lunes, 26 de diciembre de 2016

El transcriptor.

Nota Previa: antes de leer este texto tal vez le interese leer a su predecesor

Al amparo de una buena mañana, al vida en aquel reino por fin despertaba y los primeros rayos de sol se colaban por los grandes ventanales de aquel majestuoso castillo, y minutos después bañaría todos los recovecos de la ciudad capital de aquel reino maravilloso y hasta hace poco en guerra. Los responsables de la vigilancia nocturna se marchaban a los barracones, se hacían los cambios de guardia, se daban las órdenes pertinentes y rutinarias. Los grandes celadores de la paz estaban constantemente alerta hasta el último paso y el último segundo. Lejos de ahí las puertas de la ciudad se abrían para aquellos que quisieran salir y entrar libremente, pasando eso sí, los pertinentes controles de las aduanas estatales. Aquella medida era reciente en vista a todos los susurros que se percibían en las sombras. Siempre alguien había que deseaba un profundo mal a la Reina y su adorable hija.

   Desde las primeras horas de la mañana ya suele haber un tráfico contundente, con algunos atascos de carromatos de comerciantes, estudiosos, mas comerciantes, compañías de caballeros libres, mas comerciantes aun y quien sabe si unas cuantas compañías de espectáculos ambulantes. Todas las personas eran tratadas con igualdad aunque siempre existe una pequeña diferenciación entre quienes ostentan el poder y quienes son meros campesinos. Pero aquello se trataba de dejar atrás. Un vivo ejemplo era el de un señor de alta cuna que ayudaba a sus siervos a descargar una carromato de maíz o un duque que ayudaba a un cazador, algo perdido en las primeras luces del alba, a llegar a una curtiduría o una buena posada donde vender sus piezas. Así pues transcurría con toda calma ese día hasta que un par de jinetes llegaron hasta donde se encontraba la guardia de la aduana. Una dama y un hombre. la dama se cubría con una fina túnica blanca y el caballero tenía los ojos de un lobo, el gesto recio y parecía nervioso por algo. las grandes multitudes nunca le habían agradado. Los caballos que montaban eran de buena raza, de porte noble y elegante, orgulloso y distinguido.

   La mujer, al acercarse el guardia de turno, se echó la capucha que la cubría hacia atrás y reveló un rostro de una belleza indescriptible, de piel blanca y ojos como el cielo, una sonrisa amable y sin duda desprendia por los cuatro costados una paz que hacia soñar con una vida ya de por si mejor de la que se vivía en aquellos tiempos.

   -Dama Luna.-Dijo el guardia al momento, haciendo una inclinación.-Bienvenida a casa.
   -Es bueno ser recibida de forma tan educada.-Dijo la mujer con una voz suave como un perfecto híbrido entre la seda y el terciopelo. Una sonrisa y el mundo pareció iluminarse.-No somos dados a la molestia pero me gustaría poder llegar lo antes posible al castillo para hablar con la Reina en persona.
   -Y rápido.-Dijo una voz grave, profunda, atiborrada y contenida en la rabia y el nervio que invade a la bestia a punto de atacar. El Caballero Lobo miraba a todos los presentes con ansia, nervios.
   -Mi amor.-Susurró ella mirando a su amado.- Se amable con estas buenas y honradas gentes.
   -No hay problema, mi señora.-Dijo el guardia mientras hacia una inclinación a uno de los guerreros mas temidos del reino y mas afamados por sus múltiples acciones militares.

   Al momento una escolta de caballería estaba tratando de abrir paso por aquellas calles a la Dama Luna y al Caballero Lobo, que cada vez se mostraba mas nervioso. Aquel hombre, mitad idem y mitad bestia, no aguantaba en lo mas absoluto las multitudes. Sus instintos estaban a la que saltaba y los olores y sonidos lo confundían. Entonces una mano blanca salvadora llegó y tomó la suya en un momento en el que los caballos no tuvieron mas remedio que casi pegarse el uno al otro. Aquella mujer era para él su todo, una absoluta y magnífica obra de arte que había llegado de otros mundos. Por mucho que la historia establecía perfectamente su línea de sangre, aquella mujer era para el Caballero Lobo como el ángel salvador del miserable o la diosa de la guerra para los hombres desmoralizados que alza su lanza y guía a los combatientes a la victoria. Un solo contacto de ella le imbuía de paz el espíritu. Mucha gente los miraba, por la belleza de ella o por la circunspección de él, pero ante todo el pueblo los envidiaba y admiraba a partes iguales. Ambos por separado era n guerreros formidables. Conocida era la puntería de esa mujer con su arco de cristal y temida y vociferada eran las andanzas de ese hombre, diestro con espadas, dagas, hachas y, siendo un secreto a voces, zarpas.

