viernes, 27 de noviembre de 2015

Día de lectura.



La noche de luna llena llegaba a su fin, dejando tras de sí un rastro de canciones, alcohol, placer, suspiros, susurros, sueños, realidades. El sol poco a poco despuntaba, iluminando los rincones mas recónditos de aquella gran y magnífica ciudad, foco de resistencia de muchas personas con respecto a una gran crisis existencial y social del hombre. En el centro de aquella urbe se podía distinguir el ayuntamiento, la plaza del mercado, un importante centro de dinero y cultura, donde tantas razas y pensamientos se mezclaban para conformar una amalgama de acentos extraños y productos exóticos. Aunque para el despertar dela actividad mercantil aun faltaban unas horas. Algunos gatos se despertaban en los callejones y algunos guardas reemplazaban a sus compañeros de armas. Las ventanas de algunos edificios comenzaban a reflejar los primeros rayos de el sol y estos a su vez parecían impactar en una persona muy especial para la ciudad.

No era conocida por heroicidades en la batalla o por ser una dedicada artista que se paseaba de corte real en corte real, aunque mas de un héroe de leyenda y mas de un músico le habían dedicado alabanzas a mas no poder. No era una hechicera conocida por sus grandes poderes y conjuros, aunque sus ojos azules habían derretido con toda su magia mas de un corazón. Era una dama, siempre sonriente y educada, carismática, atenta, amable, sencilla en gustos y en vestir, pero sin duda cada prenda que se ponía era algo que dejaba sin habla a muchos y despertaba la envidia de muchas. Esa doncella, dulce a la vista como el beso de una madre, se encargaba de guiar a los nuevos visitantes de al biblioteca por sus interminables estanterías. Aquella mujer de largo cabello rubio,siempre impecable en todo momento de los pies a la cabeza disfrutaba, además, de la simpatía de todos los niños de la ciudad, que siempre acudían a ella por su forma de narrar cuentos y por otros elementos que ya se descubrirán. 

Así pues, la dama dobló la esquina. se dirigió hasta donde se encontraba su puesto de trabajo,un edificio enorme que contenía el saber de todo aquel reino en continua batalla por sobrevivir. Ella era la dueña de la llave de la biblioteca pero ese día, a las horas en punto, estas se verían algo truncadas pues había un caballero en la puerta, esperando. Era alto, de gesto altivo, arrogante, mirada oscura, malvada, gesto ridículo en la sonrisa de autosuficiencia. Con todo su ego, aquella columna esmirriada se acercó y dejó una carta en las manos de la mujer tras escuchar una declaración sobrecargada en retórica y demasiado engolada para ser siquiera creíble. la dama sonrió y apenas pudo despedirse antes de que el "caballero" se diera media vuelta, seguro de su victoria sentimental sobre otros rivales por el corazón de aquella mujer. 

Dejando la carta en el puesto que le correspondía como bibliotecaria, tras abrir la puerta de tan maravilloso e iluminado recinto, se dedicó a abrir las ventanas para que entrara algo de aire. Ese día, a pesar de lo temprano de la hora, prometía tener buen tiempo con una notable tendencia al calor. Eran muchas ventanas y en el proceso de nuevo se interrumpió ante una escena cargada de sensualidad. 

En una de las mesas con pequeña lámparas, se encontraba el encargado de custodiar todos los tomos de saber de aquel edificio de reciente construcción pero no por ello exento de importancia histórica. Aquel guardia de la noche, amo y señor de cada una de esas estanterías cuando caía ya el manto de las estrellas y la luna, se encontraba tumbado boca arriba, entre varios libros que hablaban de batallas varias y de gran calado histórico y una copia de un poemario de cientos de años de antigüedad que narraba las venturas y desventuras de un caballero que se convertía en lobo y pretendía conquistar a unas cuantas damas de diversa reputación e índole espiritual.

La señorita miró al oscuro caballero con una sonrisa cálida como ese amanecer que ya llegaba a las casas de mucho buenos ciudadanos. Se acercó a él con cuidado, tratando de ser lo mas silenciosa posible. El vigía de vez en cuando movía la cola mientras sus patas trataban de agarrarse a algo que no existía en la realidad. Se escuchó un maullido por parte del cancerbero de esas sapientes instalaciones. Entonces el caballero abrió los ojos y se encontró con unas manos blancas y finas tendidas hacia el, algo que por supuesto el gato no dejó pasar por alto así que se lanzó hacia el regazo de la dama.

