos papeles pasaban a su vez a los
contables, que lo anotaban todo en su gran libro. A veces venía algún nuevo
comerciante para ofrecer sus mercancías a cambio de privilegios reales o quizás
a reclamar una deuda de mucha cuantía. Llegaron un par de diplomáticos de
lejanas tierras para ofrecer rutas comerciales, recursos mineros y especias.
-Majestad.-decía uno de ellos- Nuestro oro está dispuesto a
viajar a su reino a cambio de las riquezas materiales y culturales de su tierra.
-Sin duda sería un excelente intercambio.-Respondió su
Majestad.-Denle a mis contables las cifras aproximadas y sin duda su oferta
será tenía en cuenta.
A todo esto asistían varios de los mejores Caballeros y
Damas de la corte, junto a la Princesa. El Caballero Gato estaba entre las
sombras, en constante y elegante movimiento, mientras que Cuervo Gris vigilaba
las alturas y la Dama de Plata se encontraba como una estatua al lado de la
Princesa, que comía en ese momento una manzana cortada en gajos y servida en
plato de barro. Su amiga, la ayudante o jefa de aquella importante diplomática
de espada veloz, estaba situada detrás del trono de la Reina echando su
habitual siesta para mantener todo su pelaje brillante y perfecto.
Una vez se hubieron retirado los diplomáticos son la
habitual reverencia, entraron un grupo de hombres. Cuatro para ser exactos, de
los cuales dos portaban lo que parecía una jaula tapada con unas telas.
-Majestad, hemos atrapado una bestia realmente salvaje y
peligrosa.-Dijo el que parecía el líder de aquella comitiva, sin duda hombre de
campo o mas bien de caza.
-Y sin duda la traéis para que yo la vea en persona y os
felicite. -Dijo Su Majestad mientras
sonreía con toda educación.
-Esta es una criatura nunca antes vista.-Dijo de nuevo el
primero.-Que casi nos cuesta unos cuantos dedos, ¿que digo dedos? la mano
entera.
-Adelante pues.-Dijo la Reina.-Mostrarme lo que habéis
capturado.-Dijo mientras hacía un sutil
gesto a Dama de Plata para que se preparara. Gato se había quedado quieto.
-¿Está segura, Majestad?-Preguntó el líder de la
comitiva.-Bueno, luego no me venga llorando con que ha perdido los pies.
El hombre de anchas espaldas se quedó dubitativo durante
unos segundos pero finalmente abrió la jaula.
Ante toda la corte salió al exterior una criatura desde
luego nunca antes vista por muchos de aquellos hombres, campesinos o comerciantes presentes. Era mas grande que algunos
perros de raza media, con unas pata cortas y unas uñas bastante afiladas.
Poseía unos dientes de roedor a la par que unos ojos del mismo tipo, pequeños y
negros, muy brillantes. Sus movimientos eran bamboleantes. Lo mas
característico era lo que parecía un manto de púas, o pinchos, o
cabellos muy gruesos que le hacían asemejarse a un arbusto andante. Varios cientos
de ojos siguieron en silencio la evolución de aquel caminar casi hipnótico y su
destino fue el trono de la princesa. Mas exactamente el lateral donde estaba
apoyado el plato con la manzana.
-Oh, debe de tener hambre.-Dijo la Princesa y bajó el plato
de barro hasta donde se encontraba aquella criatura extraña. Esta tras mirar la
manzana al momento "atacó", o lo que es lo mismo, agarró un trozo con
sus uñas y se puso a comer masticando visiblemente satisfecho con su "presa"
recién cazada. El proceso de alimentación fue realmente fascinante hasta que la
Reina finalmente miró a los peticionarios o cazadores.
-Señores, si bien les admito que no he visto en mi vida una
criatura semejante, debo de puntualizar que su actitud no parece muy agresiva.
-No os fiáis lo mas mínimo de las apariencias,
Majestad.-Dijo el líder en cualquier momento saltará sobre vos o vuestra
hija...
-... Y se quedará dormido.-Completó la Princesa.
En efecto, la extraña criatura se había quedado dormida con
los últimos restos de la manzana aun entre sus patas. Parte de su peso estaba
sobre el pie de la Princesa del Reino.
-En verdad pesa, me está acalorando todo el pie a pesar de
que estemos cerca del invierno.
-Creo que deberíamos consultar a nuestro doctor, es experto
en criaturas extrañas de otras tierras.-Dijo la Reina.
Pasados los minutos, el doctor entró por la puerta con su
típico porte de orgullo y dignidad. Era experto en cientos de materias, desde
plantas pasando por piedras, alquimia, animales y era capaz de adivinar el clima
solo por la dirección del viento. Vestía impecablemente y mas cuando sabía que
debía presentar o prestar sus conocimientos a la Corona. Se puso al lado de uno de los cazadores que había
apartado a la "bestia malvada" hasta la entrada de la jaula.
-¿Ha llamado Su Majestad a
este humilde siervo de ella y del conocimiento?-Preguntó el doctor, con
toda pedante educación.
-Mi buen doctor, nos preguntábamos si puede identificar a la
criatura que tiene a su derecha.
El hombre de ciencia giró la cara hacia la derecha, sin
perder un ápice de dignidad.
-Sin duda parece humano majestad, de origen campestre, con
unas ciertas tendencias al alcohol por lo que detecto en su aliento, respetando
con toda humildad el gusto por las bebidas alcohólicas...-Comenzó el doctor
pero se detuvo ante un gesto de la Reina.
