viernes, 27 de julio de 2012

Mañana fantasiosa

Las suaves mejillas estaban distendidas en una gesto de tranquilidad que reflejaba aquel armonioso rostro. A los pequeños detalles se podía uno remitir para darse cuenta de que estaba dormida, aun en los brazos de ese dios afortunado que cuidaba su sueño, una tarea que solamente estaba reservada para unos pocos. La encomienda de aquel noble guardíán que trataba por todos los medios de protegerla del mal externo estaba llegando a su fin, cuando ella despertara y le deleitara a él y al mundo con una de esas sonrisas que dejaban entrever el bien en los corazones de incluso los mas fríos y malvados. Los primeros rayos acariciaban su rostro y sus párpados estaban comenzando a abrirse a la par que unos dedos acariciaban con la máxima delicadeza aquel rostro. No paraba de mirar aquellos rasgos tan suaves, tan bellamente delineados por algún experto cincel de dios escultor. Aquella pequeña semidiosa, diosa completa o ángel de Dios despertaba y con su despertar comenzaba realmente para él el auténtico día. Miró aquellos ojos abrirse y escuchó aquella bella voz soltar un adormilado ´´hola´´ con esa medio sonrisa que lo enloquecía muchas veces. 

Siguió unos cuantos minutos mas en lo que ella se volvía a dormir por un momento con aquellas lentas caricias, con paseos constantes en esos finos rasgos que estaban formando un terreno conocido pero siempre nuevo ya que nunca se cansaría de demostrar de esa y otras tantas formas toda aquella ternura que deseaba transmitir en actos y gestos. Cuando abrió de nuevo los ojos, le dedicó esa bella sonrisa que lentamente llenaba su voluntad con ansias por abrazarla y susurrarle tiernos versos al oído. Con ternura posó sus delicados y blancos dedos en aquellos suaves labios, dulces como la misma miel, dejando una lenta caricia en estos y descendiendo con sus dedos hasta ese fino cuello, desplegando todo un reino de cariño y sentimientos dentro de ese pequeño territorio que era el cuerpo de ella. su cabello estaba totalmente desplegado sobre la almohada que había sido a su vez reposo de esa mente inteligente y tan fascinante, digna de conocer hasta el último roncón de su cerebro. Cada palabra que infundía conocimiento sobre su persona era algo digno de recoger en la memoria y guardarlo como un gran tesoro. Y a esa colección de conocimientos se unían la experiencia de su risa, de sus bromas, chistes y muchas otras pequeñas cosas que la hacían un ser lleno de maravilla. Con una nerviosa lentitud se acercó y sin tratar de no dar mucho temblor a su voz por al moción susurró en su oído. 


Vuela la esencia de una noche pasada
que promete una nueva y bella batalla.
Las caricias del sol con todo su arte
reclaman esa sonrisa como estandarte. 

Tan sencillos versos fueron dichos con cada latido de un corazón que estaba deseoso de mucho mas y aquellos dedos que estaban en su cuello, subieron a su mejilla, guiando a aquel rostro en un suave giro y posando los labios en su frente sonrió para volver a admirar aquel bello rostro, esa faz perfecta que carecía de un solo defecto a sus ojos de poeta, que encontraban cada centímetro de su cuerpo tan agradable como tierno o placentero. Ella sonrió un poco mas. Con unas pocas palabras de esa exquisita dama no pudo por menos que sonreír con mas amplitud que antes. Adoraba aquellas palabras dichas con su voz cristalina y tan dulce que podía adquirir una infinidad de matices en sus imaginaciones mas secretas y ocultas al mundo. LA miró mientras se estiraba y sus manos suavemente se deslizaban por sus alas, acariciándolas con extrema delicadeza, como si se fueran a romper en cualquier momento. Se miraron un instante, estremeciéndose las pieles por la cercanía y una lenta y suave caricia que recorría todo el pecho y el vientre de ella. Aquella suave piel era deleite de sensaciones nunca antes experimentadas por aquel hombre que tenía tanto que decir mediante gestos ahí donde no cabían las palabras. Con las miradas clavadas la una en la del otro y viceversa él rompió ese silencio:

-Necesitas muchas cosas, como todos pero yo quiero darte esto. Quiero darte cada mañana impregnada en una ternura que no has conocido de manos de nadie, que nadie mas que tu conocería. Y poder con suaves caricias darte un dulce desperar, vertiendo versos susurrados en tu oído, que insuflan en tu corazón el mas agradable sentir.-Le sonrió mirando aquellos grandes ojos que ahora le miraban totalmente despierta. Las alas se movieron levemente para dejar una caricia en todo ese cuerpo que tanto deseaba y al mismo tiempo era capaz de darle un calor que iría directamente al corazón y relajaría sus instintos mas depredadores.- Seré el mas galante caballero que hayas conocido nunca cada vez que esté en mi mano y no me domine la ira o los viejos demonios. Si estás cerca de mi no llegaran nunca siquiera a imaginar lo que supone dominarme.- Acarició aquel rostro lentamente quedándose en silencio, sin mas que decir que no fuera desde el corazón con la propia mirada, una caricia al alma y un beso al corazón dado con unos ojos llenos de una tristeza y oscuridad que se volatilizaba cuando ella estaba presente. Le debía tanto que no se podría compensar ni con todas las joyas del mundo. Los grandes tapices los contemplaban con tranquila y relajada felicidad, Algunas bailarinas iban de lienzo en lienzo junto a silfos y elfos, deleitando el lugar con algarabía y buenas visiones. Se deleitaron con el espectáculo de música y baile que se desarrollaba en las paredes de aquella amplia y majestuosa habitación en la que llovían pétalos de rosa. La reacción esperada y la cual así fue es que ella en seguida estaba fuera de la cama, vestida y perfectamente engalanada para ese baile. Y al son de aquella música silvestre comenzó a bailar con esas pinturas tan realistas. 

