Mi dulce amor:
Es mucho el tiempo en que pienso que quizás esto no te llegue a ti, mi bella inspiración encarnada en perfección absoluta. Se destiñe mi alma en un gris sucio cuando pienso que quizás no lleguen mis palabras llevadas por el viento y me tenga que ver obligado a escribirte en un sencillo papel palabras que no caben en significado en idioma alguno lo que pretendo decirte. Puedo vislumbrar aun esa última sonrisa que vi en tu rostro cuando con un sencillo saco lleno de alimentos y pertrechos que ya he consumido, partí a la aventura y a una guerra sin fin que no tiene sentido ahora que me veo inmerso en ella. Tu recuerdo es la estufa que calienta mi cuerpo y mi corazón, que a su vez reparte una sangre ardiente y deseosa de consumarse con el resto de mi esencia en un encuentro aunque sea breve entre nosotros. Las rosas que he contemplado a lo largo de mi viaje no son ni la mitad de bellas que tu y el susurro del viento me trae silencio e incertidumbre cuando le pregunto como te encuentras. Parece que todo está en mi contra salvando una sola cosa, que tu recuerdo permanece mas allá de cualquier ideal político, de cualquier batalla, herida y de cualquier muerte aliada o enemiga. Incluso con mi propia muerte no dejaré de habitar dentro de tu corazón. Veo en las noches las estrellas, fieles tallas de lo que es el brillo de tus ojos cuando con esa luz de alegría se clavan en los míos de la forma mas aterciopelada, como si en tu interior una madre cuidara a a ese niño que todo hombre tiene dentro de si mismo. En cierto momento que tuve la oportunidad de rozar por accidente una prenda de seda vino a mi memoria la suavidad de tu cabello, movido por un viento suave de la costa, mientras miras al horizonte con esa sonrisa enigmática que provoca preguntar y a la vez esperar una declaración de cualquier naturaleza. Naces en mis sueños entre explosiones de pasión una veces y del fluir de los ríos en otras ocasiones. La aventura que me espera por delante se hará larga sin el calor constante de tu cuerpo en nuestra cama es algo que pasa factura en mi a cada día que pasa. La ausencia de tu piel, de tus caricias, de tus susurros tranquilizadores en mi oído cuando alguna pesadilla me despierta, la forma que tienes de pegarte a mi cada vez que vas en busca de mas calor, la sensación de hacer algo bien cada vez que te refugias en mis brazos, es algo que no puedo evitar recordar, a veces incluso con la mas denigrante lágrima de tristeza y miedo. Aunque no me lamento de ello, tengo responsabilidades que cumplir por la patria pero en especial, y aunque me está prohibido decirlo, por ti. Esta época de terror llegará algún día a su fin y podremos ser felices de nuevo. Podré llegar a ser ese hombre de larga carrera y humilde corazón que tuvo la fortuna de encontrarse con el halo mágico de ti, ángel de amor. No hacen mas que acudir a mi mente en las noches solitarias la forma de tu sonrisa curvada ligeramente, como te acercas con esas caderas enloquecedoras. Nada mas sentirte muchas veces pienso que son imaginaciones mías pero créeme que la sensación es tan real que apenas puedo respirar ante la idea de volver a tenerte contra mi pecho, que sientas el latir de mi corazón jubiloso por poder estar a tu lado. Tus labios llenos susurrándome todas esas canciones y palabra que dan cobijo y sentimiento de seguridad y amor a mi alma. Sí, hasta tal profundidad han llegado. Los extremos sur y norte de este basto mundo son el infierno en comparación al frío que ahora mismo soporto pero ten por seguro que es tu recuerdo, alas de fuego para este mi noble y humilde corazón, lo que me hace volar y luchar hasta lograr el amparo de una salvación que me lleve hasta ti. Espero que pronto nos podamos ver y seamos al fin felices y libres de cualquier tiranía que aparte nuestro amor en una distancia que se me hizo infinita desde el primer metro que recorrí lejos de nuestro hogar.
Siempre tuyo y a tu lado incluso en las noches mas solitarias...
Tu aventurero.
sábado, 31 de diciembre de 2011
El espíritu vengador II
Las horas pasaban frías en ese lugar tan poco recomendable para atesorar buenas experiencias y gratos recuerdos, viciado en sus aromas de antiséptico o de desinfectante y a saber que mas productos de limpieza aparte del amoniaco. El personal del hospital iba de una parte a otra con sus batas o sus uniformes muy diferentes unos de otros pero a la vez con ese blanco que tenían en común. El tráfico de gente que salía y entraba de la habitación de esa bella dama era escaso pero a la vez molesto para su acompañante, que miraba con mala cara a los que importunaban el sueño de su protegida. A medida que el tiempo pasaba se iba tornando mas oscura su mirada, las pupilas habían abarcado todo el globo ocular hasta el punto de que se había adentrado mas allá de la cornea. Un estudio forense había arrojado menos luz de la que arrojaban esos ojos sobre el nervio óptico. Pero eso no es lo importante de la narración. La noche había caído y nada parecía perturbar la tranquilidad del recinto salvo la presencia de ese ser que hacía notar su presencia solamente ante la persona que mas deseaba en ese momento, no en un sentido carnal sino mucho mas profundo.
En esa noche la dama estaba especialmente bella. No sabía el ser que tenía pero le llamaba la atención todo de ella y una sonrisa se posaba en sus labios cada vez que fijaba la vista en sus moratones o en sus cortes, pero no podía disimular una sensación de rabia. Tanto dolor extraído sin su consentimiento de una forma tan poco creativa y tan despiadada, desde luego había gente que no tenía corazón ni sentimientos. Y el muy perro se había dado a la fuga. Los ojos de ella no reflejaban pesadilla alguna ni sufrimiento de ninguna clase que el no le proporcionara pero de todas formas como un amante apasionado deseoso del cuerpo femenino en ese caso el de su amiga, se decidió a una vigilancia cercana y sus pies se posaron sobre el estomago de ella dejando sentir una mínima presión sobre este. Fijamente miraba sus ojos esperando que estos se abrieran mientras la luna paseaba tranquilamente con su subalternas las estrellas por el cielo oscuro como los ojos de ese ´´demonio´´. Le gustaba los ojos de ella, en especial cuando estaban medio hinchados de las lágrimas de dolor físico que gustaba de hacer salir pero ese día el proyecto que circulaba por su mente era mas ambicioso.
Finalmente ella terminó por abrir los ojos. Las miradas se encontraron y no pareció incomodarle lo mas mínimo a la mujer que una criatura con la forma de un humano y con alas negras de ojos negros y sádicas intenciones se posara encima de su estómago, sentado como cierto personaje de una serie que había visto en su vuelo hacia el castigo de ese maldito perro miserable. Ella le sonrió suavemente, una sonrisa que decía un ´´buenos días´´ e interrogaba con un ´´cómodo?´´. Él dejó ver una sonrisa que mostraba toda una hilera de colmillos que daban mas fiereza a su presencia ya de por sí intimidante. El silencio seguía ahí pero ella finalmente lo rompió con una pregunta.
-¿que miras tanto?- Acercó una mano para dejar una suave caricia en sus alas que era lo único que embargaba en ternura a esa criatura necesitada en parte de diversión y de atenciones psiquiátricas varias.
-La belleza de tu mirada, que en medio de esta noche estrellada trato de hallar la forma de hacerla sangrar con lágrimas escarlatas sin arrancarte los ojos o perforártelos.-Dijo con voz sibelina, suave y aterciopelada y a la vez con gesto pensativo y crítico. Era todo un reto hacer sangrar dos ojos de forma ´´milagrosa´´- Creo que estarías aun mas bella y... -Pero fue interrumpida la explicación por un médico y uno de esos seres inferiores que ella decía eran sus amigos. Le creía, no tenía motivo para mentir pero le caían mal. Con las amigas era diferente.
-¿Has despertado ya?- preguntó el miserable lo que supuso toda una sarta de improperios y faltas de educación y respeto a la inteligencia por parte de ese ser alado que miraba al molesto ente corpóreo de forma evidentemente molesta. La dama en un acto de casi todopoderosa moderación miró al aguja que se acercaba a su brazo para sacarle sangre. La aguja nada mas toca su piel se dobló.- Pero que...?- Una risotada inaudible para la mayoría de los presentes se extendió por todo el hospital. El miserable miró a su amiga interrogante y esta se encogió de hombros.
-Cosas del cuerpo humano ¿verdad doctor?- dijo ella tranquilamente, sabedor su protector de cuanto se estaba esforzando por disimular, aunque alguna mirada de advertencia amistosa le cayó. Finalmente permitió la extracción de sangre para análisis y la señorita se dispuso a desayunar con ese ser encima de ella. Le costaba respirar pero eso se podía achacar fácilmente a que el cuerpo andaba medio contusionado y apaleado por el golpe del coche. -Querido entiendo que quieras ser dueño indiscutible de todo lo relacionado con mi sufrimiento pero has de entender que esa gente me quiere cuidar así como tu me cuidas a tu manera.-Dijo la dama mas tarde cuando todos se hubieron ido.
-Que te pidan permiso al menos, tu sangre antes que mía es tuya, al igual que tu dolor. Solo por eso al que te ha sacado sangre tendría que sacarle yo un ojo de la cara por el valor que tu sangre tiene para mi única y exclusivamente. Ya no digamos para un vampiro estándar. Míralos ahí, mirándote como si te fueras a morir. idiotas, tu no te mueres si no me da la gana. -Decía con casi el mas abierto y ácido desprecio ese ´´ángel´´ caído de los cielos mas comunes.
-No se como quieres que los vea si estás encima de mi tapándome todo el campo visual-Decía ella con la mas abierta tranquilidad, de forma discreta y cuando no miraba nadie no fuera que la tomaran por loca.
-Bueno, no importa, todos tienen cara de imbéciles, será por estas horas tan tempranas. Aunque a la tarde de ayer también tenían cara de imbéciles. -Escupió en gesto de rabia al suelo y la saliva atravesó todo el edificio cuan neutrino atravesando la materia ordinaria. De nuevo las miradas se encontraron. Él la miró y ella le miró a él.- Voy a hacer una visita a nuestro amigo en común. -y desapreció.
Pasaron las horas. El reloj daba a entender la imposibilidad de que el tiempo pasara mas rápido pero de todas formas los amigos y las amigas de la accidentada criatura. las conversaciones se sucedían y las risas y demás discretamente llevadas para no molestar al resto de pacientes. Finalmente apareció su guardia personal de forma humeante, quedando completamente formado y abrazando por detrás a una de las féminas que llenaba la habitación. Él sabía que la amiga de su amiga no sentiría nada pero de todas formas su manos se paseaban por su cuerpo con deseo y en el momento en que posó un beso en su cuello y un estremecimiento recorrió su columna la miga mira para detrás, no viendo nada. Quizás si que se notaba algo.
-Que malo eres querido, tus deseos de dolor y carne no cambian a pesar de la ausencia de presencia por así decirlo. El que estaba al lado de mi amiga era su novio. Sí, ya se, tiene car de imbécil. -Dijo adelantándose a sus palabras la dama de bellos ojos a ese protector suyo que había abierto la boca para decir esas mismas palabras. -Es guapa lo se y bueno tienes ciertas ventajas cuando no te pueden ver y solamente te pueden sentir aunque sea superficialmente según he visto. Ahora mismo estarías a mi lado en la cama y entubado, quizás en coma. Pero dejando eso a un lado, que tal tu visita a nuestro amigo?-Dijo ella con su bonita voz. De seguro que todo lo consecuente al caso en relación a lo que dijo tendría un margen de error mínimo.
Le contó como vio todo el panorama. Como cada vez que se aparecía ante sus ojos, los psiquiatras no sabían que le ocurría. Le describió su rostro perfectamente, cada facción y cada ángulo, como esos ángulos se desencajaban en terror cuando se aparecía en sus pesadillas. Disfrutaba enormemente del dolor psicológico de esa entidad miserable, totalmente podrida en humildad, piedad y misericordia. Tenía menos misericordia que el responsable de que cada vez que sus pulmones tomaran aire sintiera un golpe demoledor en sus cuatro extremidades, que se encontraban bajo el síndrome del miembro fantasma.
-Volverás a visitarle? -Preguntó ella.
Por toda respuesta su amigo se tumbo al lado de ella y la tapó con un ala que prevendría toda inyección y demás salvo los tranquilizantes, que siempre o casi siempre dejaba que se los metieran ya que no quería que se dolor tan delicioso se le extendiera por el cuerpo gratuitamente. Siempre era todo un reto sacarle algún gemido de dolor cuando el tranquilizante y los anestésicos estaban en su máximo apogeo. Mas presión, quizás que la fisura entre dos huesos se hiciera mayor. Como gustaba de hacerla sufrir. Y al final del día, estando ella en compañía de su protector, él recogía los frutos. Se pasaba horas hablando con ella sin usar palabras, deleitándose con ese aroma de su piel, ese aroma que nadie mas tiene, que se entremezcla como las raíces de un árbol en la tierra. El dolor, ese delicioso dolor que aportaba algún que otro matiz casi afrodisíaco a esa piel ya de por si de aspecto exquisito, que nutría unos pensamientos, ideas y sensaciones mas allá de toda relación interpersonal. Lentamente ella se fue quedando dormida gracias a un tranquilizante (que conllevó el precio al médico que se lo puso de que tropezara y se rompiera un dedo), cortando esa conversación tan interesante sobre los cuerpos de las amigas de ella. No había problema.
Todo continuaría en los sueños de ella después de un ´´que tengas dulces y dolorosos sueños´´
En esa noche la dama estaba especialmente bella. No sabía el ser que tenía pero le llamaba la atención todo de ella y una sonrisa se posaba en sus labios cada vez que fijaba la vista en sus moratones o en sus cortes, pero no podía disimular una sensación de rabia. Tanto dolor extraído sin su consentimiento de una forma tan poco creativa y tan despiadada, desde luego había gente que no tenía corazón ni sentimientos. Y el muy perro se había dado a la fuga. Los ojos de ella no reflejaban pesadilla alguna ni sufrimiento de ninguna clase que el no le proporcionara pero de todas formas como un amante apasionado deseoso del cuerpo femenino en ese caso el de su amiga, se decidió a una vigilancia cercana y sus pies se posaron sobre el estomago de ella dejando sentir una mínima presión sobre este. Fijamente miraba sus ojos esperando que estos se abrieran mientras la luna paseaba tranquilamente con su subalternas las estrellas por el cielo oscuro como los ojos de ese ´´demonio´´. Le gustaba los ojos de ella, en especial cuando estaban medio hinchados de las lágrimas de dolor físico que gustaba de hacer salir pero ese día el proyecto que circulaba por su mente era mas ambicioso.
Finalmente ella terminó por abrir los ojos. Las miradas se encontraron y no pareció incomodarle lo mas mínimo a la mujer que una criatura con la forma de un humano y con alas negras de ojos negros y sádicas intenciones se posara encima de su estómago, sentado como cierto personaje de una serie que había visto en su vuelo hacia el castigo de ese maldito perro miserable. Ella le sonrió suavemente, una sonrisa que decía un ´´buenos días´´ e interrogaba con un ´´cómodo?´´. Él dejó ver una sonrisa que mostraba toda una hilera de colmillos que daban mas fiereza a su presencia ya de por sí intimidante. El silencio seguía ahí pero ella finalmente lo rompió con una pregunta.
-¿que miras tanto?- Acercó una mano para dejar una suave caricia en sus alas que era lo único que embargaba en ternura a esa criatura necesitada en parte de diversión y de atenciones psiquiátricas varias.
-La belleza de tu mirada, que en medio de esta noche estrellada trato de hallar la forma de hacerla sangrar con lágrimas escarlatas sin arrancarte los ojos o perforártelos.-Dijo con voz sibelina, suave y aterciopelada y a la vez con gesto pensativo y crítico. Era todo un reto hacer sangrar dos ojos de forma ´´milagrosa´´- Creo que estarías aun mas bella y... -Pero fue interrumpida la explicación por un médico y uno de esos seres inferiores que ella decía eran sus amigos. Le creía, no tenía motivo para mentir pero le caían mal. Con las amigas era diferente.
-¿Has despertado ya?- preguntó el miserable lo que supuso toda una sarta de improperios y faltas de educación y respeto a la inteligencia por parte de ese ser alado que miraba al molesto ente corpóreo de forma evidentemente molesta. La dama en un acto de casi todopoderosa moderación miró al aguja que se acercaba a su brazo para sacarle sangre. La aguja nada mas toca su piel se dobló.- Pero que...?- Una risotada inaudible para la mayoría de los presentes se extendió por todo el hospital. El miserable miró a su amiga interrogante y esta se encogió de hombros.
-Cosas del cuerpo humano ¿verdad doctor?- dijo ella tranquilamente, sabedor su protector de cuanto se estaba esforzando por disimular, aunque alguna mirada de advertencia amistosa le cayó. Finalmente permitió la extracción de sangre para análisis y la señorita se dispuso a desayunar con ese ser encima de ella. Le costaba respirar pero eso se podía achacar fácilmente a que el cuerpo andaba medio contusionado y apaleado por el golpe del coche. -Querido entiendo que quieras ser dueño indiscutible de todo lo relacionado con mi sufrimiento pero has de entender que esa gente me quiere cuidar así como tu me cuidas a tu manera.-Dijo la dama mas tarde cuando todos se hubieron ido.
-Que te pidan permiso al menos, tu sangre antes que mía es tuya, al igual que tu dolor. Solo por eso al que te ha sacado sangre tendría que sacarle yo un ojo de la cara por el valor que tu sangre tiene para mi única y exclusivamente. Ya no digamos para un vampiro estándar. Míralos ahí, mirándote como si te fueras a morir. idiotas, tu no te mueres si no me da la gana. -Decía con casi el mas abierto y ácido desprecio ese ´´ángel´´ caído de los cielos mas comunes.
-No se como quieres que los vea si estás encima de mi tapándome todo el campo visual-Decía ella con la mas abierta tranquilidad, de forma discreta y cuando no miraba nadie no fuera que la tomaran por loca.
-Bueno, no importa, todos tienen cara de imbéciles, será por estas horas tan tempranas. Aunque a la tarde de ayer también tenían cara de imbéciles. -Escupió en gesto de rabia al suelo y la saliva atravesó todo el edificio cuan neutrino atravesando la materia ordinaria. De nuevo las miradas se encontraron. Él la miró y ella le miró a él.- Voy a hacer una visita a nuestro amigo en común. -y desapreció.
Pasaron las horas. El reloj daba a entender la imposibilidad de que el tiempo pasara mas rápido pero de todas formas los amigos y las amigas de la accidentada criatura. las conversaciones se sucedían y las risas y demás discretamente llevadas para no molestar al resto de pacientes. Finalmente apareció su guardia personal de forma humeante, quedando completamente formado y abrazando por detrás a una de las féminas que llenaba la habitación. Él sabía que la amiga de su amiga no sentiría nada pero de todas formas su manos se paseaban por su cuerpo con deseo y en el momento en que posó un beso en su cuello y un estremecimiento recorrió su columna la miga mira para detrás, no viendo nada. Quizás si que se notaba algo.
-Que malo eres querido, tus deseos de dolor y carne no cambian a pesar de la ausencia de presencia por así decirlo. El que estaba al lado de mi amiga era su novio. Sí, ya se, tiene car de imbécil. -Dijo adelantándose a sus palabras la dama de bellos ojos a ese protector suyo que había abierto la boca para decir esas mismas palabras. -Es guapa lo se y bueno tienes ciertas ventajas cuando no te pueden ver y solamente te pueden sentir aunque sea superficialmente según he visto. Ahora mismo estarías a mi lado en la cama y entubado, quizás en coma. Pero dejando eso a un lado, que tal tu visita a nuestro amigo?-Dijo ella con su bonita voz. De seguro que todo lo consecuente al caso en relación a lo que dijo tendría un margen de error mínimo.