La Princesa apenas podía mantener la risa dentro de la
garganta.
-Me refiero a la criatura entre nuestro honrado cazador y
usted, doctor.
El doctor miró hacia abajo.
-Oh, ahora me explico que se me invoque aquí tan
temprano.-El hombre de ciencia se inclinó un poco y se ajustó los lentes con
toda teatralidad antes de cuadrarse.
-Parece un puercoespín, majestad.-Dijo el doctor, haciendo
una reverencia.
-Que nombre tan extraño., pero me gusta.-Dijo la Princesa
con una sonrisa.
-Pues esa cosa casi se carga uno de mis dedos, mire.-Dijo
uno de los cazadores, hasta el momento callado y mostró uno de sus dedos,
vendado al completo.
-Majestad.-Intervino entonces la Dama de Plata.-¿Puedo
hacerle unas preguntas a estos... honrados hombres?.-Dijo con sus ojos grises
reflejando lo que parecía astucia y al mismo tiempo hastío.
-Adelante-Dijo Su Majestad.
Dama de Plata avanzó hacia aquellos hombres, que al momento
fueron presa de su aura de poder y determinación. Miró al herido y luego el
vendaje.
-Supongo que ustedes no tendrían el descaro de interrumpir a
este animal mientras comía unos cuantos vegetales.
Los hombres se miraron los unos a los otros.
-Bueno-Dijo uno de ellos- Era posible que al vernos escapara
así que decidimos actuar de forma improvisada.
-Comprendo.-Dama Plateada se giró hacia el médico.-Doctor,
¿son las criaturas de este tipo capaces de alimentarse de carne?.-Preguntó la
máxima representante de la diplomacia nacional.
-Pues poco he leído sobre estas criaturas -Admitió el
doctor- Pero eso es fácil de saber: sus dientes son como los de los ratones,
ratas, etcétera. Si bien en caso desesperado muchas de esas alimañas pueden llegar a
consumir carne, lo hacen bajo condiciones extremas. La respuesta real sería un
claro "no" con un "aunque" a continuación. Sin embargo, esta
vez no estamos tan cerca del invierno y dudosamente podrían llegar a un ataque
contra humanos. No cuentan con los recursos fisionómicos naturales como los de
lobos, zorros, comadrejas, etcétera etcétera.-Dijo el doctor, sintiéndose
satisfecho consigo mismo ante el despliegue de la explicación.
-Gracias doctor. Mi conclusión es la siguiente.-Dijo Dama
plateada tras un par de pasos de reflexión.- Estos hombres vieron a la
criatura, pensaron que podrían venderla a Su Majestad como una bestia exótica y
aquí están. Trataron de hacerse con ella, supongo que atacándola desde la
espalda, donde no tenía una claro campo de visión y este les devolvió el golpe
con un mordisco, que suponemos debe tener forma plana.
-Mi buen doctor.-Dijo la Reina.-¿Cuantas posibilidades hay
de encontrar de forma natural un puercoespín en estas tierras?.
-Exactamente cero, Majestad. Yo tuve el placer de catalogar
todas las especies de los bosques de alrededor, y dicha información e ilustraciones
fueron puestas en un compendio que luego fueron regaladas a la Princesa como
deseo de buena venturanza.
-De mis libros favoritos, cabe destacar.-Dijo la Princesa.
El doctor se permitió una leve sonrisa y un gesto de
reverencia a la Princesa, el cual ella correspondió.
-Con todo.-Continuó el académico.-Me gustaría ver en un mapa
el lugar exacto en donde fue encontrado. Quizás me dejé algo por el camino.-Y
murmuró-Lo cual me parece imposible.
A una orden, un soldado extendió sobre una mesa uno de los
mapas del reino.
-Justo aquí.-Dijo el cazador mas grande de todos.-Aquí vimos
a la bestia.
-¿Justo ahí?.-Preguntó Dama de Plata. -¿Exactamente en ese
árbol tan bien dibujado por nuestros cartógrafos y topógrafos?
-Sin lugar a duda muy bien dibujado y justo ahí.-Insistió de
nuevo el líder de la comitiva.
-Es decir, que ustedes, caballeros, entraron a una zona
restringida para los cazadores.
Los cuatro hombres se miraron mientras los guardas
comenzaban a avanzar hacia ellos ante lo que parecía una futura orden de
detención. Cuervo Gris soltó una de sus extrañas risotadas, parecidas a las de
un graznido. El Gato disimuló mucho menos y rió durante un buen rato.
Una vez los cazadores fueron detenidos por saltarse la ley de
permisos de caza, la tenencia de armas ilegales y el uso de trampas no
permitidas el doctor se acercó a su majestad.
-Majestad.-Dijo el buen hombre.-No quiero asustaros, pero
durante mis labores de investigación zoológica tuve que hablar con unas cuantas
personas, entre ellas cazadores que conocían las rutas de caza hacia la costa.
Y acabo de recordar de una cala en la que muchos barcos dedicados a actividades
sospechosas llegaban para sus negocios turbios. Es verdad que desde que vos
subisteis al trono eso se ha reducido pero con estas cosas nunca se saben.-Y
finalizó la exposición con una humilde reverencia.
-¿Insinuáis contrabando de animales?.-Preguntó la Reina. Su
gesto era serio.
