Querida Musa:
Los días pasan sin que nada detenga este bello barco fantasma del que todos hablan pero que nadie conoce en profundidad. El rumbo de esa embarcación es ciertamente todo un misterio. Pero el rumbo de eso es algo que no quería mencionar en esta carta, Sino una escena que quiero contarte sin pelos ni señales. Que me despierta desde hace unos cuantos días empapado en sudor y pensamientos enloquecedores, obsesiones íntimas que no se como reprimir pero tampoco liberar pues el camino fácil no es posible cuando se trata de ti. Y es mas prefiero conservar cada pensamiento brillante e impoluto cuando tus ojos, tus labios, tu sonrisa, tus palabras llegan desde mi día en sombras hasta mi presente y lo convierten en una bella experiencia. No hay complejo que yo pueda exhibir u ocultar ante ti. Expreso filias y fobias por igual. ante tu persona sabedor de que cada íntima confesión, cada pequeño dato sobre mi persona no va a salir de esos preciosos labios que tanto anhelo ver moverse a veces cuando hablas. Los testigos de aquellos bellos momentos son únicamente los correspondientes lechos o bien las paredes, los techos y las grandes muestras de cariño en forma de valioso regalo con el que te obsequio cada vez que puedo. Y por ello, por el sencillo hecho de escucharme te narraré alguno de mis pensamientos en esta carta, aspectos que quizás te hagan alarmar un poco o a lo mejor no.
Tu presencia me calma los nervios y provoca en mi sensaciones de seguridad y de bienestar muy acentuadas. Son bellos esos momentos en los que cada segundo cuenta para mi como un tesoro. Cada palabra que dices trato de memorizarla en lo mas profundo de mi alma,de mi corazón para poder conocer el fascinante mundo que despliegas ante mis ojos. Un mundo grande y bello, lleno de matices y sobretodo verdadero de cabo a rabo. Un mundo en el que quiero dejar una agradable huella que sea siempre recordada con una sonrisa en caso de que algún día nuestros caminos se separen. Algo que la verdad no me gustaría que sucediera. Eres todo un mundo con el que asombrarse en la manera en que las aguas fluyen, los vientos hacen volar mi imaginación y tu presencia me tranquiliza y me tensa a tiempos iguales. Cuando eres tu la que me habla siento que todo pierde importancia, que lo bueno puede mejorar y que lo malo no existe, que hay paz ahí fuera, que todo estará tranquilo y que no hay tormenta que me tumbe. Eres fuerza y resistencia ante los malos elementos de la vida, una cadente canción en movimiento, un baile inacabado que invita a finalizar para volver a bailar otra nueva pieza que tenga el ritmo de un corazón.
Tu sonrisa me ilumina el peor de los días y lo hace parecer una liviana carga que llevar incluso entre mis plumas, entre aquellas alas que tanto desean protegerte de todo el mal que te acecha. A ti te quiero dar una buena protección de todo lo que te asuste y te de miedo, que te sientas segura entre mis brazos sin temores ni preocupaciones. Pretendo que en mi deposites toda la confianza que te sea posible, que sepas en tu interior que entre mis pálidos brazos puede encontrar un lugar seguro y cálido lleno de una fuerza que se alimenta de tu presencia y nada mas que de tus alegrías y de tus risas tan escandalosas y bellas. Entre mis brazos quiero contemplarte y poder deleitar mi vista con cada pequeño trazo que compone ese bello rostro el cual adoro de besar por las noches cuando duermes en mis sueños o quizás cuando alguna imagen de lo mas poética viene a mi mente y una sonrisa se posa en mi rostro. Porque me haces sonreír y me gusta hacerte sonreír cuando ese rostro se encuentra entristecido. Deseo que estés entre mis brazos como tu recuerdo está entre mis latidos de humilde y a un tiempo arrogante corazón. Cuando el camino te sea oscuro y las tinieblas te tiñan el alma piensa que cuando aparezcas el refugio de mis brazos estará mas que dispuesto a cubrirte con ternura y calor. Nunca temas a la oscuridad y jamás te sientas desprotegida, ahí mis brazos estarán para darte calor.
Mi corazón late vivo con una bella banda de color que incluye el rojo de la sangre entre otros bellos tonos. Sus latidos serán la mas reiterativa melodía que pueda escuchar tu oído cuando reposando sobre mi pecho nos cubra la luna con su blanquecino manto, embelleciendo a tu persona mas de lo que ya es. Cuando tu oído sienta los latidos de mi corazón piensa que es una nota dedicada a tu tranquilidad de una rápida orquesta con ritmo no muy constante que varia en función de lo cerca que tu estés. En este corazón corre una sangre que daría en su última gota por ti, hasta que la muerte me sobrevenga si con ello logro una sonrisa eterna. Escucha siempre que puedas y quieras mi corazón querida Musa, él te puede hablar de experiencias del pasado con retumbantes ecos llenos de emociones que siempre voy a plagar de alguna pequeña rima con la que endulzar tan amarga existencia que he tenido y con la que alegrar aun mas esos momentos en los que estoy contigo. Y en ese momento, cuando tus ojos estén cerrados, mis dedos acariciarán tu cabello lentamente y te brindarán la mayor tranquilidad jamás imaginada. Con esas caricias quiero ser la posada de tus sueños, el descanso de tu mente, el reposo de tu alma. Descansa sobre mi pecho querida Musa, descansa y brinda a Morfeo tu presencia en su mundo por unas horas. Descansa entre mis brazos como ahora mismo lo haces.
Escribo esto mientras duermes y te contemplo en paz y en silencio. Ahora mismo te estoy adorando con la mirada mas tierna que se pueda posar sobre alguien que no es humano. Porque vas mas allá de lo humanamente posible e imaginado por la propia evolución del mundo. Si te vieras con mis ojos verías a un ser único dotado de muchas virtudes que siempre me fascinaron, que habla y me atrapa, me mira y me hipnotiza, se sonroja y me enternece, llenando de ansias de protección mi determinación mas profunda. Eres capaz de provocar en mi la mas notoria sensación de bienestar y todos los pobres y ricos, buenos y malos, mujeres y hombres, saben que he hablado contigo gracias a mi sonrisa que resucita con mi presencia. Carezco de muchas cosas en este mundo pero las pocas que tengo en mi interior y que merecen llamarse a si mismas ´´buenas´´ no son gracias a la sociedad sino a ti, porque me impulsas a mejorar cada, como bien lo demuestran las Mïlmes que creo para ti en cada encuentro, en cada rosa que crece de una idea, de un elemento quizás, de una palabra o de algún gesto. Tengo la fuerza en toda su gloria cuando estás cerca de mi. No voy a pedirte que nunca te alejes, nunca podría pedirte algo así, pero si que quiero que tengas claro que tu presencia es importante para mi, inestimable y plagada de grandes cosas que no se pueden describir con palabras. Estás preciosa ahora mismo, acostada en mi pecho y seguramente escuchando los latidos de este corazón que trata de contener malamente a mis labios para no susurrarte mil deseos, palabras y poemas.