Le contó como vio todo el panorama. Como cada vez que se aparecía ante sus ojos, los psiquiatras no sabían que le ocurría. Le describió su rostro perfectamente, cada facción y cada ángulo, como esos ángulos se desencajaban en terror cuando se aparecía en sus pesadillas. Disfrutaba enormemente del dolor psicológico de esa entidad miserable, totalmente podrida en humildad, piedad y misericordia. Tenía menos misericordia que el responsable de que cada vez que sus pulmones tomaran aire sintiera un golpe demoledor en sus cuatro extremidades, que se encontraban bajo el síndrome del miembro fantasma.
-Volverás a visitarle? -Preguntó ella.
Por toda respuesta su amigo se tumbo al lado de ella y la tapó con un ala que prevendría toda inyección y demás salvo los tranquilizantes, que siempre o casi siempre dejaba que se los metieran ya que no quería que se dolor tan delicioso se le extendiera por el cuerpo gratuitamente. Siempre era todo un reto sacarle algún gemido de dolor cuando el tranquilizante y los anestésicos estaban en su máximo apogeo. Mas presión, quizás que la fisura entre dos huesos se hiciera mayor. Como gustaba de hacerla sufrir. Y al final del día, estando ella en compañía de su protector, él recogía los frutos. Se pasaba horas hablando con ella sin usar palabras, deleitándose con ese aroma de su piel, ese aroma que nadie mas tiene, que se entremezcla como las raíces de un árbol en la tierra. El dolor, ese delicioso dolor que aportaba algún que otro matiz casi afrodisíaco a esa piel ya de por si de aspecto exquisito, que nutría unos pensamientos, ideas y sensaciones mas allá de toda relación interpersonal. Lentamente ella se fue quedando dormida gracias a un tranquilizante (que conllevó el precio al médico que se lo puso de que tropezara y se rompiera un dedo), cortando esa conversación tan interesante sobre los cuerpos de las amigas de ella. No había problema.
Todo continuaría en los sueños de ella después de un ´´que tengas dulces y dolorosos sueños´´
viernes, 30 de diciembre de 2011
El espíritu vengador.
Lejos del amparo de un mundo habitado por colores y criaturas de cuento, una chica yacía postrada en un hospital. Su cuerpo maltrecho fue víctima de un atropello con fuga en una ajetreada calle de una anónima ciudad. La colisión contra su cuerpo destrozaron varios huesos y el dolor era bastante elevado hasta que empezaron a funcionar los tranquilizantes y sedantes. Moratones y contusiones de todos tipo de gravedad se extendían por su cuerpo de una forma preocupante y parecía aferrada a la vida. Las constantes estaban estabilizadas pero su estado era delicado. Aun así pudo hablar y abrir los ojos para ver que se encontraba rodeada de muchos amigos. Una pequeña conversación se llevó a cabo. Empezó uno:
-Seguro que lo encuentra la policía, lo arrestarán y lo meterán en la cárcel- tal razonamiento no obtuvo mas que una risotada por parte de la accidentada, lo que supuso la cara de desconcierto de la chica que miraba a su amigo con la misma cara con la que e mira a un niño que razona de la forma mas inocente del mundo. De todas formas, ignorando esa curiosa reacción preguntó de nuevo el amigo- hay algún dato que puedas dar, la matricula, el color del coche? Quizás lo viste de refilón.- De nuevo una risotada- Que te hace tanta gracia?- dijo este buen hombre algo enfadado por así decirlo.
-No pasa nada...-Desconocían todos que de las personas presentes se debía de sumar a una mas, que no era vista mas que por los ojos de la accidentada, tomando su mano suavemente y mirando a los presentes con un abierto sentimiento de rechazo social que no cabía en el mas extenso de los borradores psiquiátricos.- Tengo fe en los cuerpos de seguridad nacionales y locales pero seguramente ese hombre ya esté en pocos minutos recibiendo un castigo... -se detuvo la accidentada como si escuchara algo.-estad atentos a todo aquel que entre por la puerta, pues seguramente sea mi agresor automovilístico. -Ante la mirada de desconcierto de sus amigos la mujer les sonrió como para que confiaran en ella y ahí quedó todo.
El ser que resultaba invisible excepto de los ojos de la accidentada seguía mirando al que resultaba ser pareja de la mujer agredida. Sus ojos iban de ella a él con expresión de abierta antipatía, sin embargo su mirada se dulcificaba cuando posaba los ojos en ella, tan bella y llena de buenos sentimientos. Unas alas negras se hicieron notar y un resoplido logró captar al fin la atención de la dama , que despidió a su pareja y a sus amigos bajo el pretexto de que quería descansar un rato. La chica tornó sus ojos negros hacia el ser alado que le miraba con una especie de mezcla de preocupación y a la vez de celos e ira. La mano que tenía agarrada el ser se cerró un poco mas y lentamente ella cerró los ojos un instante para volverlos a abrir. Los tranquilizantes.
-Celoso? - preguntó a secas pero con una dulce y cálida sonrisa a ese ser lleno de oscuridad y deseos de venganza.- Fue un accidente.
-Quieres que te cuente la historia de cierto mercader que perdió los dedos de la mano por empujar a una dama? -decía con todo muy antipático, algo que a ella no le asustó ni enfadó, sabía que estaba celoso, realmente celoso.-Ese bastardo ha tocado algo que no se debe tocar, o al menos no con el fin con el que debían de tocarlo. eso que te han tocado es mío, lo extraigo de ti cuando se da la ocasión y me pertenece.-A medida que hablaba el tono de voz aumentaba mas no se mantenía mas que un silencio tranquilo en esa habitación ante oídos que no fueran los de ella. Las luces y aparatos parpadearon un instante.
-Tranquilízate querido... tus celos no tienen justificación. -Dijo en tono tranquilo. Era la única forma de domar su ira, de domar ese genio que sencillamente estaba a punto de partir por la ventana a cobrarse venganza por el agravio sufrido a su persona y aun mas importante, a su amiga del alma.-Como ya dijo mi amigo seguramente la policía lo encuentre y lo arresten...-Pero fue interrumpida por una risotada del demonio.
-Ya sabes lo que va a pasar querida, y va a ser mas divertido y justo.
Dos bonitos ojos se cerraron un instante y cuando se abrieron el ser alado ya no estaba. Una pequeña sonrisa se escapo de los labios de ella pensando en la historia de un mercader que empujó a una chica y se encontró al día siguiente son los dedos de una mano. Le conocía, sabía de su posesividad basada en el respeto, el terreno que se le daba lo defendía hasta la muerte y si era algo intangible mas aun. Los amigos volvieron de nuevo tras unas horas de siesta y de comer mal. Los médicos decían que estaba bien, que avanzaba favorablemente y nadie sabía que era por causa de la presencia, en parte, de uno de sus guardianes mas fieles, que de vez en cuando presionaba un moratón o una rotura de forma sutil solo por el disfrute de su oscuro interior.
Él la quería mucho pero no podía evitar el buscar la forma de que su comodidad se viera a veces truncada con pequeños gestos sobre su cuerpo que causaban un dolor bastante notable. A veces ella, en medio de mas compañía se quedaba mirándole interrogante pero el no soltaba prenda de lo que estaba haciendo cuando desaparecía, alegaba sencillamente falta de ideas. Se dedicaba esta criatura de otro mundo a mirar a todos aquellos que visitaban a su amiga, que le cuidaban y demás. Siempre se llenaban malas miradas y alguna sorpresa desagradable como pesadillas cuando dormían en la misma habitación, haciendo guardia. Con ella era todo diferente, no había celos ni nada, sencillamente le susurraba bellas palabras para que sus sueños fueran reparadores, aunque a veces se animaba a incluir alguna escena de tortura en su mente. Sin embargo gustaba sobremanera de respetarle el sueño a ella, de ser su protector mientras le dejaba dormir tranquilamente, apreciando de forma obvia como se curaban sus heridas. Pero no olvidaba esa afrenta.
Entonces llegó el día en que aun en el hospital, al guardíán vengador se le encendió la idea y partió en busca del maldito bastardo. Las noticias estuvieron hablando durante días sobre un hombre que apareció sin brazos y piernas, con 8 costillas rotas y una a punto de atravesar el pulmón. Su mirada desencajada salía en todas las planas de los periódicos, esa mirada perdida en locuras a miles que no cesaban de repetir una única palabra. El loco amputado como le llamaron a partir de ahora sufría de dolores en todas partes de su torso, y cabeza repitiendo constantemente la palabra ´´perdón´´,Mirando a veces un punto fijo, como si hubiera alguien mas devolviéndole la mirada. En la cara del ser alado había satisfacción.
La dama por otro lado parecía sorprendida pero no dijo mucho ya que de todas formas todo estaba hecho. Las miradas de ´´te has pasado un poco´´ eran continuas pero el fiel acompañante nocturno dejaba entrever que tenía ganas de mas y de mas para que el maldito bastardo no tocara lo que era suyo.
El dolor físico de ella.
-Seguro que lo encuentra la policía, lo arrestarán y lo meterán en la cárcel- tal razonamiento no obtuvo mas que una risotada por parte de la accidentada, lo que supuso la cara de desconcierto de la chica que miraba a su amigo con la misma cara con la que e mira a un niño que razona de la forma mas inocente del mundo. De todas formas, ignorando esa curiosa reacción preguntó de nuevo el amigo- hay algún dato que puedas dar, la matricula, el color del coche? Quizás lo viste de refilón.- De nuevo una risotada- Que te hace tanta gracia?- dijo este buen hombre algo enfadado por así decirlo.
-No pasa nada...-Desconocían todos que de las personas presentes se debía de sumar a una mas, que no era vista mas que por los ojos de la accidentada, tomando su mano suavemente y mirando a los presentes con un abierto sentimiento de rechazo social que no cabía en el mas extenso de los borradores psiquiátricos.- Tengo fe en los cuerpos de seguridad nacionales y locales pero seguramente ese hombre ya esté en pocos minutos recibiendo un castigo... -se detuvo la accidentada como si escuchara algo.-estad atentos a todo aquel que entre por la puerta, pues seguramente sea mi agresor automovilístico. -Ante la mirada de desconcierto de sus amigos la mujer les sonrió como para que confiaran en ella y ahí quedó todo.
El ser que resultaba invisible excepto de los ojos de la accidentada seguía mirando al que resultaba ser pareja de la mujer agredida. Sus ojos iban de ella a él con expresión de abierta antipatía, sin embargo su mirada se dulcificaba cuando posaba los ojos en ella, tan bella y llena de buenos sentimientos. Unas alas negras se hicieron notar y un resoplido logró captar al fin la atención de la dama , que despidió a su pareja y a sus amigos bajo el pretexto de que quería descansar un rato. La chica tornó sus ojos negros hacia el ser alado que le miraba con una especie de mezcla de preocupación y a la vez de celos e ira. La mano que tenía agarrada el ser se cerró un poco mas y lentamente ella cerró los ojos un instante para volverlos a abrir. Los tranquilizantes.
-Celoso? - preguntó a secas pero con una dulce y cálida sonrisa a ese ser lleno de oscuridad y deseos de venganza.- Fue un accidente.
-Quieres que te cuente la historia de cierto mercader que perdió los dedos de la mano por empujar a una dama? -decía con todo muy antipático, algo que a ella no le asustó ni enfadó, sabía que estaba celoso, realmente celoso.-Ese bastardo ha tocado algo que no se debe tocar, o al menos no con el fin con el que debían de tocarlo. eso que te han tocado es mío, lo extraigo de ti cuando se da la ocasión y me pertenece.-A medida que hablaba el tono de voz aumentaba mas no se mantenía mas que un silencio tranquilo en esa habitación ante oídos que no fueran los de ella. Las luces y aparatos parpadearon un instante.
-Tranquilízate querido... tus celos no tienen justificación. -Dijo en tono tranquilo. Era la única forma de domar su ira, de domar ese genio que sencillamente estaba a punto de partir por la ventana a cobrarse venganza por el agravio sufrido a su persona y aun mas importante, a su amiga del alma.-Como ya dijo mi amigo seguramente la policía lo encuentre y lo arresten...-Pero fue interrumpida por una risotada del demonio.
-Ya sabes lo que va a pasar querida, y va a ser mas divertido y justo.
Dos bonitos ojos se cerraron un instante y cuando se abrieron el ser alado ya no estaba. Una pequeña sonrisa se escapo de los labios de ella pensando en la historia de un mercader que empujó a una chica y se encontró al día siguiente son los dedos de una mano. Le conocía, sabía de su posesividad basada en el respeto, el terreno que se le daba lo defendía hasta la muerte y si era algo intangible mas aun. Los amigos volvieron de nuevo tras unas horas de siesta y de comer mal. Los médicos decían que estaba bien, que avanzaba favorablemente y nadie sabía que era por causa de la presencia, en parte, de uno de sus guardianes mas fieles, que de vez en cuando presionaba un moratón o una rotura de forma sutil solo por el disfrute de su oscuro interior.
Él la quería mucho pero no podía evitar el buscar la forma de que su comodidad se viera a veces truncada con pequeños gestos sobre su cuerpo que causaban un dolor bastante notable. A veces ella, en medio de mas compañía se quedaba mirándole interrogante pero el no soltaba prenda de lo que estaba haciendo cuando desaparecía, alegaba sencillamente falta de ideas. Se dedicaba esta criatura de otro mundo a mirar a todos aquellos que visitaban a su amiga, que le cuidaban y demás. Siempre se llenaban malas miradas y alguna sorpresa desagradable como pesadillas cuando dormían en la misma habitación, haciendo guardia. Con ella era todo diferente, no había celos ni nada, sencillamente le susurraba bellas palabras para que sus sueños fueran reparadores, aunque a veces se animaba a incluir alguna escena de tortura en su mente. Sin embargo gustaba sobremanera de respetarle el sueño a ella, de ser su protector mientras le dejaba dormir tranquilamente, apreciando de forma obvia como se curaban sus heridas. Pero no olvidaba esa afrenta.
Entonces llegó el día en que aun en el hospital, al guardíán vengador se le encendió la idea y partió en busca del maldito bastardo. Las noticias estuvieron hablando durante días sobre un hombre que apareció sin brazos y piernas, con 8 costillas rotas y una a punto de atravesar el pulmón. Su mirada desencajada salía en todas las planas de los periódicos, esa mirada perdida en locuras a miles que no cesaban de repetir una única palabra. El loco amputado como le llamaron a partir de ahora sufría de dolores en todas partes de su torso, y cabeza repitiendo constantemente la palabra ´´perdón´´,Mirando a veces un punto fijo, como si hubiera alguien mas devolviéndole la mirada. En la cara del ser alado había satisfacción.
La dama por otro lado parecía sorprendida pero no dijo mucho ya que de todas formas todo estaba hecho. Las miradas de ´´te has pasado un poco´´ eran continuas pero el fiel acompañante nocturno dejaba entrever que tenía ganas de mas y de mas para que el maldito bastardo no tocara lo que era suyo.
El dolor físico de ella.
jueves, 29 de diciembre de 2011
Carta sádica IV
Querida amiga:
Entre todas las sensaciones nocturnas a las que me veo expuesto de forma continua, ya sea en medio de una duermevela o quizás en el sueño mas profundo, mi mente a posteriori es un cúmulo de ideas tenaces y temidas por gran número de personas, que rechazan mis pensamientos de manera automática. En cambio algunas personas permiten mis comportamiento caprichosos y entre perfumes y sonidos productos de oleadas de placer algún momento dedico al pensamiento de tu dolor. Bastaría un solo recuerdo para que cada fibra nerviosa se prenda, pero no en dolor sino en el mas intenso placer cuando asalta mi mente el recuerdo de tus interminables gritos, de mis jugueteos en tus heridas abiertas. Mi exposición esta vez tratará de convencerte (mas de lo que seguramente ya lo estás) de cuan única es la sensación que compartimos en esas noches oscuras heridas en su silencio por nuestras interminables conversaciones y tus gritos.
Tu dolor logra despertar esa vena posesiva mía que odias de otros. Tu libertad, o al menos el deseo de ella es algo que bien conozco desde hace tiempo y se que toda criatura viva con inteligencia no debe hacerte sentir atada en ningún momento. Por ello no ato tu dolor a ningún horario, a ninguna orden tajante, sino mas bien a un libre albedrío que es lo que da esa chispa mágica a cada lágrima que se resbala por tus mejillas. Las nulas peticiones de piedad, las quejas únicamente por el dolor pero la inexistencia de ruegos o súplicas es algo que por una vez, en mi abyecta vida, agradezco de forma inconmensurable. En ti está el poder de hacerme por así decirlo, feliz. Feliz en ese terreno que únicamente comparto contigo, que se que nadie podría darme. Es algo complejo pero me conoces, te conozco y en algunas cosas pensamos igual. En respeto a tu libertad creo que no voy a pedir nunca ningún tipo de fidelidad por motivos mas que obvios pero quisiera reforzar esta obviedad de forma contradictoria con algún que otro argumento.
Cada espasmo de tu cuerpo, cada músculo agarrotado y desgarrado, cada gemido, grito, sensación, estremecimiento, le da a tu esencia esa especia que no se encuentra en ningún campo de cultivo. Es, en claros ejemplos, algo demasiado valioso. Mas incluso que cualquier fruto dado por gaia. Lo se, blasfemia pero esto es un asunto de orden mayor al de mi propia moralidad mas no al de mi respeto por ti. Como característica valiosa que es, debe de ser apreciada por un buen conocedor de lo que se tiene delante, en este caso el mas abierto, delirante y tortuoso sufrimiento que uno pueda imaginar, aunque me encomiendo a mi mismo la tarea de algún día encontrar un método revolucionario que te haga casi desmayar de dolor pero mantener consciente. Tu dolor es algo así como un buen vino, y como a los vinos hay que saber cuidarlos pero también, en mi opinión, hay que saber a quien dárselo. Darme a mi un buen vino, que yo sea capaz de apreciar el color, el sabor, el aroma y miles de intrincados aspectos mas de esa cosa roja que beben las personas es como pedirle a un pacifista que aprecie de forma mas que elaborada y exquisita cada aspecto de tu rostro cuando, desencajada ya en medio de gritos y gemidos desgarradores, emitas un nuevo grito... incompatible sin duda. Solamente alguien que sepa apreciar en su máxima expresión tu sufrimiento físico es el que merece ser causante de este.
Voy de paso de decir mis mas sinceras preocupaciones. Por ser algo clásicos diré que me preocupa que halla otro, pues ante todo soy humilde dentro de todo este velo de insuperable narcisismo a la hora de apreciar y anunciarse uno como el máximo experto en hacerte sentir los mil látigos del diablo sobre tu espalda cuando nos encontramos y tu bella sonrisa y posteriores movimientos me llevan a desgarrar de nuevo tu piel. Esa sonrisa cambiándose, por obra de arte en una expresión de máxima concentración en no gritar hasta que pasa lo que pasa y de pronto tus gritos llenan mis oídos con una música celestial impregnada en el mas infausto dolor. Mas o nos desviemos del tema que ahora expresaba mis preocupaciones. Lo que iba diciendo, que me preocupa que en medio de un día cualquiera digas que no mas. Algo en mi interior moriría, no sería algo bueno o malo sino que sencillamente algo dentro de mi moriría. Cuan dramático soy... No te distraigo mas, a saber que ajetreado día y cuanto han de escocer las heridas. espero habértelas hecho bien para que el dolor sea constante pero puedas disimular la cara para que no se deshagan en preguntas e interrogaciones de preocupación. Que pesada se pone la gente en momentos así.