-Me temo que sí, Majestad.-Dijo el hombre de ciencia.
-Manden un mensaje a los Caballeros y Damas ahí presentes.
Que cierren toda la zona, que la registren de arriba abajo. -La Reina miró
hacia el alto de la sala del trono, donde Cuervo Gris parecía uno mas entre
todos aquellos hombres y mujeres de la clase mas humilde.- Señor Cuervo Gris
¿están tus hombres preparados?.
Por toda respuesta Cuervo Gris asintió muy levemente y sin
mas salió de aquel lugar.
Lejos de ahí, en un cala casi abandonada, unos hombres
descorchaban una botella de vino. Eran bandidos dedicados al contrabando de
animales. Aquello les había salido rentable, A pesar de los largo del viaje
habían vendido todas las criaturas extrañas con las que se habían hecho. Eran
hombres malvados, si escrúpulos que reían y celebraban lo mezquino de su
negocio con el oro, el vino y las mujeres que pudieran caber en sus manos. El
líder era un hombre corpulento, de gran panza y manos grandes.
-Bien, chavales, este ha salido muy redondo.-Decía aquel
hombre, ya algo alcoholizado, en referencia a su negocio. Todos gritaron,
saludando aquella gran verdad.
Eran por lo menos veinte hombres curtidos en la tierra, el
mar y sobretodo en el pillaje y la granujería. El segundo al mando, con una
gran barba, portaba un hacha en cada lado del cinto, tres cuchillos de
diferentes formas en su filo y una ballesta. Le llamaban el Desollador, aunque
sin tanto carisma ni fuerza como el líder de la comitiva, era el mas sádico de
todos.
-Oiga jefe ¿no cree que podrían encontrarnos si nos quedamos
aquí mucho tiempo?-Preguntó otro de los hombres, el típico enano que lleva las
cuentas, al que nadie hace caso.
-¿Pero qué dices, estúpido? Si por aquí no pasa nadie desde
hace tiempo. podemos estar tranquilos, celebrando toooodo esto por todo lo alto
-Dijo haciendo un gesto que abarcaba todas las riquezas que habían conseguido
junto a algunos animales pendientes de ser vendidos.-Además hemos colocado
trampas por todo el bosque y sistemas que nos alertarán en caso de que vengan.
La Dama Luna miró a alumnas.
-Vuestra primera misión para el Reino, chicas. Esperaba que
pasara mas tiempo hasta que estuvierais mas preparadas pero esta es una
urgencia y de máxima prioridad. Hemos recibido el mensaje de su Majestad, al
parecer hay unos cuantos contrabandistas que quieren hacerse de oro vendiendo
animales que son ajenos a estas tierras.-Su tono era serio.-hay bastante en
juego pero contamos con un plan. Así que
si cada una hace su parte todo saldrá bien. -La Dama Luna pasó entonces a un
registro mucho mas cálido.-Confío en vosotras.
Su alumna con orejas puntiagudas, apodada Sombra
Crepuscular, era el inicio de todo el plan. Se internó en el bosque corriendo
con la agilidad del ciervo, la rapidez de la liebre y la seguridad del gato y
el lobo.
-¿Como puede tropezarse con cada adoquín de la cale principal
de la capital y luego es capaz de meterse de sopetón en un bosque sin
descolocarse un solo cabello?.-preguntó Zafiro, la alumna de sangre mas azul, a
nadie en particular, denotando una mezcla de desconcierto y envidia.
-Te ha oído.-Dijo la alumna mas humilde, Flecha Silbante.-No
diré su respuesta.-Tenía los ojos cerrados, atenta a cada sonido, apreciando
cada matiz que las rodeaba.
-Porque ella nació con la sangre de los elfos, querida, esas
criaturas maravillosas que cedieron parte de su naturaleza a ella y su
inteligencia.-Dijo la Dama Luna, con una pequeña sonrisa.
Sombra Crepuscular recorría el bosque atenta a cada pequeña
señal. Dejaba señales del camino que había tomado, se encargaba de localizar
cada trampa. El aroma del hierro de los cepos, del cáñamo de las cuerdas, no le
pasaba inadvertido. Escuchaba el canto de los pájaros para sacar toda la
información posible. Aquel era parte de su entorno, de su hogar, y adoraba
sentirse tan sumamente abrazada por la madre naturaleza que le había dado la
vida. Evitó, eso sí, los tejos.
-Un tejo.-Dijo Sombra, con el nerviosismo en la voz.-Los
tejos son malos.
-Se está desviando.-Dijo Flecha Silbante.
-¿Un tejo?.-Preguntó la Dama Luna.
-Un tejo.-corroboró Flecha Silbante.
-Brisa.-Dijo la maestra mirando a la mayor fanática del
baile de todas sus alumnas.-Tu turno.
Brisa Danzante se puso en marcha por el mismo punto por
donde había desparecido su compañera. Su misión era asegurar la ruta con unas
flechas especiales que Flecha Silbante había usado en aquella legendaria
exhibición. Iba dejándolas cada pocos metros mientras seguía a su vez el rastro
de su compañera élfica. La siguiente, acompañada de todas las demás, era Flecha
Silbante. Se guiaba por el sonido que dejaban aquellas flechas diseñadas por
ella. Cuando llegaban a una la sacaban para que no molestara su sonido. Fue un
camino largo donde Zafiro expresó mas de una vez su disconformidad con el ambiente
y su persona, la poca afinidad que había entre ellos. Durante el camino
encontraron cepos saltados con ramas, trampas de red totalmente vacías en lo
alto o cuerdas cortadas que impedían la activación de trampas mucho mas
perversas.
