El sol daba brillo a su plateada armadura con filigranas en dorado y los diamantes incrustados al final de estas daban mas brillo y fulgor a esa impecable protección para el pecho y el vientre que lucia tan elegantemente a la vista de todos los presentes. En las piernas las musleras y las espinilleras de acero forjado en la forja estaba igualmente decorado para hacer alarde de poder y orgullo así como de posición social pero también para mostrar al mundo quien era el mas grande de todos los caballeros pues en cada diamante se veía la sonrisa de una dama que había logrado salvar de la desgracia. La armadura no tenía ni un solo golpe, estaba nueva y ese era el inconveniente quizás para que algo saliera mal pero la fortuna estaba siempre de parte de los ganadores. Con decisión sus pasos le llevaron junto al salón en el que se encontraban los demás aliados en la batalla que librarían. A su entrada todos los presentes se pusieron en pie en gesto de respeto y una sonrisa leve se apoderó de su rostro. No era arrogancia ni ego crecido solamente la idea de juntar con todos sus aliados para poder disfrutar de unos instantes de discusión y de estrategia antes de la batalla que se avecinaba en unos pocos momentos. Los rostros eran serios, clásicos de cualquier caballero que se encuentre espectante ante la posibilidades de perder al vida o de obtener la gloria en una mitad perfecta de posibilidades. A lo largo de la mesa estaban los demás caballeros.
De los bosques del norte estaba un caballero de armadura verde, completamente verde aunque con filigranas un poco ams oscuras fingiendo ser escamas, que podría pasar perfectamente desapercibido si se ponían cuidadosamente entre los arboles de sus tierras. En su yelmo se encontraba tallada la cabeza de una serpiente. Se lo veía de mirada profunda pero a la vez serena, como si supiera mejor que nadie lo que se acercaba de antemano y estuviera seguro de esa victoria que alcanzarían en la batalla. Terribles eran las serpientes pero a la vez sabias pues observan lo que es necesario observar y estudian mejor que nunca como hacer los pasos adecuados para hacerse con sus presas. Era consciente el caballo recién llegado que de sus artes dependía mucho el resultado de esa batalla. Sobre la mesa descansaban dos dagas de factura sencilla pero que eran mas que letales en las manos de ese buen y sabio hombre.
Estaba también un caballero de armadura con tonos marrones y filigranas en un marrón mas oscuro de un metal desconocido por el diamantino luchador. Este bien hombre llegaba de las montañas y era robusto como un oso, algo mas que obvio dado que en su yelmo se veía un oso en pleno rugido. Sobre la mesa había depositado una espada de mandoble que según se vio a lo largo de los años de lucha a su lado era capaz de manejar con tan solo una mano. Una fuerza de titan como la suya era mas que necesaria y de mucha utilidad cuando había que hacer una carga especialmente fuerte. Verle venir de frente era motivo de temor y miedo para con muchos de esos enemigos indignos los que habían machacado juntos. Sus ojos eran quizás un rasgo curioso en el ya que irradiaban la sencillez y la bondad de una mama oso a pesar de su destacada y probada hombría. Si algo no aguantaba era ver sufrir a los que son mas pequeños que él. y pocos eran mas grandes que él.
Al lado de este, dando a entender que eran parte del mismo hogar en común se encontraba un caballero de aspecto desde luego mas menudo que el de el enorme caballero Oso. También ataviado con colores pardos pero alguna que otra mancha rojiza, miraba a los presentes con una sonrisa que embargaba de temor por los pensamientos propios a cualquiera y lo hacía comedirse a la hora de hablar pues era la agilidad y al astucia su fuerte. Efectivamente, su yelmo tenía la forma de una cabeza de zorro y su versatilidad le permitían tener en presta disposición dos espadas de empuñadura color marrón rojizo como el de su armadura. Era de los mas inteligentes y a su alcance tenía una buena cadena de consejeros que le decían los movimientos ocasionales del enemigo antes de enfrentarse a ellos. De inestimable ayuda si podías pasar por alto cierta arrogancia e intenciones aparentemente oscuras pero al final siempre nobles en su mirada. Cuando él y su amigo de la espada de mandoble que era capaz de manejar con una mano coincidían en el campo de batalla o cargaban al lado uno del otro entonces eran imparables. Sus comentarios con segundas e incluso terceras intenciones eran tomados a broma muchas veces salvo si se encontraba a su compañero cornudo que aparece a continuación
Otro caballero destacaba y provenía de las montañas mas escarpadas que uno pueda recorrer con el mas alto riego de despeñarse. En su yelmo lucía una cabeza de carnero o de cabra con unos cuernos bien retorcidos como los pensamientos de una mujer y temibles como las palabras de una mujer retorcida y despechada con los que a veces embestía si el combate se llevaba a cabo no a caballo sino en el suelo a la altura de sus oponentes de a pie. Su arma era una gran hacha que estaba bien afilada y sus movimientos eran lentos cando atacaba con ella pero a la hora de dar cabezazos no tenía rival y muchos enemigos tenían en cuenta mas los cuernos y los insultos que salían de su boca antes que el arma que portaba. Su armadura era pesada pero le permitía bastante libertad de movimiento. Su color en las placas de metal eran de un gris bastante claro. Su tozudez era legendaria y pocas tabernas aguantaban su paso. El caballero diamantino se alegraba de tenerlo de aliado y no de enemigo.
