martes, 23 de agosto de 2022

Librería Barros

 No muy lejos de la plaza Bomba de Racimo se alzaba una librería que, como toda buena librería carecía de circunstancia alguna a nivel ideológico. La librería Barros era sin duda un punto de referencia para todas las buenas gentes de una cierta ciudad en la costa de esta nuestra bella Galicia. Aquel rincón de cultura y su propietario eran la demostración del necesario equilibrio en el universo. La librería era larga, el Señor Barros ancho y junto a su altura ya componía un perfecto espacio tridimensional de carácter esférico. Por dicho recinto habían pasado ilustres figuras, incluida un gran doctor que hace varias décadas había ayudado a media ciudad. Mas tarde su hijo ayudaría a la otra media. De nuevo el equilibrio.  

Dentro de la librería se encontraban sus consabidos trabajadores, hombres y mujeres que poseían un gran corazón, una diligente responsabilidad y hacían sentir a cualquier cliente como en su propia casa. Eran un equipo. Pero como en todo equipo, siempre hay una estrella. Dicha estrella se encontraba, en el momento de realizar esta crónica, en el mostrador de acceso a la tienda, tras recorrer un lindo pasillo lleno de fotos de ilustres escritores de posición totalmente apolítica. De derechas. Como mi padre. 

Allá se encontraba la magnífica librera, ganadora varios años seguidos del certamen de Miss Hobbyton, un día mas, cuando de pronto un cliente algo mas apasionado por la política de lo debido, preguntando por un cierto libro, dijo:

—Me han dicho que esta librería es buena, que no anda llena de esa propaganda para bueno... ya sabe... raritos.—Dijo el hombre de mas o menos 60 años, consumidor puntual de carajillos y emanando el aroma del Brumel por los cuatro costados.— Hostias ¿y esto?.—Dijo tomando un libro, con el actual presidente de la Nación Eterna que es ESPAÑA, en la portada.—Este es un mangante de cuidado. Vaya puto rojo está hecho. Bueno guapa ¿tienes el libro que te pedí? 

La mujer, bajita de estatura pero de un corazón superior en tamaño al sol y mas valioso que el platino, compuso su sonrisa mas educada, para proceder a la búsqueda. En tanto en cuanto el cliente se dedicaba a dar vueltas, presentose la máxima autoridad de la librería. 

El Señor Barros ese día estaba poco mas que deslumbrante. Llegó a lomos de un caballo purasangre ESPAÑOL (Lo ponía en el DNI del caballo)  con la palabra ESPAÑA escrita en el lomo y la bandera de ESPAÑA como capa. En una demostración de neutralidad ideológica portaba, para auténtico regocijo de dimensiones bíblicas, un tricornio y en el hombro derecho se encontraba nada mas y nada menos que el águila de San Juan (También con DNI español, conste).

—Ha sido un día duro de trabajo, sin duda.—Dijo el hombre, que había dedicado, como buen empresario, la parte mas amplia de su vida a arriesgar su dinero porque es lo que genera riqueza.—Venga, haz caja y ya me encargo yo de lo demás

Apenas pudiéndose recurar de el precioso espectáculo, Miss Hobbyton se dispuso a hacer caja. Mas algo truncaría el desarrollo habitual de la jornada laboral de tan nobles currantes y su aun mas noble propietario.

El Inspector jefe del área había decidido, por casualidad, aparecer en aquel momento. Entró con toda elegancia tras recorrer el pasillo estrecho de la librería hasta acceder a esta. Una vez entabló contacto visual con la pequeña dependienta, la cual ya tenía la idea de darse un buen baño en su dedal fue a decirle algo amistoso, mas se tuvo que contener por la presencia del señor Barros, que no aceptaba a las amistades de la versión mas proletaria de Pulgarcita.

La escolta del inspector se componía de dos agentes femeninas que, de no ser por la lógica y la casualidad mismo, se parecían bastante a Sana de Twice y Siyeon de Dreamcatcher. En el gesto hierático de ambas se apreciaba el brillo de la sed de sangre de españoles como el inocente señor Barros. Las dos mujeres eran perfectas hablantes de Coreano, japonés, ESPAÑOL, iraní, Chino, chavista, Koruño y etarra.