Se movía lentamente cuando había que moverse lentamente. En cada compás, representación ya sea del vaivén de los árboles y sus ramas o de las algas en el fondo del mar, ella era una planta mas que se agitaba al son de la música y el viento, con cada una de sus dos ramas que eran los brazos al son de la música. Sus ojos cerrados era la clara prueba de que ahora era parte de un bello bosque en el que las criaturas mas fascinantes mostraban su agradecimiento a los dioses con un nuevo baile que poco a poco se iba tornando mas animado, como la alegría que infundía cada rayo al alma cuando esta travesaba la tierra y daba en todas aquellas afortunadas criaturas con el privilegio de la vida. La dama era una de esas afortunadas criaturas, que tenía en sus mas bellos rasgos el de saber disfrutar cada momento como si fuera el último. Su cabello se agitaba como las ramas de los sauces llorones que crecían de vez en cuando a la vera de alguna laguna o zona similar en aquellos lienzos que estaban ya poblados por miles de seres que habían declarado ese día, ese momento bello de día como el despertar de la Musa, un momento de celebración.

 Aquel solitario caballero la contemplaba bailar, deleitándose en cada movimiento de ella. La amante Brisa entraba por la ventana abierta de par en par para unirse a esa fiesta en aquella habitación, seductora e incansable en sus intentos de envolver los sentidos en sentimientos mucho mas fríos y a la vez fascinantes. Llegaron los espíritus de los grandes danzarines de la lluvia y las estrellas con batir de tambores y ritmos de sus territorios, bajando así los cielos junto a una lluvia de pétalos azules que llenó todo al momento. Los grandes danzarines estaban pletóricos, en el mas sumido éxtasis de felicidad, de contacto con sus dioses. al espectáculo no tenía palabras con las que describirse. Ella estaba en el centro, bailando con toda la felicidad del mundo, escuchando las notas reiterativas, casi mántricas de aquellos que estaban destinados a traer baile y fortuna a las tribus. Los cánticos ascendían hasta lo mas alto de los cielos, expandiéndose por todos los lares de aquel y otros mundos. Aquellas notas hablaban de una criatura divina que cuando bailaba, podía encender los corazones de los hombres y al mismo tiempos sumirlos en el mas tranquilo de los lagos emocionales. Los animales que volaban y corrían fueron hasta aquel lugar, a ese amplio espacio en el que las enredaderas comenzaban a cubrir las posiciones verticales como paredes y columnas.

Las siguientes en acudir fueron las arenas de los desiertos, ardientes en todo momento del día y frías como el hielo por las noches. Trajeron hasta ella una cuantas notas que conoció al momento e hizo mover sus caderas al son de una música ben conocida. A sus oídos acudían los sonidos del laúd, del qanún y del nay siempre liderados por el sempiterno darbuka. Las voces de los grandes dioses de arabia se alzaban al viento, se mezclaban con los grandes nativos de las tierras mas áridas del oeste en sus pequeños cantos llenos de una seductor desgarro que invitaba a l unión de cuerpos y al éxtasis de esa danza en la que poco a poco se sumía cada uno de ellos. Ni las plumas estaban quietas, se movían junto al resto del cuerpo n una danza aérea que sumía todo aquello en una alegría infinita, imparable, que parecía no tener fin. bailaban y cantaban aquellas bellas formas de vida de los bosques élficos y las llanuras de los nativos. Las arenas del desierto establecían su reinado de seducción y lentos movimientos de cadera que aquella Musa lentamente regalaba al caballero que tan basto mundo reconstruía de forma constante. Las miradas se encontraron y se podía apreciar en ella una sonrisa que reflejaba cierta picardía un mensaje muy claro y seductor que decía´´acércate pequeño caballero, bailemos todo este día y la noche también´´. Un cambio de ritmo la hizo precipitarse en todo un vaivén del cuerpo que poco a poco los fueron acercando una vez los pies de aquel afortunado se posaron en la arena. Ya no había paredes aunque si aquellos seres mágicos que salieron de los cuadros para bailar y disfrutar. 

Las sedas que cubrían el cuerpo de ella, volaban libres alrededor de aquel cuerpo que deseaba fervientemente tener entre sus brazos. Su mas seductora mirada lo atrapó lentamente hasta que los ondulantes movimientos de ella se prodigaron a lo largo de aquel cuerpo delgado y pálido, lo cual le hizo estremecer. Lo invitó a seguir aquellas ondas acuáticas en forma de caderas y cintura que poco a poco hacían sentir su contorno contra el resto del cuerpo de ese afortunado. El baile lentamente se extendió por sus cuerpo y danzaron lentamente para separarse y ella dedicar unos frenéticos pasos circulares que la imbuyeron de una magia imparable. Haciendo crecer un sentimiento a su alrededor que no tenía nombre. La Brisa competía con ella y las ninfas y otras damas de los bosques, lagos, ríos, mares y montañas salvajes se unían a la danza lentamente. Los maches de aquellas especies tampoco se negaban al placer de la danza, creando así un bello y variado espectáculo. Algunos se quedaban extasiados con la Musa, la cual bailaba con aquella gracia tan envidiable y otros se empeñaban en superarla, algo solamente posible para unos pocos. En medio de toda una lluvia de pétalos multicolor se presentó la última invitada. 

La diosa Terpsícore hizo acto de presencia y se unió a su hija, a su alumna,  completando el plantel de aquella fiesta impregnada en magia y perfección. Así fue aquella mañana, que cierto caballero estaría dispuesto a regalarle cada día con tal de verla sonreír una y otra vez. Bailaron todos juntos al son de las mas maravillosas composiciones hechas por una gran orquesta de bosques y sonidos que la madre Gaia regalaba a sus hijos en cada momento del día, algo que no dejaba de ser bello por mucho que se repitiera. Fueron acariciados por las brisas, las hojas, las flores y cada uno de los elementos de las naturaleza con la fortaleza de la tierra, al fluidez del agua, la seducción del fuego y la ligereza del viento. 