A dos flecha de distancia Flecha Silbante se agachó. Todas
las demás hicieron lo mismo y avanzaron poco a poco. El camino se hizo aun mas
largo y Zafiro, por fortuna se quedó callada ante la visible tensión en el
rostro de su compañera de oído agudo. Llegadas a unos matorrales Dama Luna se
puso al frente y se encontró con el rostro de su alumna mas forestal. Su rostro
denotaba terror, horror, indignación. La cicatriz del rostro estaba enrojecida.
-No tienen corazón.-Dijo con una solitaria lágrima rodando
por su mejilla. Todas las demás la miraron en silencio.-Tienen a esos pobres
animales encerrados.
-No lo estarán mucho tiempo, cariño.-Dijo la Dama Luna con
su tono maternal. Le rompía el corazón no poder abrazarla en ese momento y
dejarla llorar lo que quisiera y mas.-Ya sabes lo que tienes que hacer. Y nada
de disparar a matar. No al menos de momento.-Dijo la instructora.
Sombra Crespuscular se puso manos a la obra y tomó un
cuaderno pequeño que llevaba siempre consigo. Al otro lado de un claro estaba
la casa. Comenzó a mirar y murmurar cosas mientras trazaba , calculó lo que
parecía la distancia desde donde estaba exactamente ella hasta un punto
determinado de la vivienda.
-Los oigo.-Dijo Flecha Silbante.-Muchos de ellos están
borrachos aunque no lo suficiente.-Dijo la huérfana con los ojos cerrados, para
escuchar mejor.
Sombra terminó y se acercó a su compañera mas robusta. En la
mano tenía un dibujo que parecía un calco de la casa con una marca justo en lo
alto del tejado.
-Justo ahí, Roble Alado.-Dijo la niña élfica apenas pudiendo
contener la indignación, casi a punto de gritar de rabia.
Roble Alado, al ver a una de sus mejores amigas en ese
estado no dudó lo mas mínimo. Tomó su arco, imposible de tensar salvo por una
mujer fuerte como ella y apuntó. Sombra le mostró de nuevo el dibujo, Roble lo
vio por el rabillo del ojo, levantó el arco medio centímetro y disparó.
La enorme y robusta flecha voló a lo largo de todo el
trayecto con una asombrosa rectitud. Dio de lleno en el punto señalado por su
amiga y entonces la casa pareció partirse a la mitad, como si una parte de la
casa empujara a la otra. Aparentemente la casa estaba intacta pero de pronto la
entrada de atrás se cayó completamente.
-Bien.-Dijo Dama Luna tensando su arco.-Disparad.
Zafiro fue la que mas tardo dado que tenía que atusarse el
cabello y presentar una estampa digna pero apenas hubo medio segundo de
diferencia entre las 5 alumnas y la maestra arquera.
-¡MIERDA! ¿pero que puñetas pasa?.-Gritó de pronto el líder
al escuchar el impacto contra la casa y la pared derrumbándose.
-¡Es una trampa, tenemos que escapar!
Las flechas llegaban de todas direcciones gracias a la
agilidad de sombra y a los bailes de Brisa Danzante. Damas Luna y las demás
alumnas estaban estática, a cubierto, detrás de árboles y setos, sin dejarse
ver. Ellas apenas hacían un impacto cuando Brisa y Sombra eran capaces de
lanzar tres flechas mas si no mas.
-¡No los veo!.-Gritó uno de esos malhechores.-¡Hay que salir
de aquí!
-¡Todos fuera, al barco, nos largamos chicos, que le den a
todo, pillar lo que podáis y fuera de aquí!
Los maleantes abandonaron aquel improvisado refugio para
correr hacia la playa que había después de una explanada. Subieron al barco y
levaron anchas. Dentro había mas hombres, que guardaban la embarcación y
dormían a pierna suelta. Cuando notaron todo el ajetreo despertaron de golpe,
producto de la experiencia y se pusieron en su puesto. El capitán de todos
aquellos hombres estaba dando órdenes, con su gran panza y manos, ayudando
también con jarcias y demás aparejos.
La cala donde habían atracado era estrecha pero rápidamente
se abría al amplio mar.
-¡CAPITAN!.-Dijo uno de los vigías.-¡A babor!.-Dijo sin mas.
El capitán fue hacia ese punto del barco y lo vio. Una sola
nave, una embarcación absolutamente gris, parecían dotar de silencio todo su
alrededor. Desde babor se vislumbraba el movimiento de aquella tripulación que
parecía funcionar como una sola persona. Solo una figura no se movía.
El "Cuervo Silencioso" del capitán Cuervo Gris,
estaba tratando de cortarles el paso. Cada hombre en su puesto, con esos ojos
negros y uniforme grisáceo.
-¿Quien es, maestra?.-Preguntó Roble Alado, observando junto
a sus compañeras desde lo alto de un pequeño acantilado.-¿Mas piratas?.
-No, cariño, es el capitán Cuervo Gris, uno de los mejores
capitanes al servicio de la Reina. Ha sido llamado para patrullar estas costas
y llega justo en el mejor momento.
