La estación fría auguraba tormenta pero nadie reparaba en eso. a lo largo de todo el globo, en climas cálidos y en climas fríos, las grandes multitudes de gente se reunían alrededor de un televisor, alrededor de una hoguera en medio de danzas tribales milenarias o en el interior de una catedral o plaza para dar saludos cordiales a la nueva etapa, a ese nuevo año que unos celebran antes que otros. Las expectativas y deseos están a la orden del día y las charlas risas peleas y demás se suceden de la forma mas natural del mundo. Todos se reúnen en torno a ese gran reloj o en torno a ese ciclo lunar o solar para que la buena fortuna, en medio de hechizos y de supercherías se mas que evidente en cada acción que afecte al devenir de los acontecimientos. El fin de año llega y pasa dando lugar a ese nuevo periodo de trescientos sesenta y cinco días que tiene el año. Las fiestas y las risas se suceden unas a otras mientras un diablo mira en medio de las multitudes a su presa de la noche, ignorando las tradiciones y disimulos. De todas maneras nadie le hará caso.
Se fue deslizando por el aire, entre las multitudes provocando las ansias mas lascivas, las iras y envidias mas poderosas e irrefrenables. No buscaba eso, tan solo se daba todo ese tipo de situaciones de forma sencilla por su mera presencia. Él buscaba algo que le pertenecía desde siempre y lo encontró dirigiéndose a su hogar. El hogar de ella. La siguió irrefrenable, ignorando toda mi rada de deseo o de rechazo. No quería mas que aquello a lo que estaba deseando llegar desde hacia mucho tiempo. La siguió y no paró de ir detrás de ella, acechándola, tornándose su mirada cada vez en una necesidad mayor que pronto dejó de apreciarse pues ella se había girado y le mirada con una sonrisa en la cama. Que rápido habían llegado, el tiempo se pasaba volando a la hora de perseguirla y de hacerle lo que iba a continuación. miró sus ojos negros atentamente y entre dulces palabras y halagos se fueron quebrando los huesos de ella. Pronto fueron surgiendo los gemidos cargados de un intenso dolor, dejando a esa criatura sedienta y hambrienta tomar su macabra versión de las doce uvas de algunos humanos. Poco a poco las cuchillas y el acero fueron cortando la piel y doce tiras de piel humana fueron consumidas por esa boca insaciable de su dolor. Los lugares en los que la piel desapreció esa noche fueron objeto de siniestros jugueteos dedicados a aumentar el dolor de esa criatura a la que estimaba por encima de muchas cosas.
En otro lado del mundo, un diablo se sentaba en su trono, En sus rodillas descansaba una mujer de exuberante de rostro perlado en sudor que no podía casi ni mantener los ojos abiertos, Uno de sus pechos e encontraba en medio de un torrente de caricias. Las mejillas sonrojadas de ella acusaban un embarazoso sentimiento de vergüenza y de humillación que deseaba refrenar a toda costa pero sabía que resistirse conllevaría un castigo muy doloroso. Los labios del demonio, señor de toda la oscuridad estaba en torno a al otro pecho deleitándose con el sabor de su piel joven y casi ya carente en su totalidad de toda inocencia. Unos dedos delicados le acariciaban el cuerpo. El señor de las tinieblas, ahí en su trono, desnudo ante los ojos de sus siervos y mas de sus siervas, disfrutaba ese fin de año con doce pecados, en ese momento doce encuentro con el mas intenso placer que le proporcionaban los labios de una de sus mas fieles siervas acostumbrada en exceso a proporcionar placer a otros hombres y mujeres. Mientras un gemido prohibido se liberaba de sus labios ladrones de almas, su mano acariciaba la cabeza de su mas fiel esclava, a la que dedicó una pequeña sonrisa, y ella en medio de su sonrojo correspondió satisfecha de sus ataduras y de ser objeto de deseo de ese cuerpo ansioso y sediento de poseerla en muchas de las mas oscuras noches.
No lejos de ahí, en ese mismo infierno, miles de aduladoras palabras por parte de doce bocas recorrían el cuerpo de una demonia, tentación de muchos inocentes e incluso ángeles que caían sin mas ni mas ante sus encantos mas absolutamente irresistibles. En su trono de riquezas sin par se erigía esa criatura de inmensa belleza mas allá de lo terrenal. Esos pobres hombres no sabían a lo que se arriesgaban, estaban perdidos en la idea de un sentimentalismo romántico sin saber que en el cuerpo y la mente de esa oscura entidad. Su cuerpo era depositario de caricias abocadas a provocar y satisfacer caprichos mas insignificantes. Disfrutaba de sus miradas lujuriosas, de como querían tocarle, de como deseaban sentirse sus dueños por un solo instante y en ella residía el completo poder de decidir quien era apto para ceder a su exclusiva esencia, a su poder, a los puntos mas ardientes y deseados por sus adoradores. Una sonrisa de satisfacción se extendía por su rostro mientras sus esclavos estaba a sus pies, besando estos o derritiéndose en palabras bellas destinadas a un corazón encerrado en si mismo que únicamente era habitante de un cuerpo dador y recibidor de placer. Las riquezas amparaban muchos de sus deseos y las palabras de sus fieles esclavos amparaban esa vanidad que gustaban de hacerle sentir en lo mas alto. Con deleite se envolvió entre los brazos de uno de esos amantes afortunados y se entregó a placeres que no podrán ser descritos nunca.