Ya todo ello alrededor de ella, la Musa... 


viernes, 20 de julio de 2012

El juicio

Toda la muchedumbre estaba congregada para poder apreciar desde la propia persona aquello que iba a suceder en breve. Todo revelaba la clara tensión que se respiraba en el ambiente, incluso algunos tenían la mirada huidiza, como temiendo la ira de Dios o el gran juicio que este iba a desencadenar. Las tinieblas se hacían presentes debido a la escasa iluminación que solamente era sustentada por unos cuantos candelabros y multitud de antorchas que veían incrementado su efecto ante un ingenioso sistema que reflejaba la luz de forma algo precaria y no muy notoria, pero algo es algo como se solía decir. Unas cuantas ancianas de gesto osco estaban pendientes de darles aceite a los pocos y aparatosos faroles. A decir verdad la iluminación no era tan mala pero comparada con los grandes chorros de luz que se colaban por la habitación en lo alto del castillo pues era una pobre muestra de la tecnología humana que tenía mucho que mejorar. A ello se le juntaba que todos los presentes iban vestidos de negro, como si no conocieran otro color dándole al acontecimiento mas bien un aspecto de entierro antes que de juicio. La sala estaba, como ya se dijo, llena de gente pero esta vez acudían algunos nobles y ricos mercaderes. De pronto las puertas se abrieron dando paso al condenado que sería juzgado esa misma noche.


Flanqueando las puertas dos grandes y no muy inteligentes guardias arrastraban una especie de carro con un poste en el centro donde se encontraba firmemente encadenado el prisionero, sin nada a los lados que diera sustento en caso de que ese pequeño transporte volcara. Los clavos sostenían firmemente en un entramado de cadenas el cuerpo semidesnudo de aquel hombre que gozaba de una fama tenebrosa ante la cual se le acusaría delante de las grandes autoridades. Los murmullos no llegaban velados a sus oídos y escuchaba  cada una de las palabras. Cuan confiada era la gente cuando pensaban que nadie les escuchaba. El prisionero había estado en completo silencio, custodiado por aquellos dos grandes guardias que tanto respeto imponían y que ciertamente eran capaces de acarrear con una yunta de bueyes ellos solos. Ellos mismo eran una yunta de bueyes a decir verdad. La piel pálida del condenado parecía impresionar a unos cuantos de piel mas morena que en seguida hicieron gestos de repudia al diablo. Hipócritas. La cabeza de ese hombre estaba caída hacia delante y una larga cabellera lo cubría. Parecía inconsciente y curiosamente no tenía una sola marca en el cuerpo mas que unos cuantos arañazos, uno de ellos muy curioso en forma de N en un costado. En los interrogatorios había sigo preguntado mil veces por esa marca y por decir la verdad le habrían dado de golpes mas siempre algo los contenía. A lo largo de toda la cárcel que lo recluyó se hicieron presentes los rumores de muchas cosas que sucedían alrededor de aquel ser extraño.


Formando un pequeño semicírculo estaba todo el conjunto de personas que se encargarían de llevar a cabo el juicio. Apestaban a corrupción y a pecado en general, todos consumidos por una gran desdicha que nunca supieron curar. Estaban insatisfechos social, económica y sexualmente, embebidos en un falso poder del que creían ser poseedores pero del que también podrían hacer partícipes al pueblo llano. Aquellos pensamientos estaban lejos de ser siquiera escritos por un revolucionario. Los ojos del tribunal eran eran en conjunto unos cuantos pozos negros que no dejaban entrever emoción alguna o a veces mostraban una ira profunda hacia ese ser corrupto por pensamientos, ideas y acciones que estaban claramente en contra de su querida Biblia. Los murmullos se fueron haciendo mas y mas bajos cuando un mazo hizo un eco en la sala y el juez ordenó silencio. Todo el mundo se quedó callado y un largo pergamino se extendió, no era nada excesivo pero eso ya sirvió a mas de uno para poder suponer que ante ellos tenían a un auténtico criminal que perturbaba la paz. Se procedió a leer en voz alta todas las acusaciones. La voz del juez era rasposa, producto de años de mucho alcohol y consumación de actos impuros con gente joven a espaldas de su mujer a la cual llevaba una vez al mes a casa del gobernador (también presente) para comer y degustar unos cuantos y exquisitos manjares. La sentencia, precedida del nombre, rango, título o lo que fuere era la siguiente:


-Se le acusa formalmente de tratos con el diablo, magia negra y actos impuros con seres oscuros y siervos de Satanás. También se añaden los cargos de ladrón e incitar a actos impuros contra los códigos establecidos por Dios Nuestro Señor.- No podía decirse mejor para que la muchedumbre se hiciera de nuevo un mar de murmullos en los que se comentaban todo lo que se había escuchado a lo largo de la plaza y de otros lugares rumorológicos.- Se le acusa de asesinato, homicidio en masa y la lista continua- dijo con cierto desdén aquel ser tan falto de la corrección y sentido del espectáculo. Le negaba a los pueblerinos analfabetos el conocimiento de aquello por lo que se le acusaba. -Como se declara?-Dijo en un gesto de autoritarismo aquel hombre chupado por los años y unas cuantas prostitutas de las zonas bajas.


El silencio se hizo presente esperando alguna reacción del acusado. Era un silencio pesado que poco a poco fue siendo sustituido por una especie de sonido profundo que venía de todas las direcciones y al mismo tiempo de ninguna. Una respiración lenta y profunda era aquel sonido, con una constancia templada, imparable y imposible de acallar porque se reproducía en las mentes de todos los presentes. Algunos de los presentes se llevaron las manos a la cabeza dándose cuenta de que no había forma de acallar aquella respiración que como cierto y afamado corazón que latía en la cabeza de un asesino famoso, estaba refugiado en los interiores de aquellas mentes sensibles y muy maleables, volubles o manipuladas. Esa respiración era cada vez mas pesada, mas trabajosa, haciendo su angustia por seguir viviendo la propia agonía de todos ellos. Mas de un gemido de dolor se fue haciendo presente cuando los pulmones se llenaban de un aire frío que quemaba por dentro. Todo cesó tras levantar el condenado la cabeza y mirar por primera vez al tribunal. En sus ojos había muchas cosas, desde la mas abierta ira y sarcasmo hasta una lujuria palpitante mezclada con una profunda melancolía. Las pedigüeñas del lugar y algunos amantes encubiertos sintieron la mas profunda de las confusiones, la cual desesperaba hasta el punto de entregarse a cualquier camino con tal de tener una guía. Al momento de cesar la respiración en sus cabezas parecía que ahora exhalaban aire las fuentes de iluminación, que aumentaban y disminuían la luz que expedían de una forma igualmente angustiosa. Al momento se calmaron y la sala quedó en silencio de nuevo. Aquello era realmente extraño y el cronista de la ciudad no dejaba de hacer anotaciones de todo tipo. 


