sábado, 18 de junio de 2016

El caballero, la Reina y el hombre feliz.

En un reino muy lejano vivía una princesa con toda su correspondiente corte de doncellas y caballeros a su servicio. La princesa, si bien será la protagonista de esta historia, tenía a su madre, la Reina, en gran estima. Y la Reina veía todo el bien del mundo en su hija. Los grandes salones de aquel castillo había visto crecer a ambas en su momento. Los grandes tapices de aquel lugar había sido testigos de todos los encuentros y reuniones de clubes secretos infantiles con consignas como "No se admiten niñas" o "Los chicos son tontos y apestan". Obviamente,aquellos niños, amigos de la princesa, eran hijos de nobles mas o menos bien avenidos y que guardaban gran devoción por la Reina. Esta no solamente era sabia sino que además era muy bella, de humor ingenioso y a veces, cuando se daba la ocasión, con tintes picantes o ácidos. la princesa era todo inocencia, la pureza misma hecha persona en un cuerpo de una niña que ese día cumplía diez años.

Como en todo castillo o reino se establecía una jerarquía y todos tenían a la Reina y su hija por los dos eslabones mas altos de la cadena de mando político, económico, social y militar. En lo tocante a esto último el reino contaba con un muy eficiente ejército que podría entrar en combate en cualquier momento. En sus filas había estrategas, generales avezados y de gran fama y nobles caballeros que montarían sus caballos solo para ir hasta la otra punta del mundo a asistir a los aliados de la Reina si era necesario. Entre dichos caballeros había de todo: caballeros buenos, no tan bueno, ricos, "pobres", altos, bajos, listos,no tan listos, ingeniosos, galantes y un largo etcétera. Todos estos hombres se repartían a lo largo del reino aunque siempre procuraban estar lo mas cerca de la sala del trono geográficamente hablando. Además todos aquellos caballeros había tenido en frente de ellos a la Reina o a la princesa en alguna ocasión de sus vidas y todos mostraban sus mejores galas y sonrisas para poder ganarse el favor de aquellas dos damas. A excepción de una sola persona.

Aquella excepción ese día se había puesto una armadura mas ligera para poderse mover con libertad entre los invitados de la fiesta. No era ni mas ni menos que el día del cumpleaños de la princesa. Le habían confeccionado entre todas las grandes modistas del barrio mas lujoso de la ciudad capital uno de los vestidos mas bonitos, de color verde y dorado. Aquella excepción fue una de las primeras personas, junto a la madre de la princesa, en verla con ese vestido. Se la veía realmente feliz de tener uno de los vestidos mas bellos de todo el reino, si no seguramente el mas bello de todos en varias generaciones del futuro de aquel reino. Algunos hasta decían que seres mágicos habían participado junto a las costureras para darle un toque de inefable elegancia. La excepción no estaba de acuerdo. Aquella excepción sabía demasiado bien como iban las cosas. Cuando eres un caballero tan cercano a la Reina sabes muchas cosas.

El caballero era un hombre que había servido a unos cuantos reyes antes de llegar a aquel lugar y a aquel momento. Todo obedeció a dos sucesiones muy rápidas; primero murió el Viejo Rey, con mas de ciento veinte años. Todos le querían pero ciertamente sus últimas decisiones habían sumido al reino en un caos. El caballero en aquella época solo era escudero al servicio de un Lord que había apoltronado su culo y era amigo de mujeres licenciosas y los grandes ríos de alcohol delas fiestas. Murió aquejado de una enfermedad cuyos síntomas eran una mujer celosa y además adicta a la riqueza. Nadie se hizo cargo de él y no le quedó mas remedio que ingresar en la Academia de Caballeros Militares.

Al poco tiempo subió al trono el Rey Padre, de corazón bondadoso. En aquel momento el caballero, siempre serio, poco dado a la conversación salvo con sus camaradas de armas y poco mas, ya se encontraba en todos los eventos importantes con el Rey Padre, querido por su pueblo, pero rodeado de enemigos no tan interesados en el bienestar de la "plebe". La primera vez que el caballero lloró (algo que solo vieron unos pocos afortunados) fue por obra y desgracia de la muerte de ese buen hombre, tras solo seis años de reinado. Unos dicen que de muerte natural aunque las conspìraciones manaban por todos lados desde hacía meses. Entonces la Princesa fue Reina, se casó con un gran hombre, este murió en batalla y ahora la situación era la que se desarrollaba en esos momentos.