Me despido pues no sin antes recordarte que aquí el dueño de tu dolor te tiene en gran estima y espera que pases un excelente día.
Atte: Tu adictivo y sádico amigo.
Entre todas las sensaciones nocturnas a las que me veo expuesto de forma continua, ya sea en medio de una duermevela o quizás en el sueño mas profundo, mi mente a posteriori es un cúmulo de ideas tenaces y temidas por gran número de personas, que rechazan mis pensamientos de manera automática. En cambio algunas personas permiten mis comportamiento caprichosos y entre perfumes y sonidos productos de oleadas de placer algún momento dedico al pensamiento de tu dolor. Bastaría un solo recuerdo para que cada fibra nerviosa se prenda, pero no en dolor sino en el mas intenso placer cuando asalta mi mente el recuerdo de tus interminables gritos, de mis jugueteos en tus heridas abiertas. Mi exposición esta vez tratará de convencerte (mas de lo que seguramente ya lo estás) de cuan única es la sensación que compartimos en esas noches oscuras heridas en su silencio por nuestras interminables conversaciones y tus gritos.
Tu dolor logra despertar esa vena posesiva mía que odias de otros. Tu libertad, o al menos el deseo de ella es algo que bien conozco desde hace tiempo y se que toda criatura viva con inteligencia no debe hacerte sentir atada en ningún momento. Por ello no ato tu dolor a ningún horario, a ninguna orden tajante, sino mas bien a un libre albedrío que es lo que da esa chispa mágica a cada lágrima que se resbala por tus mejillas. Las nulas peticiones de piedad, las quejas únicamente por el dolor pero la inexistencia de ruegos o súplicas es algo que por una vez, en mi abyecta vida, agradezco de forma inconmensurable. En ti está el poder de hacerme por así decirlo, feliz. Feliz en ese terreno que únicamente comparto contigo, que se que nadie podría darme. Es algo complejo pero me conoces, te conozco y en algunas cosas pensamos igual. En respeto a tu libertad creo que no voy a pedir nunca ningún tipo de fidelidad por motivos mas que obvios pero quisiera reforzar esta obviedad de forma contradictoria con algún que otro argumento.
Cada espasmo de tu cuerpo, cada músculo agarrotado y desgarrado, cada gemido, grito, sensación, estremecimiento, le da a tu esencia esa especia que no se encuentra en ningún campo de cultivo. Es, en claros ejemplos, algo demasiado valioso. Mas incluso que cualquier fruto dado por gaia. Lo se, blasfemia pero esto es un asunto de orden mayor al de mi propia moralidad mas no al de mi respeto por ti. Como característica valiosa que es, debe de ser apreciada por un buen conocedor de lo que se tiene delante, en este caso el mas abierto, delirante y tortuoso sufrimiento que uno pueda imaginar, aunque me encomiendo a mi mismo la tarea de algún día encontrar un método revolucionario que te haga casi desmayar de dolor pero mantener consciente. Tu dolor es algo así como un buen vino, y como a los vinos hay que saber cuidarlos pero también, en mi opinión, hay que saber a quien dárselo. Darme a mi un buen vino, que yo sea capaz de apreciar el color, el sabor, el aroma y miles de intrincados aspectos mas de esa cosa roja que beben las personas es como pedirle a un pacifista que aprecie de forma mas que elaborada y exquisita cada aspecto de tu rostro cuando, desencajada ya en medio de gritos y gemidos desgarradores, emitas un nuevo grito... incompatible sin duda. Solamente alguien que sepa apreciar en su máxima expresión tu sufrimiento físico es el que merece ser causante de este.
Voy de paso de decir mis mas sinceras preocupaciones. Por ser algo clásicos diré que me preocupa que halla otro, pues ante todo soy humilde dentro de todo este velo de insuperable narcisismo a la hora de apreciar y anunciarse uno como el máximo experto en hacerte sentir los mil látigos del diablo sobre tu espalda cuando nos encontramos y tu bella sonrisa y posteriores movimientos me llevan a desgarrar de nuevo tu piel. Esa sonrisa cambiándose, por obra de arte en una expresión de máxima concentración en no gritar hasta que pasa lo que pasa y de pronto tus gritos llenan mis oídos con una música celestial impregnada en el mas infausto dolor. Mas o nos desviemos del tema que ahora expresaba mis preocupaciones. Lo que iba diciendo, que me preocupa que en medio de un día cualquiera digas que no mas. Algo en mi interior moriría, no sería algo bueno o malo sino que sencillamente algo dentro de mi moriría. Cuan dramático soy... No te distraigo mas, a saber que ajetreado día y cuanto han de escocer las heridas. espero habértelas hecho bien para que el dolor sea constante pero puedas disimular la cara para que no se deshagan en preguntas e interrogaciones de preocupación. Que pesada se pone la gente en momentos así.
Me despido pues no sin antes recordarte que aquí el dueño de tu dolor te tiene en gran estima y espera que pases un excelente día.
Atte: Tu adictivo y sádico amigo.
viernes, 23 de diciembre de 2011
Poema para rosa morena
Alabados sean tus pasos
que pisan un mundo mio
alabado tu paso grácil
que da luz al camino tuyo
Tu bendimias con sonrisas
lo que nadie logra nunca
una sencilla melodía
que culmina con tu risa
Mi corazón es un tambor
que alza mi condición
en gritos de honor
a la paz y el valor
Y tus pasos son razón
son inspiración, espiración
al mismo son, son respiro
al mismo son, yo camino a ti
No mires atrás, mira mis alas
que esperan tu roce lleno,
prendido, tierno, henchido
en la confusión de tus labios
que en pocas palabras me alzan
Pena y dolor sobre mi se lanzan
se hacen sentir cuando no estás
se esfuman cuando apareces
con tus faros, que cuatro son
Dos tus ojos
y Dos tus sonrojos.
Cabello negro como ala de cuervo
liso como efímero tejido de dulce
aromatizada esencia en la mañana
Rocío de tus labios veo resbalar
Sinsentido de la vida cuando no estás
No soy poeta, caballero,
Galante o truhán,
señor o patán.
No ofenderé jamás sin que lo ordenes
y hallándome solitario en esta fría noche
recuerdo el aroma de tu cabello
el luminoso sonrojo y la cadenciosa risa
Las curvas de tu silfideo cuerpo, tu piel
manto de sueños y demás locuras
de los delirios de mi, que a oscuras
en medio de la mas insólita de las ternuras...
No quiero asustarte, no quiero atraparte
no quiero mas que tu presencia,
Tu constante y brillante cadencia
de palabras y suspiros, de sonrojos y sonrisas
de abrazos y de besos de sencillos actos
que atraviese universos, valles sobretodo
que atraviese mares, de sangre y de agua
de lava y de cieno, de ilusiones y lagrimas
de nostalgias y recuerdos.
Sentado esperaré en mi trono de palabras
palabras sólidas y a la vez frágiles, Sentado
esperaré la esencia, la presencia y la cortesía
con la que ofreces tu mano... para que la bese
y tus ojos se encuentren en los míos...una noche mas.
El vestido de los elfos.
La caricias de la brisa en sincronía a un aullido dedicado a esa luna llena del mes de diciembre era en esa noche tan estrellada y especial uno de los múltiples elementos a destacar en ese mágico evento. Al amparo de los árboles las lechuzas atisbaban algún roedor despistado que pronto sería presa de una hambrienta recua de crías a punto de emprender su primer vuelo. El rocío de una nueva mañana se amontonaba en las orquídeas y en las rosas que sembraban ese campo salvaje lleno de vegetación libre en crecimiento e historia, indomable hasta el día de hoy. En medio de ese campo salvaje, con las alas caídas en gesto casi fúnebre estaba un hombre de negros apéndices voladores sentado en una roca. Sin embargo por lo triste de su gesto alado, nada mas lejos de al realidad estaba su rostro, impregnado en medio de una especie de júbilo secreto que solamente el entendía cuando al amparo de un brillo, de un vestido de luz lunar procedente de la pálida y celeste dama, una mujer de impetuosa elegancia se acercó a él.
Cita extraña aquella que reunía a un poeta con su musa, con esa dama de cabello negro como esa noche, pero infinitamente mas fino y bello. Su tez morena, símbolo de raíces exóticas y aun presentes en el mundo (ella era prueba indiscutible) no aportaba mas que la belleza de las reinas Incas y Mayas. A esa nariz perfectamente equilibrada con el resto de su cara seguían esos labios que nunca podá mirar mas de cinco segundos. unos labios que escondían el secreto de una voz sedosa y alegre, cuan cristalina corriente de agua entre las las rocas de ese lugar en el que se encontraban, mágico y esplendoroso, salvaje y a la vez creado por su mente para enmarcar a esa musa en un lugar ideal. No podía estar mas bella, no era posible una visión tan espléndida, se preguntaría el poeta o el caballero si no sería todo eso un espejismo. Pero sentía el aire en la cara que traía el aroma de su piel morena y perfectamente. Veía claramente el movimiento de sus pies y de sus caderas moverse a lo largo de todo ese paraje para darle el espectáculo de su cercanía. Y ese cuello adornado con un colgante que él hacía no mucho que le había regalado. Un lobo con un ojo de rubo y otro de zafiro guardaba la zona mas cercana a su corazón. Dos ojos celosos e iracundos eran los d ese colgante. ´´Celosos e iracundos por quien dañe a esta musa... celosos e iracundos serán is ojos a quien toque su cuerpo, mente, alma o corazón con malas intenciones´´. Un poco de saliva se coló por su garganta ya que quitaba el aliento la presencia de esa ensoñación hecha realidad en un mundo imaginado y a la vez tan existente como el ser humano y sus daños al mundo natural. Pero ese mundo era el suyo propio, hecho para ella, aun con muchos detalles que añadir.
Contempló el resto de su cuerpo, que no iba desnudo y que una parte muy muy pequeña, realmente minúscula a otra ocasiones y a otra mujeres desearía que así fuera. El morbo y los instintos salvajes estaban dormidos en ese momento, anestesiados por su presencia y su prestancia, su elegancia y su sonrisa. El sonrojo de sus mejillas, dos faros encarnados sobresaliendo levemente por encima de su ya de pos sí bello rostro, estaban prendidas, deleitando los ojos impregnados en alegría de ese hombre con alas. Lentamente la vio acercarse con un vestido negro en el cual reinaban unas final lineas de un azul que a ella pertenecían. A juego con las alas de ese ser abyecto lleno de tormentos interiores que solamente se marchaban cuando en las noches sus caminos se cruzaban. Ella siempre tenía las palabras precisas dichas desde su conocimiento de la mente humana para tranquilizar con certezas irrefutables sus preocupaciones. Cuan cerca le gustaría tenerla y a la vez sentir sus cálidas manos que pronto se hicieron presentes ante sus labios indignos de besar semejantes obras maestras de la ingeniería de Gaia. En un atisbo seguía viendo esa luz rojiza, preciosa y suave en las mejillas de ella. Ofrecía no una sino dos de sus manos y una suave risa salió de la garganta de ese caballero oscurecido por la tristeza e iluminado por la alegría de la presencia de ella, la mas bella criatura que en esos días podía encontrarse. Tan humilde era ella que no podía concebir algo tan espectacular como ver su sonrisa cuando esta emergía de entre sus labios. dos perfectos y mortíferos rayos ni muy finos ni muy gruesos, en perfecta proporción al resto de su fino y equilibrado rostro. Un espectáculo digno de ver era también su cabello que en ese momento acariciaba la brisa dándole a su porte de reina y bailarina un toque mas que sobrenatural, una amalgama de detalles y palabras que no podría ser expresado en mil años ni por diez mil artistas. No habría retrato que lograra atrapar toda la gracia de sus movimientos y poema que pudiera retransmitir esa aura de tranquilidad que emanaba de todo su ser.
Su vestido ni se alborotaba de forma retorcida o caprichosa, sencillamente permanecía en lenta sintonía con esa suave brisa nocturna. Esa tela que nombre desconocido, tejida por los elfos de los bosques, había sido el mas ambicioso regalo que se le podía hacer nunca a una dama de su porte y aun así no era del nivel suficiente para poder equiparar sus formas, tantos físicas como espirituales. Todo ello en una pieza mas que perfecta con dos alas que él, indigno caballero pero de sentimiento afortunado en ese momento, lucia abiertas de par en par, en un gesto ofrecido de refugio a ese cuerpo fino hecho para la danza y la elegancia. Nada mas necesitaba en ese momento. Que le quitaran de delante la lujuria, la sangre, las matanzas, los gritos de su víctimas o amante, que le quitaran la gloria y las medallas, las promesas y los juramentos, el solo se debía en ese momento a esa amiga que había llegado un ben día que esperaba que no se fuera. Finalmente, en un beso suavemente sus finos dedos se envolvieron dama y caballero en un abrazo cargado de todo un sentimiento de amistad y gozo que al menos ese ser abyecto sentía como una bendición a su miserable alma. No quería mas que el poder disfrutar de esa compañía certera en sus palabras, dulce en sus gestos y bondadosa en sus acciones, inocente en su movimientos y a la vez llena d e una fuerza interior que nadie podría igualar en la vida.
La luna contemplaba eso, seca de sentimientos pues todos se los había agenciado el caballero para componer el mas bello poema.
El nombre de ella.
Cita extraña aquella que reunía a un poeta con su musa, con esa dama de cabello negro como esa noche, pero infinitamente mas fino y bello. Su tez morena, símbolo de raíces exóticas y aun presentes en el mundo (ella era prueba indiscutible) no aportaba mas que la belleza de las reinas Incas y Mayas. A esa nariz perfectamente equilibrada con el resto de su cara seguían esos labios que nunca podá mirar mas de cinco segundos. unos labios que escondían el secreto de una voz sedosa y alegre, cuan cristalina corriente de agua entre las las rocas de ese lugar en el que se encontraban, mágico y esplendoroso, salvaje y a la vez creado por su mente para enmarcar a esa musa en un lugar ideal. No podía estar mas bella, no era posible una visión tan espléndida, se preguntaría el poeta o el caballero si no sería todo eso un espejismo. Pero sentía el aire en la cara que traía el aroma de su piel morena y perfectamente. Veía claramente el movimiento de sus pies y de sus caderas moverse a lo largo de todo ese paraje para darle el espectáculo de su cercanía. Y ese cuello adornado con un colgante que él hacía no mucho que le había regalado. Un lobo con un ojo de rubo y otro de zafiro guardaba la zona mas cercana a su corazón. Dos ojos celosos e iracundos eran los d ese colgante. ´´Celosos e iracundos por quien dañe a esta musa... celosos e iracundos serán is ojos a quien toque su cuerpo, mente, alma o corazón con malas intenciones´´. Un poco de saliva se coló por su garganta ya que quitaba el aliento la presencia de esa ensoñación hecha realidad en un mundo imaginado y a la vez tan existente como el ser humano y sus daños al mundo natural. Pero ese mundo era el suyo propio, hecho para ella, aun con muchos detalles que añadir.
Contempló el resto de su cuerpo, que no iba desnudo y que una parte muy muy pequeña, realmente minúscula a otra ocasiones y a otra mujeres desearía que así fuera. El morbo y los instintos salvajes estaban dormidos en ese momento, anestesiados por su presencia y su prestancia, su elegancia y su sonrisa. El sonrojo de sus mejillas, dos faros encarnados sobresaliendo levemente por encima de su ya de pos sí bello rostro, estaban prendidas, deleitando los ojos impregnados en alegría de ese hombre con alas. Lentamente la vio acercarse con un vestido negro en el cual reinaban unas final lineas de un azul que a ella pertenecían. A juego con las alas de ese ser abyecto lleno de tormentos interiores que solamente se marchaban cuando en las noches sus caminos se cruzaban. Ella siempre tenía las palabras precisas dichas desde su conocimiento de la mente humana para tranquilizar con certezas irrefutables sus preocupaciones. Cuan cerca le gustaría tenerla y a la vez sentir sus cálidas manos que pronto se hicieron presentes ante sus labios indignos de besar semejantes obras maestras de la ingeniería de Gaia. En un atisbo seguía viendo esa luz rojiza, preciosa y suave en las mejillas de ella. Ofrecía no una sino dos de sus manos y una suave risa salió de la garganta de ese caballero oscurecido por la tristeza e iluminado por la alegría de la presencia de ella, la mas bella criatura que en esos días podía encontrarse. Tan humilde era ella que no podía concebir algo tan espectacular como ver su sonrisa cuando esta emergía de entre sus labios. dos perfectos y mortíferos rayos ni muy finos ni muy gruesos, en perfecta proporción al resto de su fino y equilibrado rostro. Un espectáculo digno de ver era también su cabello que en ese momento acariciaba la brisa dándole a su porte de reina y bailarina un toque mas que sobrenatural, una amalgama de detalles y palabras que no podría ser expresado en mil años ni por diez mil artistas. No habría retrato que lograra atrapar toda la gracia de sus movimientos y poema que pudiera retransmitir esa aura de tranquilidad que emanaba de todo su ser.
Su vestido ni se alborotaba de forma retorcida o caprichosa, sencillamente permanecía en lenta sintonía con esa suave brisa nocturna. Esa tela que nombre desconocido, tejida por los elfos de los bosques, había sido el mas ambicioso regalo que se le podía hacer nunca a una dama de su porte y aun así no era del nivel suficiente para poder equiparar sus formas, tantos físicas como espirituales. Todo ello en una pieza mas que perfecta con dos alas que él, indigno caballero pero de sentimiento afortunado en ese momento, lucia abiertas de par en par, en un gesto ofrecido de refugio a ese cuerpo fino hecho para la danza y la elegancia. Nada mas necesitaba en ese momento. Que le quitaran de delante la lujuria, la sangre, las matanzas, los gritos de su víctimas o amante, que le quitaran la gloria y las medallas, las promesas y los juramentos, el solo se debía en ese momento a esa amiga que había llegado un ben día que esperaba que no se fuera. Finalmente, en un beso suavemente sus finos dedos se envolvieron dama y caballero en un abrazo cargado de todo un sentimiento de amistad y gozo que al menos ese ser abyecto sentía como una bendición a su miserable alma. No quería mas que el poder disfrutar de esa compañía certera en sus palabras, dulce en sus gestos y bondadosa en sus acciones, inocente en su movimientos y a la vez llena d e una fuerza interior que nadie podría igualar en la vida.
La luna contemplaba eso, seca de sentimientos pues todos se los había agenciado el caballero para componer el mas bello poema.
El nombre de ella.
miércoles, 21 de diciembre de 2011
Delirio de caballero alado.
Ahhh dulce sinceridad del corazón, poderse expresar vivamente en cada uno de los lenguajes que no saca lo peor sino que saca lo mejor de cada uno. Cuan bella es encontrar la inspiración en los ojos, en su sonrisa. A cada segundo que pasa mis alas se hacen mas grandes y noto como me es casi imposible contener las ganas de abrirlas de par en par y echarme a volar. Recorrería los mil cielos y los siete mares mortales así como los mil mares infernales y los siete cielos de azufre. Uno por cada pecado capital. Borraría de la faz de la tierra todos los lamentos que he dejado por glorias pasadas que nunca recuperaré, lideraría a ejércitos al son de canciones que solamente puedan infundir el mas enérgico ánimo incluso en la criatura mas triste de este mundo lleno de mágicas criaturas. Y de esa magia quisiera yo hablar. Hace mucho tiempo que busco el término correcto que afiance una opinión rígida de todo lo que supone su presencia en mi vida y creo que la palabra es ´´magia´´.