Tu cabello es muy bonito y sedoso, un bello tejido con el que se hacen los sueños. Me encanta como se refleja la luna en su brillo y en tu rostro. Hoy entra especialmente luminosa aquella a la que le has arrebatado el puesto junto a la brisa. Adoro verlo caer como una cascada sobre parte de mi torso y acariciarlo lentamente, concentrando todo mi pensamiento, toda la totalidad de mi concepto de frío o calor en ese suave y delicado manto que me abriga por las noches. Espero no despertarte algún día acariciando tu cabello, interrumpir tu sueño porque ello me supondría una falta grave. Y no puedo dejar de hacerlo porque es tan suave y bonito. Como tu rostro delicado y con esa preciosa piel que recubre toda tu bella alma, la cual algún día me gustaría sostener entre mis alas, con plumas de ternura, sinceridad y muchas otras sensaciones mas. No parecen molestarte mis caricias y es algo que agradezco, poder dedicar mis horas despierto a estar contigo dormida encima de mi, deleitarme con la suavidad de tu piel y el brillo de las estrellas que te guiñan el ojo enviando sus mejores deseos para que tus sueños sean placenteros. Me maravilla las noches a tu lado, el poder descubrir algún nuevo detalle de ti o a lo mejor sencillamente estar en tu presencia y tu en la mía, recubrir tu tentador cuerpo con mis alas y sentir aquellas formas demasiado apetecibles contra los mantos que te protegen del frío.
Hoy la noche es cálida. Estamos bien protegidos por las cristaleras que están medio abiertas y dejan salir y entrar la luz con total libertad. Te acaricia de caer un pétalo azul de la cristalera superior al cabello. Me encanta retirarlos, porque después con ellos puedo hacer aquellas flores que tanto gustan de ser parte de mi repertorio d obsequios únicos e irrepetibles. Y como ya dije, la luna entra en la habitación, golpeando con sus rayos de forma sutil unas cuantas campanillas diseminadas por aquí y por allá. El sonido es relajante hasta el punto de que yo también me estoy quedando dormido. Dormir contigo. Que gran honor. Para mi cada noche es una victoria contra el sueño que recibe como compensación haberte escuchado respirar calmadamente entre mis brazos mientras tu maravillosa mente viajaba por muchos lugares, quizás feos o lindos, eso ya me lo dirás tu cuando despiertes. Siento una especie de orgullo por mi mismo al poder ser de los pocos afortunados que te ven dormir, que sienten la respiración contra la propia piel, colándose por los poros y llegando a mi alma.
Parafraseando a un maestro me despido.
Al dormir, un sueño y una flor, un abrazo, un te quiero y un ´´Dulces sueños querida Musa...´´
Atte: Tu caballero alado, al cual encontrarás dormido cuando tu despiertes con una sonrisa en los labios.
Y aquel caballero dejó a la vista de su acompañante, cuando esta despertara, un bello detalle. Una rosa azul descansaba muy cerca de ellos, hecha con los pétalos que caían mágicamente desde aquel extraña y maravillosa cristalera.
domingo, 27 de mayo de 2012
viernes, 18 de mayo de 2012
El beso de la rosa
Las seductoras caricias de la brisa se hacían sentir a lo largo de aquella piel expuesta en toda su extensión, deseable lienzo sobre un campo de pétalos azules. Unos suaves labios sonreían mientras las caricias de la brisa eran acompañadas por una solitaria mano que se deslizaba como una sedosa tela. Aquel níveo pincel se deslizaba por una mejilla encendida por aquel vergonzoso pero tierno acto. No era miedo ni tensión lo que estaba presente en el aire. Una ternura fina y delicada se fue dejando sentir a través de unas yemas que parecían temerosas en cada roce de producir algún daño irreversible a esa milagrosa criatura llegada de los cielos. Muy pegados se encontraban los dueños de pinceles y lienzo. Sintiéndose los alientos mutuamente, bailando boca con boca pero sin llegar a un íntimo contacto que pudiera desencadenar todos aquellos acontecimientos maravillosos. Estos tendrían que esperar un poco mas aunque una pequeña muestra de abiertos sentimientos se hizo presente en un contacto lento, muy suave, con nerviosismo. Ella estaba nerviosa, algo temblorosa pero no debía de moverse. No si no quería estar completamente descubierta ante aquel que la miraba con la pasión en los ojos y la delicada y extrema ternura en los dedos. Las miradas se encontraban y los delicados dedos se posaron por un momento en aquellos dulces labios, fuente de dulces susurros dichos siempre en una intimidad negra y cálida.
Los dedos se deleitaban con la profunda respiración que poco a poco se aceleraba, emitida por aquellos labios tan dulces que siempre le regalaban cordura en la locura y risas en la tristeza. Adoraba adorarlos con pensamientos y rápidas respiraciones en medio de la entrega mas incondicional a los sentidos y el abandono absoluto de la razón y la lógica. Los labios de movían intercambiando un susurro o dos antes de dedicarse al silencio en medio de unas caricias que se asemejaban a esos efímeros tributos llenos de valerosa y a la vez emotiva confianza. Aquella confianza siempre era una transformación cíclica de terciopelo que poco a poco se diluía en el fuego mismo. Las manos exploraban el cuerpo del otro siempre. Pero aquel siempre no se llevaría a cabo aquella noche. Todo estaba perfectamente orquestado para que esa noche fuera diferente. Un suave roce precedió a un camino muy suave, lento, tortuosamente lento, de una mano que acariciaba cada poro de una suave mejilla. En un lento descenso los dedos iban memorizando casi cada trazo de aquel bello lienzo hecho obra de arte de carne y hueso. La luna contemplaba como cada centímetro era secretamente devorado por aquella mano pálida, sencilla, muy sutil a la hora de dejar pequeños tributos en piel ajena. Pero aquella piel era casi como la propia piel con la que se había criado solo que son conocerla en su totalidad. Los pequeños roces guiaron a los dedos hasta fino y elegante cuello, capaz de lucir las mas bellas joyas.
En aquel cuello se apreciaba una piel mucho mas fina, frágil, de sencilla y tentadora rotura mediante las artes amatorias de un ser dedicado a la ingesta de ese líquido carmesí. A ese suave y moreno manto de elástica fragilidad siguió las aceleradas palpitaciones de un sinuosos río que acompañaba a cada latido de su corazón con un sube y baja de ese bello y azulado camino. Aletargados por las palpitaciones, los dedos se demoraron en su camino unos segundos disfrutando de una suave sintonía inaudible. Los únicos privilegiados capaces de deleitarse con el ritmo de aquella maravillosa música eran esos dedos perezosos. Al otro lado de aquel cuello, tras despedirse de aquellos pétalos deseados y complacientes, unos labios se fueron deslizando por una mandíbula que se mantuvo estática antes de liberar un suspiro de placer en medio de las constantes donaciones de ternura a la piel recorrida y futuramente por recorrer. Era deliciosa la sensación del deseo en el ambiente, de sentir que podría morderla de deseo, de devorarla a besos en un acto irrefrenable de pasión, pero la lentitud implícita en cada gesto aumentaba las llamaradas que latían por salir en medio de profundos movimientos. Aquella piel se estiró lentamente, símbolo del disfrute que experimentaba aquella criatura divina, proporcionando mas espacio. Aquellos labios recién emancipados de esa tierna boca que dejaban atrás una despedida en forma de susurro y suspiro se demoraron en aquel cuello elegante y fino, al que gustaba de adorar con toda su sutileza cuando la luna era el único testigo.