Una distorsión sucedió a todos esos fenómenos cuando el condenado se enderezó y dejó ver la piel blanca. Aquella palidez era natural pero al mismo tiempo tenía una anormalidad de origen desconocido. Los ojos fueron pasando de rostro en rostro, viendo no solamente las facciones sino cada uno de los errores que habían cometido. Veían todas las infidelidades, pecados, crímenes que cometía cada uno de esos supuestos hombres de Dios. Una sonrisa se empezó a extender por su rostro al advertir el baile de las sombras que se extendía tras aquellos seres degradados y corroídos por mil pequeños detalles que los condenarían ante los ojos de cualquier dios que predicara el bien. Tal apreciación fue visible solo unos segundos pero eso ya le dio fuerzas y al mismo tiempo lo hastío lo suficiente como para poder dar una respuesta clara. La voz desprendía profundidad pero también una inesperada jovialidad que no era habitual en las situaciones de máxima tensión, como si la costumbre de cada día de aquel ser fuera la de ser juzgado y arriesgar la vida. 


-He sido ladrón señoría y he tenido tratos con un ser de las tinieblas. En realidad con dos o mas bien uno y medio ya que se trata de una voluptuosa criatura adoradora de los placeres carnales y una amazona de las sombras que gusta de burlarse de aquello que es digno e indigno. Mis manos ahora encadenadas se han asido a las joyas mas exquisitas que ha pasado a la propiedad de una dama de poderosa mirada y gélida piel cuya presencia supone una dura prueba incluso para el mas fiel de los hombres, al cual tienen aquí presente. Una lástima que aun no me hayan exigido tal fidelidad y sin embargo no puedo evitarla... -A una señal del juez un guardía le propinó una patada en todo el costado y el condenado tuvo a bien de no emitir queja alguna tomando eso como un ´´vaya al grano´´- Eso duele... no como cuando ves sufrir a la persona que mas quieres pero duele a fin de cuentas.- Tras decir esa frase un gemido se extendió por toda la sala, como una súplica por seguir viviendo. De nuevo cientos de manos se agarraron cientos de cabezas y algunos cayeron semiinconscientes al suelo.Una nueva sonrisa.-De que mas se me acusaba señoría? Mi memoria es pésima. 


El juez desenrolló de nuevo el pergamino y con sorpresa vio que las letras estaban teñidas en rojo. Sangre,; y la lista de pecados había aumentado en unos pocos mas. Con temor y voz temblorosa el juez leyó. 


-Se le acusa de tratos con Satanás y actos impúdicos con animales.- Miró el juez y todo el tribunal con temor renovado a ese hombre que estaba encadenado mas el juez parecía que algo le hacía gracia. -¿la cabra que se folló tenía nombre? 
-No tengo claro los estudios en zoología que tenga su señoría pero me parece que la única cabra a la que yo pudiera haberme tirado y aun así tendría que estar completamente borracho tiene el nombre y el aspecto de su mujer. -Un nuevo golpe y otro gemido que conmocionó a la sala no sin antes algunas risotadas por parte de la muchedumbre que casualmente estaba reunida- A ver si a la siguiente no tengo que llamar supuestamente a mi señor Satanás...
-Ha confesado ser enviado del Diablo. -dijo el notario jefe con su avanzada edad pero aun así su inquebrantable energía a la hora de hacer acusaciones.- que lo ahorquen. AHORA.-Dijo casi al punto del colapso aquel hombre.
-En seguida- dijo el gobernador- pero antes quiero a él todo lo que tenga que contarnos, parece que no tiene prisa por hacer una defensa coherente de su persona.- Una sonrisa cruzaba su rostro que decía ´´te tengo pequeño bastardo y vas a gritar lo que no gritaste en años´´- Hable por favor- dijo con una sibelina demostración de hipócrita educación, algo que hizo sonreír al condenado de forma igualmente educada y amable pero mas que nada ante cierto recuerdo. 
-Está bien lo contaré todo. No he tenido trato alguno con el diablo aunque ciertamente alguna de mis compañías son diabólicamente bellas. Lo mas cercano que he visto en cuestión a demonios es a una súcubo que tiene ciertas tendencias a llevar las manos por donde otras mujeres se alarmarían falsamente antes de devorarlas con sus bocas de criaturas impuras como muchas de las aquí presentes. -Un revuelo generalizado se hizo en la sala y unos cuantos martillazos fueron mas que suficientes para imponer el silencio. -El nombre y las formas de su cuerpo sin demasiado bonitos para pronunciarlo y describirlas respectivamente delante de ustedes morbosas y falsas marionetas del Señor pero les diré que me complací de su compañía y me deleitaba mas de una vez con las formas y las reacciones que mostraba cada vez que yo accedía a cometer esos pecados de los que se me acusa. Le hice tributos de todo tipo para ganarme su favor cuando se mostraba...iracunda- ´´o mas bien cuando andaba con berrinche´´ pensó el condenado de piel pálida.


´´También y como mencioné antes he llevado a cabo actos de magia pero si la magia tiene algún color pues que sea el negro, es un color elegante que a mi particularmente me sienta de maravilla bajo algunas condiciones de medida y forma. He hecho invocaciones de alguna bestia indómita que posteriormente ha sido compañera pasional de grandes mujeres ante las cuales me he hincado y he besado su mano en señal de pleitesía al igual que ellas correspondieron con una sonrisa. Y algunos trucos nunca me cansaría de repetirlos. Como este´´. Y al momento entre sus manos una rosa azul que emitía un extraño brillo se hizo presente en estas, causando una conmoción general. El revuelo duró varios minutos en tanto que le quitaban la rosa de las manos que al momento desapareció para ir a un lecho lejos de ahí a modo de regalo para la dama que en ese momento debía de estar descansando apaciblemente.