¿Por que magia? muy sencillo, porque en medio de una tormenta ella podría suponer una chispa de luz que anule toda esa fría sensación que me embarga. Y todo se encuentra en un solo punto de su anatomía, de su elegante y bella anatomía. Su poderosa mirada, núcleo de toda la inspiración que impulsa a mi ser a seguir viviendo, está llena de luz y de conocimiento, de una inteligencia viva y enérgica que lleva a cabo desprendimientos de la piedra que cada día se desborda por mi alma. Cuantas veces me habré dicho ´´ahhhh insignificante criatura, que tu nunca lograrás su atención´´ Y miren que gala de color e inspiración, y todo por que sus ojos se posaron en los míos. Y no hablemos de todo lo demás que podría tirarme hora despilfarrando todo aquello que quiero decir, que quiero gritar a vientos y tempestades de todos los rincones del mundo, que una dama de su altísimo nivel me ha dicho ser exquisito y a mi, que no me compete tal titulo por lo enorme que supone para mi esa titulación, incluye el argumento de mis alas, alas que vuelan ahora mismo, inquietas por verla de nuevo, por sentir sus caricias y besos en medio de la mas devastadora tempestad o de la mas poderosa calma, silencio de Dios o ira de Satanás- O viceversa en estos últimos dos acontecimientos-
Mis alas son regaladas por el sencillo echo de haber logrado por mucho tiempo sacar la sonrisa de todas aquellas mujeres, damas, niñas, y demás criaturas que merecieran ser restaurados sus espejos del alma. Pero ella es especial, que si me pidiera ser uno mas de todos los sencillos humanos de esta tierra llena de miserables criaturas, lo sería, pero no puedo permitir tales peticiones porque son mis alas lo que le han gustado. Arrancármelas sería para mi un acto de suicidio pero también de honor, de entrega de todo lo que me hace ser tal cual solamente por ver una luz última de sus ojos y por ver su sonrisa. Cuanto estoy dispuesto a sacrificar y ni una sola gota de racionalidad escapó aun de mis dedos. Me asusta esa nefasta perspectiva de que en algún momento pueda pasar algo, lo que sea, que eche a perder toda esa bonita amistad nuestra.
Porque ella antes que nada es una amiga, una aliada con excelentes gustos musicales. Una exquisita figura de mi vida, un elemento imprescindible que hace que ahora mismo quien lea esto piense´´madre de Dios, que loco estás hijo´´ pero es algo que no puedo evitar, que al mínimo trazo de inspiración lo estiro y estiro hasta lograr que lea esto en un futuro y se dedique a existir dentro de todo lo que la compone, una sonrisa en su rostro y palabras de agradecimiento en sus las, Sus labios... puertas a un mundo que por un lado anhelo conocer pero que temo al mismo tiempo, no romperé trato alguno ni juramento alguno de caballero. Quiero ser el mas digno y galante caballero que se pueda cruzar en su camino, que lo demás sea fortuna pero que no gane a mis palabras ante su juicio poema alguno ni carta de declaración. Sí, un caballero no debe de ser tan celoso ni envidioso pero es algo que no puedo evitar. Son sus ojos y sus besos en mis alas lo que lleva a erro en mi sistema de bondad eterna. No quiero perder esos momentos.
Terrible locura he escrito... espero que ella sepa perdonarme.
¿Por que magia? muy sencillo, porque en medio de una tormenta ella podría suponer una chispa de luz que anule toda esa fría sensación que me embarga. Y todo se encuentra en un solo punto de su anatomía, de su elegante y bella anatomía. Su poderosa mirada, núcleo de toda la inspiración que impulsa a mi ser a seguir viviendo, está llena de luz y de conocimiento, de una inteligencia viva y enérgica que lleva a cabo desprendimientos de la piedra que cada día se desborda por mi alma. Cuantas veces me habré dicho ´´ahhhh insignificante criatura, que tu nunca lograrás su atención´´ Y miren que gala de color e inspiración, y todo por que sus ojos se posaron en los míos. Y no hablemos de todo lo demás que podría tirarme hora despilfarrando todo aquello que quiero decir, que quiero gritar a vientos y tempestades de todos los rincones del mundo, que una dama de su altísimo nivel me ha dicho ser exquisito y a mi, que no me compete tal titulo por lo enorme que supone para mi esa titulación, incluye el argumento de mis alas, alas que vuelan ahora mismo, inquietas por verla de nuevo, por sentir sus caricias y besos en medio de la mas devastadora tempestad o de la mas poderosa calma, silencio de Dios o ira de Satanás- O viceversa en estos últimos dos acontecimientos-
Mis alas son regaladas por el sencillo echo de haber logrado por mucho tiempo sacar la sonrisa de todas aquellas mujeres, damas, niñas, y demás criaturas que merecieran ser restaurados sus espejos del alma. Pero ella es especial, que si me pidiera ser uno mas de todos los sencillos humanos de esta tierra llena de miserables criaturas, lo sería, pero no puedo permitir tales peticiones porque son mis alas lo que le han gustado. Arrancármelas sería para mi un acto de suicidio pero también de honor, de entrega de todo lo que me hace ser tal cual solamente por ver una luz última de sus ojos y por ver su sonrisa. Cuanto estoy dispuesto a sacrificar y ni una sola gota de racionalidad escapó aun de mis dedos. Me asusta esa nefasta perspectiva de que en algún momento pueda pasar algo, lo que sea, que eche a perder toda esa bonita amistad nuestra.
Porque ella antes que nada es una amiga, una aliada con excelentes gustos musicales. Una exquisita figura de mi vida, un elemento imprescindible que hace que ahora mismo quien lea esto piense´´madre de Dios, que loco estás hijo´´ pero es algo que no puedo evitar, que al mínimo trazo de inspiración lo estiro y estiro hasta lograr que lea esto en un futuro y se dedique a existir dentro de todo lo que la compone, una sonrisa en su rostro y palabras de agradecimiento en sus las, Sus labios... puertas a un mundo que por un lado anhelo conocer pero que temo al mismo tiempo, no romperé trato alguno ni juramento alguno de caballero. Quiero ser el mas digno y galante caballero que se pueda cruzar en su camino, que lo demás sea fortuna pero que no gane a mis palabras ante su juicio poema alguno ni carta de declaración. Sí, un caballero no debe de ser tan celoso ni envidioso pero es algo que no puedo evitar. Son sus ojos y sus besos en mis alas lo que lleva a erro en mi sistema de bondad eterna. No quiero perder esos momentos.
Terrible locura he escrito... espero que ella sepa perdonarme.
martes, 20 de diciembre de 2011
Vuelo pensante.
Anhelando su presencia se encontraba ese ser alado lleno de oscura esencia, que por unos momentos dejaba de lado cuando la veía aparecer. Sus ojos tristes miraban las alturas mientras recorría el mundo a la bísqueda de esa criatura que había devuelto algo de luz a su mirada, por la que siempre se había preguntado miles de cosas que había tenido miles de reparos en preguntarle justamente a ella. Recordaba cada palabra que habían hablado en los últimos días, en las ultimas reapariciones en su vida. Volaba tranquilamente el buen caballero de alas, caballero se decía a si mismo porque ella se lo había llamado y ya no le daba tanta duda en la cabeza ostentar ese titulo. Mientras volaba iba pensando en miles de cosas como ya se dijo, relacionadas con ella. Pensaba en su largo cabello negro, brillante y liso, digno de ser el tejido con el que se fabrican los sueños.
pensó en sus manos, en sus uñas bellamente pintadas. en la sencillez de sus atuendos, carentes de toda las ansias de destacar por encima de todos, algo que ya lograba sin proponérselo. Pensó en sus caderas moviéndose al son de cualquier música que atrapara los sentidos y las miradas de mas de un incauto. Si ella llegara a saber los efectos que causa en un hombre, el ego se le pondría por las nubes o quizás se volvería tan comedida que ya sería irresistibles las ganas de deshacerse en poemas susurrados a su oído. Su delicada mano paseándose suavemente por su rostro, su sonrisa tímida, esas mejillas sonrojadas. Por poco se tropieza el ser alado contra alguna columna o quizás contra otro pájaro mas puro que él. Sus pensamientos se centraban en todo aquello que ella lograba con el uso de las palabras y los gestos que regalaba a sus sentidos. Deseaba algo en su interior que lamentablemente no sabía como lograr sin dañar esa relación especial que tenían.
Y la vio un buen día en que no podía conciliar el sueño. Ahí apareció ella como un espectro, sinónimo etéreo de una belleza pasajera que nunca se perdería pues en su interior irradiaba un sol lleno de bondad que a todos tenía prendidos en deseo y calidez. La criatura mas bella que hubieran visto sus ojos, por dentro y por fuera. Se acercó a él y lentamente su cuerpo fue sintiendo ese aura de deseo irrefrenable que le embargaba, pero no un deseo carnal, no había esa sempiterna lujuria en sus acciones que siempre consumaba con amantes de toda índole. La veía como un ser superior a su condición. Ni alas ni armaduras servían para esconder las ideas o los pensamientos a esa mente aguda en cuerpo de mujer elegante que tenía un poder extraño en su mirada, creadora de una cleptómana sedienta por las mas valiosas riquezas. Una sonrisa se posaba en sus labios cuando tendido en un lecho mundano imaginaba una visita de esa criatura de pálido rostro y preciosos e hipnóticos ojos, bañados en un don que podría poner a sus pies a todo un mundo lleno de seres inventados y reales.
Ella se acercó y le abrazó suavemente, con esa delicadeza tan infinita que llenaba del mar tierno sentimiento de protección ese corazón cerrado al amor hace mucho tiempo. No caer en esa tentación tan aceptada era quizás su mayor pecado pero lo cierto es que era algo bello, y la palabra amor no era suficiente pues no era amor lo que sentía ese ´´ángel´´. Cuantas veces se había increpado e pensar excesivamente en besos y caricias, en susurros y sonrojos. Cuantas veces se había condenado por no ser mas duro, mas frío y distante, pero ella hacía eso imposible y él no quería en ningún momento alejarse. No quería alejarse pero tampoco quería dañar esa amistad especial que le había unido a esa dama que no hacía mucho se había autodefinido su propia belleza como ´´belleza promedio´´.
Ella se acercó a sus alas y dijo dos palabras que nunca olvidaría. No podía creer tal declaración en ella, tan comedida y pensativa a la hora de hacer las cosas. Y deseo que se diera el día que lo volviera a decir. Los delicados dedos de esa mujer acariciaban sus alas y poco a poco se fue abrazando a ellas conciliando ambos un sueño único, al menos en la mente de él.
pensó en sus manos, en sus uñas bellamente pintadas. en la sencillez de sus atuendos, carentes de toda las ansias de destacar por encima de todos, algo que ya lograba sin proponérselo. Pensó en sus caderas moviéndose al son de cualquier música que atrapara los sentidos y las miradas de mas de un incauto. Si ella llegara a saber los efectos que causa en un hombre, el ego se le pondría por las nubes o quizás se volvería tan comedida que ya sería irresistibles las ganas de deshacerse en poemas susurrados a su oído. Su delicada mano paseándose suavemente por su rostro, su sonrisa tímida, esas mejillas sonrojadas. Por poco se tropieza el ser alado contra alguna columna o quizás contra otro pájaro mas puro que él. Sus pensamientos se centraban en todo aquello que ella lograba con el uso de las palabras y los gestos que regalaba a sus sentidos. Deseaba algo en su interior que lamentablemente no sabía como lograr sin dañar esa relación especial que tenían.
Y la vio un buen día en que no podía conciliar el sueño. Ahí apareció ella como un espectro, sinónimo etéreo de una belleza pasajera que nunca se perdería pues en su interior irradiaba un sol lleno de bondad que a todos tenía prendidos en deseo y calidez. La criatura mas bella que hubieran visto sus ojos, por dentro y por fuera. Se acercó a él y lentamente su cuerpo fue sintiendo ese aura de deseo irrefrenable que le embargaba, pero no un deseo carnal, no había esa sempiterna lujuria en sus acciones que siempre consumaba con amantes de toda índole. La veía como un ser superior a su condición. Ni alas ni armaduras servían para esconder las ideas o los pensamientos a esa mente aguda en cuerpo de mujer elegante que tenía un poder extraño en su mirada, creadora de una cleptómana sedienta por las mas valiosas riquezas. Una sonrisa se posaba en sus labios cuando tendido en un lecho mundano imaginaba una visita de esa criatura de pálido rostro y preciosos e hipnóticos ojos, bañados en un don que podría poner a sus pies a todo un mundo lleno de seres inventados y reales.
Ella se acercó y le abrazó suavemente, con esa delicadeza tan infinita que llenaba del mar tierno sentimiento de protección ese corazón cerrado al amor hace mucho tiempo. No caer en esa tentación tan aceptada era quizás su mayor pecado pero lo cierto es que era algo bello, y la palabra amor no era suficiente pues no era amor lo que sentía ese ´´ángel´´. Cuantas veces se había increpado e pensar excesivamente en besos y caricias, en susurros y sonrojos. Cuantas veces se había condenado por no ser mas duro, mas frío y distante, pero ella hacía eso imposible y él no quería en ningún momento alejarse. No quería alejarse pero tampoco quería dañar esa amistad especial que le había unido a esa dama que no hacía mucho se había autodefinido su propia belleza como ´´belleza promedio´´.
Ella se acercó a sus alas y dijo dos palabras que nunca olvidaría. No podía creer tal declaración en ella, tan comedida y pensativa a la hora de hacer las cosas. Y deseo que se diera el día que lo volviera a decir. Los delicados dedos de esa mujer acariciaban sus alas y poco a poco se fue abrazando a ellas conciliando ambos un sueño único, al menos en la mente de él.
Suave e intenso.
Abrazados el uno al otro estaban tumbado en la cama, lentamente se habían unido esa noche en medio de miradas y alguna caricia, sonrisas de medio lado y sencillez y sonrojos. En nada estaban abrazados y deseaba uno de ellos romper la distancia, la carencia que suponía la ropa y quizás la meticulosa exposición de una piel blanca como el mármol pero que dejaba la calidez mas dulce en el cuerpo de ese hombre, de ese ser abyecto lleno de oscuridad que ella erradicaba de un solo plumazo. Su blanca piel destellaba con la luna que ese día se había puesto sus mejores galas pero no erradicaba la envidia que se destilaba de sus rayos. Que tendría esa mujer que tanto robaba la atención de un ser lleno de oscuridad, oscuridad que perdía sentido y se marchaba cuando los finos dedos de esa mujer rozaban su rostro, su brazo y lentamente se pegaban los cuerpos y las pieles. Ella tenía una sonrisa, ni pícara ni provocadora, solo una sonrisa y él sentía el deseo irrefrenable de deshacer con caricias esas prendas verdes como su patria. Ropajes cargados de una sensualidad y seducción irrefrenables para los sentidos que no tardaron en hacer desear mas ese cuerpo impregnado de educación pero ahora mismo también deseo.
La vio acercarse con pasos lentos y poco a poco, en cada uno de esos andares cargados de una seducción propia de una Astarté o una Afrodita, las caderas fueron tomadas por dos manos fuertes y unos labios voraces se cernieron sobre esos finos labios. No se habían olvidado de esa sensación de cobijo que daba su cuerpo y lentamente sus manos paseaban por su cuerpo, los labios recorrían la piel y poco a poco se fueron desapareciendo las prendas. Susurros de amor se sucedían, con el aliciente siempre perpetuo de que había un respeto que rayaba en los frío y a la vez casual pero que no se perdería nunca. Las caricias se deslizaban libremente por su cuerpo, con deseo y a la vez respeto, deseaba mas de esa piel blanca y fría que estaba seduciéndolo sin hacer nada. A la mierda con la fama de mujeriego y lujurioso, él ya no quería mas mujer que a esa criatura de la noche que con una sola reverencia podía estremecer lo cinco sentidos de un hombre y los catorce de un lobo, un lobo enfermo y sediento de placeres imposibles de narrar que se habían quedado en un baúl del olvido, ahora solo había deseo de complacer ese cuerpo, de rendir esa alma a deseos prohibidos que nadie miraría mas que con asco cuando supieran de la muerte que les rodeaba. Un mar verde cobijó los cuerpos tan contrarios en su temperatura mas baja de la noche.
Las miradas e encontraron y después como de una señal invisible los cuerpo lentamente se empezaron a desnudar, muy poco a poco, como quien trata con suma delicadeza algo de máxima fragilidad y aun mas inmenso valor. El cuerpo de ella era fino, elegante, de factura francesa, magnífico capricho de la naturaleza que había sido diseñado para usar el lenguaje y las ideas en aras de un mundo mejor y mas tranquilo. Su sencillez y carácter atraían de tal forma a esa criatura contraria a la naturaleza de ella que la locura estaba a punto de cernirse sobre su amante, que encima de ella trataba de mantener los sentidos y las maneras al nivel de ese encuentro único y primero entre los cuerpos y las mentes. Los ojos de ella reflejaban tranquilidad y un amor imposible de detener. Sus manos acariciaban los brazos de su amante, de su amigo, de ese lobo sediento y hambriento desde hace siglos de esa sensación que solo ella le regalaba. La increíble figura de ella atraía mas de una mirada de lujuria de ese lobo desde hace mucho tiempo pero ese día, esa noche tan especial nadie iba a refrenar por nada del mundo los deseos de hacer el amor.
Él era duro y recio a la vela, con sentimientos egoístas en un pasado, hedonista en extremo y grandilocuente a la hora de expresarse en todos los deseos que le llenaban el alma de placer. Cruel a la hora de lograrlos pero algo cambió en su vida que le hizo desear a esa mujer, pero no su cuerpo de pecado, que en ese momento ya estaba desprovisto de al ropa, sino que necesitaba hacerla feliz en lo mas extremo del concepto. Sus amantes quedaron olvidadas cuando conoció los ojos de esa mujer amable y educada, que llegó a su vida de la forma mas casual del mundo. Sus brazos fuertes ahora solamente deseaban ser sustento y apoyo de ese cuerpo delicado y fuerte que podía matar con una sola caricia. Su mirada impregnada en odio y arrogancia ahora estaba llena de ternura y deseo, de un amoroso deseo que nadie mas podría igualar de cara a esa mujer que estaba entre sus brazos, mirándolo y rindiendo su voluntad. Su piel fría no helaba sus sentidos, al contrario, se los aumentaba y aumentaba cada sensación y sentimiento que elucubraban la forma de regalarle a esa dama un motivo para una sonrisa.
Con las ropas a un lado y el deseo a flor de piel, ante la atenta mirada de esa luna llena de envidia que hoy no escucharía los aullidos d su mas infiel siervo, dos entidades, una maligna y otra benigna, se fusionaban en un amor candente, cadencioso y sencillamente perfecto, Poco a pcoo se rozaban se decían te quiero, te amo. Nadie ni nada los separaría nunca mas, al fin dos alamas se habían encontrado y hacían el amor mas suave y a la vez intenso de toda su existencia.
La vio acercarse con pasos lentos y poco a poco, en cada uno de esos andares cargados de una seducción propia de una Astarté o una Afrodita, las caderas fueron tomadas por dos manos fuertes y unos labios voraces se cernieron sobre esos finos labios. No se habían olvidado de esa sensación de cobijo que daba su cuerpo y lentamente sus manos paseaban por su cuerpo, los labios recorrían la piel y poco a poco se fueron desapareciendo las prendas. Susurros de amor se sucedían, con el aliciente siempre perpetuo de que había un respeto que rayaba en los frío y a la vez casual pero que no se perdería nunca. Las caricias se deslizaban libremente por su cuerpo, con deseo y a la vez respeto, deseaba mas de esa piel blanca y fría que estaba seduciéndolo sin hacer nada. A la mierda con la fama de mujeriego y lujurioso, él ya no quería mas mujer que a esa criatura de la noche que con una sola reverencia podía estremecer lo cinco sentidos de un hombre y los catorce de un lobo, un lobo enfermo y sediento de placeres imposibles de narrar que se habían quedado en un baúl del olvido, ahora solo había deseo de complacer ese cuerpo, de rendir esa alma a deseos prohibidos que nadie miraría mas que con asco cuando supieran de la muerte que les rodeaba. Un mar verde cobijó los cuerpos tan contrarios en su temperatura mas baja de la noche.
