Entre las tinieblas mas profundas estaba situado el trono del señor de los infiernos y sentado en él se encontraba el amo de todo el mal que contemplaba sus dominios pensando en todo momento miles de planes y órdenes que serían obedecidas de formas mas y mas retorcidas con el paso de los siglos. Las criaturas del averno estaban sedientas de poder siempre y se las debía de dominar con todo tipo de trucos y promesas que se rompían dejando como único testigo de esos acuerdos una firma invisible que una y otra vez era falsificada por los labios sonrientes y las miradas astutas de las criaturas infernales. Una batalla tras otra se libraba pero ahí seguía el Diablo imperturbable degustándose en las tentaciones de la carne y amparando la benevolencia de los pecados capitales en el mundo. A los que comían les ofrecía mas alimento y a los que tenían sed mas vino para saciar las sedes infinitas que ahí uno sufre por el azufre y las veleidosas tentaciones del amo del mal. Con una sonrisa estaba dispuesto a saciar todas las necesidades y los calores de las personas que clamaban algo de placer. Sentado desde su trono todo se vigilaba, veía y tentaba.
A ambos lados del trono, atadas con cadenas y mostrando su desnudez de varias y lascivas formas había dos espíritus de la inquina y la lujuria que no cesaban de hacer actos de lo mas impúdicos ante las almas atormentadas que pasaban frente a ese trono plagado de poder. Una era de gran delgadez y estaba su cuerpo poblado de pequeñas cicatrices, símbolo de su amor a sentir el dolor y dejarse hacer todo tipo de maldades en el cuerpo mientras hubiera siempre placer de por medio. En ese mismo instante se acercaba a la segunda que estaba al otro lado del trono. Sufrimiento era el nombre de la dama que sufría de tantos cortes y dolor era la que poseía el puesto al otro lado del amo de las tinieblas. Los cuerpos de ambas eran perfectos para todo tipo de pecados relacionados con sexo y carne. Los ojos de ambas prendidos en maldad estaban clavados los unos en los otros y lentamente se acercaron en un beso lujurioso que haría temblar de excitación a mas de un piadoso y residente del cielo. Las manos de Dolo pasaban por las cicatrices de Sufrimiento y arrancaban cadentes gemidos de ella que eran la llamada al desenfreno, algo a lo que el Diablo accedió con gusto. Tomando las cadenas tiró de ambas, interrumpiendo el beso y provocando las carcajadas frívolas de ambas. Con un gesto mas Dolor se sentó encima de un punto concreto de la anatomía de su señor y empezó a moverse lentamente mirando a los ojos de su señor mientras Dolor lentamente paseaba unas uñas duras y afiladas como dagas por la espalda de Sufrimiento, lo que la hacía retorcerse de agónico sufrimiento, haciendo honor a su nombre. El Diablo liberó un suspiro de placer y sonrió y al momento en todo el infierno se comenzaron a crear escenas semejantes con todo tipo de protagonistas. Los crímenes mas desesperadamente enfermos y vehementes se reproducían por doquier. Los incestos, la pederastia, la necrofilia, escenas escatológicas e ilógicas para una persona normal se llevaban a cabo.
Dolor rodeó el cuerpo de Sufrimiento y lentamente posó las uñas en el vientre de esta lo que al apretar provocó mas gemidos de Dolor, lo que hizo que Sufrimiento se excitara y quitará de encima a su amante para ponerse sobre la virilidad de su amo que no dijo nada solamente se ciñó a sentir los movimientos de Sufrimiento que se movía seductoramente sobre ese cetro de poder que estaba posado desde el principio de los tiempos en la anatomía de su señor. Unas cuantas almas mas se acercaron, ya fueran demoníacas o humanas que se hubieran establecido hace poco en el infierno. El amo de todo aquello se acercó a uno de los duros pezones de su sierva y lo mordió con lujuria pero la delicadeza suficiente para infundir el mayor placer a su esclava que ahora se encontraba atrapada de una forma perfecta entre los brazos de su amor, que a su vez se movía siguiendo los movimientos de la esclava sexual del ese inframundo. La desheredada de todo ese placer momentos antes se encontraba ahora siendo satisfecha por dos hombres y una mujer que mordían su cuerpo con lascivia y deseo de hacerla gritar mas y mas. Con la cadena estaba siendo estrangulada pero ahí la muerte no existía así que solamente le quedaba gemir ahogadamente mientras era violada con sadismo, sintiendo los dientes de otra mujer clavados en sus duros pezones hasta hacerlos sangrar. Retorciéndose de dolor su sonrisa era triunfal, se sentía pletórica.
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