-Nunca había escuchado hablar de él.-Dijo Zafiro,
colocándose de nuevo el cabello.
-Digamos que es muy discreto. De los pocos hombres que no
está obligado a presentarse físicamente ante la Reina para hacerle una
petición, demanda, juramento o nada que requiera el uso de la palabra.
La nave "Cuervo Silencioso" avanzó ante la vista
de las alumnas y la maestra. Fue acercándose desde un lateral, por lo que los
piratas giraron su embarcación hacia el otro lado.
-Se van a escapar.-Dijo Roble Alado, esperando que sucediera
algún milagro que los detuviera.
-No, no lo creo.-Dijo Dama Luna y entonces la maestra se
emitió lo que parecía un suave silbido.-Vamos niñas, por aquí.-Dijo mientras
comenzaba a caminar por el lateral del acantilado.
De pronto algo en el agua se movió por debajo de la
embarcación y justo delante de ellos emergió una bestia marítima gigante. No,
no era una bestia marítima, era una bestia terrestres, pero que se había
zambullido en el agua. Un lobo gigante estaba frente a ellos y atrapó el casco
de proa entre sus dientes. La criatura cerró los ojos y comenzó a practicar una
suave torsión en dirección al barco de Cuervo Gris, que aun permanecía
silencioso. Los gritos de alarma y sorpresa se extendieron por el aire hasta
los oídos de las cinco alumnas y la maestra, que se habían subido a un bote
oculto entre unas rocas.
El "Cuervo Silencioso" avanzaba inexorable hacia
la posición de la bestia y el barco de contrabandistas. Los ocupantes de la
embarcación grisácea estaba en silencio absoluto. Unos tenían arcos, otros
espadas o sencillos objetos contundentes, algunos estaban en lo alto de los mástiles.
El capitán Cuervo Gris avanzaba por la cubierta hasta donde iba a ser el punto
de encuentro exacto. Desenvainó su espada, miró a sus hombres y sencillamente
saltó a otro lado. En la cubierta se encontraba el líder de aquella maléfica
banda de criminales ladrones de animales. Ambos se miraron.
-Este viejo a mi no me puede vencer en combate
singular.-Dijo el líder criminal escupiendo al suelo con desprecio.
-Señor, es el capitán Cuervo Gris, la muda leyenda del mar
¡AY!.-Dijo tras recibir un puñetazo de su capitán.
-¡A callar, estúpido perro de agua dulce!.-Sonrió asquerosamente
mirando a su oponente.
Mientras tanto la barca se había acercado hasta donde se
encontraba la bestia que al fin había soltado su presa tras ser aprehendida por
unas cuantas amarras de los hombres del capitán Cuervo Gris.
-Mi noble Caballero Lobo.-Dijo la Dama Luna a su amado,
paseando su blanca mano por el pelaje húmedo de la bestia mas temida de todo el
Reino.-Te favorecen mucho las algas en el pelaje.-Dijo quitando una ristra de algas.-¿Podemos?
La bestia miró a la maestra y sus cinco alumnas y acercó el
hocico, afianzando las zarpas en las profundidades para dar mas soporte. Estas
fueron subiendo mientras los hombres del capitán pirata se hacían a un lado
para dejar sitio a los contendientes que ya habían empezado a luchar.
El contrabandista no era un mal luchador pero Cuervo Gris
parecían mas ágil a pesar de su aparente edad muy avanzada. Poseía una barba
gris y su piel curtida por los elementos parecían casi de roca. Su sempiterno
abrigo largo gris estaba algo mojado y tenía un par de remiendos poco
elaborados. Una de las leyendas del mar estaba en silencio, recibiendo las
embestidas atroces y salvajes de su enemigo pero el esquivaba. Aunque quiso la
fortuna sonreír a favor del maleante y logró saltar la defensa de Cuervo Gris
para ir directamente a su cuello.
Al momento de alcanzar el cuello, todo se volvió extraño.
Delante de todos los contrabandistas, una excelente arquera, sus cinco alumnas
encima de la cabeza del lobo y este mismo lobo, Cuervo Gris cayó al suelo con
todo el peso de su cuerpo.
Zafiro se llevó las manos a la boca conteniendo un grito de
horror. Roble Alado se quedó paralizada, igual que Brisa Danzante. Flecha
Silbante tenía los ojos como platos, sin poder creerse que iba asistir a la
muerte de un hombre que era leyenda entre marineros y huérfanos.
Sombra Crepuscular lanzó entonces una pregunta al aire. O
mas bien hizo una pequeña observación.
-No sangra.-Dijo en apenas un susurro.- ¿Por que no sangra ese hombre?
Todo se hizo silencio de pronto y entonces donde antes había
un cadáver de pronto se convirtió en una nuble gris. Todos los presentes, poco
habituados a estos sucesos se quedaron con los ojos abiertos. El capitán
pirata, antes celebrando su victoria ahora retrocedía mientras una especie de
revoltijo vaporoso se formaba en la alturas. De pronto de esa nube comenzaron a
caer lo que parecían plumas.
-Mi amor.-Susurró muy suavemente a la oreja de su amado la
Dama Luna, para que sus alumnas no se dieran cuenta de aquella falta de
protocolo, aunque confiaba en la discreción de Flecha y Sombra.- ¿Nos dejas en
la cubierta del barco del capitán?