Como una sombra que se deja vencer por el amanecer, los dedos fueron bajando lentamente, continuando aquella larga pincelada exploradora. Con una ternura que no dejaba lugar a dudas de unas emociones muy intensas, los suaves dedo fueron desfilando humildemente, con extrema delicadeza entre dos bellas colinas. Su firme busto subía y bajaba por obra y gracia de la respiración que poco a poco se había acelerado. Una nueva parada para reflexionar sobre lo maravilloso de aquel cuerpo al son de los latidos de aquel corazón tan lleno de vida. Sus miradas se cruzaron por un momentos. la visión de aquellos ojos le suponía extasiarse y crecer mas y mas en su determinación de infligir el mayor placer posible a cada centímetro de aquella piel. Con mas soltura aquellos dedos fueron remontando una de las cálidas y blandas colinas que tenían a ambos lados. Las miradas no se separaban mientras unos suavemente masajes se hicieron sentir, adorando aquella piel, tacto, textura, todo. Con una sonrisa los labios de nuevo se rozaron en un gesto de compañía de tierna entrega. Una vez alimentada el alma, de nuevo los labios comenzaron su recorrido en pos de aquellos dedos a los que perseguía y que dominaba poco a poco como señores feudales bondadosos y magnánimos aquella construcción que daba forma a una obra hecha de perfección. Bajando suavemente y llegando a su siguiente destino los labios se cernieron con mimo y prestancia pero con el máximo cuidado de no cometer herejía sobre aquella Dulce cumbre que regalaba un sabor intenso y a la vez muy refinado. Dedos y labios se alimentaron lentamente, con fruición, con disfrute de cada gesto que regalaban a aquel lienzo en el que pintaban las ideas y los deseos de un ser que estaba perdido en las alturas cuando ella asomaba con su luz. Aquel destino dual estaba siendo besado, acariciado, masajeado y adorado en todo tipo de gestos que reivindicaran la correcta forma de como habitar a lo largo de aquel mundo maravilloso hecho de piel morena. Aquella breve escaramuza fue breve pero avivó las llamas de la pasión y lentamente la boca se cernió sobre el último tramo del recorrido.
A través de su vientre fue desfilando fiel a un camino, a una peregrinación que tenía por recompensa un fuerte y sensual concierto de sonidos mas bellos que cualquier otra melodía clásica. Los labios llenos de pecado de él se fueron abriendo para dejar paso a la punta de una lengua que se tornaba mas cálida y dejaba a su paso un rastro de calor y deseo impregnado en cada poro de aquella llanura, plana extensión y precedente de una bello destino. Para saciar la sed, un pozo esperaba a que aquella lengua, seguida de unas manos que se dedicaban a caricias y masajes por los lugares ya recorridos, recordando una y otra vez las sensaciones y sabores recibidos momentos antes. El cruel amante miró los ojos de aquella que encendía su deseo y las miradas de nuevo se conectaron mientras la lengua hacía lentos y pausados círculos alrededor antes de hundir la lengua poco a poco, como un líquido espeso y rojo que se vierte sobre aquel pequeño fondo y lo deleita por un segundo antes de retirarse tranquilamente. Los ojos de ella le regalaban un bello espectáculo donde aprender las artes del placer. las manos le regalaban caricias a lo largo de su cuerpo, sin desmerecer a ninguna parte, tratando con igualdad y justa pericia cada terminación nerviosa, cada poro y cada célula que componían ese bello manto moreno que cubría el alma mas maravillosa que nunca hubiera conocido. No se supo el momento en el que de nuevo la lengua, los labios, aquella boca ávida de cometer los mas puros actos de complacencia y fogosidad se sintió saciada, con energías suficientes para poder continuar el muy corto trayecto que restaba a un encuentro entre mortal y templo de placer.
Un pequeño trecho le separaba de su destino final, protegido por una improvisada guardiana, esencia con mil significados. Solitaria, con un pequeño tesoro bajo los pequeños mantos azules que la componían, una rosa recibía a ese caballero. Pasiva e ignorante de aquel importante tesoro, la elegante protectora recibió unos labios que largo y agradable camino habían experimentado. Esos afortunados caminantes que tanta ternura trataban de desprender cuando peregrinaban a ese deseado destino se elevaron unos centímetros desplegando una suave capa de cálido aliento sobre la piel y las miradas de nuevo se encontraron. El espectáculo de su mirada era algo digno de recordar por varias vidas seguidas. Un poco mas de entrega, apenas una gota y aquellos pétalos azules presionaron ligeramente, de forma sutil una zona llena de magia, de posibilidades infinitas. Con cautela, la rosa, admitiendo aquella presencia como la idónea, se retiró lentamente, dejando paso a aquellos afortunados peregrinos, que poco a poco comenzaron un baile de roces y suspiros sobre un delicado y moreno manto al amparo de la noche.
Norte contra Sur,
mirada contra mirada,
una bella noche
así comenzaba.
Desnudos los cuerpos
entregando sus almas.
lunes, 14 de mayo de 2012
Poema a Eledhwen
Oh tierna caricia de nocturnidad
que llenas mi alma y la haces inspirar
En un rebrote de ternura y paz
todo lo contrario a mi triste faz
Luna brillante, espejo del pasado
de presente y futuro ansiado
reposo a la vista del calmado
háblame de ella por favor
Siervo de una verdad
De cálido y suave fervor
bebedor de sinceridad
Así soy y así me quedo
Ella hace del canto
del pájaro y del grillo,
del susurro del viento
de la mirada felina
su gran confesora.
De secretos y tesoros
son sus palabras íntimas,
luces lanzadas al viento,
Hundidas en olvido y mutismo
que nunca crearán un ritmo,
Mas valiosas que el vivir en paz
Luna soñada por las pieles amantes
creadora de baladas sin reproches
Si este poemas llegara a sus oídos
Que en medio de la mañana,
que una sonrisa la colmara
Suave testigo de una victoria
que no deje lugar a dudas
que no me reduzca a escoria.
viernes, 11 de mayo de 2012
Neko
Con la mofa y displicencia acompañando en armonía a su elegancia, una figura sombría, camina cerca de una ventana. Observa, quieto como una pequeña mancha de negro sobre negro en aquella noche oscura, el interior de una habitación llena de luz, huidiza al abrazo de la nocturna sábana de seda negra que envuelve los cielos por encima de su cabeza. Sus ojos, ignorantes de la ceguera sufrida por otros animales, escudriñan mirando cada detalle. Las ricas y valiosa vasijas o bien los tapices de gran coste, las altas estanterías repletas de saberes y fantásticos mundos. Las manillas de un reloj se mueven a su constante tic tac, anulando la posibilidad del silencio total en su menester por informar sobre el transcurso cronológico del día. Una gran alfombra da calor a los pies descalzos que en su momento pudieran pisar aquel suelo hecho del mas puro y valioso ébano, una madera noble y cara como otra cualquiera pero escogida a conciencia para poder serle útil a los escasos visitantes de aquel cuarto. Largo era el camino que a sus espaldas deja el felino invasor, el cual se ceñía a una mera observación. Se avecina una tormenta y lo cierto es que uno de los pequeño huecos de aquella alta torre no prometía mayor refugio. Sentado sobre las patas traseras, cola enroscada pero en ristre como arma presta al combate, se confió a la fortuna para que la entidad que habitara tan rico lugar se conmoviera con quien en su morada guarecimiento le diera.