—Buenos días.—Dijo el inspector presentándose ante la que podría usar el hueco entre dos baldosas como trinchera en caso de conflicto bélico, algo posible dado que el presidente de Rusia cada día parecía necesitar mas fetos de bebés.— Vengo a hacer una inspección general al establecimiento. Se nos han notificado unas faltas en la legislación vigente. 

—Sí, por supuesto, señor.—Dijo la vocecita adorable de la mediana de marca blanca ahí presente.— Mi jefe estará encantado de atenderle. Lo tiene ahí mismo.— En los ojos de la querida hobbit brillaba una contradicción: "Quiero conservar mi trabajo, pero es que estoy muy hasta los ovarios de todo, querido". La mirada fue tenida en cuenta en el informe.  

El inspector se giró hacia el hombre de grandes dimensiones, ahora ataviado con un sencillo traje y una careta de Miguel de Cerbantes, con "B" de BESPAÑA, para tener una imagen mucho mas digna de alguien que ama ESPAÑA. Tras el reglamentario apretón de manos, se pasó a dar el motivo de la visita. 

—Se me ha informado de actitudes, actividades y publicaciones contrarrevolucionarias en este establecimiento. Como inspector jefe del área debo mostrar la mayor preocupación por lo que sale y entra de los cerebros de nuestro jóvenes para que aprendan lo que hay que aprender sobre España.— Dijo el inspector, sin usar todas las letras mayúsculas, porque para él aquel territorio era algo que no dependía de las mayúsculas sino del amor al trabajador, y decir todo EN MAYÚSCULAS HACE QUE PAREZCA QUE ESTÁS GRITANDO. 

—¿Nosotros?¿como dice? Por el amor de Dios, no puede estar hablando en serio.—El señor Barros exudaba una confianza por su amor a ESPAÑA tal que conminó al Inspector a registrar hasta el último rincón. 

Entre tanto, la pequeña Tarzán de maceta se dedicaba a hablar con las dos escoltas de su amigo inspector, facilitando todo lo necesario. Eran encantadoras y compartían todo tipo de momentos juntas, selfies incluidas. Porque una cosa es ser una parodia de agente secreto soviético y otra cosa es no ser buena gente y hacer sentir cómodo al personal. Además, la que curiosamente se parecía a Sana tenía un compañero ocasional de matanzas de hombres blancos madrileños muy parecido a Banchan de Stray Kids. A Dios se le habían acabado las ideas y empezó a hacer copy-paste. Se hicieron amigas para siempre y se fueron a muchos conciertos. 

Paralelamente Eufrasio, ese del que hablamos antes que tenía 60 y tal, se disponía a salir. No sin antes decirle, al inspector, que sostenía un libro no muy amable con las decisiones del presidente PerroXanxe.

—Vaya puto rojo ¿eh?—Afirmó con unos huevos mas grandes que los de la catedral de Burgos ante la máxima autoridad del Partido Mas Comunista Que Hayas Visto En Tu Puta Vida (o PMCQHVETPV). Pero ahí no terminaba su exhibición de anticomunismo. Tenía que cerrar bien.— A ese si que había que matarlo, como al maricón de Lorca.

El final de esta historia es mejor que quede como abierto... por motivos de gran solidez como los argumentos de gran refinamiento del Señor Barros durante su arresto.

martes, 9 de agosto de 2022

El ministro rebelde.