´´Y he conocido a una dama que aun viéndose en al necesidad de alimentarse de sangre ha renegado a tal camino con valor y audacia. La exquisitez de sus maneras pueden despertar el mas instintivo deseo a cualquier hombre que se le antoje excitar o hacer caer en su trampa. Su poderosa mirada es algo que no tiene nombre ni descripción posible. Ella es un manjar que puedes mirar pero no tocar, casi todo lo contrario de aquella súcubo a la que les describí hace escasos momentos. Ella es la que te toca a ti si ella quiere, cuando ella quiere y como ella quiere. Ha sido mi compañía en algunas ocasiones y se ha deleitado libremente en mi piel con sus finos y gélidos dedos. Y podría dar otros tantos detalles que seguramente quedando en secreto conservarán ese dulce sabor como el de su piel- Un revuelo mas y de nuevo los martillazos los cuales comenzaban a taladrar los oídos del futuro ajusticiado dado su oído muy sensible.- Algún día espero tener el privilegio de bailar con ella aunque se que eso no es posible dada mi inminente ejecución y mi torpeza nata para el baile.´´


-Cállese y déjese los deseos frustrados cuando termine de confesar sus crímenes. Cíñase a los hechos y a lo que se le pregunta. -Dijo con todo su autoritarismo el juez que esta vez pareció aprender la lección al no ordenar que golpearan a la víctima.- ¿En que mas se incluyó?
-Eso de ser un zoofílico no se de donde lo sacan pero estoy trabajando en ello aunque la señorita es una borde y yo otro tanto- dijo con toda inocencia y desinterés el hombre que sonrió al escucharse una risotada en toda la sala. Una risa cristalina teñida de una burla sutil que promovía la rabia contra lo que fuera. Sin mediar palabra el hombre inclinó ligeramente la cabeza a un lado para notar al momento una lengua lujuriosa que se paseaba por su cuello y unas manos que bajaban demasiado rápido hacia una zona muy concreta. Una flecha se clavó en el poste cortando las cadenas y otra en el pecho de los dos guardias.-Miau...-Dijo con voz profunda aquel condenado que en seguida se vio envuelto en sombras dejando a su paso otro maullido, esta vez de mujer junto a lo que parecía el mas ansioso gemido de deseo, una expresión que provocó mas de una reacción masculina y femenina en el lugar. Muchos de aquellos hombres no se olvidarían de las formas de esa mujer en meses o incluso años, de los cadáveres asaeteados y las dos silfideas mujeres de orejas puntiagudas que salieron de la nada y eliminaron a otros tantos guardias para llevarse a esa misma nada a un hombre condenado que muchos jurarían portaba dos grandes alas opalinas las cuales no eran impedimento a esa súcubo para jugar con aquello que tanto parecía disfrutar.



domingo, 15 de julio de 2012

El beso de la Rosa II

Nota: primera parte del relato aquí

La noche era perfecta, nada la podía complicar en lo mas absoluto. Mientras que solo existieran el uno para el otro o al menos en aquel momento. Aquellos labios de sabor tan dulce estaban curvados en una sonrisa de especial nerviosismo y sus manos parecían buscar sustento en medio de la oscuridad que los rodeaba mas allá de la frontera creada por los rayos de la luna y los sentidos. Unos dedos que reflejaban ansia aprisionaron un trozo de tela que componía ese gran lecho testigo de una escena digna de figurar en las novelas mas apasionadamente fantasiosas de la literatura. Los labios se mordieron mutuamente en la contención de una expresión mas que evidente de placer. Los anhelantes dedos que pretendían un sustento comenzaron a bajar por la propia anatomía hasta llegar al destino del conflicto que se libraba al sur de su cuerpo. Antes de llegar un ataque inesperado le hizo arquearse, golpeada por las sensaciones que estaba experimentando, por aquella vil criatura que parecía no desear mas que consumar actos de todo tipo en su cuerpo.

Sus senos bajaban y subían apresurados en medio de la agitada respiración que la afectaba y le anulaba cualquier razonamiento y junto a las rápidas pulsaciones del corazón, pareciera que fuera a estallar ante la constante lluvia de sensaciones y estímulos que aquel ser le estaba regalando en esa noche de sábanas de satén y terciopelo. Las manos clamaban por abarcar toda la extensión de ese pequeño mundo que aun se había reducido mas de lo esperado ante el encuentro de los cuerpos, ardientes y deseando escapar de la cárcel que era el propio límite establecido por la piel. Aquellos ojos enormes estaban ocultados tras los párpados como involuntario gesto de rendición a los sentidos, que se turbaban ante lo desconocido de una emoción contenida y que no tenía palabras con las que ser expresada, ya menos aun el poema que fuera susurrado al oído de la amante entre los suspiros de la noche. El telón de aquella bella obra se había abierto momentos antes con el suspiro inicial de los amantes que se miran y se prodigan lentas caricias, mensajes secretos de presencia e intenciones lúbricas en un cambio de ternura por pasión y deseo. Y aquel telón tardaría en cerrarse de nuevo para dar fin a esa bella representación de lo que era la comunión entre dos almas. Ya el viaje se había efectuado y la guardiana azulada había caído. Solo restaba de saborear el botín de forma lenta, degustando cada rica muestra de ese néctar, un sensual perfume que colaba en la realidad y sueños para ser la obsesión que impulsara a caer hasta lo mas profundo. 