El viento aumenta su velocidad y las nubes parecían arremeter con mas fuerza que nunca en aquel lugar tan lleno de paz habitualmente. El solitario caminante de la noche se dispuso a recibir todo el impacto del viento cuando la ventana, momentos antes frente a él y ahora a su espalda pues la cabeza tenía girada hacia el apocalíptico cielo, se abrió de golpe y una mano de cálida lo agarró con la ternura de aquellos que son acompañados en el tránsito de la vida a la muerte tras el cumplimiento de una infinidad de buenas obras. Ni resistencia se molestó en poner y ciertamente el regazo en el que se acomoda era de lo mas agradable. Pocas posibilidades tenía: la tormenta o la agradable desconocida que lo guía al interior de la estancia. Lejos, acompañante generosa y visitante nocturno de oscuro pelaje deja de lado aquella ventana mientras un sablazo de luz hendía la oscuridad por una mínima porción de lo que podría ser un apasionado o pasivo segundo. Ni un ruido se desprendía de cada paso dado sobre aquella gran alfombra procedente de algún país de Oriente. En ella está representadas algunas imágenes o escenas mostrando cacerías y batallas de alguna civilización perdida, castigada por Dios o por el diablo a una longeva y larga penitencia en el olvido a excepción de aquel manto, tejido exquisitamente y con gran detalle. No se hace de rogar la siguiente joya o exquisita pieza de arte en llamar la atención de aquel afortunado felino. Aquel breve vuelo entre esos brazos tan frágiles que acompañan a a una silueta esbelta toca a su fin cuando sus patas dan contra algo blando, mullido, lo que supone una excelente bienvenida a tierra firme. Unas palabras llegan a sus oídos pero no les hace mayor caso. Nadie le sugiere ni le da órdenes y poco le importa cuan afectados o alegres estén los demás. Sobre sus cuatro patas, el pequeño peregrino advierte el sustento del camastro que lo soporta. Unas finas lineas negras recorren el mar azul rey que suponen el color dominante de aquellas sábanas.
Como señor del lugar, su decisión lo lleva a caminar por ese pequeño cuadrángulo hasta que encuentra uno de los límites de aquella cama de lo mas apto para que el salto sea lo mas sigiloso posible. Sin pensarlo se dispone a explorar la estancia, amplia en toda virtud de bienes materiales pero también llena de algo que parece escaparse a su gran genio y su astucia. No es el aroma de pescado o comida lo que detecta pero ciertamente parece que está instalado como si fuera parte de aquel valioso mobiliario. Este ingrato y salvaguardado inquilino no se percata hasta que sus bigotes le avisan de la presencia de una segunda entidad a su espalda, por la cual comienzan a deslizarse unos dedos fríos. Parecen deleitarse sobremanera con aquel suave manto de oscuridad que cubre a un alma incomprendida por la sociedad y algunos vendedores de pescado. El gato contempla aquellos ojos llenos de poder. Sus grandes ojos amarillos parecen tratar de escudriñar aquello que late dentro de esos profundos orbes que se parecen a los suyos, no en color sino en misterio. En ambas expresiones ni un músculo se mueve, la seriedad se enfrenta a una sonrisa cargada de intenciones solamente conocidas por su portadora. El resto del cuerpo de aquella dama de elegante proceder no se mueve un milímetro y los dedos son lo único que parece señalar que lo que se encuentra tumbado en la cama no es una estatua de alguna deidad. Los instintos animales llevan a ese animal a proceder a un salto que le lleva al suelo de mármol blanco mas cuidadosamente escogido en el mundo. Sus patas ignoran ese detalle como es debido por aquellos que abrazan la forma de tales animales y dirigen a aquel ser tan curioso hacia un extraño y negro montículo, el cual salta agilmente no sin antes escuchar los constantes y profundos sonidos de respiración que emite. Su enorme y bella congénere alza ligeramente la cabeza y ambas miradas se encuentran, finalizando el contacto visual un sonido metálico y la visión de una dama, extrañamente cerca de la gran pantera, ambas irradiando aquella aura de poder que parecía ir mas allá de lo entendible por la mente de los simples humanos.Sin mas continuó caminando.
Las arenas del tiempo lo llevan de nuevo a pasear por entre grandes columnas dignas de sostener el templo de alguna antigua diosa dedicada a la colección de conocimientos de toda índole. Entre esas columnas se estuvo paseando hasta que una mesa llamó su atención proponiendo el reto de subirla sin causar el mas mínimo alboroto. Aquello hace y logra, encontrándose con dos ojos azules plagados de la mas pura e ignorada inocencia. El sobresalto plasmado en el rostro de aquella bella dama no es mas que otra prueba de la profunda concentración en la que se hallaba momentos antes. Con fascinación y el consentimiento de aquel improvisado señor tan afortunado y bien atendido, los delicados y cálidos dedos de la pequeña y joven dama se deslizan con inesperada gracia por aquel sombrío recubrimiento de corto y suave pelo. Una sonrisa blanca y luminosa cubrió aquel rostro angelical que parecía dispuesto a prestar ayuda a quien la necesitara en todo momento. Los ojos de la dama se desviaron de nuevo para poder continuar la lectura pero una improvisada y molestar zarpa se interpone entre la historia de una región perdida de algún mundo imposible de concebir en maravillas y su lectora. Lejos de todo enfado, dos manos y una sonrisa tomaron el cuerpo del gato junto a sus maullidos de exigencia y molestia para que reposara en un refugio que parecía seguro aunque no por mucho tiempo. Cuando ya había dilucidado que tal exquisito lugar era el primero que había visitado sus patas nada mas ser rescatado de la tormento que en aquel momento arreciaba, fue depositado de nuevo en la cama u no tarda en advertir la presencia de una figura tumbada.
Lamento de una sonrisa que agonizaba, una triste mujer estaba en ese momento ocupando uno de los laterales de la cama. Aquel gato recuperó el ápice de humanidad que había perdido en el largo camino hasta llegar ahí. Los mas elegantes movimientos lo acercan hasta donde el rostro armoniosamente tallado de aquella deidad caída del cielo, el cual reposa sin ánimo de descanso, incluso con algo de temor, sobre la almohada, que es a su vez un paño de lágrimas y un confesor de angustias y temores. Resuelto en su camino, sus patas lo posan con toda seguridad y confianza sobre el pecho de aquella criatura triste que debía de sonreír para mantener al mundo con la luz necesaria, algo que aquel indiferente y displicente señor de la noche conocía y luchaba por ello. Los delicados dedos, de gran calidez y excelentes maneras y procederes se deslizan lentamente por aquel abrigo que aquella noche se está ganando la fortuna merecida de toda una lluvia ininterrumpida de caricias y agasajos a su particular y noble presencia. Dejando a un lado toda superioridad que resulte molesta a propios y extraños aquel gato se deja acariciar suavemente, con delicadeza. Ella es una especie de oasis de tranquilidad en medio de la calma que a su vez se encuentra en medio de una tormenta. Sus ojos permanecen tristes. Quizás pensativos y eso molesta al afán de protagonismo de aquel oscuro caballero de cuatro patas y bigotes que hace valer su presencia mediante un maullido. Ella susurra unas palabras teñidas en tristeza y preocupación. Unas palabras negras que llevarían a locura y tristeza a muchos honrados caballeros que darían la vida por salvarla o se hundirían en el intento. Él, por supuesto iba mas allá de todos esos sencillos humanos. Confiado a lograr sus propósitos, un ligero ronroneo penetra en aquellas orejas decoradas con extrañas piezas de metal y el sueño poco a poco se comienza a apoderar de ella, de esa bella dama a los ojos de los humanos y una fascinante acariciadora para ese tenebroso peregrino de orejas y ojos muy agudos.