   A la salida del parlamento un enjambre de micrófonos rodeó al presidente de la nación. En su rostro había un gesto descompuesto. Habló durante mucho tiempo, no tanto como sus intervenciones durante la sesión pero sí que quiso aclarar lo mas posible todo lo que se había vertido desde la bancada de su partido y la coalición. De los hombres mas guapos de España según las señoras y los señores que avocaban por un modelo que según algunos era totalitario. Hoy, al parecer, así se había confirmado 
   -Señor presidente, ¿Qué opina sobre las declaraciones del ministro de Educación en cuanto a... bueno... todo?
   El presidente guardó silencio tratando de ordenar las ideas. Su rostro diríase que hasta palideció. 
   -Sin duda han sido declaraciones algo polémicas, bastante fuera del habitual discurso de consenso de nuestro partido y las pretensiones del señor ministro serán analizadas y se ejecutarán las medidas pertinentes. Muchas gracias, que tengan un buen día.-Dijo apresuradamente ante la avalancha de nuevas preguntas. La sonrisa antes de subirse al coche constató su nuevo puesto como hombre mas guapo de España en la revista Hola. 
   Los periodistas se dedicaron el día entero a buscar nuevas presas. Los informativos y las redes sociales ya parafraseaban las palabras de aquel ministro rebelde que parecía haber centrado toda su atención en sí mismo y en sus ideas "personalistas, dignas del mas inconfundible monstruo de la historia: Stalin, Lenin o cualquier líder social-comunista actual" según palabras del único diputado mitad español mitad ewok con cinco corbatas puestas una detrás de otra.
   La ministra de trabajo sonrió mucho. Muchísimo, demasiado. Era algo exagerado como sonreía. Como buena ministra de trabajo que se precie trató de aclarar todas las dudas sobre sus declaraciones propias y dentro de su campo concreto de cartera: el cambio climático. Las nubes, las muy hijas de puta, no se habían presentado en unos cuantos días y la gente andaba muriéndose por el calor. Prometió, como solución, mas facilidades fiscales a las empresas privadas para que compraran algo. No se, lo que fuera. A la pregunta de un periodista sobre las condiciones laborales esta aseguró que le encantaría asumir la cartera de trabajo pero no estaban en el poder. 
   Llegó entonces aquel ministro que todos en la bancada contraria tachaban de poco mas que adorador de Satanás. El hombre, con rostro afable y una cierta barba necesitó unos cuantos minutos para esclarecer que su formación no aprobaba esas palabras llenas de confusas afirmaciones destinadas a la "desunión de España". Aludiendo a una cena de fetos de niños y niñas (como buen comunista inclusivo) abandonó el lugar a pie porque los comunistas no pueden tener coche.
   Tras unas cuantas personas mas llegó el protagonista de la polémica. Con un andar desgarbado y una mirada perdida en sus propios pensamientos. Todo lo aderezaba una sonrisa de cierta satisfacción personal. Salía sin corbata, acorde a las normas medioambientales actuales, que sin duda serían la piedra de toque para salvar al mundo.
   -Señor ministro.- Dijo una amable señorita que parecía congeniar con las ideas del susodicho.-Parece ser que ha causado cierta polémica. 
   -¿Polémica? ¿Yo?.-Dijo el hombre con cara de repentina sorpresa.- La polémica es algo que no me va, si le soy sincero. Al menos no ajustada a la definición actual de polémica. Yo no me he cargado ningún niño en Gaza. Pero venga, cuenten cuenten ¿Que salseos hay por aquí? 
   -Se afirma que usted pretende, con sus declaraciones dignas de dictador comunista romper todos los objetivos democráticos para generar tensiones cada vez mayores y dinamitar el consenso español.-Dijo un hombre enjuto y cejijunto que no alcanzaba mas del metro cincuenta. En su vestuario destacaba una camiseta que decía "Mi ewok favorito" con la cara del señor diputado que había hablado anteriormente. 
   -Uno dice unas sencillas palabras dedicadas a advertir a la oposición sobre sus enemigos internos y ya le tachan de malmeter. Yo solo dije, ateniéndome a las palabras de algunos de sus diputados en aquellos tiempos locos de juventud, que los rojos y los maricones campaban mas a sus anchas por sus propias filas que por las nuestras. Que lo mas rojo que he visto en estos días es la corbata del presidente, que por cierto, combina muy bien con todo lo que se pone. Que guapo es ese hombre.  
   

miércoles, 3 de agosto de 2022

La ventana abierta. (parte 1)

   Nota previa del Autor: sinceramente desconozco como es que la persona que ha inspirado esto ha venido a mi cabeza. Y como es que lo ha inspirado, si se trata de alguien con quien no hablo desde hace meses, seriamente mas de un año. Pero aquí está. Recuerdos fantasiosos de lo que sería bonito que sucediera pero nunca sucederá por obvias razones. El nombre de la afortunada, para recordármelo en el futuro, empieza por L. 

   La joven señora de la casa se removía en su habitación, en aquella lujosa mansión azotada por el viento de un invierno prometedoramente cruel. Los árboles se agotaban al son de esa orquesta que hacía silbar las ramas y volar las hojas mas débiles. Ella se encontraba a resguardo de gruesas paredes, vigilada por tapices de momentos de gloria para la familia. Una sola puerta de roble que había sido instalada cientos de años antes del nacimiento de quien ahora era dueña y señora de todo lo que pudiera alcanzarse con la vista desde su balcón, permanecía cerrada y guardaba la discreción de un cuerpo solo tapado por las finas sábanas y un camisón blanca, fino, corto. Era la viva imagen de un ángel tentador, o de un demonio redimido según a quien se le preguntara. 

