Se miraban a los ojos, profunda, tiernamente, acariciaban sus rostros con delicadeza extrema. Estaba él tumbado a su lado mirándola quedarse dormida y con delicadeza fue depositando unos pocos besos en su frente, caminando con sus labios por su piel hasta su mejilla. Ella tenía ese leve sonrojo que a él le encantaba y sinceramente no podía evitar buscar a toda costa. No sentía mas nada que una tranquilidad infinita, que ese tesoro que ella guardaba dentro era algo demasiado valioso para ser dañado por el mínimo error. No podía evitar recordar como empezó todo aquello que quizás nunca tuvo un comienzo definido pero que él guardaría en su mente por largo tiempo. Esas palabras que no salían de sus finos labios, de aspecto tan suave, que tanto cerca tuvo por las acciones de ella pero el temor y la inseguridad de él se aseguraron de que nunca llegaría a saborear. La indagación en recuerdos muy muy pasados. Ese primer recuerdo, un beso fugaz que ni siquiera había sido ella quien se lo había dado, pero en esas palabras no había celos, no había pena ni asco, había un sonrojo sincero en su rostro.
El caballero sonreía de forma suave y con una mirada perdida en el techo al recordar como ella había sido poco a poco motivo de sus pensamiento y en el tiempo que transcurría se daba cuenta el caballero de algo que la verdad lo preocupaba. Ella estaba lejos de su alcance, no física sino también espiritualmente. Él se consideraba demasiada poca cosa para que se pudiera aceptar por las buenas lo que ella quizás podría ofrecerle. Una mano sobre su torso para que no pudiera sentir las rápidas palpitaciones de su corazón. Su rostro apoyado mas tarde en su pecho y lentamente su mano acariciándole el cabello a esa criatura que no tenía mas defectos que el de una belleza digna de las mismas musas inspiradoras de los poetas y una inteligencia que podría avasallar a grandes genios de las artes las ciencias y las letras. Recordaba el caballero ese desmayo, ese desmayo que no despertó sus instintos oportunistas en la mas mínimo, que solamente aprovechó para aposentar ese cuerpo digno de estatua en un lecho en el cual se quedaron mirándose.
Sus conversaciones posteriores fueron mas tensas emocionalmente, el caballero estaba inseguro por el miedo y ese miedo ella quizás pudo verlo verlo pues al poco tiempo, o lo que al caballero le parecieron sencillos y humildes días con toda su corta extensión, ella dejó de aparecer. Como es esto posible? se preguntaba el caballero ¿como ha hecho ella tal fisura en mi duro corazón? Yo me prometí no sentir por nadie que mis pasos no pudieran alcanza, que mis alas no fuera necesarias y aquí estoy, deseando extender mis alas con los colores de ella. Esos colores...colores único que nadie mas sabía ni conocía, que solamente ella podía demandar y que si otra demandaba sería castigada con innumerables tormentos o al menos una severa negativa. Suspiros largos con dejes de lamento salían de los labios del caballero, que tenido en la cama no cesaba de pensar en esa ausencia que tenía a su lado, que lo atormentaba con mil pensamiento.
Se le había dicho que él estaba destinado a conocer a alguien muy cercano, de su territorio, pero nada se podía encontrar por esas tierras,,, húmedas y llenas de desvirtuosa maldad. Pensaba una y otra vez en todas las cosas que le había ducho, en todos los límites que había roto con y por ella. nada le salvaría de un error tal como el que cometió cuando esos labios lentamente rozaron su comisura. Un grito de rabia, un salvaje aullido cargado de una ira siniestra y autodestructora se escapó de sus labios. Mataría quizás por un solo beso de ella, o que diantres, exterminaría países enteros por su sola presencia ante su persona, lo que fuera por poder deleitarse con esos ojos oscuros, cargados de una inteligencia y astucia tremebundas, que podían atrapar los corazones de miles de seres con su sencilla y a la vez elegante y compleja presencia. Se negaba a si mismo la endiabladamente posibilidad del amor, el amor no existe o no al menos con las dos personas separadas. Pero él se conocía y la verdad es que no podía negar que en aquella noche una luz, un anhelo había atravesado su corazón. Cuan patético se sentía ese caballero que ni caballero era ya, que solamente ostentaba ese título por la votación de todas las maravillosas personas que lo creían con demasiados buenos ojos.
Y seguían los delirios miles de horas después, cuando los sueños ya se habían sucedido y muchos rostros habían pasado por su mente, por su cara, por su presencia física y espiritual. En medio de cada batalla, de cada lágrimas, de cada sinsentido de la vida él pensaría en alguna que otra ocasión en la vez que tuvo la oportunidad de una felicidad plena, o quizás temporal pero completa, sentir quizás el roce de su mano, el dulce canto de su voz, el sencillo acto de sus gestos, que poco a poco derretirían con ternura y calor cada una de sus fibras de voluntad, tesón, tenacidad, y sobretodo la templanza de su corazón. Imaginaba su cuerpo sí pero también imaginaba esa forma de sonreír, esa fina cintura, esas caderas dignas de ser movidas al ritmo del laud, del qanún o del nay.
Un suspiro y de sus labios salió el nombre de ella. Con reticencia, acercándose a ese lecho tan dulcemente perfumado con el aroma de su piel dejó en la almohada, ante la presencia durmiente de esa reina una pluma negra con irisaciones azul rey.
Y así dejo esta historia, en parte deseando que la lea, en parte deseando que nunca sus ojos toquen mi blogg... Temo lo que pase. Deseo que eso pase pero temo ser su puñal en vida y no poder cuidar eso tan especial que en una noche de invierno me dio calor por unos instantes con el sencillo recuerdo de su mirada.
*toma la pluma y la observa en silencio, esbozando una sonrisa interrumpida solamente por el acto de depositar un beso en ella* que dulce...
ResponderEliminarNo esperaba ver un comentario tuyo bella Jen... Eledhwen... largo tiempo llevaba esa pluma esperando tus labios.
EliminarEspero no incomodarle, caballero Trullen...
ResponderEliminarTu? incomodarme? jamás
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