   La mujer saludaba a algunos conocidos desde lo alto de su caballo cuando notó que algo tiraba de su pierna. Al momento, temerosa deque estuviera a punto de atropellara alguien, se encontró con un grupo de niñas que le regalaron una corona de flores. la mujer sonrió, iluminando la pequeña plaza a la que habían llegado,y tomando la corona se la colocó en la cabeza,contentado así a las niñas y al pueblo, que empezó a aplaudir y a alabar la belleza de aquella mujer con mas ganas. El hombre que estaba a su lado sencillamente no salía de su asombro ante la fortuna que estaba sentada a su derecha. Continuaron el camino y pronto salieron a una calle mucho mas ancha, mas holgada para el tráfico, tan solo restaba un par de curvas a la derecha para entrar en la calzada principal, que atraviesa la plaza mas grande de comercio. Subiendo una cuesta de piedra blanca se encontraba el castillo. la escolta se retiró a los lados para dejar paso libre a aquellos recién llegados. Algunos jóvenes nobles que paseaban por la entrada o los jardines laterales estaban absortos en la belleza de aquella mujer, pero una mirada de su amado bastaba para que tomaran otro camino.

  Minutos después las puertas de la sala del trono se abrían para dar paso a aquellas dos leyendas andantes. Los pasos de ella eran de una elegancia inaudita, como si flotara, mientras los que él eran decididos como si en el siguiente tramo de suela fuera a saltar sobre alguien y a devorarlo. La Reina se sentaba en su trono y esta se puso en pie para recibir a los recién llegados, que se inclinaron ante Su Majestad y extendieron un pergamino. La máxima mandataria de aquel lugar, de aquel reino, era también bella sí, pero su belleza no venía de la elegancia de la Dama Luna, sino de la distinción noble que da una innumerable cantidad de generaciones de reyes y reinas. Los cuatro elementos con los que había sido forjada su línea de herencia corría por sus venas. Su pensamiento era fluido como el agua, bailaba en las fiestas de palacio como los espíritus del viento, era fuerte de corazón y estampa como la roca y según rumores una entregada, pasional y ardiente amante. Ambas damas eran distintas en todo lo relativo a lo físico pero iguales en sus ideales.

   -Majestad.-Dijo la mujer mientras entregaba la nota a la Reina.- Esto es todo lo que hemos concluido de la última misión y todo lo que hemos sacado en claro.

   La Reina estuvo leyendo durante un momento el papel pero con toda sinceridad era bastante complicado para alguien de su mente tan organizada y aquello parecía un caos. Todo eran vacuas referencias a la sangre, a los que sufren, a una mujer coronada en espinas. Pero sin embargo había algo que no le encajaba en todo aquello.
   -¿Que sucedió al final con los niños?.-Preguntó la noble mujer a dos de sus siervos mas fieles, plantados ahí, en medio de la sala del trono.
   -Les hemos dejado decidir por si mismos, Majestad. Aunque eran pequeños algunos y mas mayores otros, no apreciamos signo alguno de maltrato, mala alimentación o alguna atrocidad impura e impropia de los hombres civilizados..-Dijo el Caballero Lobo, como si contuviera la rabia por no haber tenido oportunidad de luchar contra un enemigo.-No me fié de él en ningún momento pero todos aquellos niños eran huérfanos o de padres de reputación dudosa en lo que a la crianza se refiere. Decidimos elegir el mal menor por ausencia de pruebas.
   -Considero que elegisteis bien pero esto último, esa supuesta profecía me intriga. Mas por favor, les invito a desayunar y reponer fuerzas después de un largo camino. Y no acepto un no por respuesta.-Dijo la Reina con gesto serio y se dirigió al comedor. Muchas veces ella misma se cocinaba la comida pero ese día le esperaba un duro día de reuniones y las decenas de manos que trabajaban en las cocinas eran mucho mas eficientes.
   -A sus órdenes, majestad.-Dijeron la Dama Luna y el Caballero Lobo.