Frente al caballero serpentino había otra serpiente pero esta era negra y sus ojos fríos miraban los del caballero de la serpiente verde. La serpiente negra y verde tenían un pasado bastante oscuro a sus espaldas, cada uno con respecto unos pecados u otros. Los ojos de uno pretendían derribar las barreras mentales y psicológicas del otro. En la mesa tenía este caballero de oscurecida armadura y con detalles de escamas de reptil dos dagas que nunca dudaba en usar y cuyo veneno le aseguró que cada vez que desenfundaba sus armas las víctimas no salían vivas. El contemplar a ambas serpientes combatiendo con sus dos dagas cada uno(ya sean contra enemigos o entre si cuando ´´entrenaban´´) era un espectáculo tan comparable en admiración como la fluida retórica del zorro o de su mejor amigo el búho. Y así en las largas sesiones de estrategia y demás las miradas no se separaban la una de la otra y ni siquiera las bromas del caballero del zorro eran capaces de demudar sus rostros o desviar la atención.
Al lado estaba un anciano caballero de armadura azulada como el cielo pero en tonos mucho mas metálicos por obra y gracia de una serie de aleaciones que solamente el conocía pues eran grandes sus conocimientos. Sus ojos irradiaban una sabiduría casi ancestral y todos los demás caballeros le tenían mas respeto a su persona que incluso a sus propias armas. En ese mismo momento, ignorando aparentemente a los demás caballero se encontraba leyendo un libro de lo mas interesante sobre como cocinar con diversas especias. Siempre leía y parecía que pocos libros le quedaban para ser el hombre mas sabio del mundo conocido. Una espada bastante mellada reposaba en la mesa y siempre estaba dispuesto a escuchar y a dar consejo de todos los que para él eran sus discípulos. El búho gozaba de la admiración no solo de los caballero ahí presentes sino también del pueblo llano. En su discreto señoría reinaba con justicia y con magnanimidad, sin impuestos asfixiantes. En combate el viento estaba siempre de su lado.
En un reposo sempiterno pero que mostraba solo para el mas experimentado observador se encontraba el caballero pantera, que tranquilamente miraba a los demás mientras estos esperaban las palabras de su líder el caballero diamantino. Su armadura poseía unas placas tan lisas que algunas damas incluso las confundían con el verdadero pelaje de una pantera de las selvas mas lejanas a ese campo de batalla. Era su arma un arco de doble curva, muy largo y con el que alcanzaba siempre al primer enemigo antes de que él y de que sus aliados se pudieran lanzar sobre los demás contrincantes. Era reposado, paciente pero bastante territorial en cuanto a sus cosas. De su mirada traslucía una impenetrable oscuridad que solamente desaparecía ante la presencia de buenas compañías como la de sus camaradas ahí presentes. El caballero pantera desaparecía siempre en la noche cuando su armadura rodeaba su cuerpo ágil y de rápidos movimientos. El yelmo felino que cargaba consigo era de gran respeto entre sus enemigos y siempre que la noche caía sabían que sucumbirían ante las flechas de ese cazador consumado de seres despreciables.
Con su puntiagudo yelmo en forma de cuervo se encontraba este caballero de impenetrable mirada que al igual que el caballero pantera parecerá estar relajado y a la vez alerta de algo, mirando nerviosamente a todos los presentes y en especial mirando sus ojos. Era amigo de la pantera y ambos eran excelentes tiradores aunque el cuervo, sin saberse los motivos portaba una ballestea de lo mas potente, capaz de perforar armaduras a mas de 200 pasos. En la noche la pantera y él se iban a celebrar sus particulares ´´fiestas´´ al campamento enemigo. Su armadura era también de gran ligereza y en el campo de batalla era fiero y siempre predispuesto a arrancar los ojos de sus enemigos, algo que se le advirtió de que no hiciera,. Una costumbre que trata de dejar mas a veces es muy fuerte la tentación. Debe de pagar cada ojo de alguna forma justa que generalmente impone el búho cuando el juicio es grave. Nadie le comprende.