Las miradas e encontraron y después como de una señal invisible los cuerpo lentamente se empezaron a desnudar, muy poco a poco, como quien trata con suma delicadeza algo de máxima fragilidad y aun mas inmenso valor. El cuerpo de ella era fino, elegante, de factura francesa, magnífico capricho de la naturaleza que había sido diseñado para usar el lenguaje y las ideas en aras de un mundo mejor y mas tranquilo. Su sencillez y carácter atraían de tal forma a esa criatura contraria a la naturaleza de ella que la locura estaba a punto de cernirse sobre su amante, que encima de ella trataba de mantener los sentidos y las maneras al nivel de ese encuentro único y primero entre los cuerpos y las mentes. Los ojos de ella reflejaban tranquilidad y un amor imposible de detener. Sus manos acariciaban los brazos de su amante, de su amigo, de ese lobo sediento y hambriento desde hace siglos de esa sensación que solo ella le regalaba. La increíble figura de ella atraía mas de una mirada de lujuria de ese lobo desde hace mucho tiempo pero ese día, esa noche tan especial nadie iba a refrenar por nada del mundo los deseos de hacer el amor.
Él era duro y recio a la vela, con sentimientos egoístas en un pasado, hedonista en extremo y grandilocuente a la hora de expresarse en todos los deseos que le llenaban el alma de placer. Cruel a la hora de lograrlos pero algo cambió en su vida que le hizo desear a esa mujer, pero no su cuerpo de pecado, que en ese momento ya estaba desprovisto de al ropa, sino que necesitaba hacerla feliz en lo mas extremo del concepto. Sus amantes quedaron olvidadas cuando conoció los ojos de esa mujer amable y educada, que llegó a su vida de la forma mas casual del mundo. Sus brazos fuertes ahora solamente deseaban ser sustento y apoyo de ese cuerpo delicado y fuerte que podía matar con una sola caricia. Su mirada impregnada en odio y arrogancia ahora estaba llena de ternura y deseo, de un amoroso deseo que nadie mas podría igualar de cara a esa mujer que estaba entre sus brazos, mirándolo y rindiendo su voluntad. Su piel fría no helaba sus sentidos, al contrario, se los aumentaba y aumentaba cada sensación y sentimiento que elucubraban la forma de regalarle a esa dama un motivo para una sonrisa.
Con las ropas a un lado y el deseo a flor de piel, ante la atenta mirada de esa luna llena de envidia que hoy no escucharía los aullidos d su mas infiel siervo, dos entidades, una maligna y otra benigna, se fusionaban en un amor candente, cadencioso y sencillamente perfecto, Poco a pcoo se rozaban se decían te quiero, te amo. Nadie ni nada los separaría nunca mas, al fin dos alamas se habían encontrado y hacían el amor mas suave y a la vez intenso de toda su existencia.
viernes, 16 de diciembre de 2011
Rosa morena
Rosa morena que eres gracia
que bailan tus palabras en mi oído
tu sonrojo en mis ojos tristes
Tienes dos espinas de luz ahí
en tus ojos de marrón luminoso
Rosa morena que habitas en los bailes
en las palabras que nadie mas dice
que nadie mas usa por suma ignorancia
Tu eres esa bella rosa que mueve vientos
que mueve corazones, tributos, fragancia.
jueves, 15 de diciembre de 2011
Azul rey.
Se miraban a los ojos, profunda, tiernamente, acariciaban sus rostros con delicadeza extrema. Estaba él tumbado a su lado mirándola quedarse dormida y con delicadeza fue depositando unos pocos besos en su frente, caminando con sus labios por su piel hasta su mejilla. Ella tenía ese leve sonrojo que a él le encantaba y sinceramente no podía evitar buscar a toda costa. No sentía mas nada que una tranquilidad infinita, que ese tesoro que ella guardaba dentro era algo demasiado valioso para ser dañado por el mínimo error. No podía evitar recordar como empezó todo aquello que quizás nunca tuvo un comienzo definido pero que él guardaría en su mente por largo tiempo. Esas palabras que no salían de sus finos labios, de aspecto tan suave, que tanto cerca tuvo por las acciones de ella pero el temor y la inseguridad de él se aseguraron de que nunca llegaría a saborear. La indagación en recuerdos muy muy pasados. Ese primer recuerdo, un beso fugaz que ni siquiera había sido ella quien se lo había dado, pero en esas palabras no había celos, no había pena ni asco, había un sonrojo sincero en su rostro.
El caballero sonreía de forma suave y con una mirada perdida en el techo al recordar como ella había sido poco a poco motivo de sus pensamiento y en el tiempo que transcurría se daba cuenta el caballero de algo que la verdad lo preocupaba. Ella estaba lejos de su alcance, no física sino también espiritualmente. Él se consideraba demasiada poca cosa para que se pudiera aceptar por las buenas lo que ella quizás podría ofrecerle. Una mano sobre su torso para que no pudiera sentir las rápidas palpitaciones de su corazón. Su rostro apoyado mas tarde en su pecho y lentamente su mano acariciándole el cabello a esa criatura que no tenía mas defectos que el de una belleza digna de las mismas musas inspiradoras de los poetas y una inteligencia que podría avasallar a grandes genios de las artes las ciencias y las letras. Recordaba el caballero ese desmayo, ese desmayo que no despertó sus instintos oportunistas en la mas mínimo, que solamente aprovechó para aposentar ese cuerpo digno de estatua en un lecho en el cual se quedaron mirándose.
Sus conversaciones posteriores fueron mas tensas emocionalmente, el caballero estaba inseguro por el miedo y ese miedo ella quizás pudo verlo verlo pues al poco tiempo, o lo que al caballero le parecieron sencillos y humildes días con toda su corta extensión, ella dejó de aparecer. Como es esto posible? se preguntaba el caballero ¿como ha hecho ella tal fisura en mi duro corazón? Yo me prometí no sentir por nadie que mis pasos no pudieran alcanza, que mis alas no fuera necesarias y aquí estoy, deseando extender mis alas con los colores de ella. Esos colores...colores único que nadie mas sabía ni conocía, que solamente ella podía demandar y que si otra demandaba sería castigada con innumerables tormentos o al menos una severa negativa. Suspiros largos con dejes de lamento salían de los labios del caballero, que tenido en la cama no cesaba de pensar en esa ausencia que tenía a su lado, que lo atormentaba con mil pensamiento.
Se le había dicho que él estaba destinado a conocer a alguien muy cercano, de su territorio, pero nada se podía encontrar por esas tierras,,, húmedas y llenas de desvirtuosa maldad. Pensaba una y otra vez en todas las cosas que le había ducho, en todos los límites que había roto con y por ella. nada le salvaría de un error tal como el que cometió cuando esos labios lentamente rozaron su comisura. Un grito de rabia, un salvaje aullido cargado de una ira siniestra y autodestructora se escapó de sus labios. Mataría quizás por un solo beso de ella, o que diantres, exterminaría países enteros por su sola presencia ante su persona, lo que fuera por poder deleitarse con esos ojos oscuros, cargados de una inteligencia y astucia tremebundas, que podían atrapar los corazones de miles de seres con su sencilla y a la vez elegante y compleja presencia. Se negaba a si mismo la endiabladamente posibilidad del amor, el amor no existe o no al menos con las dos personas separadas. Pero él se conocía y la verdad es que no podía negar que en aquella noche una luz, un anhelo había atravesado su corazón. Cuan patético se sentía ese caballero que ni caballero era ya, que solamente ostentaba ese título por la votación de todas las maravillosas personas que lo creían con demasiados buenos ojos.
Y seguían los delirios miles de horas después, cuando los sueños ya se habían sucedido y muchos rostros habían pasado por su mente, por su cara, por su presencia física y espiritual. En medio de cada batalla, de cada lágrimas, de cada sinsentido de la vida él pensaría en alguna que otra ocasión en la vez que tuvo la oportunidad de una felicidad plena, o quizás temporal pero completa, sentir quizás el roce de su mano, el dulce canto de su voz, el sencillo acto de sus gestos, que poco a poco derretirían con ternura y calor cada una de sus fibras de voluntad, tesón, tenacidad, y sobretodo la templanza de su corazón. Imaginaba su cuerpo sí pero también imaginaba esa forma de sonreír, esa fina cintura, esas caderas dignas de ser movidas al ritmo del laud, del qanún o del nay.
Un suspiro y de sus labios salió el nombre de ella. Con reticencia, acercándose a ese lecho tan dulcemente perfumado con el aroma de su piel dejó en la almohada, ante la presencia durmiente de esa reina una pluma negra con irisaciones azul rey.
Y así dejo esta historia, en parte deseando que la lea, en parte deseando que nunca sus ojos toquen mi blogg... Temo lo que pase. Deseo que eso pase pero temo ser su puñal en vida y no poder cuidar eso tan especial que en una noche de invierno me dio calor por unos instantes con el sencillo recuerdo de su mirada.
El caballero sonreía de forma suave y con una mirada perdida en el techo al recordar como ella había sido poco a poco motivo de sus pensamiento y en el tiempo que transcurría se daba cuenta el caballero de algo que la verdad lo preocupaba. Ella estaba lejos de su alcance, no física sino también espiritualmente. Él se consideraba demasiada poca cosa para que se pudiera aceptar por las buenas lo que ella quizás podría ofrecerle. Una mano sobre su torso para que no pudiera sentir las rápidas palpitaciones de su corazón. Su rostro apoyado mas tarde en su pecho y lentamente su mano acariciándole el cabello a esa criatura que no tenía mas defectos que el de una belleza digna de las mismas musas inspiradoras de los poetas y una inteligencia que podría avasallar a grandes genios de las artes las ciencias y las letras. Recordaba el caballero ese desmayo, ese desmayo que no despertó sus instintos oportunistas en la mas mínimo, que solamente aprovechó para aposentar ese cuerpo digno de estatua en un lecho en el cual se quedaron mirándose.
Sus conversaciones posteriores fueron mas tensas emocionalmente, el caballero estaba inseguro por el miedo y ese miedo ella quizás pudo verlo verlo pues al poco tiempo, o lo que al caballero le parecieron sencillos y humildes días con toda su corta extensión, ella dejó de aparecer. Como es esto posible? se preguntaba el caballero ¿como ha hecho ella tal fisura en mi duro corazón? Yo me prometí no sentir por nadie que mis pasos no pudieran alcanza, que mis alas no fuera necesarias y aquí estoy, deseando extender mis alas con los colores de ella. Esos colores...colores único que nadie mas sabía ni conocía, que solamente ella podía demandar y que si otra demandaba sería castigada con innumerables tormentos o al menos una severa negativa. Suspiros largos con dejes de lamento salían de los labios del caballero, que tenido en la cama no cesaba de pensar en esa ausencia que tenía a su lado, que lo atormentaba con mil pensamiento.
Se le había dicho que él estaba destinado a conocer a alguien muy cercano, de su territorio, pero nada se podía encontrar por esas tierras,,, húmedas y llenas de desvirtuosa maldad. Pensaba una y otra vez en todas las cosas que le había ducho, en todos los límites que había roto con y por ella. nada le salvaría de un error tal como el que cometió cuando esos labios lentamente rozaron su comisura. Un grito de rabia, un salvaje aullido cargado de una ira siniestra y autodestructora se escapó de sus labios. Mataría quizás por un solo beso de ella, o que diantres, exterminaría países enteros por su sola presencia ante su persona, lo que fuera por poder deleitarse con esos ojos oscuros, cargados de una inteligencia y astucia tremebundas, que podían atrapar los corazones de miles de seres con su sencilla y a la vez elegante y compleja presencia. Se negaba a si mismo la endiabladamente posibilidad del amor, el amor no existe o no al menos con las dos personas separadas. Pero él se conocía y la verdad es que no podía negar que en aquella noche una luz, un anhelo había atravesado su corazón. Cuan patético se sentía ese caballero que ni caballero era ya, que solamente ostentaba ese título por la votación de todas las maravillosas personas que lo creían con demasiados buenos ojos.
Y seguían los delirios miles de horas después, cuando los sueños ya se habían sucedido y muchos rostros habían pasado por su mente, por su cara, por su presencia física y espiritual. En medio de cada batalla, de cada lágrimas, de cada sinsentido de la vida él pensaría en alguna que otra ocasión en la vez que tuvo la oportunidad de una felicidad plena, o quizás temporal pero completa, sentir quizás el roce de su mano, el dulce canto de su voz, el sencillo acto de sus gestos, que poco a poco derretirían con ternura y calor cada una de sus fibras de voluntad, tesón, tenacidad, y sobretodo la templanza de su corazón. Imaginaba su cuerpo sí pero también imaginaba esa forma de sonreír, esa fina cintura, esas caderas dignas de ser movidas al ritmo del laud, del qanún o del nay.
Un suspiro y de sus labios salió el nombre de ella. Con reticencia, acercándose a ese lecho tan dulcemente perfumado con el aroma de su piel dejó en la almohada, ante la presencia durmiente de esa reina una pluma negra con irisaciones azul rey.
Y así dejo esta historia, en parte deseando que la lea, en parte deseando que nunca sus ojos toquen mi blogg... Temo lo que pase. Deseo que eso pase pero temo ser su puñal en vida y no poder cuidar eso tan especial que en una noche de invierno me dio calor por unos instantes con el sencillo recuerdo de su mirada.
viernes, 9 de diciembre de 2011
El caballero rojo y la dama herida.
La luna derramaba su melena de plata por el cuerpo de metal de un caballero solitario que lentamente se dirigía a una fiesta llena de empachos y de caprichos de la naturaleza, demonios y ángeles que se encontraban por primera vez o quizás por última vez en esa celebración de un banquete que podría durar eras enteras hasta que los comensales se sintieran satisfechos. La gula siempre permanecía largamente en ese lugar. Los pasos del caballero eran elegantes y llenos de modesta compasión por el espacio que asesinaba en cada paso y que lo acercaba a esa estancia llena de entidades terrenales y extraterrenales. Una sonrisa cubría su rostro y se miraba de vez en cuando los ropajes a los que tan acostumbrado estaba, de elegante factura y con los tonos de la sangre para que todos supieran de su mas íntimos vicios. Con parsimonia se fue acercando y una mano insospechada salio a su paso, y detrás de esta un brazo sin apenas un par de pelos en la piel pálida como la cera. Sus ojos e encontraron con uno de sus motivos de vida. Sus ojos negros le miraron con reconocimiento y esa luz tan intensa que deja entrever a una criatura durmiente y a la vez a una aliada en la batalla.
Lentamente entraron y poco a poco se fue respirando ese ambiente cargado por tensiones milenarias que nunca sería apaciguadas. En un lado podía verse a los integrantes de la oscuridad, bellos y salvajes, antipáticos y a la vez atrayentes que en su haber tenían muchas almas condenadas por una larga eternidad. Miraban con recelo pero también con deseo y evidentes ansias de matar a los del otro extremo de la sala. En sus corazones latía la llama del mismo infierno que les provocaba la sed de avivarlo una y otra vez de forma constante. En sus carismáticas y perturbadoras faces de podía adivinar cada intención. Aunque también había esos engañosos seres que disfrazándose en alegre colores provocaban la simpatía del vulgo, sus deseos y trataban de cumplir sus mas oscuros deseos a cambio de un precio. Vestidos escotados y miradas sugerentes atrapaban la atención del mas fiel caballero de la sala que se encontraba en ese momento demasiado cerca de esa franja de peligro que podía suponer para su alma y para su amada el poder conducir mas allá de esa linea su cuerpo y caer en el pecado mas antiguo del mundo: el poder sobre alguien.
El caballero y la dama entraron un poco mas mezclándose con las multitudes escondiendo sus identidades lo mejor que podían en vista a sus llamativos ropajes. Una mirada se dirigió al otro lado de ese gran salón de actos donde en su centro las parejas bailaban ante un duelo de dos grandes violinistas por todos conocidos. En la inclinación del mal se encontraba un hombre de aspecto sombrío y cara de sufrimiento constante, mezclado todo ello en un destilado de concentración y cierta morbosa maldad. El resto de la orquesta estaba en ese momento parada y nadie parecía mas absorto, quizás sea por la sensibilidad que los músicos ahí presentes sentían ensalzada y atacada por esa maestría con la que el gran Paganini estaba obsequiándoles. Las parejas bailaban animadamente esa serie de notas en las que su contrincante se estaba quedando impresionado pero que no tardó en contraatacar cuando fue su turno. Sarasate miró a su contrincante sabedor de que tenía muchos mas años de práctica que él pero no se dejó amilanar.
Al extremo de los seres del mal, se podía apreciar a los ángeles y las musas de la inspiración de los grandes genios que en ese momento bailaban unos con otros de forma grácil y perfecta. En los ropajes había humildad pero a la vez una elegancia antinatural en los siervos del bien de un Dios de dudosa bondad y justicia. Miraban a todos los tentadores demonios con tristeza y a las parejas con ternura pensando en cuan bello sería poder mezclarse tan libremente los unos con los otros. Pero su deber era el de proteger sin inmiscuirse. Una de sus sonrisas devolvía la fe a los pobres de corazón y de esperanza que ansiaran la sana libertad del bien.
En medio del baile un gordo caballero de ricos ropajes, presuntamente un comerciante o quien sabe que suerte de burgués henchido en dinero y egoísmo, se cruzó en el camino de su acompañante provocando una muy ligera contusión en su tobillo por el tropezón que le provocó. Creyente de que solamente su propio dolor era importante el burgués o bola de carne andante se fue por donde quería en su arrogancia continuar el camino. Tras un detallado examen de que el tobillo y su larga pierna estaban bien, Caballero y dama se dirigieron a fuera. Prevenido fue posteriormente por un testigo del incidente de que ese tranquilo caballero escondía en su haber fantasías lúgubres y venganzas sádicas para quien causara el mínimo dolor a su acompañante de esa noche. El gordo pudo haber muerto de no ser por la tranquilizadora cercanía de su acompañante que esa noche estaba especialmente bella.
-Te has celado querido?-Preguntaba suavemente cerca de él, tomando su brazo y rodeando posteriormente su cintura en un suave abrazo.
-Sabes que sí, mañana se despertará sin los dedos de una mano. No soporto que toquen tu cuerpo para causarte el mínimo dolor físico. Es algo que sobrepasa mis límites de paciencia y de bondad infinita.
Lentamente entraron y poco a poco se fue respirando ese ambiente cargado por tensiones milenarias que nunca sería apaciguadas. En un lado podía verse a los integrantes de la oscuridad, bellos y salvajes, antipáticos y a la vez atrayentes que en su haber tenían muchas almas condenadas por una larga eternidad. Miraban con recelo pero también con deseo y evidentes ansias de matar a los del otro extremo de la sala. En sus corazones latía la llama del mismo infierno que les provocaba la sed de avivarlo una y otra vez de forma constante. En sus carismáticas y perturbadoras faces de podía adivinar cada intención. Aunque también había esos engañosos seres que disfrazándose en alegre colores provocaban la simpatía del vulgo, sus deseos y trataban de cumplir sus mas oscuros deseos a cambio de un precio. Vestidos escotados y miradas sugerentes atrapaban la atención del mas fiel caballero de la sala que se encontraba en ese momento demasiado cerca de esa franja de peligro que podía suponer para su alma y para su amada el poder conducir mas allá de esa linea su cuerpo y caer en el pecado mas antiguo del mundo: el poder sobre alguien.