En medio de una pradera, una pequeña niña se encontraba entre las patas de un lobo que la protegía de todo mal. la luna, en ese momento brillante por lo llena que se encontraba les daba en pleno rostro y los ojos enormes de ella reflejaban ala dama mas bella de la noche, mas incluso que la muerte. Mucho mas ciertamente. la pequeña mano de la pequeña dama se encontraba acariciando suavemente una de las enormes y mortíferas zarpas que su protector poseía. Una mirada seria se extendí a todo el alrededor por parte de unos ojos rojos como la sangre. El claro en el que se encontraban estaba infestado de flores y doce lametones se sucedieron en el rostro de esa joven criatura que se había ganado el corazón de tan magna bestia en alguna que otra ocasión. En medio de risotadas los ojos del lobo repararon en doce ciervos que cruzaron raudos y veloces el claro provocando alborozo y alegría en las acciones de esa criatura capaz de derretir el mas pequeño y pétreo corazón. Con un aullido estremecedor a excepción de para esa criatura, todos los lobos de al zona dedicaron un concierto de 12 minutos a esa pequeña princesa, de valor inestimable y carácter sagaz y perspicaz. Lentamente los ojo de la niña se cerraron, el mundo perdió brillo a medida que sus parpados caían y con suavidad el pelaje de ese gran ´´obito´´ negro le hizo de manta, arropándola de fríos y pesadillas.
Los fieros cañonazos sonaban en la lejanía y mientras dos ejércitos se encontraban en medio de la nada para matarse los unos a los otros, un hombre con galones de general se encontraba con su adversaria de esa noche. Los labios no tardaron en devorarse, en desear acercarse mas los cuerpos, que cálidos por el pensamiento y el deseo de la posesión del placer del otro, se rozaban levantando llamaradas en medio de suaves susurros que animaban a elucubrar ideas destinadas a mas y mas salvajes acciones. las ropas pronto desaparecían, algunas rasgadas en medio de esa lucha empañada en la neblina de la lujuria que pronto se extendió por toda esa habitación bien iluminada. Sus pechos liberados de las ataduras textiles fueron devorados por una boca habituada a exquisitos sabores como ese, que su amante en una sonrisa dejaba entrever cuanto disfrutaba de su presencia. lentamente los cuerpos desnudos empezaron su danza de lujuria, esa danza de fuego casi infernal que no tenía nada que envidiar al señor de las tinieblas en su trono ahí, en las profundidades del infierno. La furia con que hacían los mas lujuriosos actos no había cama que lo aguantara. Doce advenimientos del clímax se sucedieron entre esos dos cuerpos entregados al placer eterno.
Envueltos en una tormenta interminable una dama caminaba por los pasillos lóbregos de un castillo si cabe aun mas temible que la tremenda violencia meteorológica que se estaba desarrollando ahí. Los pasos de ella iban seguidos del suave baile de su cabello negro. Sus ojos exploraban con la mas extrema curiosidad cada roncón de ese castillo de negras paredes y cargadas de historia. Los pasos de ella resonaban con fuerza haciendo imposible cualquier ocultación de su presencia, aunque ella debía de saber que era siempre bienvenida a ese lugar que su anfitrión tenía preparado para ella desde hacia mucho. Atravesando unas gruesas puertas de roble avanzó hasta quedar cerca de una chimenea que iluminaba el salón principal del castillo, donde los invitados podía disfrutar de una buena lectura yo alguna copa. la sala, totalmente vacía solamente albergaba la presencia de esa dama que encontró una nota sobre la mesa. ´´quédate quieta un instante, no te muevas ni un solo milímetro´´. Antes de que hiciera nada una mano se posó en su cintura de forma delicada mientras una segunda mano se deslizaba por su brazos portando una rosa de color azul rey que dejó ante los ojos de esa criatura de piel morena. Mientras esta acción se llevaba a cabo un par de alas negras brillos de ese mismo azulado envolvían ligeramente el cuerpo de tan fascinante criatura-. Su anfitrión, con delicadeza depositó un suave susurro en el oído de la invitada. El nombre de esta dama. con cadencia y terciopelo impregnado en la palabra se deslizo hasta el oído de ella. Nada mas susurrar ese nombre y entregar la rosa unos labios se pegaron a su cuello depositando un suave y discreto beso en este, a penas un roce. La rosa, mágicamente coincidiendo con miles de elementos, tenia doce pétalos.
Reposando entre colores, mediando únicamente con el poder basto de su imaginación, una dama de gran talento, creatividad y para mas inri acuario con ascendente en acuario, se encontraba abrazada a un lobo gigante que le protegía de todo mal. Dos alas en el lomo de la criatura, unos bellos apéndices de color morado y negro cubría el cuerpo de la mujer que lentamente se fue quedando dormida sumergiéndose en sueños de doce horas donde doce legiones de demonios y ángeles luchaban por ella. Por obtener el favor de su creatividad. Los mas insignes comandantes se rendían a los pies de esa ninfa, dejando caer sus estandartes en favor de aventuras mas emocionantes que correr junto a una pantera, o quizás junto a una sabia matriarca de un clan de verdes tierras. Juntos estaban todos dispuestos a lograr lo que fuera por obtener la sonrisa de esa dama que merecía el título de reina suprema de la imaginación. A los ojos del mundo mortal era una mas, otra como ellos, pero ante los ojos de entidades superiores era una persona cargada de una sensibilidad y fuerza incapaces de ser superados. En ella residía una fuerza insuperable. Una fuerza que a veces se perdía pero que ese lobo haría que recuperara costara lo que costara.
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