Muchos mas caballeros estaban presentes. El caballero mantis, tan místico y concentrado en su interior el caballero araña, hábil a la hora de lleva a cabo varias cosas a la vez como matar y rematar. la grulla, de extrañas maneras y costumbres pero de graciosa forma de luchar (graciosa no de que haga gracia sino de que posee una elegancia anormalmente pronunciada) el sapo, bajito de ojos saltones, haciéndole justicia a su puesto la rata, el perro, fiel a principios dignos de ser proclamados por mas de un edicto real con todas sus proyecciones hacia el pueblo llano, el gorrión, con su humildad y su honradez. Y muchos, muchos mas.
-Hermanos- anuncio el caballero diamantino a la parque refulgía uno tras otro esos diamantes que tan cuidados y finamente tratados habían sido por los mejores orfebres de la capital del país. - Hoy es un gran día. Juntos haremos las gran proeza de cargar contra el enemigo y derrotarlo y cada uno de vosotros es un eslabón de vital importancia, una púa de gran filo en ese alambre de espino, un filo mas que hay que temer. Todos nosotros dominamos la luz y la oscuridad así como recibimos la bendición de la tierra y el agua, del viento y del fuego. Que de esto último de fe nuestro hermano escorpión. -El caballero escorpión hizo una inclinación en señal de afirmación ante tal indudable hecho.-Vamos a montar en nuestros corceles y a hacer la carga de caballera mas prodigiosa de la historia de este mundo que aun tiene mucho por ver. Todos seremos hermanos unidos en sangre y espíritu para hacer frente a esas miserables criaturas que se hacen llamar a si mismo los herederos de esta tierra, pues esta es nuestra tierra y así se lo vamos a demostrar. Y miran a los que son como nosotros con arrogancia y se creen superiores a nosotros. Pero hoy seremos mas fuertes aun de lo que siempre fuimos pues vamos a contar con la presencia de un hermano que largo tiempo estuvo perdido peo ha decidido unirse de nuevo a nosotros.
Las puertas se abrieron y en la sala penetró un caballero embutido en una densa y negra armadura sin detalle alguno que diera a entender el animal que habitaba dentro del alma de ese hombre que había pasado por duras pruebas para ganarse las espuelas. Con paso decidido se puso en su lugar y desenvainó una espada sencilla pero ligera aunque no por ello menos afilada y resistente. La empuñadura y el pomo eran negros y representaba a un lobo con la boca cerrada en pose de estar cavilando su siguiente movimiento, algo muy contrario a su yelmo que era una cabeza de lobo rugiente, fiera, dispuesta a matar por el bien de ese objetivo que tenía en común con todos esos hermanos que le recibieran con un saludo marcial. Ni un murmullo en toda la sala pues esos caballeros eran amantes del silencio y de las buenas maneras así como de gran educación (enseñada por el búho que era una experto en protocolo y en moral así como ética y filosofía entre muchas otras ciencias). Se quitó el casco y dejó al descubierto dos ojos marrones cargados de dolor, de ira, de furia, de ansias de algo que provocó una gran sonrisa en el cuervo. a serpiente negra y la pantera y de preocupación en el oso y el búho. Este último miró miró a su alumno y conociendo a ese joven muchacho con esa mirada tan llena de dolor supo que después de la batalla tendría que hablar con él.
Miró el caballero lobo al caballero diamantino y asintió en gesto de saludo y sin mas ni mas el caballero diamantino con un gesto disolvió la reunión.
Se fueron todos a montar en sus respectivos caballos que estaban engalanados con los colores y los motivos de decoración de sus respectivos animales interiores, de cada espíritu que habitaba en las montañas´los ríos y los bosques. Se colocaron uno al lado del otro hermanados por esa causa que era la supervivencia del mundo que conocían y por el darían la vida en salvar a su madre Gaia y a sus hermanos. Con la experiencia como capa, las batallas como lecciones de madurez y sus hermanos como aliados, los caballero de Gaia cargaron con la fuerza de la naturaleza en las lanzas y en cada paso que daban sus monturas encarándose a un ejército mas numeroso que ellos y que les temían como si los mismo dioses fueran los que se cernieran sobre ellos. A los aullidos del lobo siguió el golpe de las lanzas y los gritos de dolor y guerra.
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