Una noche cualquiera, una mujer miraba a un
hombre a los ojos. Ella se encontraba entre sus brazos, piel contra piel,
dejándose mimar por los dedos que delicadamente recorrían su piel de la espalda
y los costados. La suave piel de ella, un poco mas oscura que la de su amante,
era un testigo directo de lo que hace la pasión cuando invade a los seres
humanos que se profesan el mas puro y luminoso de los sentimientos. Y ella, por
lo visto aun dudosa, tras haberse mirado durante una hora, le preguntó.
-¿Me quieres?
Con una sonrisa luminosa culminó la pregunta
esa bella dama, Musa de su inspiración. Y entonces él respondió.
-Si solo fuera quererte. Si solo fueran las
estrellas unas luces titilantes ahí en el cielo. Pero son algo mas, la guía de
los viajeros, la inspiración de los poetas y de los aventureros, el mundo de
conocimiento del sabio que en su alta torre se pregunta el porqué de ahora y en
este lugar. Si solo fueran trozos de piedra las altas torres que resisten las
guerras y en cuyos aposentos se cobijan los amantes como tu y como yo en estas
noches, con o sin luna, para dedicarse plenamente al ejercicio de aquello que
decidieron llamar amor pero ante mis ojos, cuando se posan en los tuyos, esas
dos estrellas dulces y cálidas, es algo distinto. Si solo fuera una mancha gris
la tierra en la que se engendra la vida o el agua que la vio nacer, con sus
lagos y ríos, donde la lluvia se deja caer y los delicados dedos de la vida
moldearon a aquellas criaturas primerizas
ya prematuramente luchadoras.
>>Si solo fuera quererte decir tu nombre
para buscar consuelo en mis noches con pesadillas o quedarme sin aliento como
me mira de esa forma tan especial, que me estremece y me llena de una enérgica
determinación a concederte placeres innombrables por la razón de que su simple
mención causa rubor en las damas refinadas y mas perversas. Si solo fuera quererte cada una de las dulces
caricias que dejo en tu cuerpo, como una semilla que germina y que expande sus
raíces a través de ese estremecimiento que a veces disimulas con una elegancia
digna de gato y una delicadeza digna la Flor. Si solo fuera quererte dejarme
embriagar por tu aroma, por tu risa, que es como una campana de gloria suprema,
de alegre victoria frente al dolor. A mi acude el sonido de tu risa en los momentos
de tristeza, de graves ataques de mis fantasmas, de los demonios. <<
>>Si solo fuera tener hijos lo que define
a una madre, pero hay que cuidarlo, como yo te pienso cuidar a ti, hacerte
crecer y que tu me hagas crecer, aprender y madurar mas de lo que ya estamos en
esta vida, ante las ganancias y las pérdidas. Ser ambos como el contrafuerte
que no sostiene solo las paredes de la catedral, sino a veces el único trozo de
fe de este mundo. Aunque cabe añadir que mi fe eres tú, Una Virgen María que me
hace caminar, con solamente saber de su existencia, por la buena senda de la
rectitud y el bien. ..<<
Aquel hombre que tanto hablaba se vio
interrumpido por un beso tan dulce que le robó el aliento y habría jurado que
un trozo de alma en ese suspiro, cuando el aire volvió a sus pulmones. Una caricia por su rostro lo mantuvo en ese
delicado letargo que supuso la sorpresa de ese beso, de esos labios que sueña
con besar en cada segundo de su vida. Ella habló.
-Oh, caballero alado, no soy ninguna virgen...
ni santa como ella ni pura de corazón o pensamiento. Tengo defectos porque soy
humana.
-Y humana eres ante mis ojos.-Dijo el hombre que la
abrazaba con esos dos brazos algo flacos y, lentamente dos grandes alas que destellaban mil colores
ante los rayos de la luna.- Pero pensar en ti, en como tu sonrisa se borraría
si supieras de una mala conducta mía, es lo que me lleva a intentar mejorar
como persona. Y esa humanidad tuya es lo mas maravilloso de tu persona que he
visto en mil vidas. Cada vez que sonríes, que ríes, que ayudas, que aconsejas,
que opinas, que animas, que sugieres, que insinúas, que te sumerges en un
debate, la visión o el escuchar alguna música que te haga sentir una emoción
por pequeña que sea, siento que esa humanidad es lo que te da luz; lo que da
luz a esos ojos que ahora miro y que siento que podría mirar durante todo lo
que me queda de vida, sin importar las arrugas, solamente mirarlos, ver como se
llenan de esa sabiduría que dan los años y sin perder la dulzura que me hizo
pensar si era posible.-Concluyó con la ternura en su mirada. El máximo anhelo que un hombre puede tener no es el dinero, ni tener belleza física, ni ser un guerrero fuerte. El máximo anhelo, en el fondo del corazón de cualquier hombre, es derrumbar la pared que separa las dependencias de la mujer que ama con el beso que deseó siempre de sus labios.
Al menos ese era el anhelo de aquel hombre...
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