Arraigado en los mas intensos deseos y fantasías nocturnas, el cuerpo de ese amante ansioso del lienzo que era la dama estaba en tensión y a la vez disfrutando de un banquete digno de un rey. La ambrosía se derramaba en sus labios mientras una lengua invadía aquel delicioso monte de venus, una extensión pequeña pero muy rica en posibilidades de juego y deleite. Las manos repartían pinceladas e intenciones en todo momento, dejando claro cuales eran los puntos hasta los que estaba dispuesto a llegar. Aquel caballero movía lentamente su boca para acaparar toda la atención con el aliento que antes se había desparramado en la parte interior de aquellas piernas que parecían viento en movimiento cuando bailaban. Los besos le sucedieron y aquel beso inicial en el centro de su poder fue la tarjeta de presentación. Las manos se deleitaban con la suavidad de la piel morena de ella, de aquel manto de gloria que gustaba de acariciar cuando el destino y ella se lo permitía. La respetaba pero también la deseaba hasta puntos en los que la mínima oportunidad era depositaria de la pasión que podía nacer en el interior de aquel ser arrepentido de muchas cosas menos de aquella, en la que no tendría piedad a la hora de inyectar placer de todas las maneras posibles en ese interior ardiente y tentador.

Ella no cesaba de expresar las sensaciones que aquella lengua le estaba haciendo sentir, que se movía con lenta y cruel tranquilidad para después dejar clara las intenciones de conquista con un rápido movimiento que la llevaba a arquearse por los impactos que recibía ese delicado punto de su anatomía al encontrarse con una pequeña bestia roja ansiosa de un poder y la magia, de aquel elixir natural. Los labios a veces abandonaban ese improvisado sello para dejar lentas caricias en los alrededores de ese paraíso que tenía ante él y devoraba la piel con el aliento, aquel etéreo bailarín que sembraba calor a su paso. Los dientes se clavaban de improviso causando sorpresa a lo largo de ese reino de placer que satisfacían el ansia de piel en unas manos que paseaban por aquellos muslos, caderas, vientre y senos, masajeando con delicadeza cada centímetro de estos y volviendo a hacer todo el recorrido. Los dedos pálidos y delgados dejaban constancia de una adoración por aquel cuerpo que no se podía expresar de otra manera que no fuera esa. Se podía apreciar a través de cada caricia los músculos, los huesos, y mas especialmente el calor que emanaba aquel cuerpo que encendía su deseo, la pasión que lo consumia hasta escalas inimaginables.

La lengua continuó aquella guerra secreta entre las notas y las escalas musicales mas bellas y ancestrales del mundo, deleitando los oídos de aquel depredador que la devoraba sin compasión hasta que exhalara el último suspiro en medio de aquel éxtasis que parecía acercarse lentamente. Él podría estar toda la noche en aquel refugio de los sentidos, saboreando, degustando, totalmente entregado a hacerla arder, a que ella se rindiera, a que se redujera al nivel de los pensamientos mas primarios. Con gusto recibió los dedos de ella en su cabello que comenzó a acariciar mientras sus notables sensaciones sobresalían a cada nueva embestida, caricia o respiración de esa boca ávida de un placer que no era natural, que no era para nadie mas que para él en aquella noche. Sintió la leve presión que exhorta a mas, a sentir mas, a que la actividad se acrecentara mientras sus cuerpo estaba casi consumiendo una cama en llamas, un campo de batalla donde la muerte y la resurrección eran inmediatamente sucedidas. 

Las miradas se cruzaron un instante y ella pudo apreciar el estado de su amante. Estaba totalmente entregado a ella y a sus placeres, le decía con esos ojos hambrientos que iba a hacerla llegar hasta lo mas alto, la llevaría a alcanzar unas sensaciones que nunca nadie le ha hecho sentir. En aquella mirada se reflejaba una gran cantidad de deseos ocultos y oscuros que solamente tenían como consecuencia la oleada de gozo que estaría dispuesto a darle todos los días con tal de que no se fuera y que el disfrutaría tanto como ella. Con su mirada se coordinó un sonido animalesco, como el de un lobo que está a punto de atacar y aquella lengua se abrió paso a través del telón natural de aquel cuerpo para llegar a lo mas profundo, como si quisiera hacerle el amor con la misma lengua que antes parecía tan suave y dulce en los besos y ahora era inmisericorde y ansiosa por alcanzar el máximo punto pero sin perder la calma. El golpe de placer inminente hizo soltar una exclamación a aquella exquisita dama que echó la cabeza hacia atrás y soltó aquel suave gemido casi incontenido y de volumen algo elevado. Su respiración y aquel corazón que tan bien podía escuchar no dejaban de acelerarse a cada momento. Disfrutaría todo el tiempo del mundo hasta que murieran ambos para volver a nacer tras aquella aventura nocturna.

La sed no quedó satisfecha pero las ansias eran incontenibles y tras relamerse lentamente mirándola a los ojos de nuevo, disfrutando cada gota de aquel néctar sagrado para él y cualquier otro mortal, comenzó aquel suave recorrido de besos entregados y limpios que lo había traído hasta aquel lugar tan candente y tentador. Las ingles fueron las primeras en sufrir apasionados besos para después con la lengua viajas desde esa frontera prohibida hasta el ombligo el cual rodeó lentamente. Hizo sentir la respiración, aquella respiración de bestia sedienta de placer, hasta la base de aquello senos firmes que lentamente besó, con los que embelesó el sentido del tacto y el gusto, conquistando con todas sus placentera intenciones cada centímetro de ese cuerpo que deseaba tanto de complacer hasta el mas íntimo de los rincones tal como había hecho momentos antes. Degustó esos pequeños puntos que coronaban aquellos montículos recreándose en el dulce sabor que se desprendía. Deleitó con masajes y adoración aquellos senos y una vez descansado y pagado el tributo de un suave beso en la zona mas palpitante de su cuerpo prosiguió el viaje con una lengua que dejó su rastro de deseo a lo largo de su garganta para reencontrarse de nuevo con los adorados labios. Y los besó mientras se unían y bailaban una vez mas aquella danza.