El caballero y la dama entraron un poco mas mezclándose con las multitudes escondiendo sus identidades lo mejor que podían en vista a sus llamativos ropajes. Una mirada se dirigió al otro lado de ese gran salón de actos donde en su centro las parejas bailaban ante un duelo de dos grandes violinistas por todos conocidos. En la inclinación del mal se encontraba un hombre de aspecto sombrío y cara de sufrimiento constante, mezclado todo ello en un destilado de concentración y cierta morbosa maldad. El resto de la orquesta estaba en ese momento parada y nadie parecía mas absorto, quizás sea por la sensibilidad que los músicos ahí presentes sentían ensalzada y atacada por esa maestría con la que el gran Paganini estaba obsequiándoles. Las parejas bailaban animadamente esa serie de notas en las que su contrincante se estaba quedando impresionado pero que no tardó en contraatacar cuando fue su turno. Sarasate miró a su contrincante sabedor de que tenía muchos mas años de práctica que él pero no se dejó amilanar.
Al extremo de los seres del mal, se podía apreciar a los ángeles y las musas de la inspiración de los grandes genios que en ese momento bailaban unos con otros de forma grácil y perfecta. En los ropajes había humildad pero a la vez una elegancia antinatural en los siervos del bien de un Dios de dudosa bondad y justicia. Miraban a todos los tentadores demonios con tristeza y a las parejas con ternura pensando en cuan bello sería poder mezclarse tan libremente los unos con los otros. Pero su deber era el de proteger sin inmiscuirse. Una de sus sonrisas devolvía la fe a los pobres de corazón y de esperanza que ansiaran la sana libertad del bien.
En medio del baile un gordo caballero de ricos ropajes, presuntamente un comerciante o quien sabe que suerte de burgués henchido en dinero y egoísmo, se cruzó en el camino de su acompañante provocando una muy ligera contusión en su tobillo por el tropezón que le provocó. Creyente de que solamente su propio dolor era importante el burgués o bola de carne andante se fue por donde quería en su arrogancia continuar el camino. Tras un detallado examen de que el tobillo y su larga pierna estaban bien, Caballero y dama se dirigieron a fuera. Prevenido fue posteriormente por un testigo del incidente de que ese tranquilo caballero escondía en su haber fantasías lúgubres y venganzas sádicas para quien causara el mínimo dolor a su acompañante de esa noche. El gordo pudo haber muerto de no ser por la tranquilizadora cercanía de su acompañante que esa noche estaba especialmente bella.
-Te has celado querido?-Preguntaba suavemente cerca de él, tomando su brazo y rodeando posteriormente su cintura en un suave abrazo.
-Sabes que sí, mañana se despertará sin los dedos de una mano. No soporto que toquen tu cuerpo para causarte el mínimo dolor físico. Es algo que sobrepasa mis límites de paciencia y de bondad infinita.
jueves, 8 de diciembre de 2011
Carta sádica III
Querida amiga:
En esta noche tan cruelmente fría de un invierno que no tiene parangón, yo me encuentro aquí, con sueño pero a la vez desvelado a la búsqueda de una motivación que me impulse a dormir pero lo cierto es que la idea de tu ausencia me tiene seriamente preocupado. Y mas preocupado ando yo por si alguien ha arrancado un solo gemido de tu delicioso dolor al arrancar tu piel o quizás destrozar tu cuerpo con sus propias manos. Los celos me ganan por momentos y no puedo evitar pensar en todo aquello que perdemos por las noches cuando no estás. Me pican los ojos pero se que si me acuesto con seguridad las escenas pasarán por mi cabeza y entonces mil vueltas daré en la cama. Así que aprovecharé esta pequeña misiva para poder reafirmar en lo que ya acordamos una vez de cara a la gente que seguramente desconozca nuestra relación pero a su vez que mejor sea así ya que bueno... son unos ineptos.
Tu dolor, como bien se ha investigado por el característico método de prueba- error es una de las esencias mas poderosas del mundo, de mi mundo y no puedo por mas que buscar en mi mente la forma mas sutil y dolorosa pero al mismo tiempo menos debilitadora que halla y así poder sacarte hasta la última gota de ese bello cuerpo que Satanás te ha dado. Recuerdo como si fuera ayer esas primeras gotas de dolor que me regalaste tan gentilmente, como lentamente tu carne se iba abriendo poco a poco y tus lágrimas y la sangre se deslizaban por los brazos hasta llegar al codo. Recuerdo mi lengua y tu lengua turnándose en las heridas para saciarse de una sed que me consume desde que tengo memoria. Poco a poco fue tomando forma esa bonita inscripción que nos ha único poco a poco mas de lo que ya estábamos pues no hacía mucho que tu sangre lentamente había circulado por mi garganta. Como dijiste aquel día: ahora vives en mi. Pero a los pocos días yo viví en ti a partir de ese momento y hasta hoy. Volviendo a lo de tu dolor, no entiendo como podrían en su momento confesarme cosas tales como algunos deseos e ideas que yo gustoso acepto y es mas nunca mas podré vivir sin tus ingeniosos y crueles aportes para aumentar tu dolor.
Mis celos son algo que deberíamos tener en cuenta, pues ya me he visto triturando todo un acantilado si te tropiezas en su cima y te raspas una mano. Tu dolor me pertenece y no pienso permitir que nadie mas se apodere de ese exquisito manjar, ese buffett libre de sensaciones que despierta en mi y en ti mis garras y las cuchillas por tu piel, desgarrando poco a poco tu deliciosa piel, la carne y quien sabe quizás algún día te corte hasta el hueso. No veo inconveniente en ello y espero que nadie te toque sin mi consentimiento. haz todas las salvajadas que quieras pero todo lo que sea sentir placer con el dolor es mi terreno. Tus lágrimas de tristeza serán igualmente vengadas pero egoístamente hablando pues ahora mismo habla un hedonista, tus lágrimas de dolor serán castigadas con toda la ira de ese Dios que dictaminó que provocar dolor a personas que sienten placer al ser torturadas era pecado. Tus lágrimas de dolor me han inspirado precisamente una excelente idea que ya pondremos en práctica cuando vulvas a estar en la cama y mostrándome tu fina y delicada piel.
Y con delicadeza, muy suavemente nos abrazaremos y estaremos conversando largas horas mientras mis dedos pasean por tus heridas, clavándose en estas y haciéndote gemir y gritar de un dolor que a mi particularmente me llena de un placer sádico y secreto en el que con lujuria consumaría un dolor antinatural en tu organismo, Evocando las grandes batallas de la historia en tu cuerpo, llenando tu piel de cortes, de heridas, de porciones de piel desaparecida. Tus ojos quizás sean lo único que queden vivo después de que durante meses esté haciendo tu dolor mi único sueño y mi único objetivo. No comeré mas que tu carne y no beberé mas que tu dolor y tu sangre, aderezadas con la sal de tus lágrimas, que poco a poco irán saliendo y la debilidad se hará contigo. Serás vulnerable y entonces te protegeré entre mis alas negras, acariciaré tu cabello y guardaré tu descanso, asegurándome de que el dolor no pare ni siquiera en ese mundo del dios Morfeo. estaré ahí, esperándote con mi mejor traje besando tu mano y arrancando tu piel suave y lentamente. Se que ahora duermes por lo que espero que mientras tanto tus sueños sean dulces y el dolor de mañana que mi mano cause en tu cuerpo te llene de ese placer que tanto disfrutamos ambos.
Me despido entonces deseando que tengas dolorosos y placenteros sueños
Atte: tu peligroso y querido amigo
P.D.: Sí, esta carta está escrita con tu sangre que extraje de todos los cortes de la vez pasada.
lunes, 5 de diciembre de 2011
Viaje en el tiempo
En la soleada y desértica mañana, las cruces estaban puestas como siempre de forma ordenada. Ese día era especial ya que los condenados estaban mas intranquilos de lo habitual y como que mas espectantes. En medio de todo ese bosque de condenación y dolor una gran multitud se venía concentrando alrededor de un lugar vacío desde hacia varias horas y lo cierto es que eso causaba la curiosidad de una de las condenadas víctimas de un sistema de gobierno no muy constitucional. En medio de esos condenados, entre un violador y el que decían era un necrófilo, una mujer se encontraba sostenida por afilados clavos a un poste horizontal y este perpendicular a un poste vertical clavado en la tierra firmemente. Ahí se encontraba una mujer de bello aspecto de no ser por las heridas de las torturas que había tenido que sufrir. Sin embargo se denotaba algo en su mirada y no se podía dejar de apreciar su sonrisa. Era consciente de lo que pasaría en cuanto la noticia corriera a los inexistentes oídos de una criatura que en ese momento dormía lejos de ahí. Sabia que se despertaría muy cabreado en cuanto los vientos le dijeran lo que pasaba. Tuvieron a bien de poner la cruza a una bonita altura. algo mas baja de lo normal para que los vientos no distorsionaran la voz, aunque la ausencia de viento se agradecía en esos momentos.
Lentamente la multitud se fue quedando en silencio y expusieron a los ojos del mundo a un hombre que ante los ojos de una serpiente negra que avanzaba por el terreno no era mas que un sencillo hombre como otro cualquiera, quizás muy querido pero sencillo a sus ojos de ofidio. Lentamente la serpiente se fue elevando hasta quedara la altura de los ojos de la mujer que estaba crucificada. En un acto de extrema inteligencia humana los ojos poco a poco se deleitaron con sus formas: sus largas piernas, con algún que otro corte quizás de una caída (mas le valía que fuera de una caída), las caderas, de buen agarre y unos senos dignos de adorar en ese monte de calvarios y castigos. Finalmente, tras un recorrido por su cuello, en el que al sensual yugular palpitaba sugerente, se encontraron cuatro ojos negros. Dos de una serpiente bastante grande que no causaba llamada de atención alguna, todos estaban pendientes de ese hombre que estaba hablando de forma lenta por las heridas que había padecido. Y dos ojos humanos, tranquilos y con una pequeña sonrisa. Una sonrisa que tenía un claro mensaje de reconocimiento, alegría y en si algo mas que venía a significar una cosa tal que ´´ahora te as a enfadar´´
Sibelinamennte la serpiente se fue enroscando a lo largo de la cruza rodeándola y poco a poco acariciando con su piel escamosa y suave la piel de los pies y las piernas de su acompañante y conocida que prontamente se descubrirá algo mas de su relación. En sus siseos había señales de cierto enfado y mas que nada celos. ´´te parecerá bonito´´ decía la serpiente mientras ascendía ´´así, medio desnuda, siendo torturada muy escasamente de forma pobre pero torturada por esos seres inferiores que no deberían tocarte sin MI permiso cuando se trata de tu agonía´´. Poco a poco la serpiente apretó la caja torácica de su conocida hasta que una costilla crujió levemente y finalmente se rompió haciendo soltar a la mujer un grito desgarrador que la hizo desprender unas pocas lágrimas. El dolor poco a poco se fue desprendiendo de su piel, que emanaba ese preciso dolor en forma de un perfume que a esa serpiente torturadora enloquecía en lo máximo de la expresión. Cuando la bella mujer hubo tenido acomodado todo el cuerpo de su acompañante escamoso alrededor de su cuerpo con un par de vueltas mas entre su senos y una alrededor de su cuello la mujer estuvo tranquila y recobrada de su rotura de costilla esta habló.
-Vamos querida, no ha sido nada, tu me has hecho gritar mucho mas que ellos, que por lo visto prefirieron cebarse contra ese tipo de ahí al que tanto le andan cantando. Dicen que es el hijo de dios y no se que mas cosas.-Los ojos negros, precioso casi hipnóticos de esa mujer se dirigieron como pudieron a los de su acompañando que en ese momento estaba bajo la forma de un ser humano normal y corriente solo que sentando en el brazo de la cruz, observando el espectáculo, con cara de desagrado.- Algo que no te guste de ese hombre? lo conoces?
De un salto Aterrizo este ser abyecto lleno de sed de sufrimiento y se apoyo en el costado de su amiga a la que tanto aprecio tenía y a la cual no dudo en lentamente presionar con el dedo la costilla rota lo que le hizo sisear de dolor y a él sonreír de satisfacción.
-Le conozco... no nos espera nada bueno a los sádicos a raíz de su muerte y seguramente nos empiecen a dar la tabarra con eso del dolor ajeno y el amor a este es pecado y miles de cosas mas. No somos malos los sádicos, yo no lo soy, solamente disfruto con tu dolor y porque me lo consientes, logras sentir algo positivo cuando arranco gritos lagrimas y sangre de tu cuerpo. Disfruto terriblemente y tu nunca me has dicho ´´basta por favor hermano, cesa esta tortura´´ si algún día lo dices además de romperme el corazón, respetaré tu petición y ni una sola gota de dolor rozara nunca mas tu cuerpo pues te quiero como a muy pocas personas soy capaz de querer.- Dos ojos nada negros y de oto color mas aceptable por una sociedad extraña dirigió una mirada de ternura a su mencionada victima de dolores intensos. Y sin mediar palabras miró los clavos que atravesaba sus muñecas.- El metal conduce el calor...
Al momento, una llama salía de los dedos de ese demonio con cuerpo de humano delgado, pálido y teñía de rojo el metal de los clavos provocando gritos de agonía a su hermana a la que tanto quería por encima de muchas cosas. Las yagas que se iban formando eran todo un espectáculo pero nada mas placentero que ese rostro desencajado por los gritos que interrumpió el discurso de ese tal hijo de Dios un par de veces ante los jugueteos de dos criaturas afines con el dolor en corrientes opuestas y por tanto perfectamente complementados. Las lágrimas de ese rostro corrían por las mejillas de forma continua y muchas veces caían a los pies de esa dama de alta alcurnia en su mundo interior. Con deleite fue lamiéndole las lagrimas a veces dando un suave mordisco a su cuello por el que alguna lágrima se había colado. Lentamente la sangre corrió, ese cuerpo sirvió de papel y de lienzo de miles de dulces y románticas, eróticas y salvajes ideas. Él sonreía, era prácticamente feliz mientras ese rostro antes no tan cadavérico se volvía de un blanco preocupante para cualquier sanador. Un par de costillas mas fueron rotas en el proceso de sus juegos y las lágrimas de nuevo afloraban. El calor se hizo con ese clavo que unía las piernas casi atravesando la parte del tobillo y le habría encantado desclavarlo pero era demasiado bonita la escena. Su hermana estaba demasiado bella para arruinar tan bello espectáculo de dolor y placer.
Se fue deleitando poco a poco con dibujos en su cuerpo, sacando pequeños trozos de piel que de vez en cuando no dudaba en devorar pues había llegado al lugar con hambre. Su piel aromatizada con su dolor era una delicia a los sentidos y en medio de todo eso, un hombre de treinta y tres años moría pero no le prestaban atención, os poema se sucedían en la piel de sus piernas, pequeños fragmentos de una cosa que había leía llamada el cantar de los cantares, plagado de connotaciones de erotismo. Se deleitó durante días con el cuerpo de su amiga, a cada día las torturas eran mas sutilmente crueles. En medio de todo aquello su amiga dejó de gritar y prontamente supo que llegaba el momento. Una serpiente empezó a matar a limpiar el camino de romanos molestos y seguidamente un ser con dos alas negras llevó un cuerpo ´´inerte´´ a un lugar seguro donde curar us heridas para volver a jugar mas tarde.
Lentamente la multitud se fue quedando en silencio y expusieron a los ojos del mundo a un hombre que ante los ojos de una serpiente negra que avanzaba por el terreno no era mas que un sencillo hombre como otro cualquiera, quizás muy querido pero sencillo a sus ojos de ofidio. Lentamente la serpiente se fue elevando hasta quedara la altura de los ojos de la mujer que estaba crucificada. En un acto de extrema inteligencia humana los ojos poco a poco se deleitaron con sus formas: sus largas piernas, con algún que otro corte quizás de una caída (mas le valía que fuera de una caída), las caderas, de buen agarre y unos senos dignos de adorar en ese monte de calvarios y castigos. Finalmente, tras un recorrido por su cuello, en el que al sensual yugular palpitaba sugerente, se encontraron cuatro ojos negros. Dos de una serpiente bastante grande que no causaba llamada de atención alguna, todos estaban pendientes de ese hombre que estaba hablando de forma lenta por las heridas que había padecido. Y dos ojos humanos, tranquilos y con una pequeña sonrisa. Una sonrisa que tenía un claro mensaje de reconocimiento, alegría y en si algo mas que venía a significar una cosa tal que ´´ahora te as a enfadar´´
Sibelinamennte la serpiente se fue enroscando a lo largo de la cruza rodeándola y poco a poco acariciando con su piel escamosa y suave la piel de los pies y las piernas de su acompañante y conocida que prontamente se descubrirá algo mas de su relación. En sus siseos había señales de cierto enfado y mas que nada celos. ´´te parecerá bonito´´ decía la serpiente mientras ascendía ´´así, medio desnuda, siendo torturada muy escasamente de forma pobre pero torturada por esos seres inferiores que no deberían tocarte sin MI permiso cuando se trata de tu agonía´´. Poco a poco la serpiente apretó la caja torácica de su conocida hasta que una costilla crujió levemente y finalmente se rompió haciendo soltar a la mujer un grito desgarrador que la hizo desprender unas pocas lágrimas. El dolor poco a poco se fue desprendiendo de su piel, que emanaba ese preciso dolor en forma de un perfume que a esa serpiente torturadora enloquecía en lo máximo de la expresión. Cuando la bella mujer hubo tenido acomodado todo el cuerpo de su acompañante escamoso alrededor de su cuerpo con un par de vueltas mas entre su senos y una alrededor de su cuello la mujer estuvo tranquila y recobrada de su rotura de costilla esta habló.
-Vamos querida, no ha sido nada, tu me has hecho gritar mucho mas que ellos, que por lo visto prefirieron cebarse contra ese tipo de ahí al que tanto le andan cantando. Dicen que es el hijo de dios y no se que mas cosas.-Los ojos negros, precioso casi hipnóticos de esa mujer se dirigieron como pudieron a los de su acompañando que en ese momento estaba bajo la forma de un ser humano normal y corriente solo que sentando en el brazo de la cruz, observando el espectáculo, con cara de desagrado.- Algo que no te guste de ese hombre? lo conoces?
De un salto Aterrizo este ser abyecto lleno de sed de sufrimiento y se apoyo en el costado de su amiga a la que tanto aprecio tenía y a la cual no dudo en lentamente presionar con el dedo la costilla rota lo que le hizo sisear de dolor y a él sonreír de satisfacción.
-Le conozco... no nos espera nada bueno a los sádicos a raíz de su muerte y seguramente nos empiecen a dar la tabarra con eso del dolor ajeno y el amor a este es pecado y miles de cosas mas. No somos malos los sádicos, yo no lo soy, solamente disfruto con tu dolor y porque me lo consientes, logras sentir algo positivo cuando arranco gritos lagrimas y sangre de tu cuerpo. Disfruto terriblemente y tu nunca me has dicho ´´basta por favor hermano, cesa esta tortura´´ si algún día lo dices además de romperme el corazón, respetaré tu petición y ni una sola gota de dolor rozara nunca mas tu cuerpo pues te quiero como a muy pocas personas soy capaz de querer.- Dos ojos nada negros y de oto color mas aceptable por una sociedad extraña dirigió una mirada de ternura a su mencionada victima de dolores intensos. Y sin mediar palabras miró los clavos que atravesaba sus muñecas.- El metal conduce el calor...
