En medio de una noche estrellada los amantes retozaban de forma estática, la pena llenaba el corazón de la dama que estaba siendo abrazada por su amante de nombre desconocido. Él había venido al sonido de las lágrimas y de la sangre que entre sus heridas asomaban de una forma tan llamativa que resultaba irresistible. Él había acudido presto para socorrer al motivo de sus deseos, a la que encontró en su cama de siempre,llorando con sus heridas en el corazón y en los brazos. El olor de al sangre embargaba su olfato pero mas aun embargaba su olfato el dolor de ella, que vacía se autolesionaba por ánimo de reclamar una atención hacia las personas que la querían y que había perdido hace mucho. Ella no podía mas que buscar un daño con ánimo de poder sentirse acompañada por ese amante mortal ya que se sentía sola rodeada de gente. Cada rato que pasaba era mas doloroso que el anterior y esa noche su amante vino con ganas de hacerla sentir mucho mejor. Dejándose usar como improvisado colchón y abrazando por detrás a la mujer que mas quería, él la fue desgarrando.
Era un dolor lacerante que no solamente extendía por sus brazos sino también por vientre y a veces las piernas.Los hombros llenos de mordiscos que no vacilaba en dar cuando ella se empezaba a quedar dormida por el cansancio que supone ese dolor tan intenso. las caricias de él estaban acompañadas por unas garras que arrancaban a veces algún que otro trozo de piel., provocando unos gritos necesariamente altos. Para Dolor, príncipe del sufrimiento, eso era la señal necesaria para sacarle una sonrisa. se alegraba de que ella lo estuviera disfrutando tanto como él, que llorara y que enloqueciera al no poder dormir. los labios del demonio, cuando acariciaban su piel no podían dejar mas que recuerdos dolorosos en la mente de ella y su ansia de sentir dolor se acrecentaba, provocando un deseo de acabar con su vida que a él no podía por menos que dejarlo exultante de alegría. Un susurro de amor le hizo saber lo feliz que le hacía poderla tener entre sus brazos y hacerla gemir de un dolor tortuoso que solamente desencadenaba una desesperación deliciosa, casi como si de al propia sangre de una virgen se tratara. Retozando de forma lenta y provocando las mas delirantes sensaciones de dolor en el cuerpo de su amada, Dolor fue consumiendo las fuerzas de la dama pero él la quería tanto que la dejo vivir una noche mas.
Siempre venía a por mas, a por mas de esa deliciosa sensación de poder hacer lo que quisiera con esa criatura a la que tanto amaba, a la que su malvada alma estaba amando desde el principio al final de los tiempos. Siempre le susurraba palabras de amor al oído mientras desgarraba lentamente su piel y las lágrimas llenaban un rostro que estaba dominado por las ojeras de no poder dormir y desquiciado por el dolor, un dolor que lejos de toda lascivia solamente podría ser asesinado con un poco de buena voluntad y de animo de superación. Pero la tentación era siempre irresistible y ella se dejaba envolver de forma pausada y lenta por los brazos de Dolor, que siempre le susurraban lo que haría con ella si deseaba acabar con su vida. Reiteraba una y otra vez como ella yacería con él en medio de un sufrimiento eterno, que se dedicaría en cuerpo y desalmada alma a su amada. Cada noche igual, cada noche siendo amante de Dolor, sin opción de huir. siempre el susurro de él aparecía en su oído para hacerle notoria su presencia.
-Mi querida ...-Decía lentamente mientras desgarraba a veces sus pechos o su estomago, quizás su rostro o espalda.-Me siento feliz de tenerte cada noche entre mis brazos, de poder desgarrarte y de que nunca me rechaces. Eres la mas fiel de todas las mujeres que he conocido y me siento exultante de poderte hacer sufrir de esta forma. Te doy gracias por las lágrimas que me dedicas cada noche cuando te hago mía y solamente mía. Cuídate de morir o serás mía en la noche y el día, algo que yo disfrutaría...lo sabes...
Y con un beso en su mejilla y otro en el cuello que arrancaba siempre un trozo de esa deliciosa piel se desvanecía dejando a una doliente llena de dolor, entre exquisitas lágrimas de dolor. hasta la noche siguiente.
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