jueves, 2 de febrero de 2012

Amanecer de satén

La noche peinaba su cabellos con plata pura de la mas fina factura. Los delicados y suaves acordes de las brillantes estrellas dejaba una sinfonía de dulces notas en los sueños de ella. Con gentil revuelo, sin pretender molestar su sueño, deslizándose como una sombra negra por esas sábanas de satén azul, un ser miraba su rostro fijamente. Al amparo de esa noche, nada aciaga cuando la sonrisa de ella aparecía, se dedicaba a mirarla en silencio esperando el mas mínimo movimiento. Los olores se sucedían. Las brisas estaban penetrando en la habitación trayendo el fresco aroma de todo lo salvaje, ignorando el olfato de esa delicada mujer lo cruel de al vida en ese momento, sumida en un mundo de sueños, necesarios para limpiar esa mente brillante, llena de luminosas ideas en las que todo es posible y perfecto. De los pétalos de las mas fragantes flores llegaba el perfume de la naturaleza seductora de Gaia, que conquistaba a sus propios siervos los insectos para que polinizaran el mundo y lo llenaran. extasiados por el aroma de esas bellas flores. Los conquistaba como esa delicada flor de diamante había hechizado su mente por el mero encanto de su existencia. A lo lejos el mar enviaba la vivificante esencia de la sal y el poder de este. En ese mundo de sueños debía de estar forjándose la mas bella aventura en la que todo era emocionante en verdad, donde nada faltaba y asta nada sobraba. El arpa sonaba mágicamente por todos los rincones de la habitación relajando la atmósfera y los intemperados nervios de ese ser oscuro y triste que solo recobraba la alegría pocas veces pero siempre cuando ella estaba presente.


Una mano gélida se extendió como por impulso a su rostro y no lo tocó por unos pocos milímetros pero lo justo para que la sensación de frío erizara ligeramente su piel a lo que inmediatamente apartó la mano asustado por perturbar su sueño. Unos ojos anhelantes se posaban en su rostro en todo momento y un leve encogimiento de esos finos y delicados hombros le hizo ver que tenía frío. Con la súplica en los ojos miró a todos lados y al no encontrar nada útil entre esos objetos maravillosos extendió un ala para abrigar ligeramente su cuerpo. Dieron las casualidades que tuvo que tumbarse a su lado y tenerla realmente cerca, temiendo resultar una perturbación negativa para el desarrollo de su aventura onírica. Un mando negro que salía de la espalda de ese ser abyecto ese cernió con la mas suave delicadeza sobre el cuerpo torneado divinamente por los dioses mas diestros en el arte de la creación humana. Y todos decían que ella no era humana, y la criatura oscura lo confirmaba. No concebía nada mas bello en ese mundo y otros, tan llenos de miseria y culpables, mentirosos, ladrones, asesinos y dictadores. Ella era símbolo de una libertad que nadie mas querría una vez mirara sus ojos.  un cuervo se posó a los pies de la cama. un dios del norte estaba a la búsqueda de amantes y él no permitiría que ella cayera en las manos de alguien que no merecía ni la décima parte de su atención. Espantó al cuervo con un golpe de ala. Craso error pues ella de pronto despertó.


Lo primero fue quedarse paralizado ante tan magno pecado que había cometido al espantar a una funesta ave de carroña, que se fue aleteando con burla y airosas formas de desprecio a la persona alada que había en ese lugar protegiéndola. Ella no vio a aquella forma de vida despreciable desaparecer por la ventana. Pero ante el gesto él se quedó algo aletargado cuando miró esos ojos posteriormente. No dijo palabra durante un buen rato en lo que ella se despejaba. Alegremente todo comenzó a florecer en rosas azules a su alrededor, algo que solo sucedía cuando ella abría sus ojos.  las luces del alba no habían aparecido pero la verdad era que no eran necesarias. Su sonrisa, en medio de esa oscuridad, se hizo presente y entonces la luz lo inundó todo. Era una luz mas allá de todo lo que pudiera ser atrapado por la oscuridad, la cual era asesinada irremediablemente por ese torrente lumínico que salía de entre sus labios cuando parecían las palabras correctas en sus oídos. Miraba sus ojos y sonrisa por igual ese ser ta lleno de una tristeza que había marchado en cuanto amaneció para él y sus ideas de terminar con el mundo conocido, las masacres y todo lo demás. Nada mas existía ya en ese mundo que no fuera su calidez y su luz propia. Y las palabra faltaban para describirla en historia poema y cuento alguno. No había nada como ella. La luna seguía peinando su cabello negro que ella suavemente se apartó para dejar ver un fino cuello, por el afán de al comodidad y contemplar los ojos animales y hambrientos de él. Pero no... ella iba mas allá de un mero instinto, de una sencilla idea de actos carnales mas allá de la imaginación.