-Buenos días caballero.-dijo la bibliotecaria. Su voz era la calidad hecha sonido.- Una noche mas de trasnochar en medio de sabios y bellos pensamientos ¿cierto?.-Dijo con una sonrisa, mientras cerraba los libros con una mano que le quedaba libre y los dejaba en su sitio. El guardián de negro pelaje trataba de escapar por encima de su hombro pero la dama se arreglaba con una mano para tenerlo bien cómodo contra su pecho. En cuanto escuchó un par de latidos de ese corazón lleno debondad, el gato se dejó mecer tranquilamente. Eso sí, siempre en sus ojos había un brillo de inteligencia, alerta y cierta antipatía. Entre secos y agrios maullidos se dejó llevar hasta su cama legítima y ahí se quedó, sentado, lamiéndose una pata con toda elegancia. 

La dama tenía detrás de su puesto de trabajo una especie de pequeña vivienda en la que perfectamente podría quedarse noche y noches enteras junto a su elegante acompañante de no ser porque sus hermanos la echarían de menos. Ahí era donde el caballero oscuro tenía su principal puesto de guardia. Luego ya estaban los huecos entre ejemplares o lo alto de las estanterías, excelentes puestos de observación de la actividad ratonil, decreciente a cada semana que pasaba gracias a su esmerada y siempre eficiente presencia. 

-Oh mira.- Dijo la muchacha al darse cuenta de la carta que había dejado en la mesa.-Un apuesto caballero me ha entregado esto antes de trabajar. A ver que dice. 

La dama se sentó en una silla que usaba para acomodarse en las veladas de leerle cuentos a los niños de la ciudad. A veces ella era quien se movía hasta un orfanato o las casas de familias pobres para que los pequeños tuvieran aunque fuera un momento para soñar despiertos con la narración que tan dulce voz les proporcionaba. Así pues la luminosa criatura comenzó a leer en voz alta:

-"Señorita de luminosa sonrisa; no sabe lo que me congratula la sabia decisión de su person..."

Pof. Un bulto negro cayó sobre la carta, aplastándola bajo su cuerpo. Unos ojos de color cambiante pasaron a mirar a la encargada del lugar con un brillo anaranjado que pronto se convirtió en un color bastante parecido al de los ojos de cierta dama que el gato y ella conocían. 

-Miau.- Fue todo el argumento, mas que suficiente, que el gato expresó para justificar sus acciones. 
-Mi dulce caballero...-Dijo la dama,pero de nuevo fue interrumpida por otro miau.- Pero no se da cuenta de que quizás...-De nuevo otro maullido.- No me diga...soy todo oídos, entonces. Adelante.

El caballero asintió y se sentó muy derecho en el regazo de la dama, con una pose engreída para muchos pero sencillamente estaba mostrando toda la divina elegancia que le caracterizaba y comenzó a maullar un poema de amor sin duda mil veces mas bello que cualquier esquelética línea que cualquier otro sencillo humano le pudiera dedicar a ese ángel del cielo. 

-Oh, mi elegante y bello guardián.-Dijo la dama, levantando al gato por todo lo alto y dándole un beso entre los ojos una vez depositado de nuevo en el regazo.-Sin duda no merezco tan bellas palabras.-En la sala se escuchó un leve bufido.-Bueno, es una opinión a respetar, como la de muchos, mi lindo centinela. Bueno voy hacer mis quehaceres. Pronto llegará un nuevo cargamento de libros, de una donación privada.-Dijo la dama, sonriente y feliz de tener mas libros en aquel lugar maravilloso lleno de sueños y de la representación de todo aquello que siempre ha fascinado, inspirado, atemorizado, envalentonado o entristecido a los seres humanos.Y a su caballeroso guardián de oscuro pelaje. 

Un gran carruaje llegó y todos los libros fueron cargados al interior de la biblioteca. La mujer se encargó de ojearlos por encima para registrarlos y clasificarlos adecuadamente. El gato la ayudaba mientras algunos buenos ciudadanos entraban en al biblioteca para leer, investigar o soñar despiertos. Los instintos del gato se activaron cuando una niña se encontró un ratón y vino corriendo hasta donde estaba la bibliotecaria,a punto del llano, pues temía a los roedores. El gato, heroicamente, buscó y dio caza y muerte a la malvada criatura, recibiendo las compensaciones de caricias y halagos por parte de la niña, a la cual, para calmar su susto, le leyeron entre dama y gato un cuento sobre piratas. 

Como bien se dijo, la bondad de aquella bibliotecaria era por todos conocida, y a la tarde, después de la merienda, un grupo nutrido de niños fue a deleitarse con las narraciones de aquella mujer, cuyo gato sabía tanto o mas que los libros que los contemplaban desde sus estanterías. Era extraño pero mientras que todos los seres humanos escuchaban maullidos, la dama escuchaba palabras, por lo que tan dulce criatura debía de hacer de traductora de aquel ser casi cercano a lo divino y a otros mundos. Cuando no era el gato el que narraba, este se quedaba en el regazo de la "señorita de los libros" (así le llamaban los niños) o se paseaba entre aquellos infantes con los que tenía confianza, fomentando el amor por los animales y la lectura al mismo tiempo.