   Tras el desayuno y unos cuantos intercambios de pareceres se llegó a la conclusión de que la supuesta profecía era incluso demasiado confusa para lo que establecen las profecías de por si, siempre llenas de juegos de palabras, dobles, triples o hasta cuádruples interpretaciones, dichas a trompicones por hombres que entregaron gran parte de su cordura a un conocimiento inabarcable e indescriptible.
   -Este supuesto profeta era un hombre bastante raro, Majestad.-Dijo la mujer de bello rostro blanco como la leche.-Normalmente esos autodenominados profetas son de dos clases. Los que profetizan sobre el futuro o los que... bueno....-Dijo la Dama Luna, no queriendo decir la palabra.
   -Los que están locos, los que han perdido la cabeza por conocer el nombre de otra planta mas.-Dijo el caballero lobo, tan tajante como siempre.-Este solamente parecía afectado por la clásica locura profética cuando dijo su adivinanza.
   -Mmmmmmm.-Dijo la Reina mientras le daba vueltas a las pocas palabras que habían quedado en su cabeza.-Es por la mañana y esto no creo que lo puedan resolver ni mis mejores alquimistas o magos. No tenemos profetas en la corte. Pero sí un transcriptor.
   -Cierto.-Dijo el Caballero Lobo, sin mas.-Su Majestad es sabia.-Dijo mientras atacaba un trozo de carne con sus dientes extrañamente puntiagudos.
   -Nada mas lejos de la verdad. Cuando terminen de comer quiero que descansen. las profecías pueden esperar pero veo en sus rostros que están algo agotados de tan largo viaje. Bajaría con ustedes pero lo cierto es que tengo una gran cantidad de reuniones durante todo el día. Así que me debo de retirar. Dama Luna, Caballero Lobo, permítanme.
   El Caballero Lobo y la Dama Luna se levantaron al hacerlo la Reina, como exige el protocolo y el servicio a su vez hizo una reverencia al paso de aquella respetada mujer, antes de que siguieran con sus quehaceres.