   Su larga cabellera se extendía por la almohada en un moreno que se volvía rubio según se alejaba de las raíces. La silueta de su de sus formas, deseo carnal de muchos pero solamente complacido por unos pocos, se recortaba al entrar la luna a través del gran ventanal a tantos metros de altura. Todo era seguro n aquella estancia, todo parecía tranquilo y cómodo. Cualquiera diría que era una habitación mas de una buena casa mas en el mundo. Pero sin duda esa noche algo cambiaría todo, como llevaba sucediendo desde hacía varios años. 

   La primera señal siempre era un sonido de batir de alas. Un batir de alas tremebundo, capaz de imponerse al rugido del viento en esa noche de tormenta. Nadie mas escuchaba esas alas, que mas que batir afuera de la casa, lo hacían dentro del alma de quien recibía la visita. Al momento la dama abría los ojos y miraba, esperando ver algo perfilado por la dama selenita que había inspirado a tantos poetas. Nunca jamás veía nada. Y a esto le seguía un ritual diseñado para guardar una discreción absoluta sobre la identidad de quien venía a visitarla. La señora de la casa se levantaba, sabiendo que ningún sirviente la interrumpiría en aquella improvisada reunión, levantaba el cierre de la ventana y se aseguraba, por si acaso, de que el de la puerta permaneciera cerrado. A continuación esperaba, escuchando atentamente.
 
   A veces se presentaba entre sonidos de tejas sobre las que alguien camina; otras veces podría simplemente notar el aliento y la pesada respiración acercándose poco a poco hacia ella. Fuera la forma que fuera, sucediera lo que sucediera, ella debía permanecer, por respeto a la extraordinaria timidez de su invitado, frente al espejo. Un espejo de cuerpo entero, que permitía ver, a las espaldas de la bella dama, la ventana que había abierto recientemente. 

   Un rayo cayó cerca al mismo tiempo que las ventanas se abrían de par en par con una extraña suavidad, nada común en vista a la virulencia de los vientos. Y dicho viento no entraba en la habitación como lo haría normalmente. Al contrario, mas bien pareciera que una fuerza extraña mantuviera la tempestad alejada de aquel rincón de la casa. A continuación se sintió un calor que llenó toda la estancia y finalmente el frío natural de una habitación que tiene una ventana abierta.

   Lo primero que sintió, aparte de la clara presencia de alguien o algo mas en la sala, fueron unas manos gélidas. mano mano fría que delicadamente tomó la suya. Ella se sonrió a sí misma directamente en el espejo.  los labios fueron lo siguiente, besando justo e la zona por donde la sangre corría, unas venas bien marcadas que eran todo un espectáculo a la vista de ese visitante. la cintura fuera rodeada y su cuerpo ligeramente atraído hacia él.

   -Necesitaba un poco de tu humanidad.-Dijo una voz llena de oscuridad contra la piel de su clavícula. Los labios se posaron en esta, dando pequeños y lentos besos hasta su cuello. 
   -Señor nocturno.-Dijo ella con una sonrisa, intentando contener la respiración.- Mi humanidad es mundana pero en vista a las normas de interacción, debo dar las gracias al menos por el placer de vuestro contacto. No se sienta usted obligado a nada, simplemente deme la calidez y la humanidad que usted demuestra en estos tiempos tan oscuros.
   -Pero soy yo, quien vagando por este mundo, ha terminado visitando vuestra alcoba.- Sus manos blancas se cerraron entorno a su cintura mientras los labios presionaron un poco mas.
   Ella no bajó la vista para ver el abrazo, no dejó que nadie entrara dentro de su campo visual. Debía ser un secreto la identidad de ese visitante ocasional que le hacía sentirse reconfortada, querida y seducida a partes iguales. 
   Ella le habló largo y tendido. De todos los temas habidos y por haber.  Una fiesta a la que fue donde un hombre se le declaró y ella rechazó formalmente. Una salida a caballo con las amigas de un club exclusivo de la ciudad. Le habló de la hipocresía, la mentira, el deseo. Ella hablaba alegremente Una vez tomaba confianza era fácil caer en sus encantos, y su visitante, a pesar de atestiguar el nacimiento y la caída de imperios, no era excepción.  De vez en cuando él hacía preguntas, ella las aclaraba y seguía con la explicación de acontecimientos mas mundanos.
   -Querido.-Dijo ella.-Siempre me asombra tu curiosidad por los defectos humanos. Como si algo de ti no concibiera las capacidades del hombre y la mujer para someterse a sí mismos a los mas intensos dolores. Es algo en lo que nunca me paro a pensar pero, de lo poco que se de vos, a veces siento que tenéis algo de niño inocente, ingenuo y que debería ser protegido. 
   