Con un gruñido suave el gran lobo guió su cabeza hacia la
cubierta. Varios hombres del capitán Cuervo Gris recibieron a las recién
llegadas con reverencias, pero ni una sola palabra.
-Muy amable.-Dijo Sombra Crepuscular, echándose la capucha.
Los hombres le despertaban la timidez, y ahí había muchos.
-Muchas gracias.-Dijo muy formalmente Zafiro que luego se
limpió la mano por la que fue tomada para subir al barco.
-Gracias.-dijo Roble Alado, sin mas, mirando a su alrededor.
Flecha Silbante no dijo nada, estaba atenta a esa bandada de
cuervos que había aparecido de pronto.
Eran cuervos del color gris de la ceniza, del cielo que está
a punto de llover. Y sin ms se lanzaron sobre el capitán pirata. Empezaron a
llover los picotazos.
-¡OH DIOS!¡AHHH SOCORRO!.-Gritaba el capitán pirata.
-¿Os rendís, capitán?.-Preguntó la Dama Luna desde una
posición segura.
-¡SÍ, SÍ, ME RINDO, POR FAVOR DETENGAN ESTO!.-Dijo el
capitán, totalmente vencido.
Como si de una orden silenciosa se trataran, todos los
hombres del barco avanzaron saltando a la cubierta del enemigo y comenzaron a
hacer prisioneros.
Los cuervos fueron volando poco a poco hasta donde se
encontraba el Cuervo Silencio y delante
de los ojos de aquellas cinco jóvenes, aun casi niñas, se fue formando la
figura de un hombre. El mismísimo capitán Ciervo Gris estaba frente a ellas.
Estaba tal cual antes de la batalla contra el capitán enemigo aunque ahora en
un lateral de su cuelo lucía una cicatriz, como si un profundo corte estuviera
ahí presente desde hacía años.
-Capitán Cuervo Gris.-Dijo la Dama Luna con toda la humildad
en su voz. Hizo un reverencia con la elegancia del agua de un río y sus cinco
alumnas la imitaron lo mejor que pudieron.-Hasta yo comenzaba a pensar que
usted se habían convertido en una historia infantil.
Cuervo Gris correspondió con otro reverencia, no tan fluida,
miró a la pequeña comitiva que había llegado a su embarcación y seguidamente al
gran lobo. Este se acercó al barco y una de sus grandes patas se apoyó en la borda,
haciendo que toda la embarcación se hundiera al menos un metro desde ese lado.
A su vez el capitán puso una fría y callosa mano sobre la enorme pata del lobo.
Entonces el lobo emitió un sonido leve mientras enseñaba sus dientes del tamaño
de espadas.
-¿Maestra?.-Preguntó Sombra Crepuscular. En su voz había nerviosiso
y casi una solicitud silenciosa de órdenes. Se había echado la capucha hacia
atrás a pesar de la presencia masculina masiva, en señal de alerta.
La Dama Luna miró con una gran sonrisa a su alumna mas
rápida entre los bosques y negó haciéndole un gesto para que se tranquilizara.
De pronto el gran lobo abrió la boca, unas fauces en las que
podría caber un hombre de pie. Seguidamente la cerró y acercó su gran hocico al
hombre de gris, soltando todo el aire de sus pulmones y un soplido que revolvió
la cabellera canosa del capitán. El legendario lobo de mar abrió la boca, a
imitación del Caballero Lobo... y la cerró en torno a la enorme trufa de la
nariz de la gran bestia. El desconcierto para las cinco estrellas de la Luna
era palpable.
-Creo que es lo mas tierno y extraño que he visto en mucho
tiempo.-Murmuró Brisa Danzante.
-Ya os lo explicaré, mis bellas damas de la noche y el día,
de la riqueza y de la pobreza, de la danza y de la fuerza.-Dijo la Dama Luna
antes de que aquella extraña escena terminara.-Capitán-Dijo la Dama
Luna.-¿Podemos mis alumnas y yo abusar un poco de su generosidad y tomar un té?.
El capitán, de nuevo una máscara de piedra dura y fría por
rostro hizo un gesto de invitación al interior de la embarcación.
-Vosotras primero, niñas.-Dijo la maestra. Cuando pasó por
delante de su amado le dedicó una caricia.-¿Quieres asegurarte de que los
animales de la cabaña estén bien?.
El gran lobo asintió una sola vez y se zambulló de nuevo,
haciendo que todo en el barco se levantara de golpe un metro y varios marineros
cayeran al suelo junto a los prisioneros.
Una vez dentro de una improvisada sala de invitados, delante
de una larga mesa para unas diez personas y cada una con su raza de té, Dama
Luna hizo las presentaciones pertinentes.
-Capitán Cuervo Gris, le presento a mis cinco mejores
alumnas, participantes activas en esta misión de la Corona. Ellas son la noble
y excelsa Zafiro.-Dijo con un gesto de la mano hacia Zafiro, que era la que
estaba mas alejada de la cabeza de la mesa donde se encontraba el
capitán.-Brisa Danzante, una de las mejores arqueras y la mejor bailarina que
tenemos.
-Exageraciones.-Dijo con toda humildad Brisa.
-La señorita que se esconde bajo la capucha es Sombra
Crepuscular, llegada de los bosques para enseñarnos los misterios y la magia de
la alquimia.-Dijo con una amable sonrisa la maestra arquera.- La magnífica
Roble Alado, probablemente mi alumna de mas fuerza física y espiritual. Y
finalmente la por todos querida Flecha Silbante, que por su rostro veo que ha
escuchado hablar de tí.