   Tras descansar convenientemente y entregarse a un encuentro que distendiera los músculos de aquel hombre salvaje y apasionado en la batalla y el amor, los dos siervos del Reino se encaminaron a las mazmorras. Las estancias para los pocos presos del reino eran realmente poco dignas de la palabra "mazmorra", pero sí era verdad que al poco tiempo la atmósfera resultaba algo opresiva para el que no tuviera una mente despierta o se supiera distraer con los mas mínimos detalles. la Dama Luna iba pegada al Caballero Lobo, dejando entrever los delicados gestos con los que tranquilizaba a su amado, que de nuevo no se encontraba muy cómodo caminando entre paredes construídas por los hombres. El carcelero jefe era un hombre mayor, de mirada fría, talante adusto y se acompañaba casi siempre de tres ayudantes que le ayudaran a tener bien controlados a los presos, todos ellos hombres fornidos y curtidos en batalla.
   -¿Que les trae por estos lares a sus señorías?.-Preguntó el carcelero en tono algo seco, distraído con el vuelo de una mosca hasta que se posaron sus ojos sobre las dos esferas azules de la Dama Luna.-Mi señora, disculpe mi falta de educación.-Al momento estaba organizando a la tropa de ayudantes lo mejor que podía mientras leía las órdenes y permisos firmados por la Reina.-El transcriptor hoy tiene muchas visitas.
   -¿Visitas? ¿Quien ha estado antes que nosotros?.-Preguntó la Dama Luna con un poco de intriga y curiosidad en la mirada y la voz.
   -Quien ha estado no. Quien está, mi señora.-Dijo el carcelero jefe mientras les hacía una señal a los dos nuevos visitantes para que le siguieran.
   Bajaron y bajaron escaleras. habían estado en aquellas profundidades unas cuantas veces pero siempre les sorprendía lo realmente hondos que estaban los últimos calabozos construidos. Por la buena voluntad de los ciudadanos y un excelente sistema educativo apenas quedaban presos y normalmente eran delincuentes que habían cometido actos menores pero habían reincidido. Incluso para un gesto tan amable había siempre voces en contra, las cuales se callaban cuando se mencionaba al abuelo de La Reina y su gusto por la tortura. Las piedras agobiaban al Caballero Lobo pero contaban cientos y miles de historias, muy oscuras, y pocas de ellas con un final benévolo para el oído de los mas intrigados por los secretos que aquellas paredes escondían desde hacía siglos.
   Tras atravesar un largo pasillo se dieron de bruces con doce guardias de élite situaciones a los lados de la puerta. La Guardia de élite, como su nombre indica, era una selección de los mejores y mas comprometidos guerreros que velaban por la seguridad contante de la Reina y sus hija, A diferencia del Caballero Lobo, la Dama Luna y los demás caballeros de la compañía que servía a su Majestad, la Guardia nunca abandonaba el castillo cuando juraban protección eterna a la Reina y a las que le siguieran. Sin duda encontrarlos ahí, tan lejos del salón del trono era, cuanto menos, inesperado.
   -Venimos a ver al transcriptor.-Dijo la bella dama al capitán de la guardia, un hombre recio, de mirada fría y rostro impasible, que no hizo excepción alguna con ella.
   -Se encuentra en plena...-El capitán pareció dudar, y no era propio dela guardia dudar.- En plena función. Pero como gusten. No creo que la reina los haya enviado aquí por gusto y para una visita de cortesía.
   El caballero Lobo se adelantó un paso para encarara a quien le hablaba así a su amada. Ella, por su parte, tomó su brazo, lo atrajo hacia sí y lo abrazó, con una sonrisa que derretía el acero.
   -Se lo agradecemos, capitán.-Dijo la mujer al pasar por el lado de este cuando le abrieron la puerta.

   En efecto. Frente los dos recién llegados habia otros doce hombres armados junto a los diez niños nobles mas ricos de todo el Reino, incluyendo a la Princesa, en el centro de la comitiva, que se desternillaba con las marionetas, las cuales se daban de palos en un improvisado escenario que pretendía simular las dependencias de algún castillo de fantasía. O al menos hasta que el encargado de aquel espectáculo logró girar el fondo y entonces apreció un bosque de noche, con una gran luna llena. la Dama Luna escuchó los gruñidos bajos de su amado que pronto estaba mirando fijamente el trozo de papel blanco, recordando.
   -Entonces -Dijo el narrador- la luna mandó a su hija mas bella, a una mujer digna de alabanza por todos los poetas, de la que ya se han escrito cientos de canciones y sobre la cual aun se escriben. y la Luna le dijo a su hija "tranquila hija mia, pues no estarás sola". Y entonces a su mas fiel servidor, a un enorme lobo que siempre aullaba con toda pasión a la luna, le confirió el poder y la libertad de ser hombre y no causar revuelo.- En esto que las dos marionetas que imitaban a los recién llegados tomaron unos palos y se enfrentaron a muchos demonios de peluche.- Y siempre juntos, libres como la luz y el viento, enfrentaron a todos los peligros. Derrotaron ellos solos a ejércitos enteros. se curaron las heridas el uno al otro y se prodigan a día de hoy un amor que muchos quisieran contemplar en sus vidas.
   