Todos los pensamientos del caballero se cortaron cuando la Princesa se presentó ante el,vestido dorado y verde en ristre y se puso a girar a su alrededor, riendo y bailando junto a unas cuantas amigas mas. Todos la adoraban y,aunque el caballero no movía un solo músculo de su rostro, miraba siempre hacia la Princesa cuando no hacia la Reina para asegurarse de que estaba cómoda. En ese momento, la máxima mandataria del reino se encontraba acompañada de un par de hombres, probablemente comerciantes por la forma de vestir, que trataban de agasajar a la Reina para que esta cediera su mano a uno de los dos. Siempre que presenciaba aquella escena el caballero llevaba una mano a la espada deforma muy sutil. Era perfectamente consciente de la incomodidad que pasaba a veces la Reina en compañía de gente tan interesada pero en absoluto interesante.

-Caballero.-Dijo de pronto la princesa. Al obtener su atención ella y todas sus amigas hicieron una reverencia y se marcharon corriendo entre risotadas.
El caballero la siguió con la mirada, observando como se relacionaba con los otros hijos de nobles y algunos hijos de gentes mas humildes.El caballero nose había opuesto a aquella idea pero cuando se le consultó le dijo a la Reina:

-Majestad, sin duda vuestro acto de generosidad se hablará mas allá de las fronteras de este reino.-Dijo el caballero, rodilla en tierra tras entrar en la sala de reuniones.
La reina lo miró con una pequeña sonrisa.
-¿Pero...? y no tenéis que arrodillaros, milord.-Dijo la reina en ese momento, hace unas pocas semanas, mientras bebía su té junto a su hija.
-Pero he estado en otras fiestas de la alta sociedad, majestad.-Dijo el caballero.-He visto a mas de un niño noble pegar a otro porque se creía en la capacidad de hacerlo al ampararle el poder de su padre. Invitar a niños de otros extractos sociales podría causar muchos problemas. Apoyo plenamente la propuesta pero como dijo una vez un hombre muy sabio: fuerza de la naturaleza mas destructiva que un niño noble consentido.
-Caballero.-Dijo la Reina tras tomar otro sorbo de té.-Estoy segura de que todos esos niños nobles vendrán de buena voluntad y dispuestos a compartir buenas experiencias con la gente de menor ralea.

Y ahí estaban, los hijos de muchos aldeanos y comerciantes. Los herederos de grandes fortunas o de una  simple casita en medio de la nada con unos pocos campos. Y asombrosamente se estaban comportando con una cierta decencia excluyendo algunos tonos de voz demasiado agudos, fruto de la infancia o prepubertad. El caballero iba paseando la mirada de rostro en rostro. A los pocos minutos de comenzar la fiesta ya había un par de ellos que no le hacían mucha gracia pero de momento no había causado un altercado mayor. Nunca tuvo facilidad para leer las caras, o para recolectar información importante. Él solo era una armadura, una espada y muchos buenos reflejos que le permitían interceptar ataques de otras armaduras con otras espadas.

Se abrió la puerta y entró todo lo que el caballero nunca sería. Aquel hombre que pasó por la puerta iba vestido elegantemente con las ropas mas oscuras de todo el salón de fiesta, algo totalmente necesario para su profesión. Se dirigió directamente hacia la Reina, a la cual dedicó una sonrisa afilada, ladina hasta decir basta; pareciera que estaba a punto de echarse sobre ella ey devorarla como un lobo se lanza sobre un carnero. Aunque seguramente sabría que podría dar el primer mordisco pero no el segundo. La Reina correspondió al saludo y ofreció su mano. El recién llegado se la besó. El caballero se ponía muy nervioso cuando veía ese tipo de actos. Algo que a la Reina no le pasó desapercibido.