Al amparo de una noche filosa en su violencia. acerada en su frío y temible en su desenlace para que el que no se encuentre refugiado, la calma poco a poco se establece entre las nubes, los cielos dejan de llorar la tristeza de aquella excelsa criatura que puede mover mundos enteros de emociones con un solo gesto y motivas suspiros de los mismos bosques de Gaia. Las nubes, esas flotantes bailarinas de los cielos poco a poco iban dejando paso a las estrellas y la Luna que se cierne sobre aquella torre del castillo con sus rayos de plata. Los que la dama durmiente ignora es que aquella luz extraña y fría desgarra la ocultación de una presencia que poco a poco toma la forma de un cuerpo dejando atrás de un pelaje negro para revelar a un sencillo hombre dotado de lo que algunos nombran por gran genio e imaginación y otros sencillamente ignoran o desconocen por querencia del mencionado. Unos pálidos dedos armados con una rosa azul firme pero flexiblemente agarrada pasea sus pétalos por un bello rostro moreno que reposa cerca del suyo. Tumbándose a su lado y envolviéndola en un gesto y abrazo protector, el antes gato y ahora y ahora protector nocturno susurra en su oído palabras desde un corazón que arde con el fuego de la pasión, crece con la fuerza de la verde y frondosa Gaiay se encuentra en perlada paz cuando ella se encuentra cerca.
Como señor del lugar, su decisión lo lleva a caminar por ese pequeño cuadrángulo hasta que encuentra uno de los límites de aquella cama de lo mas apto para que el salto sea lo mas sigiloso posible. Sin pensarlo se dispone a explorar la estancia, amplia en toda virtud de bienes materiales pero también llena de algo que parece escaparse a su gran genio y su astucia. No es el aroma de pescado o comida lo que detecta pero ciertamente parece que está instalado como si fuera parte de aquel valioso mobiliario. Este ingrato y salvaguardado inquilino no se percata hasta que sus bigotes le avisan de la presencia de una segunda entidad a su espalda, por la cual comienzan a deslizarse unos dedos fríos. Parecen deleitarse sobremanera con aquel suave manto de oscuridad que cubre a un alma incomprendida por la sociedad y algunos vendedores de pescado. El gato contempla aquellos ojos llenos de poder. Sus grandes ojos amarillos parecen tratar de escudriñar aquello que late dentro de esos profundos orbes que se parecen a los suyos, no en color sino en misterio. En ambas expresiones ni un músculo se mueve, la seriedad se enfrenta a una sonrisa cargada de intenciones solamente conocidas por su portadora. El resto del cuerpo de aquella dama de elegante proceder no se mueve un milímetro y los dedos son lo único que parece señalar que lo que se encuentra tumbado en la cama no es una estatua de alguna deidad. Los instintos animales llevan a ese animal a proceder a un salto que le lleva al suelo de mármol blanco mas cuidadosamente escogido en el mundo. Sus patas ignoran ese detalle como es debido por aquellos que abrazan la forma de tales animales y dirigen a aquel ser tan curioso hacia un extraño y negro montículo, el cual salta agilmente no sin antes escuchar los constantes y profundos sonidos de respiración que emite. Su enorme y bella congénere alza ligeramente la cabeza y ambas miradas se encuentran, finalizando el contacto visual un sonido metálico y la visión de una dama, extrañamente cerca de la gran pantera, ambas irradiando aquella aura de poder que parecía ir mas allá de lo entendible por la mente de los simples humanos.Sin mas continuó caminando.
Las arenas del tiempo lo llevan de nuevo a pasear por entre grandes columnas dignas de sostener el templo de alguna antigua diosa dedicada a la colección de conocimientos de toda índole. Entre esas columnas se estuvo paseando hasta que una mesa llamó su atención proponiendo el reto de subirla sin causar el mas mínimo alboroto. Aquello hace y logra, encontrándose con dos ojos azules plagados de la mas pura e ignorada inocencia. El sobresalto plasmado en el rostro de aquella bella dama no es mas que otra prueba de la profunda concentración en la que se hallaba momentos antes. Con fascinación y el consentimiento de aquel improvisado señor tan afortunado y bien atendido, los delicados y cálidos dedos de la pequeña y joven dama se deslizan con inesperada gracia por aquel sombrío recubrimiento de corto y suave pelo. Una sonrisa blanca y luminosa cubrió aquel rostro angelical que parecía dispuesto a prestar ayuda a quien la necesitara en todo momento. Los ojos de la dama se desviaron de nuevo para poder continuar la lectura pero una improvisada y molestar zarpa se interpone entre la historia de una región perdida de algún mundo imposible de concebir en maravillas y su lectora. Lejos de todo enfado, dos manos y una sonrisa tomaron el cuerpo del gato junto a sus maullidos de exigencia y molestia para que reposara en un refugio que parecía seguro aunque no por mucho tiempo. Cuando ya había dilucidado que tal exquisito lugar era el primero que había visitado sus patas nada mas ser rescatado de la tormento que en aquel momento arreciaba, fue depositado de nuevo en la cama u no tarda en advertir la presencia de una figura tumbada.
Lamento de una sonrisa que agonizaba, una triste mujer estaba en ese momento ocupando uno de los laterales de la cama. Aquel gato recuperó el ápice de humanidad que había perdido en el largo camino hasta llegar ahí. Los mas elegantes movimientos lo acercan hasta donde el rostro armoniosamente tallado de aquella deidad caída del cielo, el cual reposa sin ánimo de descanso, incluso con algo de temor, sobre la almohada, que es a su vez un paño de lágrimas y un confesor de angustias y temores. Resuelto en su camino, sus patas lo posan con toda seguridad y confianza sobre el pecho de aquella criatura triste que debía de sonreír para mantener al mundo con la luz necesaria, algo que aquel indiferente y displicente señor de la noche conocía y luchaba por ello. Los delicados dedos, de gran calidez y excelentes maneras y procederes se deslizan lentamente por aquel abrigo que aquella noche se está ganando la fortuna merecida de toda una lluvia ininterrumpida de caricias y agasajos a su particular y noble presencia. Dejando a un lado toda superioridad que resulte molesta a propios y extraños aquel gato se deja acariciar suavemente, con delicadeza. Ella es una especie de oasis de tranquilidad en medio de la calma que a su vez se encuentra en medio de una tormenta. Sus ojos permanecen tristes. Quizás pensativos y eso molesta al afán de protagonismo de aquel oscuro caballero de cuatro patas y bigotes que hace valer su presencia mediante un maullido. Ella susurra unas palabras teñidas en tristeza y preocupación. Unas palabras negras que llevarían a locura y tristeza a muchos honrados caballeros que darían la vida por salvarla o se hundirían en el intento. Él, por supuesto iba mas allá de todos esos sencillos humanos. Confiado a lograr sus propósitos, un ligero ronroneo penetra en aquellas orejas decoradas con extrañas piezas de metal y el sueño poco a poco se comienza a apoderar de ella, de esa bella dama a los ojos de los humanos y una fascinante acariciadora para ese tenebroso peregrino de orejas y ojos muy agudos.
