Por sus labios se desparramaba una sonrisa de arrogancia que le coronaba un rostro afilado y lleno de simpatía hacia todo lo que fuera inherente a la maldad. En su cuerpo se perfilaba el cuerpo de una deidad llena de pecado, que propagaba este mismo por el mundo hasta llegar al mas íntimo roncón del alma de cualquier hombre o mujer. Caminaba seguro por todo el lugar mirando a uno y otro lado, dejando entrever una sonrisa arrebatadora que podía perder en la mas intensa locura a mas de una despistada criatura que se cruzara en su camino o si peor aun en el camino de sus caprichos. Manos seguras y fuertes cuyos pulgares se metían en el cinturón eran las herramientas de tortura y de conquista de ese ser que por hedonismo puro solamente se entregaba a los placeres que se le vinieran a la mente. No había plan que no se le hubiera pasado ya por la mente y eso que sus años eran pocos pero mucha su imaginación. Nadie escapaba a su mirada, a sus ojos de un color indefinido, a la suavidad de su piel también indefinible en una comparación con un material mas electrizante. Sentía las miradas, olía las envidias, excitaba los sentidos, lamía las intimidades y mordía los egos con una fuerza y una entrega que nadie podría anotar en su haber como algo plenamente humano. Paseaba ese personaje por unas calles de la ciudad sin nombre, por las avenidas de un lugar decadente pero lleno de actividad que solamente resucitaba en luz cuando eran las farolas las guardianas de esa urbe tan llena de miles de pecados.
Sus pasos apenas podía despertar una mínima sospecha de lo que circulaba por su mente y muchas de las personas con las que se cruzaba a veces ni lo miraban pero era una sensación extraña la que les recorría cuando pasaba este ser abyecto a su lado. nada les hacía suponer que prontamente escogería a una víctima, la que mas se le viniera en gana y que poco a poco la estaría atrapando en la intimidad de un apartamento, en la casa de ella o quizás en algún callejón oscuro. Las manías de sus caprichos a veces eran tales que muchas veces debía de evadirse rápido antes de que descubrieran el cadáver pero esa noche algo le decía que no iba a ser tan drástico en la aplicación de sus artes amatorias. Se dirigió hacia el centro de la ciudad, hacia el centro de ese pecado hecho con casas que desde el cielo parecía tener forma de estrella invocadora del mal. Sencillamente entró en el primer sitio que le llamó la atención y miró analíticamente pero sin dejarse llevar por la frialdad y si por la excitación, el panorama del lugar.
Ante él se extendía un infierno lleno de pecados y maldades varias, todas ellas relacionadas con los pecados mas antiguos del mundo, en donde la carne era consumida por miles de vías y de miles de formas. En donde no se podía dar un paso sin escuchar un gemido de dolor y placer entremezclados en una gran sala ricamente decorada pero semi-oscura. Quién habrá de ser el dueño de todo esto, se preguntaba ese ser oscuro sediento de placeres que muy pocas estarían dispuestos a concederles. Continuó caminando buscando la típica barra con el camarero que le serviría quien sabe que bebida de lo mas insulsa y seguramente ya probada. En nada se parecía ese local tan amplio a un bar o un pub o una discoteca, ni siquiera a una orgía, pues sobrepasaba los limites tan vacuos de esta con mucha diferencia. Ante sus ojos había toda la expresión del pecado y el deseo posibles. Veía escenas de homosexualidad tanto masculina como femenina (algo que ese ser no consideraba pecado pero si incitante a el), pederastia, necrofilia, zoofilia. Vio a diosas de negros ojos sometiendo a sus deseos a pobres mortales que sumisamente aceptaban su papel como seres inferiores, vio actos de crueldad que siempre terminaban en el mas intenso orgasmo por parte de ambos integrantes del acto. En su mente se reproducía una escena totalmente sucía y llena de lubricidad, como imponiéndose a si mismo el reto de no encontrar lo que piensa, pero siempre esa idea surgía como por arte de magia ante sus narices. Debía hablar con el dueño de todo ese lugar.
Avanzó contemplando y excitándose ante miles de rituales paganos y de formas de expresar adoración al placer en sus mas repulsivas formas. Miraba con impresión a las esclavas que se ofrecían abiertamente a satisfacer las necesidades, caprichos y deseos de una forma totalmente entregada, como si en su alma no hubiera mas deber que el de llevar a cabo miles de soeces y brutales acciones. En su afán de experimentar se dejó seducir por una pareja de diosas que se entregaban y lo miraban con ansias de que se uniera a su pequeño mundo de placeres, pero antes debía de encontrar al dueño de ese lugar, debía de felicitarlo o de saber como se podía llevar a cabo toda esa orgía de muerte, sexo, sangre, y miles de elementos mas que solamente de pensarlo producían estremecimientos y repulsión a cualquier ser humano que se precie de si mismo mínimamente. Siguió avanzando a través de los cuerpos bellos y feos, jóvenes y viejos, lamentablemente débiles o extrarodinariamente fuertes. Otro detalle en el que no reparó hasta el momento, algo difícil teniendo en cuenta la escena.
No había música de ningún tipo mas no tardó en darse cuenta de que era imposible cualquier tipo de melodía, el desarrollo de los acontecimientos era una melodía en sí. Los gritos de placentero dolor, los lamentos, las súplicas de piedad por parte de los esclavos y las víctimas de viejos verdes o de asesinos, eran todo un regalo a los oídos del recién llegado, no tardó tampoco en darse cuenta de que no tardaría mucho en caer en la tentación. Sin mediar palabra, una dama se acercó a él y poco a poco fueron pegándose sus cuerpos. la hipnosis no era nada en comparación al acto de abierta doblegación de la voluntad que esa mujer podría causar en cualquier hombre, mas este oscuro caballero solamente se dejó guiar hasta una sala totalmente vacía en la que solo un hombre estaba sentado en una silla extraña que pronto descubrió que era un trono. Una sonrisa de complicidad se extendió por su rostro, como si fueran conocidos de toda la vida. Antes de que el recién llegado pudiera preguntar nada, el que se encontraba sentado en e trono (que era un calco de el mismo) se levantó
-Ahora que me ves, sabes quien soy, me reconoces y aceptas, eso lo se, y aun así dudas de al integridad de ti mismo, de tal manera que el trato es el siguiente. Nadie te echará en falta pues tu nunca has tenido en cuenta a nadie para tus propios deseos. Tu sencilla forma de ser es algo que nos vendría muy bien aquí, y como has podido ver, se cumplirían todos tus oscuros deseos. Cada ser que tienes delante de tí caerá rendido a tus pies y sencillamente serás dueño de todo lo que desees tener. Solo debes pagar con...
Se adelantó el seducido integrante de ese particular establecimiento
-...mi alma.
Mi querido, este escrito me ha encantado, tan sincero, tan sencillo, tan simple pero a la vez tan complejo dentro de la mente de un ser maravilloso como lo eres tu... Me alegro que lo compartieras
ResponderEliminarsincero no te sabría yo decir era una mezcla de inspiración y de calentamiento general que no veas. Sencillo pues me parece que sí en lo que es el tema general pero pretendía darle algo de complejidad léxico-semántica. Simple desde luego que sí aunque la complejidad anterior es algo que dificulta el adjetivo de ´´simple´´ Y yo también me alegro de haberlo compartido.
ResponderEliminar