Los movimientos lentos se acompañaban de la orquesta de sus corazones que estaban anhelantes de aquellas apreciaciones que solo ella podía prodigarle. Era el mas antiguo de los valses, el mas apasionado de los tangos y el mas tentador de los caprichos de los dioses, que miraban en forma de estrellas a esos dos entes físicos consumiéndose en pasión, lujuria, ternura, sentimientos, sensaciones, emociones. Ambos se decían con cada roce, cada suave movimiento y paso de baile todo aquello en donde las palabras eran sobrantes. Las manos de ella se paseaban por su cabello, refugiando aquel delgado rostro en el cuello para sentir la cálida esencia de los labios devorando la piel con suma delicadeza y una pasión que rozaba en el fervor por la divinidad. Lo impulsaba a saciar la sed y el hambre de su piel que lo acosaba desde hacía mucho tiempo, sin cesar los movimientos, el vaivén de esos cuerpos que poco a poco notaban la gloria misma producirse en su interior. El no cesaba de decir aquel nombre mágico que estaba en cada uno de su sueños. No había mas mundo que el del cuerpo del otro y los alientos que se entremezclaban en la explosión que fue acallada por un beso de fuego rojo y blanco.


martes, 3 de julio de 2012

La misiva

Siempre silenciosa caminaba una dama como única presencia viva de aquel callejón por el que transitar se hacía un gran peligro. La oscuridad implacable de la noche ocultaba a muchos hombres y mujeres que estaban dispuestos a todo por lograr unas pocas monedas con las que sustentar sus vicios y propios intereses, aquellos intereses que los destruirían poco a poco, que los exterminaría sin dejar recuerdo alguno en la memoria de la sociedad que tan selectiva se había vuelto. Los pocos seres inofensivos de la noche eran aquellos sencillos gatos, perros y ratas que peleaban día y noche por la existencia a través del robo de algún pedazo de carne en puestos comerciales ambulantes o quizás un poco de comida sobrante del rico señor o carnicero que se creía con derechos de desperdiciar la comida. Aquel rostro se mostraba impasible ante todo lo que sus ojos veían. Las delineadas y definidas facciones estaban en una pétreo gesto que no era de indiferencia sino mas bien de pasividad ante los acontecimientos y la nula existencia de estos. Aunque, extraña era la actitud de aquella elegante ´´señora´´ si así se la pudiera llamar. Pareciera que quería llamar la atención de alguna forma. Sus pasos no levantaban excesivo estruendo pero tampoco dejaban entrever cautela, al contrario, la seguridad era palpable en cada onda sonora que se desprendían de unos caros zapatos ocultos bajo un caro vestido confeccionado en una costosa tienda de primera calidad. Si uno echaba a volar la imaginación pareciera que llegaba tarde a algún lugar. Y así era pues aquellos ojos cautivadores miraron un reloj en una torre y los pasos se hicieron ligeramente mas presurosos pero sin perder aquella clase y aquella magia.


Un estruendo y un gato negro salió a su paso y la miró fijamente. Extraño desde luego que aquel gato la mirara y no saliera corriendo, es mas, se acercó a aquella elegante criatura, se sentó sobre sus patas traseras y la miró largo rato. Tal gesto desconcertó interiormente a aquella entidad física que ahora mismo alzaba ligeramente esa perfectamente delineada ceja. Todas las criaturas vivas le huían pasara por donde pasara o fueran cuales fueran sus intenciones. Pero ese gato ahí permanecía, guardián insondable e inquebrantable, incorruptible de a saber que secretos o visiones, conocimientos o experiencias. En un rápido movimiento el gato se puso en pie y salió de debajo de aquellos bigotes una sola llamada que retumbó en esa mente tan sofisticada. Los movimientos de la dama parecieron ser automáticos al guiarse ella misma y sus circunstancias hasta lo profundo de aquel lugar cerrado que desembocaba en otra calle solitaria prácticamente igual a la anterior. Inesperadamente el destino de ambos era el mismo y una humilde puerta marrón fue lo que al frente se encontró la bella dama al poco trayecto. Sin mas la puerta se abrió y le recibió un hombre humildemente vestido, también de oscuros ropajes pero estos sin la trabajada factura de aquella dignataria de la fascinación. El hombre miró aquellos ojos con una cara de cansancio que avisaba del peligro de un desmayo inminente. Pero ahí estaba, en pie y con una sonrisa a media asta, con un gesto la invitó a entrar y ella pasó como una aparición fantasmal. Sin mas se miraron por unos momentos y la dama habló:

-Doy por hecho que la falta de presentaciones lo sitúan a usted como la persona a la que buscaba- Aquella voz irradiaba la tranquilidad de un lago, pero de un lago realmente frío que parecía no albergar vida de lo congelado que estaba. Sin embargo la sonrisa del buen hombre no pareció sufrió cambio alguno.-Necesito a un escribano hábil que sepa plasmar todo aquello que mi corazón siente pero mis palabras son incapaces de plasmar. Ese es mi gran defecto, no tengo el mas mínimo atisbo de imaginación. 
-Claro...será todo un placer lady...-El hombre tenía una voz normal, ni grave ni aguda. En realidad nada se salía de lo habitual en la compostura con la salvedad de algo de teatralidad en los movimientos-no se su nombre.-Ciertamente era rara la ocasión en que desconocía el nombre de sus clientes
-Lady Lafrange si usted gusta de llamarme así-Digo ella con esa frialdad que sin embargo no alteraba en nada el ambiente, como si fuera un elemento habitual de aquella estancia. Incluso se podría volver agradable para morir por congelación o dormir fresco en una calurosa noche de verano
-Un bello nombre cargado de mucha buena y antigua tradición.
-Así es.-Un atisbo de orgullo asomó en su voz inquebrantable y aun así aquel lago permanecía frío. 
-Que se le ofrece a la dama de gran y mágica belleza-Dijo con una especial acentuación en la palabra ´´mágica´´. 
La dama lo observó de nuevo. Poco habitual desde luego que un corazón como el humano permaneciera inalterable. Interesante desde luego. Pero eso podría esperar. Lo importante era el encargo.
-He venido a esta ciudad para gestionar un sin fin de papeles en los que me encontraré atareada durante unas semanas Y consultándolo con mis consejeros estos me han dicho que para calmar mi angustia podría mandar una carta Sin embargo los años y las variadas experiencias me ha dotado de todo tipo de conocimientos y facultades menos la de la imaginación y la empatía, la plasmación de los sentimientos.-Giró el rostro y miró aquellos ojos rebosantes de una calidez que no esperó encontrarse- pero los tengo. -Dijo con decisión. 
Una sonrisa mas definida cruzó el rostro de aquel escritor contratado para redactar una misiva de anhelo a un hombre enfermo. Sin duda esa noche sería muy productiva con solo escribir una sola linea. Y las cartas tenían mas de una linea. 
-No se preocupe le creo perfectamente aunque eso es cosa de usted, nadie entenderá mejor lo que siente que usted misma. - En su tono había tranquilidad y predisposición a lo que hiciera falta.- Lo ideal sería algo mas allá del nombre de su marido, algo que ya le haga sonreír. Esa chispa que encienda su rostro como una chispa hace encender el hidrógeno de uno de esos zepelín que se caen mucho últimamente. ¿Tiene su marido algún sobrenombre especial que solo usted use de cara a su persona?
-Bueno... -Dijo tras un brece momento de pensar-Su madre (y posteriormente yo con el permiso de su madre y él) le llamaba soldadito de plomo ya que él parecía duro y fuerte pero como bien es sabido el plomo se funde fácilmente y es muy blando. Él es muy sensible. Toda mi sensibilidad la tiene él. 
-´´Mi fuerte y sensible Soldaditode plomo:...´´-Escribió aquel hombre y comenzó a redactar haciendo preguntas de todo tipo- Cuantos años tiene su marido?
-Noventa y nueve-Dijo con toda tranquilidad la dama de elegante manera sentándose con toda su pompa y gracia en una silla al lado de aquel hombre que pronto comenzó a escribir
-¿cuando se conocieron?
-Hace noventa años
La pluma se detuvo por un momento y los ojos del escritor de nuevo se separaron de la hoja de papel para mirarla.la dama ya estaba acostumbrada a que la gente se sorprendiera al dar ese tipo de datos revelando una maldición a la que estaba sometida. Pero la dama no esperó las palabras del escritor. 
-Loable actitud Lady Lafrange, digno de admirar desde luego tantos años juntos y que el sentimiento no se haya extinguido porque me consta que no se ha extinguido en lo mas absoluto. Espero que ese sentimiento los haya protegido de todas las calamidades y las dificultades de al vida eterna y la vida finita a salvedad de la enfermedad que consume a su marido. 
La dama no daba crédito desde la máscara de piedra que era su rostro. Aquel hombre no se había asustado, no había contado con los dedos, no había abierto los ojos como platos ni le había puesto un crucifijo en pleno rostro gritando incoherencias en latín como otros tantos que habían sabido de su condición. Cuando le dijeron que aquel hombre no se sorprendía con nada es que no se sorprendía con nada. Durante un largo rato siguió escribiendo no sin antes preguntar procedencia, gustos, costumbres, disgustos, ideales, imaginaciones, escenas narradas y otras tantas cosas relativas a ese hombre que ahora yacía en una cama pensando en su amada y derramando una lágrima pensando si su Dama de Marfil estaba sana y salva. 
-Dígame joven- Dijo Lady Lafrage tras un rato de silencio.-Usted ha estado enamorado?
Una sonrisa acentuó el rostro de aquel hombre que por un rato no contestó, algo que la dama se esperaba mas no pensaba que fuera a responder al rato siguiente. 
-Dicen que si. -levantó la vista- Al igual posiblemente que usted ama a su marido. Y se que lo ama a pesar de al frialdad de su voz porque Veo preocupación en usted y seguramente su marido estará pensando como le estarán yendo las cosas, y de ahí el motivo de la carta. -Agarró otra hoja y se puso a escribir con decisión y firmeza- hoy ando inspirado para conmover corazones. -La miró por un momento y planteó una pregunta. -¿Usted lo habría sometido en algún momento de su relación a ese cambio que los pondría a la par?
-Nunca. Yo me enamoré de él por como era, por como es y por como será en sus últimos momentos de vida. lamentaré con profundidad su muerte, no volveré a ser la misma, lloraré o lo que sea que haga la gente de mi...clase.- sin darse cuenta se había alterado el tono de su voz. Tal era el amor que sentía por su pareja, por aquel valiente hombre que la hizo sonreír por primera vez hacía tantos años y tras muchos mas años de los imaginables sin sonreír que la posibilidad de dañarlo por dentro o por fuera la mataba hasta lo indecible y retorcía su corazón muerto con crueldad. 
-Y... -la miró pero or lo visto ella adivinó la respuesta y contestó
-No, el es el amor de mi vida y aunque no puedo predecir el futuro la huella que ha dejado en mi nunca se borrará. Hubo muchos hombres pero nadie como él, que me vio por primera vez en aquel bello día de hace noventa años y primero pensé en que era un niño encantador, después un joven apuesto y finalmente el amor de mi vida... 
-Seguro que ninguno se pudo resistir a sus encantos.-Dijo con una sonrisa
Con una sonrisa que correspondía a la de aquel hombre de pluma rápida y pensamientos incontenidos la dama se acercó a él susurrando en su oreja una vez este se puso a escribir de nuevo. 
-Y dígame joven... -se acercó un poco mas a él- Quien lo protege a usted. 
Y lejos de un estremecimiento, de un gsto de alerta, de rechazar cualquier posible ataque ante la cercanía de esa depredadora que desplegaba todas las armas de mujer ante una víctima inocente, producto de la sed y las ansias de alimento el escritor señalo con un gesto de pluma a un objeto y djo tan solo ella. 
-Ella.


Y ahí, señalada por una pluma creadora de mundos, versos y lineas salidas del corazón, reposaba el motivo de su tranquilidad ante la tentación, En un jarrón de no muy buena factura pero aun así con clara utilidad, reposaba una rosa azul, único adorno de aquella desvencijada mesa que había contemplado la conquista de imperios por la luz de una sonrisa.