   El invitado sonrió de nuevo y se dedicó a deslizar sus gélidas manos por las formas de ella, como queriendo encontrar algo muy concreto. La dama pensaba que su cuerpo era para é una suerte de refugio donde expresarse libremente, explorar, experimentar y sentirse adherido a la realidad.
   -Mi... gente, suele dormir en una realidad extraña. hasta donde me contasteis, podría compararse al limbo. Pero de vez en cuando aparecemos aquí, y todo nos es extraño, caótico, perturbador. Solo unas pocas veces mis congéneres han sido capaces de establecer contacto. Nuestra falta de reflejo suele ser la forma mas evidente para identificarnos al margen de la palidez, la piel fría y... otra cosas..- El ser de otra realidad se quedó callado. 
   Ella guardó silencio también. Nunca jamás había compartido tanta información y le daba pánico romper aquel momento con una palabra inadecuada. Se ciñó a escucharle y dejarse explorar por esas manos. la curiosidad le mataba, quería hacerle un ciento de preguntas pero la siguiente sorpresa la dejó sin habla. 
   -¿Podrías cerrar los ojos y dejarme una de tus manos?.-dijo el visitante. 
   Ella no dijo nada, le dio a entender que sus ojos estaban cerrados y alzó una mano, que su acompañante tomó para quitarla por su rostro. la mejilla era suave, igual de fría que sus manos, aunque eso lo había notado con anterioridad en los roces contra su hombro. Lo que le sorprendió es lo que encontró a la altura de la frente. Dos protuberancias duras. 
   -¿Esto son...?-Empezó a decir ella, con los ojos cerrados aun, acariciando las formaciones óseas. 
   -Cuernos.-Dijo él antes de envolverla de nuevo entre sus brazos, visiblemente agitado.- Hasta donde tengo entendido, la gente de este mundo me llamaría demonio. 
   -Poco te pareces a un demonio. Tus maneras tentadoras me reconfortan a la par que me dan una paz y un placer apenas descriptible.-La mujer se atrevió a seguir explorando.- Tienes cabello. Muy sedoso la verdad. Serías la envidia de mas de una cortesana, pero tienes rasgos mucho mas nobles que los de muchos autodenominados caballeros de noble cuna. 
   El ser se retiró levemente para que las manos de la dueña de aquellos terrenos llenos de maravillas rozaran algo. 
   -Oh.-Dijo.-Esto se escapa de todo lo que puedo suponer. Parecen... 
   Por la sorpresa, la mujer no pudo evitar abrir los ojos ante la sorpresa, encontrándose frente a ella un manto negro de unas plumas negras tan abundantes como la arena del desierto. Ahogó un grito antes de que pudiera llevar a ver nada mas tapándose los ojos con las manos. 
   -¡Lo siento! Os ruego mil disculpas. 
   -¿Cuanto visteis?.-Dijo el demonio, inesperadamente tranquilo. 
   -Vuestras... vuestras alas. Nada mas. Lo juro.-Siguió un largo silencio.- ¿os marcharéis para siempre? 
   -No, mientras nada de lo que veas salga de vuestros labios.-El ser alado hizo una pausa.- Muchos de los míos fueron perseguidos y destruidos por el ser humano. Y nos tratan con un conocimiento aparentemente superior al que nosotros tenemos. Nos dicen demonios, pero no pueden demostrarlo mas allá de unas simples alas, unos cuernos y no reflejarnos en el espejo. Algunos hombres muestran un interés morboso y nos someten a cosas realmente crueles. 
   Poco a poco la mujer se había ido abrazando a su delicado, sensible y mágico acompañante. Le reconfortó mientras unos ojos rojos destellaban soltando lágrimas negras.