-Milord.-Dijo la Reina con una reverencia.-Que honor teneros en la fiesta de cumpleaños de mi hija.Os había mandado a una misión lejos de aquí.
-Y la he completado, Majestad. El Reino puede descansar tranquilamente con respecto a las amenazas del este.
-Y tan poético como siempre. me complace que....¿Que ocurre, noble caballero?
-Muy bonito el halago majestad pero...-El hombre encargado de las misiones mas oscuras de la Corona se quedó en silencio.-Ahhh no, no es nada,solamente dos mujeres de avanzada edad criticando su vestido, Reina de los sueños de todos nosotros.
-Y tan halagador.-La Reina hizo una reverencia y su mirada se desvió hacia una damita que rápidamente se agarró a una de las piernas del caballero de negro.

El caballero compuso su mas pedante gesto y miró a la damita. Era la Princesa. Entonces el rostro cambió completamente.
-Mi dulce, encantadora y veleidosa princesa.-Dijo el encargado de las informaciones secretas. Al momento estaba arrodillado abrazándola y sacándose de una de sus mangas un pequeño bote de cristal con una sustancia que parecía cambiar de color constantemente.-Os he traído un regalo.
-¿Otro de vuestros mejunjes para causar diarreas?.-Dijo una voz a su espalda.
El espía se giró y se encontró con un hombre de armadura y espada enfundada, el caballero, que lo miraba con desconfianza.
-Vaya vaya, veo que tienes la habitual cara de estar divirtiéndote. No, no es un laxante, como se diría en términos mas científicos. Es mucho mejor. Prncesa.-Dijo el hombre de negro.-Confíeme su dedo.

La Princesa le confió el dedo y este hombre extraño metió el dedo de la princesa en el bote.
-Es viscoso.-Acercó un poco la nariz.-Aunque huele bien.
-Ahora piense en el color que quiera, concéntrese mucho en ese color y toque su vestido, Excelencia.-Dijo el que era considerado una especie de ángel dela muerte del Reino.

La Princesa hizo como el espía el enviado le ordenó, pensando mucho en el color de las hojas del otoño cuando estas caen al suelo.A la Princesa le encantaba pisarlas cuando se amontonaban a cientos o miles en el suelo de los parques del palacio. Entonces una mancha marrón tiño el vestido dorado y verde y se fue extendiendo por toda la tela hasta convertirlo en un vestido marrón y dorado,hasta dándole el aspecto quebradizo de las hojas del otoño.

-¡Me encanta gracias gracias gracias!.-Dijo la Princesa, abrazándose al considerado como encargado de los asuntos secretos del Reino.
-Todo por la felicidad de la Familia Real, Excelencia, con o sin laxantes.-Dijo el hombre vestido de negro, mirando de reojo al caballero. Aquella historia aun perduraba entre algunos integrantes de la Corte Real. El caballero había tenido que luchar mucho y había necesitado de las artes del hombre que en ese momento abrazaba a la Princesa para mantener la reputación intacta.
-Es sin duda un regalo acorde a las artes y capacidades de uno de mis mas fieles sirvientes, sin duda.-Dijo la Reina mientras acariciaba el cabello de su hija.- Para mi sería un placer poder...
-Majestad.-le cortó el hombre de negro.-Un paso a la derecha.

Su majestad hizo caso y dio un paso a la derecha mientras el caballero miraba desconcertado al tipo de extrañas maneras, que justo en ese momento sacaba un objeto redondo y lo colocaba justo a la altura de donde momentos antes estaba el corazón de la Reina. al segundo una flecha se clavaba en el corazón exacto de la manzana Un atentado:
El vestido de negro se giró levemente y miró justo detrásde uno de los pendones que colgaba en lo alto:
-Te encontré pequeño pequeño hijo de...

El caballero no dudó un solo segundo en gritar un poderoso "¡Guardia a mi, Su Majestad está en peligro!" y al momento mas de cincuenta escudos y espadas estaban rodeando a la Reina y sacándola del lugar junto con su hija. Cuando se giró el caballero para localizar al tirador su otro interlocutor anterior ya estaba volando a través del sistema de poleas que sostenía una de las lámparas del salón del trono, en la cual se celebraba la fiesta y mientras la bella obra de arte descendía el cuerpo del otro "caballero" ascendía justo frente al asesino, o proyecto de asesino. En un abrir y cerrar de ojos otros quince hombres rodearon al que pretendía cometer regicidio y se le echaron encima como cuervos.

Mientras tanto el caballero acompañaba a la Reina y a la Princesa a lugar seguro. Todos los soldados ya estaban asegurando el perímetro y estableciendo las guardias.