Con suavidad, delicadeza y el mayor mimos jamás mostrado por mano humana alguna, unos dedos gélidos y blancos como los de un cadáver, temerosos de mancillar la pulcra belleza de esa rosa misma con forma humana, rozaron suavemente su delicada mejilla mientras una suave brisa se unía a esos cariñosos gestos. Con suaves palabras expresó todo aquello que sentía por dentro. Saludó a su sonrisa con otra sonrisa en la que no se veía mas que la alegría de tenerla tan cerca. Unas suaves palabras se fueron diciendo y después otras y otras. Una pregunta de por que no seguía durmiendo y una negación con esa sonrisa que a él personalmente le enloquecía. Los pocos gestos de ella eran guardados en una memoria que delicada exclusivamente a ella, en el interior de su alma que renacía de forma mas que evidente a cualquiera que mirara sus ojos, tan transparentes a la hora de reflejar emociones y los mas bellos sentimientos. En ese momento ella reparó en sus alas, negras y azules, esas alas que eran de ella y solo para ella, que no envolverían ni serian rozadas por cuerpo y manos algunas que no fueran la de esa musa inspiradora de los mas delicados versos y las mas entregadas palabras que pudieran ser recitadas por cualquier otro mas habilidoso en el arte de la palabra. Las abrazó delicadamente y dos palabras, tan bien conocidas y a la vez inesperadas. Él dijo lo mismo que ella referido al sentimiento de sus alas por ella. Su sonrisa lo era todo...


Con ternura fueron acercándose los cuerpos y ella se refugió en un pecho lleno de huesos y desprovisto de esa musculatura de héroe o de dios. Con fuerza, o al menos eso intentaba, sus brazos la protegieron de los males mientras con suavidad y picardía, sensualidad y seducción una mano dejó ver un delicado hombro. Ese gesto nubló los sentidos de su protector pero ante todo no pudo por menos él que depositar un suave beso en su piel suave, besada por el fuego, que era cubierta por unas sábanas de satén azul. Una risotada había acompañado a ese momento lleno de una entrega discreta a los instintos mas básicos que poco a poco se calmaron cuando vio esos ojos,.Poderosa mirada de gacela, de musa inspiradora de palabras y mas sonetos. Nada servia para ella, nada servia para emplazarla en un mundo acorde a oda esa belleza, pues ella eclipsaría al mismo Sol. no podía concebir su mirada nada mas bello que ella, que sus sonrisa, sus palabras, sus gestos mas pequeños y las risas mas altas, las caricias y los delicados momentos en los que nada era peligroso y todo sencillamente fluía por su mente y corazón saliendo hasta lo mas básico de su boca, con palabras que regalaba a ella. No servían ya amantes ni nada de eso. Ella era especial y le daba cosas como tranquilidad, esperanza, sensaciones positivas sin recurrir a la crueldad, la extorsión ni el victimismo. Nada era igual cuando ella desaparecía de pronto.


Y con delicadeza, el cuerpo y la cabeza bien asentados cerca de ese guardián que no dormía nunca, sus ojos se cerraron y amaneció para el mundo pero no para él hasta que ella despertara. Entonces ese amanecer sería el de su mundo y no el de los demás.

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