Al momento, una llama salía de los dedos de ese demonio con cuerpo de humano delgado, pálido y teñía de rojo el metal de los clavos provocando gritos de agonía a su hermana a la que tanto quería por encima de muchas cosas. Las yagas que se iban formando eran todo un espectáculo pero nada mas placentero que ese rostro desencajado por los gritos que interrumpió el discurso de ese tal hijo de Dios un par de veces ante los jugueteos de dos criaturas afines con el dolor en corrientes opuestas y por tanto perfectamente complementados. Las lágrimas de ese rostro corrían por las mejillas de forma continua y muchas veces caían a los pies de esa dama de alta alcurnia en su mundo interior. Con deleite fue lamiéndole las lagrimas a veces dando un suave mordisco a su cuello por el que alguna lágrima se había colado. Lentamente la sangre corrió, ese cuerpo sirvió de papel y de lienzo de miles de dulces y románticas, eróticas y salvajes ideas. Él sonreía, era prácticamente feliz mientras ese rostro antes no tan cadavérico se volvía de un blanco preocupante para cualquier sanador. Un par de costillas mas fueron rotas en el proceso de sus juegos y las lágrimas de nuevo afloraban. El calor se hizo con ese clavo que unía las piernas casi atravesando la parte del tobillo y le habría encantado desclavarlo pero era demasiado bonita la escena. Su hermana estaba demasiado bella para arruinar tan bello espectáculo de dolor y placer.
Se fue deleitando poco a poco con dibujos en su cuerpo, sacando pequeños trozos de piel que de vez en cuando no dudaba en devorar pues había llegado al lugar con hambre. Su piel aromatizada con su dolor era una delicia a los sentidos y en medio de todo eso, un hombre de treinta y tres años moría pero no le prestaban atención, os poema se sucedían en la piel de sus piernas, pequeños fragmentos de una cosa que había leía llamada el cantar de los cantares, plagado de connotaciones de erotismo. Se deleitó durante días con el cuerpo de su amiga, a cada día las torturas eran mas sutilmente crueles. En medio de todo aquello su amiga dejó de gritar y prontamente supo que llegaba el momento. Una serpiente empezó a matar a limpiar el camino de romanos molestos y seguidamente un ser con dos alas negras llevó un cuerpo ´´inerte´´ a un lugar seguro donde curar us heridas para volver a jugar mas tarde.
sábado, 3 de diciembre de 2011
Grandes amigos
A la vera de un río, apaciguado en su curso bajo, veía discurrir el agua un gentil campesino. No era el mas fuerte ni el mas listo aunque si gustaba de observar y asombrarse de la belleza que la naturaleza brindaba a sus sentidos, ya fuere el agua en su cantarín caminar o bien la brisa que acariciaba su rostro con la misma sutil delicadeza con lo hacían las manos de su esposa allá en la casa esperando su regreso. En su interior sentía el frío de la estación fría que ya sacudía los sentidos y embotaba la mente con la necesidad de encontrar algo de calor en el hogar de esa pequeña casa que desde siempre había sido su refugio de amor y de buenos y malos momentos. Al lado de este buen y honrado hombre, de costumbres y pensamientos mas que acordes a una época de mentes no muy preclara sen las artes del conocimiento, con la cantidad justa de datos para saber leer pero no practicar la lectura muy a menudo, se posaba un trineo cargado de la madera que alimentaría la chimenea durante parte de esa estación. Un buen árbol iba a mantener esa casa de madera caliente y seca por casi un cuarto de estación o lo que es lo mismo unas tres semanas.
Un pequeño suspiro de pesadez se hizo con su alma cuando empezó a tirar del trineo que facilitaba la tarea de transporte a ese honrado hombre que nunca había visto una riqueza mayor que las pocas monedas que se sacaba en el mercado por la cría de un par de cerdos o a lo sumo algún que otro ave de corral, cuyos huevos posteriormente vendía para poder vivir con lo justo. Era la dura vida de montaña lo que había forjado un carácter no exento del poder de la observación. Así que observó y quitando un poco la nieve que cubría la tela para proteger la madera de la nieve que caía, comenzó a tirar de nuevo de ese cargamento tan pesado. En su fuero interno desearía poder haber contado con la ayuda de quizás algún vecino pero todos estaban ocupados en la caza de animales que mataban el ganado y destrozaban la huerta. Su huerta, pensó el campesino, estaba mas que protegida de esos peligros pues e este huerto pequeño y por tanto de no mucha envergadura tenía unos cuantos a muletos que había causado la risa de sus convecinos. Cosas de brujas no son buenas, le decían. Bah ellos que sabrán, pensaba el granjero, desde luego no mas que yo.
Recorriendo el camino sus ojos iban de un lado a otro mirando todo lo lejos que podía ver a través de la maleza. Decían que algunos animales salvajes había atacado a gente y los habían hecho desaparecer si bien según parecía eran matanzas un tanto faltas de aleatoriedad. Recordaba este buen hombre, sudoroso por el esfuerzo de la colina que debía de subir carretando todo aquel peso, lo que dijo una de las vecinas sobre una criatura horrenda y espeluznante, grande como un caballo y ancha como un buey, que a pesar de tan portentoso tamaño se movía rápido en extremo y ademas emitía unos gruñidos que se podía oír en varias decenas de metros a la redonda. Cuantos había visto una sombra en las noches rondando sus casas moviendo cuatro pesadas patas y había dejado unas claras huellas en la nieve ya ascendía a casi cuarenta personas. Nada mas y nada menos que cuarenta, y el pueblo eran como doscientas mas o menos, todos se conocían y el sabio del pueblo era uno de esos testigos. Un grupo de cazadores que había disparado a la bestia también eran testigos y también el chico ese que decía tantas tonterías. Todo ello llenó de cierta inquietud el cuerpo del hombre que se fue tensando poco a poco ante la perspectiva de ser encontrado o cazado por la bestia.
Sus fuerzas estaban ligeramente debilitadas ya cuando estaba en el medio del ascenso por esa colina que parecía no tener nunca un fin definido pues la madera y el esfuerzo dilataban el espacio de cara a la mente de las personas que transitaban esos caminos. sin embargo a medida que iba avanzando en vez de hacerse mas pesada la carga se iba aligerando y se acordó de que no había puesto todas las correas por lo que se giró esperando ver un rastro de pequeños trozos de madera que había dejado por el camino. Sin embargo se encontró que a pesar de haber frenado su marcha el trineo cargado de madera no tiro hacia abajo como es normal en un mundo con una ley de la gravedad aun no descubierta. Al contrario el trineo choco contra sus piernas y casi lo hace caer sobre la madera pero se mantuvo en pie mientras sus ojos de humilde campesino, carentes de ambición o malicia se encontraron con los ojos de la bestia que lo miraban con curiosidad como si de toda la vida se conocieran y este ser lleno de pelo negro le interrogara el porque de su detención en la marcha. Se miraron largo rato y poco a poco la palidez se fue adueñando del campesino, sin embargo el lobo sencillamente observaba y lo único que detuvo ese momento de máxima tensión fue la caída de un trozo de madera al suelo que educadamente el lobo recogió con sus grandes fauces y le entregó al campesino, que tomó el trozo de madera y lo sostuvo bajo el brazo pues no había lugar en el trineo en donde colocarlo.
Seguían mirándose y no era necesario un análisis muy estricto: cabeza grande, grandes dientes, del tamaño de un caballo y la anchura de un buey, sin duda era la bestia. Entonces el campesino hizo lo que no haría cualquier persona cuerda, que correría pidiendo socorro o auxilio. Sencillamente y como si nada distinguiera a esos dos seres totalmente opuestos el campesino habló al lobo de forma normal como si fuera un vecino que se hubiera cruzado por el camino. Le preguntó.
-Puedes entenderme?- Un leve asentimiento fue prueba de que en frente no tenía a un animal disecado.-Bien eso confirma mi hipótesis de que eres inteligente. -Dijo con un tono mas para sí mismo que para el lobo que aun así asintió dando a entender su gran sentido del oído. -Como es que haces esas cosas tan malas? hay gente que se esfuerza mucho por salir adelante y llegas tu y entonces pasa lo que pasa, que te quieren cazar, y creo que si te cazan se terminará algo bello en el mundo.-Por única respuesta el lobo se inclinó y empujó el trineo y después miró al cielo que estaba totalmente cubierto de nubes.-Sí sí ya se. Espero que no te entre hambre por el camino...tengo mujer a hija.
Con voz profunda, ultraterrenal, un canto a la oscuridad y a la educación e incluso se podría decir que la sinceridad, el lobo habló de forma mas que notoria.
-Lo se, os he estado observando.-dijo y sencillamente se quedó mirando al campesino que en ese momento a pesar de todas su dotes de observación no pudo evitar poner los ojos como platos al escuchar esa voz que hizo caer la nieve de un par de ramas de los árboles cercanos. En su rostro, carente de músculos con los que expresar emoción alguna, una mascara de impasibilidad estaba fijamente pegada a su anatomía y en su interior parecía flotar una calma que no era normal. De pronto un copo de nieve se posó en el hocico del lobo y sin dudarlo, como obedeciendo una orden ambos se pusieron a tirar del trineo lo mas aprisa posible, porque se acercaba la tormenta.-Debo refugiarme en tu casa por esa noche pues no llegaré a tiempo a mi guarida y moriré congelado. Me instalaría en el huerto pero está lleno de amuletos.
El campesino no cabía de asombro y a la vez de alegría al descubrir que su huerto estaba protegido en verdad por ese conjunto de amuletos que había comprado a la que decían era una mujer loca y enferma. Mi mujer se va a volver loca cuando me vea aparecer con este buen samaritano que ha tenido tan mala fama a lo largo de los años, pensó el humilde campesino. Y así fue. Al llegar al lugar la mujer montó en un ataque de histeria sin precedentes y suplicó y suplicó por su vida sin que el campesino la pudiera convencer para nada de que el lobo no haría daño alguno a su familia. En su fuero interno el campesino se encontraba gratamente entretenido por los aspavientos y todos los gestos de esa loca mujer que poco a poco se fue tranquilizando e incluso ofreció la entrada de su casa para que el lobo pasara a través de la puerta, combando en su camino los dinteles. El lobo salvó la vida del campesino y el campesino la del lobo, que rechazo la invitación de cenar con ellos pues ya decía haber comido pero no quiso facilitar información de que ni como. Prontamente el lobo descubrió al último habitante de esa pequeña casa de madera de dos pisos, caliente y llena de amor familiar.
Sus ojos enormes lo miraban de forma curiosa así como él la miraba a ella impasible pero la realidad en su interior era otra. En seguida su alegría se hizo perenne y unas pequeñas manos se aposentaron en su pelaje acariciándolo, las pequeñas piernas hicieron mucho vanos esfuerzos por subir a su lomo cuando el lobo se puso al lado de la chimenea (no en frente, que así la casa quedaba casi a oscuras). Se deleitó secretamente con esos ojos aun mas agradados por la sorpresa cuando unas pocas palabras se dirigieron al campesino que interrogo sobre alguna prenda de abrigo. un lobo que hablaba, cuando maravillosa sorpresa. Las almohadillas de las zarpas parecieron ser de las partes mas admiradas por la niña pequeña que era hija de esos dos humildes habitantes de la montaña. Mucho sabía pero no sabia sus nombres. No le interesaban tampoco. Por fortuna se enteró de casualidad del nombre de la joven criatura-
-Hoa me llamo Mar ¿y tu? Eres muy grande-
Embargado en ternura y con una chispa de dolor solo visible por un instante a los ojos del observador campesino el lobo contestó
-Te llamas mar y vives en la montaña, que curioso. Yo me llamo Antony, caballero poeta y lobo al servicio de la dama de sonrisa perdida, un placer.
Horas después, el lobo y la dama, apoyada en el lobo, acurrucada contra el pelaje o la manta mas calida del mundo, dormían tranquilamente a la luz de al chimenea.
Se habían hecho grandes amigos.
Un pequeño suspiro de pesadez se hizo con su alma cuando empezó a tirar del trineo que facilitaba la tarea de transporte a ese honrado hombre que nunca había visto una riqueza mayor que las pocas monedas que se sacaba en el mercado por la cría de un par de cerdos o a lo sumo algún que otro ave de corral, cuyos huevos posteriormente vendía para poder vivir con lo justo. Era la dura vida de montaña lo que había forjado un carácter no exento del poder de la observación. Así que observó y quitando un poco la nieve que cubría la tela para proteger la madera de la nieve que caía, comenzó a tirar de nuevo de ese cargamento tan pesado. En su fuero interno desearía poder haber contado con la ayuda de quizás algún vecino pero todos estaban ocupados en la caza de animales que mataban el ganado y destrozaban la huerta. Su huerta, pensó el campesino, estaba mas que protegida de esos peligros pues e este huerto pequeño y por tanto de no mucha envergadura tenía unos cuantos a muletos que había causado la risa de sus convecinos. Cosas de brujas no son buenas, le decían. Bah ellos que sabrán, pensaba el granjero, desde luego no mas que yo.
Recorriendo el camino sus ojos iban de un lado a otro mirando todo lo lejos que podía ver a través de la maleza. Decían que algunos animales salvajes había atacado a gente y los habían hecho desaparecer si bien según parecía eran matanzas un tanto faltas de aleatoriedad. Recordaba este buen hombre, sudoroso por el esfuerzo de la colina que debía de subir carretando todo aquel peso, lo que dijo una de las vecinas sobre una criatura horrenda y espeluznante, grande como un caballo y ancha como un buey, que a pesar de tan portentoso tamaño se movía rápido en extremo y ademas emitía unos gruñidos que se podía oír en varias decenas de metros a la redonda. Cuantos había visto una sombra en las noches rondando sus casas moviendo cuatro pesadas patas y había dejado unas claras huellas en la nieve ya ascendía a casi cuarenta personas. Nada mas y nada menos que cuarenta, y el pueblo eran como doscientas mas o menos, todos se conocían y el sabio del pueblo era uno de esos testigos. Un grupo de cazadores que había disparado a la bestia también eran testigos y también el chico ese que decía tantas tonterías. Todo ello llenó de cierta inquietud el cuerpo del hombre que se fue tensando poco a poco ante la perspectiva de ser encontrado o cazado por la bestia.
Sus fuerzas estaban ligeramente debilitadas ya cuando estaba en el medio del ascenso por esa colina que parecía no tener nunca un fin definido pues la madera y el esfuerzo dilataban el espacio de cara a la mente de las personas que transitaban esos caminos. sin embargo a medida que iba avanzando en vez de hacerse mas pesada la carga se iba aligerando y se acordó de que no había puesto todas las correas por lo que se giró esperando ver un rastro de pequeños trozos de madera que había dejado por el camino. Sin embargo se encontró que a pesar de haber frenado su marcha el trineo cargado de madera no tiro hacia abajo como es normal en un mundo con una ley de la gravedad aun no descubierta. Al contrario el trineo choco contra sus piernas y casi lo hace caer sobre la madera pero se mantuvo en pie mientras sus ojos de humilde campesino, carentes de ambición o malicia se encontraron con los ojos de la bestia que lo miraban con curiosidad como si de toda la vida se conocieran y este ser lleno de pelo negro le interrogara el porque de su detención en la marcha. Se miraron largo rato y poco a poco la palidez se fue adueñando del campesino, sin embargo el lobo sencillamente observaba y lo único que detuvo ese momento de máxima tensión fue la caída de un trozo de madera al suelo que educadamente el lobo recogió con sus grandes fauces y le entregó al campesino, que tomó el trozo de madera y lo sostuvo bajo el brazo pues no había lugar en el trineo en donde colocarlo.
Seguían mirándose y no era necesario un análisis muy estricto: cabeza grande, grandes dientes, del tamaño de un caballo y la anchura de un buey, sin duda era la bestia. Entonces el campesino hizo lo que no haría cualquier persona cuerda, que correría pidiendo socorro o auxilio. Sencillamente y como si nada distinguiera a esos dos seres totalmente opuestos el campesino habló al lobo de forma normal como si fuera un vecino que se hubiera cruzado por el camino. Le preguntó.
-Puedes entenderme?- Un leve asentimiento fue prueba de que en frente no tenía a un animal disecado.-Bien eso confirma mi hipótesis de que eres inteligente. -Dijo con un tono mas para sí mismo que para el lobo que aun así asintió dando a entender su gran sentido del oído. -Como es que haces esas cosas tan malas? hay gente que se esfuerza mucho por salir adelante y llegas tu y entonces pasa lo que pasa, que te quieren cazar, y creo que si te cazan se terminará algo bello en el mundo.-Por única respuesta el lobo se inclinó y empujó el trineo y después miró al cielo que estaba totalmente cubierto de nubes.-Sí sí ya se. Espero que no te entre hambre por el camino...tengo mujer a hija.
Con voz profunda, ultraterrenal, un canto a la oscuridad y a la educación e incluso se podría decir que la sinceridad, el lobo habló de forma mas que notoria.
-Lo se, os he estado observando.-dijo y sencillamente se quedó mirando al campesino que en ese momento a pesar de todas su dotes de observación no pudo evitar poner los ojos como platos al escuchar esa voz que hizo caer la nieve de un par de ramas de los árboles cercanos. En su rostro, carente de músculos con los que expresar emoción alguna, una mascara de impasibilidad estaba fijamente pegada a su anatomía y en su interior parecía flotar una calma que no era normal. De pronto un copo de nieve se posó en el hocico del lobo y sin dudarlo, como obedeciendo una orden ambos se pusieron a tirar del trineo lo mas aprisa posible, porque se acercaba la tormenta.-Debo refugiarme en tu casa por esa noche pues no llegaré a tiempo a mi guarida y moriré congelado. Me instalaría en el huerto pero está lleno de amuletos.
El campesino no cabía de asombro y a la vez de alegría al descubrir que su huerto estaba protegido en verdad por ese conjunto de amuletos que había comprado a la que decían era una mujer loca y enferma. Mi mujer se va a volver loca cuando me vea aparecer con este buen samaritano que ha tenido tan mala fama a lo largo de los años, pensó el humilde campesino. Y así fue. Al llegar al lugar la mujer montó en un ataque de histeria sin precedentes y suplicó y suplicó por su vida sin que el campesino la pudiera convencer para nada de que el lobo no haría daño alguno a su familia. En su fuero interno el campesino se encontraba gratamente entretenido por los aspavientos y todos los gestos de esa loca mujer que poco a poco se fue tranquilizando e incluso ofreció la entrada de su casa para que el lobo pasara a través de la puerta, combando en su camino los dinteles. El lobo salvó la vida del campesino y el campesino la del lobo, que rechazo la invitación de cenar con ellos pues ya decía haber comido pero no quiso facilitar información de que ni como. Prontamente el lobo descubrió al último habitante de esa pequeña casa de madera de dos pisos, caliente y llena de amor familiar.
Sus ojos enormes lo miraban de forma curiosa así como él la miraba a ella impasible pero la realidad en su interior era otra. En seguida su alegría se hizo perenne y unas pequeñas manos se aposentaron en su pelaje acariciándolo, las pequeñas piernas hicieron mucho vanos esfuerzos por subir a su lomo cuando el lobo se puso al lado de la chimenea (no en frente, que así la casa quedaba casi a oscuras). Se deleitó secretamente con esos ojos aun mas agradados por la sorpresa cuando unas pocas palabras se dirigieron al campesino que interrogo sobre alguna prenda de abrigo. un lobo que hablaba, cuando maravillosa sorpresa. Las almohadillas de las zarpas parecieron ser de las partes mas admiradas por la niña pequeña que era hija de esos dos humildes habitantes de la montaña. Mucho sabía pero no sabia sus nombres. No le interesaban tampoco. Por fortuna se enteró de casualidad del nombre de la joven criatura-
-Hoa me llamo Mar ¿y tu? Eres muy grande-
Embargado en ternura y con una chispa de dolor solo visible por un instante a los ojos del observador campesino el lobo contestó
-Te llamas mar y vives en la montaña, que curioso. Yo me llamo Antony, caballero poeta y lobo al servicio de la dama de sonrisa perdida, un placer.