<<Mis magníficas alumnas, os presento al capitán Cuervo
Gris, la leyenda silenciosa de los mares, rescatador de náufragos, salvador del
Caballero Lobo y de los mares del Reino en mas una ocasión.>>
Casi obedeciendo a una señal, las cinco niñas a excepción de
Flecha Silbante emitieron un sorprendido "ohhhhh".
-Capitán.-Dijo entonces Flecha Silbante, poniendo sus dos
manos sobre una de als enormes y callosas manos del lobo de mar.-¿Tiene el
cofre del tesoro?
-Oh, que directa.-Dijo Brisa Danzante mientras Zafiro giraba
los ojos ante semejante descortesía.
Dama Luna soltó una ligera risotada que alegró los corazones
de todos los presentes. Ni siquiera aquel ambiente ligeramente cargado de
salitre, algas, ron, sudor y unas cuantas gotas de sangre era capaz de atenuar
su poderosa aura de bondad y paz.
-Flecha Silbante, dulzura, cuéntales la historia que se dice
entre los niños huérfanos.
Flecha se volvió hacia sus amigas, no sin antes levantarse,
rodear la mesa y sentarse al otro lado para estar frente a todas sus compañeras
y, mal que le pese en referencia a Zafiro, amigas.
-Había una vez un niño que era huérfano y muy pobre. Vivía
en un orfanato de un reino lejano. Los niños se metían con él porque era
pequeño y débil. El único sitio donde nunca le buscaban extrañamente era la
playa cercana al orfanato. Un día caminando por la playa, al otro lado de esta,
vio lo que parecía un hombre tendido en la arena. Fue corriendo hacia él y
comprobó que era un capitán que había perdido su embarcación y su ropa era toda
gris, mitad por origen y la otra mitad por culpa del salitre. El niño gritó
pidiendo ayuda pero nadie vino a socorrerle. Entonces usó todo el ingenio que
tenía para construir una improvisada camilla con unas cuantas ristras de algas.
Lo fue arrastrando poco a poco y con mucha suerte y esfuerzo llegaron hasta el
orfanato. Las cuidadoras de los niños del orfanato, algo mezquinas, no
quisieron atenderle y obligaron al niño a dejar al capitán, al lobo de mar, a su
suerte...-Flecha Silbante se interrumpió mirando el rostro del capitán, que
tenía la mirada perdida. Seguidamente miró a su maestra, que le invitó a
continuar.
<<Pasó entonces un grupo de huérfanos; estaban jugando
cerca cuando vieron a ese hombre, encima de las algas que el niño anterior
había tejido. Uno de ellos había conseguido un trozo de pan, que le dio al
capitán, y una de esas niñas le dio algo casi mas valioso aun: Agua de un pozo
cercano. Lo llevaron cerca del orfanato en el que ellos vivían y poco a poco lo
cuidaron, fueron sanado como pudieron sus heridas, a veces sacrificando lo poco
que tenían para curar a ese hombre.>>
<<Ya recuperado, el capitán consiguió otra tripulación
y zarpó. Los niños lo despidieron con la mano desde el puerto>>
-Por eso a veces los huérfanos despedían a los barcos que zarpaban
de puerto en mi ciudad.-Dijo Zafiro.
-A esa historia se debe.-Dijo Flecha Silbante.-Es una
tradición de deseo de buena fortuna para ambas partes. El huérfano necesitaba fortuna
para encontrar unos padres buenos o un trozo de pan y el marinero para
encontrar vientos favorables y el mar calmado.
<<Un año después, no se sabe si día arriba o día
abajo, un barco totalmente gris llegó a puerto, al puerto de la ciudad de
aquellos niños. Y de él salió una bandada de cuervos grises con caramelos en el
pico. Fueron volando por toda la ciudad, recorriendo toda la costa dejando
caramelos para todos los niños que se habían portado bien con el capitán, y
para sus amigos, y los amigos de sus amigos. Todos los niños huérfanos, al
menos durante ese día, fueron felices. Todos los niños fueron al puerto para
darle las gracias pero al salir el capitán descubrieron una gran verdad que el
capitán les contó a través de señales.
Días antes de llegar al puerto de la ciudad para repartir
los caramelos, el barco fue asaltado por uno de los mas terribles piratas de
los mares. Lo llamaban el Capitán Amargo aunque nadie sabe su verdadero nombre.
Era cruel, despiadado, odiaba a los niños, a los hombres y a los capitanes
honrados y valientes. Asaltaron el barco
del capitán Cuervo Gris, que así había sido bautizado por los niños
y...>>
Flecha Silbante miró a Cuervo Gris, que le devolvió una
mirada cargada de mucho significado. Se quedaron en silencio durante unos
segundos, mirándose mutuamente y finalmente el capitán asintió.
