miércoles, 21 de noviembre de 2018

Carta de añoranza

   Mi querida CDP:

   He olido de nuevo la sangre, aunque esta vez a través del recuerdo. Vagar entre los árboles y en aquel claro donde se encontraba nuestra cama me hace pensar en los buenos momentos. Te echo en falta, para poder  desahogar el dolor tan profundo que acarreo y que yo trocaba por tus gritos de agonía. Que rabia me da no poder volver en el tiempo, hace que mis zarpas se tensen o que mis instrumentos me recuerden su función de forma bana, arrojándome su brillo con la luz de la luna.
 
   Tengo en la memoria tu rostro, empañado en lágrimas, mostrando el dolor y luego ese cansancio que o provocaba con los amantes que están toda la noche realizando cada una de las mas artificiosas fantasías. Quiero hurgar en tus heridas, hacerte soltar esos lamentos que luego eran música y placer para mis oídos y mi cuerpo. Tu cuerpo tan deseado por hombres y mujeres era mio en aquellas noches solitarias, donde mi cabeza reposaba entre tus maravillosos pechos y rodeaba tu cuerpo buscando esas heridas, aun abiertas, a las que me gustaba recordarles que permanecer así era parte de su función para convertirte en un ser casi divino.

   Quien me diría, contruyéndome a mi mismo en las fantasías mas polémicas, que podría hacer un arte de aquello que supone el dolor para el ser humano. Pero no cualquier ser humano, sino tú, el lienzo mas perfecto que pueda encontrar un pintor como yo, con la mente mas abierta y luminosa en estas lides con la que congeniar de una manera tan abierta y pura. El deseo en aquellos tiempos era mucho, como sentirse libre y al mismo tiempo limitado por unas normas no escritas que parecían estar a merced de nuestros instintos, que podríamos hacer o deshacer a placer. Echo en falta todo eso, la lanceta en mi mano, tu espalda desnuda, tu casi desnudez, tu piel esperando a dar el siguiente paso en el concepto de "belleza", transformada por mis manos para que la sangre a su vez maquillara tu cuerpo con rojizo fervor.

   También recuerdo nuestros juegos con Nat, como su cuerpo estaba a nuestra merced, como dejaban entrever nuestros deseos que el dolor ajeno era algo sencillamente demasiado irresistible para poder negarse a causar un poco mas. El sabor de la sangre viene a mi boca mientras escribo esto y mis ojos se abren un poco mas, como en esos momentos donde tus músculos me recordaban el milagro de la anatomía humana entre espasmos y gritos salvajes de un dolor intenso.
 
   Muchas cosas han ocurrido desde tu ausencia pero sinceramente prefiero contártelas en directo algún día, si es que ese día se produce. Solo era para que supieras que aun pienso en esos momentos maravillosos.

   Te quiere tu hermanito salvaje, sádico y absolutamente devoto de tu persona.

   Atentamente; tu lan.

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