miércoles, 2 de mayo de 2012
Un bello amanecer
Por una suave ladera desfilaban unos dedos pálidos que lentamente ascendían por aquel sinuoso camino de piel tan exquisita. Al frente se podía apreciar perfectamente un bello amanecer. Aquellas caderas y el hombro de esa mujer se movieron ligeramente como advirtiendo la presencia de una sosegada pincelada que se extendía por su cuerpo de divina criatura creada a partir de luz y perfección con una pizca de humanidad para darle mas emoción a su existencia y proceder. Las luces de la mañana arrancaban destellos en todos los rincones de aquella habitación bellamente decorada. Los cuadros y los libros se encontraban en sus respectivas paredes y estantes. Las mil batallas y aventuras, las cientos de formas de curar una cosa o coser otra (a excepción de quizás un corazón roto) o todas las plantas existentes en una región perdida de nombre solo mencionado en esos manuscritos estaban siendo testigos junto a ese hombre tan afortunado del despertar de esa belleza de grandes ojos y suave piel, la cual aquellos pálidos pinceles acariciaban poco a poco. Aquella mano poco a poco se fue deslizando a un vientre plano y descendió poco a poco, acentuándose así la sonrisa de esa dama de gran elegancia a la que deseaba con todo su cuerpo y pasión. El recuerdo de aquellas caderas lo hizo estremecer cuando rememoraban el movimiento tan sutil con el que deleitaba en danza de fuego a esa preciosa criatura divina.
Unos labios no muy tiernos y quizás algo torpes que solamente se volvían expertos cuando se trataba de su piel se posaron como un ave cansada en busca de reposo en aquel hombro descubierto y acariciando por la brisa que entraba de los grandes ventanales que tenían al frente. El sol comenzaba a asomar mientras las pieles se pegaban un poco mas. aquella mano que se encontraba en tan bello campo de entrenamiento para una lengua ávida de esencias y sabores varios procedentes de aquel cuerpo presionó mas la piel morena invitando a un acercamiento que aproximara mas los cuerpos. Las pieles poco a poco se fueron rozando mientras aquellos labios, ya descansados se hicieron ese habitual camino por un fino y elegante cuello, despertando a aquella piel cuya dueña tanto anhelaba en momentos de noche con luna eterna como la pasada hacía unos escasos minutos antes de la salida del astro rey. No supieron aquellos labios impregnar de mas ternura y adoración cada beso que daban. Cada roce era un tributo de ese fiel siervo que conducía aquellas aves bastante escuálidas por esa pequeña pero tentadora extensión. Como recompensa aquella piel se erizó de forma sutil y una fina y delicada mano se aproximó a aquella que invitaba al resto del cuerpo a acercarse, entrelazándose ambas en un gesto de comunión, de entendimiento, apoyo y confianza. Un lobo soltaba el último aullido de aquella noche que ya moría para irse con su manaba en el justo momento en el que dos ojos llenos de una adoración inhumana o quizás por ser adoración demasiado humana recorrían aquel perfil que le presentaba ella junto al resto del cuerpo.
A sus ojos de hombre ciego y sencillo era la visión mas bella del mundo. Su cabello, envolvente manto de noche, se encontraba disperso en múltiples direcciones cubriendo porciones de aquel ídolo de placer y bella emociones y sentimientos. Un busto firme y muy bien dispuesto a caricias y otros tributos en medio de aquella noche que ya había finalizado era cubierto por aquel velo de nocturnidad, esa seda que se rompía en miles y miles de hebras exquisitas y brillantes. A ello le seguía su vientre que en esos momentos se encontraba acompañado de aquellas manos entrelazadas y las cuales no parecía que se fueran a separar por nada del mundo ya que se debían mutua compañía tras mucho tiempo separadas. Seguidamente venían aquellas piernas dotadas para un bello baile que mantener y al cual le seguiría otro y otro. Los movimientos sutiles en cada paso o bien la mas fiera rapidez estaban mas que absorbidas por aquellas piernas que a veces con pasos insinuantes acercaban al resto de aquella criatura cerca, muy cerca de él y lo hacían poner nervioso. Y sus pies eran la base de aquella deidad que debían de hacer crecer senderos de luz por donde quiera que pasaran pero quizás por capricho o casualidad tal efecto no era posible aun a pesar de toda la divinidad que a ojos de ese hombre ciego parecía irradiar la elegante dama. Por la retaguardia se destacaba una espalda elegante, perfecta para esos vestidos que insinuaban pero no enseñaban, la cual encantaría de masajear una y otra vez o de acariciar con mucha suavidad con manos y labios. Sus hombros también muy elegantes y llenos de gracia estaban perfectamente creados para poder sujetar las prendas mas elegantes del mundo ya fueran sedas o terciopelos aunque nada le sentaba mejor como verse descubiertos aquellos hombros por parte de esas sábanas de satén azul tan frío pero que motivaba al roce y al cariño entre aquellos seres únicos.
A sus ojos de poeta veía la representación de un ser casi perfecto, de una poesía hecha carne y hueso con la que mezclar una esencia junto a otra. Veía pétalos en toda la extensión de su cuerpo que debían de ser llenos en su entregada medida de tributos en forma de labios de amante y suspiros de enamorado. Su piel era toda una Rosa Morena que trataba en todo momento con máxima delicadeza en cada gesto que ejecutaba, en cada roce. Aquellos labios eran otros dos pétalos que se separaban para desvelar el tesoro incalculable de su sonrisa. El sol en ese momento los acariciaba con la misma ternura con que los labios de aquel afortunado se pasaban por su hombro ascendían por aquel cuello tan elegante capaz de lucir en todo su esplendor las joyas mas variadas y merecidas a esa mujer, a la dueña de aquel lugar creado para ella, ese rincón de intimidad y secretos como el que les unía a ambos. Las manos entrelazadas fueron ascendiendo hasta la zona de ese palpitante corazón el cual expedía la música mas maravillosa junto a su respiración y el sonido de su risa. Porque ella era divina elegancia en cada gesto, era brisa en cada respiración, una melodía que estaba en constante movimiento, un manantial de emociones cuando la miraba a los ojos y la mas compleja y fascinante construcción dedicaba al placer cuando se unían el uno al otro. Ella era luz y sonrisas, era lo que él hacía mucho que dejó de ser y que con ella cerca se atrevía a resucitar. Podía crear a partir de la visión de aquel cuerpo expuesto en todos los sentidos de la palabra un mundo lleno de sensaciones, emociones y sentimientos que convergían en un abanico de color. De un color muy suave y fino, elegante a la par que deseado por aquellos ojos. Sus ojos de poeta veían a aquellas poesía con forma humana sonreír en ese momento y el corazón desplegaba sus alas para poder volar a lo mas alto en una danza eterna junto a aquella demostración de magia en el mundo hecha persona.