-¿Que ha pasado, caballero? Todo ha sucedido demasiado rápido.-Dijo la Princesa mientras corría pasillo a través hacia las habitaciones de la torre mas alta, sencilla de defender y de proteger.
-Han intentado atentar contra la vida de vuestra madre, Excelencia, y contra la vuestra, dicho sea de paso- Dijo el caballero mientras abría la puerta de la habitación y se refugiaban dentro.-Iré a ver como están las cosas.
Una pequeña mano detuvo al caballero en ese momento.
-No, quédate, me siento mas segura contigo.-Dijo la Princesa, con esos grandes ojos mirándole desde abajo.
El caballero sentía que debía de ir,siempre le había llamado la batalla pero pocas cosas sepodían resistir a esos ojos,clavados a los de su madre, y su corazón no era una de ellas.

En el sitio donde transcurría la fiesta todos los invitados ya habían sido desalojados entre airados aspavientos y críticas a la seguridad de aquel castillo. Algunos señores juzgaban intolerable que se colara un truhán de semejante estofa entre la mas alta nobleza, que ellos lo habría hecho mucho mejor en sus castillos mucho mas defendibles. entre todos aquellos hombres también había gestos de preocupación, palabras de esperanza de que todo saliera bien. Los guardias que no habían escoltado a la Reina y su hija estaban coordinando la evacuación completa de todo el castillo. Entretanto, desde la sombra todos los informadores habían comenzado a moverse. No se les veía venir nunca, no eran un encantador caballero vestido de oscuro que portaba dos grandes dagas envenenadas y tenía aires de grandeza, como lo era su jefe. Ellos estaban bien entrenados, como su jefe, solo que eran mas discretos. Aunque ciertamente carecían del sentido del honor del que estaban provistos los caballeros que habitualmente rodeaban a la Reina. Lo cierto es que se decía, contaba la leyenda,que el jefe del servicio de inteligencia de aquel reino era un antiguo caballero caído en desgracia que había descubierto su verdadera vocación de servir de otra manera a Su Majestad.

En aquel mismo momento ese mismo caballero oscuro estaba ocupado hablando animadamente con unos cuantos de sus hombres.
-Chicos, se que sois muy responsables y os gusta aseguraros de que nadie salga herido.-Dijo el hombre señalando el maltrecho cuerpo del agresor de la Reina.-Le habéis desgarrado una mejilla, roto las dos piernas, tres costillas y cuatro o cinco dedos, ya ni yo lo se.
-Señor, usted nos dijo que mas vale un prisionero maltrecho que la Reina con una flecha en el pecho.
-Y eso es cierto.-Dijo el hombre sonriendo con unas maneras poco cómodas para mas de un sospechoso.-Comenzad la búsqueda por toda la ciudad de rumores, informaciones y demás. Yo me encargo de él..-Dijo, ya mucho mas serio, el encargado de los informadores.

Durante varias horas, las respuestas que proporcionaba el capturado eran de apenas una palabra a frases completas y luego discursos perfectamente declamados. Cada uno de sus músculos fue sometido a un tratamiento de belleza que mejoraría su aspecto con mucha fuerza expresada en cada facción de su rostro. 
-Todo el mundo piensa que este es el reino mas feliz del mundo.Y lo es. Gracias a mi, amigo mio. Por obra y gracias de mis amigas todos vosotros, tú y tus amigos, vais a morir de forma dolorosa, porque tocáis lo que no hay que tocar y tratáis de asesinar ya quien no hay que asesinar.-Decía mientras taladraba poco a poco una parte de su pierna, creando un agujero perfecto. Los gritos serían inconfundiblemente altos, demasiado dolorosos para ocultarlos a algunas personas de alrededor. de no ser por la mordaza que le tañaba la boca cuando se iniciaba una  nueva sesión de belleza.- Tratar de matar a la Reina y su hija, con lo dulces y buenas que son. Lo tuyo no tiene perdón.-Continuó mientras agarraba un par de pinzas. 

Y mientras todo esto se producía, el caballero se encontraba rodeado de niños ydamas de lacorte, escuchando alguna de sus anécdotas, con la Reina en su trono, mientras lafiesta, mucho mas calmada y tensa pero aun en marcha, seguía su curso.