Horas después, el lobo y la dama, apoyada en el lobo, acurrucada contra el pelaje o la manta mas calida del mundo, dormían tranquilamente a la luz de al chimenea.
Se habían hecho grandes amigos.
sábado, 26 de noviembre de 2011
Placer y dolor.
Las muñecas atrapadas le hacían estremecerse por la idea de esa imposibilidad de poder devolver cada estímulo que sus labios le regalaban a lo largo de su cuerpo , paseándose por su vientre y refugiándose en su cuello besando este de forma suave y dulce antes de morder esa piel tan delicada. Los suspiros de la sierva estaban declarando ese placer que empezaba a acumularse en su cuerpo y el amo tenía las ansias mas que notables de poderla hacer suya, pero ese juego era algo que gustaba de disfrutar para torturar la mente de su esclava. La piel morena y acariciada por la luz de la hoguera estaba estremecida, erizada para poder unirse mas fervientemente a los labios de ese señor de su piel que tenía la idea de poderla torturar de forma lenta y descarada. Los labios se curvaban en una lasciva sonrisa cuando esos labios obscenos y descarados bajaban mucho mas allá de ese delicado aviso que era el ombligo, esa señal hueca de que pronto se encontrarían los labios un centro de poder, complejo e hidratado en placer. Los dedos lentamente se deslizaban por los laterales del cuerpo de su sierva, el señor estaba mas que encantado de como se ofrecía esa criatura de redondeadas formas sus juegos, a sus vicios mas íntimos y oscuros. Una lengua lasciva se hunde en la entrada de ese monte sagrado donde el incienso es quemado por el placer mas carnal a la par que una daga hace notar su frío filo en el vientre de la mujer encarcelada por tiras de la mas fina delicada pero resistente seda.
Un jadeo y seguidamente un gemido son aviso de que su cuerpo reacciona favorablemente y el placer alimento a los deseos de la criatura libre que poco a poco hace sentir su lengua, esa serpiente de fuego hundirse en un infierno que abrió sus puertas a los deseas del amo hace ya mucho tiempo. Una lengua, unos labios formando un sello en el que el placer desfila preso de los deseos. la hoja empieza su trabajo y poco a poco la punta empieza a formar pequeños trazos en la piel de su vientre liso y apetecible. Los gemidos eran la melodía de esa noche fría que calentaba los cuerpos de los amantes entregados a los vicios del placer una y del dolor el otro. Poco a poco el filo, con sutil cadencia y tortuoso dolor para la dama de piel morena y cabello oscuro fue trazando las primeras letras. Unas pequeñas lagrimas recorrían las mejillas de la esclava y el amo de su cuerpo, el dueño de su voluntad poco a poco fue tranquilizando el placer y el dolor para poderse acercar a sus labios y besarlos lentamente, sin prestar atención a su vientre, que empezaba a emanar en sangre de forma sutil, delicada pero notoria. Las palabras salían de sus labios estrellándose contra esos labios suaves y delicados, que se rompían al mínimo mordisco. Sus ojos reflejaban dolor y ansias de mas, de que siguiera el amo devorando su intimidad, que descaradamente rompiera todas las barreras del pudor y la vergüenza. Un movimiento de caderas, el vientre que se eleva y la daga que se clava mas provocando una corriente de dolor que la hace gemir de doloroso placer y de placer para su amo. La seda cumpliendo su papel logra sostener las muñecas de su sierva, que se entrega a el con total sumisión. Una sonrisa débil se perfila en los labios de la lasciva esclava que inspira las mas salvajes fantasías.
Los labios lentamente se posan en los de ella mientras la daga retorciéndose lentamente arranca un grito de dolor que llena de placer los sentidos del amo de ese castillo oscuro como su alma. Sus sentimiento eran tan confusos que, llenos de dudas sobre ideas y sobre el origen de esas fantasías llenas de dolor y placeres entremezclados en miles de acciones conjuntas donde las cuerdas, los gemidos y los jadeos pero especialmente ese delicioso afrodisíaco (el dolor) tenían un papel fundamental para que en las noches, cuando nadie acompañaba a su persona, su cuerpo se removiera y reaccionara de la forma mas básica del mundo. En su mente se dibujaban planes y miles de dibujos, poemas y sentimientos que poder plasmar de forma sutil pero brutal en la piel de su fiel sierva. Un tierno beso se posa en los labios y plenamente los labios descienden de nuevo por el cuerpo y se posan en al sangrante herida. Un arqueamiento, pero esta vez la daga no se clava, se apartó hace un rato para poder dejar paso a los besos sanguinolentos. Esa lengua, esa columna de fuego carnal lentamente se pasea por la herida mientras sus manos con delicadeza tratan de forma suave el resto de su cuerpo.
El amo se decide a un ataque mas fuerte y poco a poco empieza a hundirse en ese paraíso de placer, los gemidos se siguen unos a otros de forma lenta y delicada, las palabras de ternura y sumisión se repiten una y otra vez. La sangre se mezclan con la saliva y los fluidos poco a poco se fusionan en un néctar de placeres que cualquier humano querría probar. Y no, no hay humanos en esa estancia, Una diosa del placer, salvaje, instintiva y en ese momento entregada a su amo, se rinde a un dios de la guerra, sediento de dolor ajeno, lleno de ansias por culminar un encuentro cíclico, que nunca tendrá fin por la intensidad del deseo, una fuerza que se recrea una y otra vez en los cuerpos, que se hace crecer a si misma para devorar las almas en medio de estertores de placer, de muerte y de dolor, de una entrega lenta y lujuriosa, rápida y dócil, contradictorio en su ,máxima expresión al crear ese vástago del placer y el dolor. Las naturalezas poco a poco van tomando control de los cuerpo, los instintos se disparan y la consciencia desaparece, el placer se acumula en forma de presión que se libera en una explosión hiriente para los oídos y divina para el espíritu. La muerte esa noche no ha venido pero el dolor la agonía y el placer se abrazan los unos a los otros para darse calor, al igual que ese amo y esa esclava, que ese hermano y esa hermana, que ese diosa y esa diosa, que ese soldado y esa doncella, que la bestia y la víctima, el ángel y la protegida, la pantera y el lobo, la sed y el hambre.
En esa noche fría, liberada de sus ataduras, la diosa besó al dios de forma suave y delicada deseándole dulces sueños antes de arroparse ambos y dormirse hasta el milenio siguiente.
Un jadeo y seguidamente un gemido son aviso de que su cuerpo reacciona favorablemente y el placer alimento a los deseos de la criatura libre que poco a poco hace sentir su lengua, esa serpiente de fuego hundirse en un infierno que abrió sus puertas a los deseas del amo hace ya mucho tiempo. Una lengua, unos labios formando un sello en el que el placer desfila preso de los deseos. la hoja empieza su trabajo y poco a poco la punta empieza a formar pequeños trazos en la piel de su vientre liso y apetecible. Los gemidos eran la melodía de esa noche fría que calentaba los cuerpos de los amantes entregados a los vicios del placer una y del dolor el otro. Poco a poco el filo, con sutil cadencia y tortuoso dolor para la dama de piel morena y cabello oscuro fue trazando las primeras letras. Unas pequeñas lagrimas recorrían las mejillas de la esclava y el amo de su cuerpo, el dueño de su voluntad poco a poco fue tranquilizando el placer y el dolor para poderse acercar a sus labios y besarlos lentamente, sin prestar atención a su vientre, que empezaba a emanar en sangre de forma sutil, delicada pero notoria. Las palabras salían de sus labios estrellándose contra esos labios suaves y delicados, que se rompían al mínimo mordisco. Sus ojos reflejaban dolor y ansias de mas, de que siguiera el amo devorando su intimidad, que descaradamente rompiera todas las barreras del pudor y la vergüenza. Un movimiento de caderas, el vientre que se eleva y la daga que se clava mas provocando una corriente de dolor que la hace gemir de doloroso placer y de placer para su amo. La seda cumpliendo su papel logra sostener las muñecas de su sierva, que se entrega a el con total sumisión. Una sonrisa débil se perfila en los labios de la lasciva esclava que inspira las mas salvajes fantasías.
Los labios lentamente se posan en los de ella mientras la daga retorciéndose lentamente arranca un grito de dolor que llena de placer los sentidos del amo de ese castillo oscuro como su alma. Sus sentimiento eran tan confusos que, llenos de dudas sobre ideas y sobre el origen de esas fantasías llenas de dolor y placeres entremezclados en miles de acciones conjuntas donde las cuerdas, los gemidos y los jadeos pero especialmente ese delicioso afrodisíaco (el dolor) tenían un papel fundamental para que en las noches, cuando nadie acompañaba a su persona, su cuerpo se removiera y reaccionara de la forma mas básica del mundo. En su mente se dibujaban planes y miles de dibujos, poemas y sentimientos que poder plasmar de forma sutil pero brutal en la piel de su fiel sierva. Un tierno beso se posa en los labios y plenamente los labios descienden de nuevo por el cuerpo y se posan en al sangrante herida. Un arqueamiento, pero esta vez la daga no se clava, se apartó hace un rato para poder dejar paso a los besos sanguinolentos. Esa lengua, esa columna de fuego carnal lentamente se pasea por la herida mientras sus manos con delicadeza tratan de forma suave el resto de su cuerpo.
El amo se decide a un ataque mas fuerte y poco a poco empieza a hundirse en ese paraíso de placer, los gemidos se siguen unos a otros de forma lenta y delicada, las palabras de ternura y sumisión se repiten una y otra vez. La sangre se mezclan con la saliva y los fluidos poco a poco se fusionan en un néctar de placeres que cualquier humano querría probar. Y no, no hay humanos en esa estancia, Una diosa del placer, salvaje, instintiva y en ese momento entregada a su amo, se rinde a un dios de la guerra, sediento de dolor ajeno, lleno de ansias por culminar un encuentro cíclico, que nunca tendrá fin por la intensidad del deseo, una fuerza que se recrea una y otra vez en los cuerpos, que se hace crecer a si misma para devorar las almas en medio de estertores de placer, de muerte y de dolor, de una entrega lenta y lujuriosa, rápida y dócil, contradictorio en su ,máxima expresión al crear ese vástago del placer y el dolor. Las naturalezas poco a poco van tomando control de los cuerpo, los instintos se disparan y la consciencia desaparece, el placer se acumula en forma de presión que se libera en una explosión hiriente para los oídos y divina para el espíritu. La muerte esa noche no ha venido pero el dolor la agonía y el placer se abrazan los unos a los otros para darse calor, al igual que ese amo y esa esclava, que ese hermano y esa hermana, que ese diosa y esa diosa, que ese soldado y esa doncella, que la bestia y la víctima, el ángel y la protegida, la pantera y el lobo, la sed y el hambre.
En esa noche fría, liberada de sus ataduras, la diosa besó al dios de forma suave y delicada deseándole dulces sueños antes de arroparse ambos y dormirse hasta el milenio siguiente.
viernes, 25 de noviembre de 2011
Los cuadros.
En medio de la colina se encontraba un castillo con sendas altas torres y con majestuosos detalles incluso en los elementos mas triviales pues hasta los contrafuertes estaban decorados con toda clase de motivos que impregnaban de fuerza los rincones exteriores de esa morada nobiliaria. En su interior, las cientos de habitaciones estaban cargadas de miles de ricos lienzos de antepasados y habitantes del castillo mas grande de todo ese país lleno de historia gloriosa y trágica como el de cualquiera de las naciones existentes en ese momento desconocido para muchos grandes historiadores y exploradores. Sus negras piedras eran testigos de grandes momentos, bellos momentos y trágicos acontecimientos en los que el dolor podía hacerse sentir de solo rozar la negra piedra que revestía ese edificio lúgubre pero a la vez alegre. La luz llenaba las habitaciones por obra y gracia del sol que se colaba en los altos y anchos ventanales. Los alrededores del castillo parecían cuidados por miles de fantasmas encargados de la jardinería, decorando a su gusto y placer todos los bastos y lejanos rincones de esas tierras, infestando bosques y lagos con miles de especies diferentes de flores. Todos los colores existentes en esas flores se combinaban de manera que parecía un lienzo y en medio de sus increíbles formaciones se podía apreciar la forma mas bella del mundo. Nadie podía caber en sí de gozo cuando en sus mentes se perfilaba la forma de toda esa formación (valga la redundancia) en sus mentes y el ánimo subía a lo mas alto como la mas alta torre de ese castillo.
En medio de sus paredes, sin constar en planos ni planes, en ideas ni pensamientos, una habitación mas era la presente en la plana del medio entre las paredes centrales, ligeramente desviada a la izquierda con respecto al norte y mas bien tirando hacia la planta de arriba. En esta habitación no había riqueza alguna. No había mas que un silencio mortal, el ambiente viciado en enfermedad y en degradación, Los retratos eran de mujeres, todos de mujeres que el habitantes único y conocedor igualmente excepcional de esa habitación había tenido presente en su corazón. Era su particular museo. Museo de recuerdos sin fin cargados de dolor y de agonía. Un camastro recogía el cuerpo del casi difunto y unas sábanas de basto tejido, lino quizás o sencillo paño cosido en capas, cubrían como un sudario a la parodia de un hijo de a desgracia y del amor egoísta entre un hombre y una mujer. Sus ojos estaban casi en el punto final de su trayectoria como instrumentos de visión y se centraban en el techo. mas pinturas había también en el techo. Aberrantes y oscuras escenas en las que criaturas de divina belleza se peleaban de formas mil veces mas cruentas que en cualquier batalla. Esos ojos luchaban contra un sueño que lo llenaría poco a poco de pesadillas relacionadas con esas pinturas. Dentro de su corazón estaba seguro de que si dormía no despertaría nunca mas y la pesadilla se haría forme y mas que sentida en su alma. Una vela de potente llama alumbraba la estancia creando sombras avasalladoras que se cernían sobre ese hombre de carácter triste y de mirada cambiante, unas veces alegre, otras veces rabiosa y otras veces triste como la de una madre que ha perdido a su marido e hijos en alguna guerra sin nombre.
Negros ropajes se encontraban amparando la piel blanca y enferma de ese personaje extraño de mente extraña y castigada por los años. Los ojos se turnaban entre dos de esos lienzos malditos que lo atormentaban. En uno de ella se apreciaba a un grupo de mujeres de lo mas variopinto, en cuyos rostros e podía vislumbrar toda clase de ideales y de pensamientos, carácter y posturas en base a sus acompañantes. Mas la alegría y la fiesta era presente en esa pintura. Todas ellas comían comidas diferentes u en nada se parecían las unas a las otras. Los ropajes también eran distintos, desde las mas bastas y sencillas telas hasta los mas ricos encajes o las mas sensuales y eróticas sedas. Destacaban sus sonrisas, galantes y grandes, sinceras y luminosas. En sus ideas de locura y de delirio siempre se preguntaba si esas sonrisas habrían desaparecido con su presencia o si él había sido la condena de tales muertes. Una lágrimas resbalaba por su mejilla. miradas salvajes y tiernas, dulces y brillantes. Ni una sola gota de tristeza o apatía. Pensamientos atormentadores circulaban por su mente y en medio de todo eso frases sueltas, bellas y bonitas. Juramentos de amistad, juramentos de lealtad y de buenas acciones, de pervivir por siempre con ese lazo eterno. Nada permanecía ya de ese retrato.
El otro retrato mostraba esa misma mesa del lienzo anterior. Pero ahora solo quedaban 4 personas que se miraban con desconfianza. Seguían los tejidos bastos y las sedas si, pero las sonrisas habían desaparecido. Era doloroso ese retrato que tantos muchos habían pasado por alto cuando era visible antes las personas que visitaban el castillo. ninguna de esas personas había podido ver ni sentir la fuerza con la que desgarraba el corazón esa imagen de esas cuatro personas. Esas cuatro personas que lo eran todos para él y que nunca se aliarían por una causa común y de bien.
En medio de sus paredes, sin constar en planos ni planes, en ideas ni pensamientos, una habitación mas era la presente en la plana del medio entre las paredes centrales, ligeramente desviada a la izquierda con respecto al norte y mas bien tirando hacia la planta de arriba. En esta habitación no había riqueza alguna. No había mas que un silencio mortal, el ambiente viciado en enfermedad y en degradación, Los retratos eran de mujeres, todos de mujeres que el habitantes único y conocedor igualmente excepcional de esa habitación había tenido presente en su corazón. Era su particular museo. Museo de recuerdos sin fin cargados de dolor y de agonía. Un camastro recogía el cuerpo del casi difunto y unas sábanas de basto tejido, lino quizás o sencillo paño cosido en capas, cubrían como un sudario a la parodia de un hijo de a desgracia y del amor egoísta entre un hombre y una mujer. Sus ojos estaban casi en el punto final de su trayectoria como instrumentos de visión y se centraban en el techo. mas pinturas había también en el techo. Aberrantes y oscuras escenas en las que criaturas de divina belleza se peleaban de formas mil veces mas cruentas que en cualquier batalla. Esos ojos luchaban contra un sueño que lo llenaría poco a poco de pesadillas relacionadas con esas pinturas. Dentro de su corazón estaba seguro de que si dormía no despertaría nunca mas y la pesadilla se haría forme y mas que sentida en su alma. Una vela de potente llama alumbraba la estancia creando sombras avasalladoras que se cernían sobre ese hombre de carácter triste y de mirada cambiante, unas veces alegre, otras veces rabiosa y otras veces triste como la de una madre que ha perdido a su marido e hijos en alguna guerra sin nombre.
Negros ropajes se encontraban amparando la piel blanca y enferma de ese personaje extraño de mente extraña y castigada por los años. Los ojos se turnaban entre dos de esos lienzos malditos que lo atormentaban. En uno de ella se apreciaba a un grupo de mujeres de lo mas variopinto, en cuyos rostros e podía vislumbrar toda clase de ideales y de pensamientos, carácter y posturas en base a sus acompañantes. Mas la alegría y la fiesta era presente en esa pintura. Todas ellas comían comidas diferentes u en nada se parecían las unas a las otras. Los ropajes también eran distintos, desde las mas bastas y sencillas telas hasta los mas ricos encajes o las mas sensuales y eróticas sedas. Destacaban sus sonrisas, galantes y grandes, sinceras y luminosas. En sus ideas de locura y de delirio siempre se preguntaba si esas sonrisas habrían desaparecido con su presencia o si él había sido la condena de tales muertes. Una lágrimas resbalaba por su mejilla. miradas salvajes y tiernas, dulces y brillantes. Ni una sola gota de tristeza o apatía. Pensamientos atormentadores circulaban por su mente y en medio de todo eso frases sueltas, bellas y bonitas. Juramentos de amistad, juramentos de lealtad y de buenas acciones, de pervivir por siempre con ese lazo eterno. Nada permanecía ya de ese retrato.
El otro retrato mostraba esa misma mesa del lienzo anterior. Pero ahora solo quedaban 4 personas que se miraban con desconfianza. Seguían los tejidos bastos y las sedas si, pero las sonrisas habían desaparecido. Era doloroso ese retrato que tantos muchos habían pasado por alto cuando era visible antes las personas que visitaban el castillo. ninguna de esas personas había podido ver ni sentir la fuerza con la que desgarraba el corazón esa imagen de esas cuatro personas. Esas cuatro personas que lo eran todos para él y que nunca se aliarían por una causa común y de bien.
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