Aquella blanca sonrisa se extendió un poco mas cuando unos labios presentados en pocas ocasiones ante la gloria de aquellos tan tiernos y dulces como eran los de ella poco a poco se acercaron por la elegante linea de su mandíbula recorriendo esta con mimo y mucho deseo de fundamentar los preceptos por los que esa sonrisa saliera cada mañana y se ocultara solamente al anochecer, cuando se envolviera en sueños bellos donde continuar aquel bello y apasionado encuentro donde lo habían dejado tras una explosión de placer indescriptible. Cada gesto era bañado por una delicada muestra de un alma que estaba profundamente arraigada en una gran parte de si misma a aquella mujer que le prestaba tantas bellas razones por las que sonreír. Se sintió encantado de ver como aquel rostro giraba y mostraba su expresión de tranquila felicidad mezclado con un nerviosismo incipiente. Aquel terso y tierno rostro mostraba esos ojos en los que veía tantas cosas y que expresaban muchas otras sensaciones que aquel corazón emulaba de forma constante, el cual se dejaba llevar tantas veces por la música o la imagen misma a interpretar. Veía un universo entero en aquella mirada que podía fundir la alegría y la esperanza en un sentimiento aun mas intenso que la luz de un sol que se encontrara en plena flor de la vida. Las miradas se encontraron. Las ternuras y los afectos se abrazaron en ese mismo río de bellas sensaciones que él trataba de transmitirle no con palabras sino con gestos a aquel y excelente motivo para vivir. la frente de él, que se había incorporado levemente y se inclinaba sobre ella, se posó sobre la frente de ella,. Una pequeña sonrisa aun mas alegre asomó cuando las miradas de nuevo coincidieron y los finos dedos de una mano mas libre que su hermana aprisionada por los blancos y cálidos dedos de ese caballero se dirigieron a aquel rostro castigado por las malas experiencias para acariciarlo suavemente. Lo que ya no era un rostro de piedra giró levemente para besar esa palma que horas antes se había entregado a acariciar el resto de su piel. Su sonrojo fue suficiente recompensa para esa acción tan cariñosa.
Sonrieron al unísono en tanto que los alientos comenzaban a unirse en un baile invisible por la cercanía de las bocas. Dos corazones comenzaron a palpitar mas fuerte y los ojos se cerraron en un cálido beso de labios y almas que se encontraban de nuevo tras aquel inciso onírico. Los labios en sus gestos mas tiernos se demostraban cariño y pasión, sentimientos que se liberaban en exhibiciones y pequeños roces de las cárceles de aquellas almas que se encontraban, de esos corazones fogoso y apasionado el de él. experimentado y profundamente misterioso o cauteloso el de ella. Toda esa magnífica obra de arte hecha mujer se giró levemente para poder presentar una mayor comodidad a esos labios que la adoraban en secreto con poesía cuando ella dormía profundamente. Poesía que quizás no fuera escuchada mas que por aquellos oídos que seguramente poseerían una gran agudeza. Las manos enlazadas se fueron separando periódicamente para que una pálida pero dulce mano se deslizara al vientre de nuevo y se acomodara en su cintura rodeándola poco a poco para acercarla mas. Sus cuerpos se pegaron completamente y las formas de ella lo hicieron poco a poco envolver en una neblina de pensamientos. Las lenguas se fueron presentando en fiera batalla la una a la otra pero a la vez se acariciaban, se daban mutua compañía en aquel momento de apasionada entrega a los sentidos. Otra mano se acercó a aquel rostro tan poco agraciado para tomarlo entre dos de aquellas perfectas bailarinas de cinco dedos, pegando aquellas bocas ávidas de alientos un poco mas. La seducción se hizo presente en la forma de las caricias, de los susurros íntimos dichos en el momento de tomar un poco de aire y no separar apenas los labios de sus compañeros. Una sonrisa contra esos labios tan apetecibles y cálidos.
Un suspiro salió de los labios de uno para perderse en la boca de otro. Los roces fueron realzando la belleza de su acompañante, la cual se encontraba realmente bella con las luces de aquella soleada mañana. El beso se hizo profundo, cada vez mas intenso, afín. Las manos rozaban, pintaban en aquella piel pálida y morena y los labios se desviaron a un destino igual de bueno. El cuello de aquella dama fue explorado a conciencia con besos que poco a poco se iban apasionando mucho mas. Un ligero arqueamiento contribuyó al aumento de la temperatura en ese preciso instante pues aquellas formas de náyade se hicieron mucho mas palpables, mas notorias para el torso de aquel sirviente a los pies de esa lumínica entidad. Las manos la deseaban acariciar hasta lo mas secreto que ella ofreciera en medio de esa danza de cuerpos y de almas que entraban en comunión con el universo, el cual comenzaba a girar a su alrededor, contemplando las nubes y árboles, estrellas y planetas aquel sensual proceder de los cuerpos, de las mentes que tan bien parecían atenderse y se destinaban alentadora, sugerentes palabras y muestras de deseo. Los labios incansables en aquel cuello pasaron a ese otro lado oculto por el negro cabello que fue apartado con la máxima delicadeza sin parar de susurrar palabras fabricadas desde el corazón y botadas al mundo a través de la lengua, los labios y los dientes que lamían, besaban y mordían con extrema delicadeza y dedicación. Un sonido mucho mas significativo salió de aquellos labios y de nuevo las bocas se unieron en un profundo beso, voraz e incansable. Las manos de ella exploraban su cuerpo poco a poco, en cada rincón y delineaban la parte de los costados y la columna de forma lenta, haciéndose desear.
Leves caricias se prodigaban los amantes y miradas que denotaban nerviosismo, el cual fue prontamente desterrado por una pasión intensa con filigranas de ternura al unirse con cariño, confianza, afinidad, los cuerpos, dejando paso libre a las almas para entremezclarse en una tormenta de emociones arrolladoras. Los profundos besos se interrumpían por expresiones de placer, por algún susurro anhelante de lo que suponía sentir de nuevo aquello, como si una eternidad hubiera pasado desde aquel último encuentro entre ellos dos. Las manos de él prodigaban pinceladas arriba y abajo de unos límites que casi no parecían reales. Ella deslizaba sus manos, finas finas y muy delicadas por la espalda y el cabello de él, prodigando ternura y deseo de que no se detuviera en sus tributos a aquel cuerpo de Musa que era imposible de inventar, de imaginar o de igualar, que guardaba una perfección ante los ojos de aquel caballero que ni él mismo nunca llegaría a entender. Los movimientos eran una especial atención en aquella danza, en la eternidad de unos pasos hechos son piernas o en toda su verticalidad que prevalecerían mas allá de cualquier otra corriente musical. Una mano pícara se acercó a uno de esos senos y lo masajeó lentamente, con mucha suavidad. Esa mano fue tapada por otra mano de acaramelada piel morena que exhortaba a no cejar en aquellos estímulos que ayudaban a aumentar la entrega del uno hacia el otro.