<<El Capitán Amargo siempre hacía todo lo posible por
molestar a niños y a otros seres inocentes, y no soportaba la idea de que un
hombre como Cuervo Gris, que daba caramelos a los niños fuera feliz con la
felicidad de otros. Un día el Capitán Amargo finalmente dio con la nave de su
enemigo feliz. Él sabía que no arriesgaría la felicidad ni la vida de sus
hombres así que los envió a todos a una isla cercana. Cuando el barco del
Capitán Amargo asaltó el barco del capitán Cuervo Gris y bajaron al camarote
del capitán, lo encontraron solo, con una botella de ron. Lo agarraron entre
todos y entonces Amargo dijo "danos el cofre de los dulces o te sacamos la
lengua". Y fue entonces que el Capitán Cuervo Gris respondió a sus
amenazas con lo mejor que podía hacer>>
Todas estaban en silencio, incluso Dama Luna se encontraba
sorprendida ante las capacidades narrativas de su mas humilde alumna.
-¿Que hizo?.-Preguntó Sombra Crepuscular, entre aterrada
ante la descripción de aquellos dos hombres y ese relato cada vez mas oscuro y
tímida por su propia naturaleza.
Y entonces, a una sola vez, Flecha Silbante sacó la lengua
al mas puro estilo de los huérfanos mientras el capitán Cuervo Gris hacía lo
propio, revelando un espacio vacío donde debería haber estado la lengua. Cuatro
de las cinco alumnas casi se caen de la silla de la impresión, no esperaban ese
gesto por parte de un hombre tan serio.
-Es por eso que él nunca revelaría su secreto. Prefirió perder
la lengua antes que dejar de hacer felices a los niños.
Flecha Silbante dejó caer una lágrimas y Dama Luna tenía los
ojos mas brillantes de lo habitual, ya de por sí resplandecientes mientras
Sombra y Zafiro estaban calladas y Roble y Brisa asimilaban la fuerza de ese
relato llevándose una mano al corazón. Capitán y huérfana se miraron, con toda
esa edad, experiencia y vivencias de por medio. El hombre tomó la mano de la
niña y besó esta suavemente. La huérfana no pudo evitar sonreír.
-Capitán.-Dijo de pronto la Dama Luna.-Por desgracia debemos
seguir con la misión, hacer inventario de lo que estos miserables llevaban en
el barco y devolver a los animales a sus hogares.
El capitán de pronto recobró la compostura y asintió en ese
silencio sepulcral. Las niñas se levantaron, hicieron una reverencia y salieron
escoltados por Cuervo Gris a donde se encontraban las bodegas del barco pirata.
Había unos cuantos animales enjaulados y Sombra Crepuscular casi se cae de la
impresión al sentir todo ese dolor. Llevaron el barco a tierra y para ese
momento el Caballero Lobo había interceptado a una patrulla que al identificar
a tan legendario hombre se ofrecieron a ayudar. Varios cazadores (legales) de
un pueblo cercano rastrearon el bosque en busca de mas trampas para hacer una
limpieza completa. Zafiro y Roble Alado ayudaron a descargar las jaulas
mientras Brisa Danzante hacía lo mismo en la cabaña donde los contrabandistas
se habían refugiado.
Con todo dispuesto trajeron unos cuantos carros y los
animales fueron llevados directamente hasta el puerto de la capital, donde
fueron embarcados de nuevo. El Doctor, médico y ahora zoólogo y biólogo ayudó a
cargar la última caja sin apenas despeinarse.
-Bueno, ahora toca partir.-Dijo el hombre.-iremos
repartiendo a cada especie en su debido territorio. No aseguro una posición
exacta con sus seres queridos pero buscaremos colonias o refugios para cada uno
y que vivan en paz.-El hombre de ciencia echó amarras y las naves se fueron
alejando.
Todos estaban felices. Bueno, casi todos. La princesa se
encontraba en sus aposentos, lánguidamente tumbada en su cama pensando en lo
mucho que echaría de menos a su amigo con muchas espinas. Tocaron a la puerta y
la princesa enterró el rostro en la almohada no sin antes dar permiso. Entró el
Caballero Diamante, que para esas situaciones tenía la empatía y tacto
suficiente.
-¿Puedo pasar excelencia?.-Preguntó aquel hombre con la
sensibilidad tiñendo su voz.
La princesa asintió.
El Caballero mas atractivo de todo el Reino se sentó en un
lateral de la cama. Miles de damas y algunos caballeros habrían dado un brazo
por tenerlo tan cerca.
-Me ha contado un pajarito que estáis algo alicaída por la
pérdida reciente de un posible compañero animal.
-Pinchitos era especial.-Dijo la Princesa incorporándose
finalmente y mirando a su interlocutor con lágrimas formándose en su
rostro.-Era bueno y le gustaban las manzanas. Seguramente hay cosas que le
gusten mas pero apenas tuve tiempo de disfrutar de su compañía.-Y se abrazó a
aquel hombre.
El Caballero la abrazó de la misma forma, sintiendo ese
dolor sincero.
-Hay veces, Princesa, que tenemos que tomar decisiones
difíciles. Seguramente Pinchitos estaría encantado de quedarse aquí pero ¿y si
tenía familia? ¿A usted le gustaría ser arrancada de su hogar y ser llevada
hasta un lugar desconocido donde no tiene amigos ni familia? Por muy bien que
la traten en ese sitio seguramente su corazón anhelará volver a casa.-El
caballero limpió las lágrimas que rodaban por esas mejillas sanas y
encantadoras.-¿Usted quiere que Pinchitos sea feliz?
La princesa asintió.
-Pues entonces ha tomado una de las decisiones mas duras
pero sabias que se hayan visto jamás. Eso es un bello precedente para las
futuras reinas.
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