Aquel baile, aquella entrega aumentaba su ritmo progresivamente, encarcelando a la razón y liberando a todo lo que demás que diera rienda suelta a las sensaciones mas atávicas del ser humano y de aquellos seres que estaban yaciendo en armonía, entregándose, mirándose, acariciándose. Los las esencias primarias se entremezclaban por el continuo esfuerzo y el deleite de prodigarse tales estímulos mutuamente. Cada nota se convertía en otra nueva idea, en otro aliciente para deleitarse con la suave piel y los detalles de aquella anatomía contraria en la que se expandían y se centraban los sentidos. Las bocas se incitaban a devorarse con toda la pasión del mundo en el que vivían y el momento que experimentaban. Se provocaban para incendiar en deseo la piel del rival en aquella batalla de dos bandos que ganarían. Las manos tocaban el cuerpo, lo palpaban y sentían extasiados por el placer que envolvía a sus dueños, que llenaba cada célula de una energía nueva, de una felicidad que parecía acumularse a cada grano de arena que se dejara caer en el fondo del reloj. Una luz brillaba en las miradas de ambos, un aviso de la cercanía de un bello momento que los uniría mucho mas.
No hubo un grito desgarrador, aullido o rugido alguno que indicara el final de aquella danza de entrega. Solamente un pequeño instante donde el tiempo fue frenado en seco, donde se ascendió a los cielos mas brillantes y llenos de gloria en la compañía de aquella dama a la que miraba cada noche dormir totalmente embelesado de su belleza, hipnotizado de su mirada y por la que daría la vida si era necesario. En el lugar íntimo que ambos cohabitaban, estos se miraron a los ojos un instante y las sonrisas se hicieron mas notorias, mas grandes, mas expresivas de una maravillosa realidad cuando las respiraciones se hubieron calmado y los corazones latían con mas tranquilidad, en una excelente compenetración, signo todo aquello que la unión tan especial que habían llevado a cabo. Aquella mirada tierna de esos ojos tan brillantes no se separaba de una anhelante y entregada, acariciadora mirada que no era si no una demostración mas de aquello que latía en su interior. Él se aproximo y sonrió contra aquellos labios antes de dejar un lento y suave beso, de acostarse a su lado y mirarla hasta que el sueño o el hambre de un poco mas de latidos ajenos les invadiera.
En armonia el uno con el otro se abrazaron al albor de aquel maravilloso amanecer.
Un suspiro salió de los labios de uno para perderse en la boca de otro. Los roces fueron realzando la belleza de su acompañante, la cual se encontraba realmente bella con las luces de aquella soleada mañana. El beso se hizo profundo, cada vez mas intenso, afín. Las manos rozaban, pintaban en aquella piel pálida y morena y los labios se desviaron a un destino igual de bueno. El cuello de aquella dama fue explorado a conciencia con besos que poco a poco se iban apasionando mucho mas. Un ligero arqueamiento contribuyó al aumento de la temperatura en ese preciso instante pues aquellas formas de náyade se hicieron mucho mas palpables, mas notorias para el torso de aquel sirviente a los pies de esa lumínica entidad. Las manos la deseaban acariciar hasta lo mas secreto que ella ofreciera en medio de esa danza de cuerpos y de almas que entraban en comunión con el universo, el cual comenzaba a girar a su alrededor, contemplando las nubes y árboles, estrellas y planetas aquel sensual proceder de los cuerpos, de las mentes que tan bien parecían atenderse y se destinaban alentadora, sugerentes palabras y muestras de deseo. Los labios incansables en aquel cuello pasaron a ese otro lado oculto por el negro cabello que fue apartado con la máxima delicadeza sin parar de susurrar palabras fabricadas desde el corazón y botadas al mundo a través de la lengua, los labios y los dientes que lamían, besaban y mordían con extrema delicadeza y dedicación. Un sonido mucho mas significativo salió de aquellos labios y de nuevo las bocas se unieron en un profundo beso, voraz e incansable. Las manos de ella exploraban su cuerpo poco a poco, en cada rincón y delineaban la parte de los costados y la columna de forma lenta, haciéndose desear.
Leves caricias se prodigaban los amantes y miradas que denotaban nerviosismo, el cual fue prontamente desterrado por una pasión intensa con filigranas de ternura al unirse con cariño, confianza, afinidad, los cuerpos, dejando paso libre a las almas para entremezclarse en una tormenta de emociones arrolladoras. Los profundos besos se interrumpían por expresiones de placer, por algún susurro anhelante de lo que suponía sentir de nuevo aquello, como si una eternidad hubiera pasado desde aquel último encuentro entre ellos dos. Las manos de él prodigaban pinceladas arriba y abajo de unos límites que casi no parecían reales. Ella deslizaba sus manos, finas finas y muy delicadas por la espalda y el cabello de él, prodigando ternura y deseo de que no se detuviera en sus tributos a aquel cuerpo de Musa que era imposible de inventar, de imaginar o de igualar, que guardaba una perfección ante los ojos de aquel caballero que ni él mismo nunca llegaría a entender. Los movimientos eran una especial atención en aquella danza, en la eternidad de unos pasos hechos son piernas o en toda su verticalidad que prevalecerían mas allá de cualquier otra corriente musical. Una mano pícara se acercó a uno de esos senos y lo masajeó lentamente, con mucha suavidad. Esa mano fue tapada por otra mano de acaramelada piel morena que exhortaba a no cejar en aquellos estímulos que ayudaban a aumentar la entrega del uno hacia el otro.
Aquel baile, aquella entrega aumentaba su ritmo progresivamente, encarcelando a la razón y liberando a todo lo que demás que diera rienda suelta a las sensaciones mas atávicas del ser humano y de aquellos seres que estaban yaciendo en armonía, entregándose, mirándose, acariciándose. Los las esencias primarias se entremezclaban por el continuo esfuerzo y el deleite de prodigarse tales estímulos mutuamente. Cada nota se convertía en otra nueva idea, en otro aliciente para deleitarse con la suave piel y los detalles de aquella anatomía contraria en la que se expandían y se centraban los sentidos. Las bocas se incitaban a devorarse con toda la pasión del mundo en el que vivían y el momento que experimentaban. Se provocaban para incendiar en deseo la piel del rival en aquella batalla de dos bandos que ganarían. Las manos tocaban el cuerpo, lo palpaban y sentían extasiados por el placer que envolvía a sus dueños, que llenaba cada célula de una energía nueva, de una felicidad que parecía acumularse a cada grano de arena que se dejara caer en el fondo del reloj. Una luz brillaba en las miradas de ambos, un aviso de la cercanía de un bello momento que los uniría mucho mas.
No hubo un grito desgarrador, aullido o rugido alguno que indicara el final de aquella danza de entrega. Solamente un pequeño instante donde el tiempo fue frenado en seco, donde se ascendió a los cielos mas brillantes y llenos de gloria en la compañía de aquella dama a la que miraba cada noche dormir totalmente embelesado de su belleza, hipnotizado de su mirada y por la que daría la vida si era necesario. En el lugar íntimo que ambos cohabitaban, estos se miraron a los ojos un instante y las sonrisas se hicieron mas notorias, mas grandes, mas expresivas de una maravillosa realidad cuando las respiraciones se hubieron calmado y los corazones latían con mas tranquilidad, en una excelente compenetración, signo todo aquello que la unión tan especial que habían llevado a cabo. Aquella mirada tierna de esos ojos tan brillantes no se separaba de una anhelante y entregada, acariciadora mirada que no era si no una demostración mas de aquello que latía en su interior. Él se aproximo y sonrió contra aquellos labios antes de dejar un lento y suave beso, de acostarse a su lado y mirarla hasta que el sueño o el hambre de un poco mas de latidos ajenos les invadiera.
En armonia el uno con el otro se abrazaron al albor de aquel maravilloso amanecer.
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