Entre los niños había una pequeña damita que destacaba por encima de todos. No por su opulencia, sino por todo lo contrario. Vestía de forma sencilla, estaba sentada al lado de la princesa y el resto de niños se le unían a las carcajadas por igual pero se apreciaba realmente la diferencia de poder. La bella y pálida dama hizo un gesto a su amado para que se fijara y entonces el hombre o la bestia sonrieron, sus ojos se iluminaron. Era la Niña que había salvado a la Reina de su enfermedad hacia unos años. Había crecido, sin duda y prometía ser toda una encantadora criatura que traería de cabeza a mas de un maestre para que sus señores se centraran en las lecciones.
   -El cuento no acaba así.-Dijo entonces uno de los niños, un repelente conde o marqués que seguramente había adquirido la costumbre de molestar de su bien nutrido señor padre.-
   -Lo se.- Dijo entonces el marionetista, que resultó ser el transcriptor, asomando sus ojos de enferma locura por encima del escenario, entre las dos marionetas con palos.- pero cuando los protagonistas están presentes a veces hay que adecuarse al público.-Y sus ojos se dirigieron hacia donde se encontraban los recién llegados. 
   Al momento la Princesa se levantó y los siervos se inclinaron, levantándose como era debido, todos los demás niños. El transcriptor fue el único que se demoró un poco en levantarse. 
   -Princesa.-Dijo la mujer de bello rostro color luz de luna mientras hacia una elegante reverencia. Algunos niños la miraban sin disimulo pero al mismo tiempo se encontraban en la dicotomía de admirar la belleza de la mujer o alejarse de la fiera estampa de su amado.- La Reina nos envía para que hablemos con nuestro afamado transcriptor de asuntos importantes.
   -No se hable mas.-Dijo la Princesa.-La obra ha terminado, nos retiramos de aquí. damas, caballeros, hay asuntos importantes que atender afuera. Despídanse todos de dos de los miembros de la mejor compañía de caballeros de mi madre y partamos.- Todo esto fue dicho con cierta pomposidad producto de la edad y el deseo de reafirmar la autoridad. 
   Cuando uno a uno los niños se despidieron, la Salvadora fue la última y entonces el Caballero Lobo hincó una rodilla en tierra y le susurró.
   -Si alguno de estos niñatos te molesta no dudes en hacérmelo saber.-Dijo con sus ojos amarillos anaranjados brillando de emoción.
   -Todos se han portado bien.-Dijo la pequeña dama con una sonrisa.-Muchas gracias caballero.-Y haciéndole una reverencia a él y a la Dama Luna abandonó la estancia.

   Una vez solos, el transcriptor recogió muy afanosamente todos los bártulos de la obra y los fue depositando en otra habitación. la llegada de aquel hombre al Reino había sido caótica. Lo encontraron en un callejón mascullando cosas sin sentido. se le había considerado un loco y encerrado en una de las estancias de seguridad de los calabozos en vista a la agresión a un guardia que había cometido. Luego se descubrió que había sido el guardia el que había comenzado. Ante la disculpa de la Reina el loco que había sido encontrado aquella lejana noche se dedicó a seguir hablando incoherencias, se le dio por loco hasta que uno de los consejeros de la Reina, afamado médico, vio que existía un patrón en sus afirmaciones. Tras una investigación y un poco de tratamiento logró estabilizarse su mente y fue de gran utilidad para el Reino hasta la fecha. En lo físico era un hombre delgado, de mejillas chupadas, mirada inquieta y siempre pendiente de mil detalles poco importantes ante la mirada de los demás salvo para él. Le gustaba vestir de colores pardos u oscuros. Huía de los tonos vivos pero aceptaba el blanco en algunas ocasiones, siempre que fuera en cantidades discretas. Una vez se se hubo arreglado ya todo y la habitación principal estaba en condiciones, el transcriptor le dio una cálida bienvenida a la Dama Luna, besando cortesmente su mano y saludando con una reverencia al Caballero Lobo, que lo miraba con cierto toque desconfiado. 
   -Muy bien.-Dijo, tras sentarse detrás de la mesa.-¿En que les puedo ayudar?.-Preguntó el hombre pálido como la cera a los dos presentes. 
   Sin mas la mujer le extendió las notas que habían recopilado, el informe entero de la aventura. El hombre que tenían ante ellos se mostró dubitativo por un momento pero accedió tras servirse lo que parecía zumo de un color extraño. Era rojo y espeso y a la luz de las velas que estaban encendidas en ese momento tomaba toques anaranjados. Tras beber unos cuantos sorbos se dedicó a leer las notas con calma. De vez vez en cuando se tensaba y miraba a algún rincón en sombras, pero nunca había nada. Susurraba palabras inconexas. La Dama Luna permanecía tranquila, sonriendo cada vez que el hombre la miraba, tomando la mano de su amado por debajo de la mesa. Su salvaje caballero sin embargo no estaba tan cómodo pero mantenía su estampa fiera.
   -No es una profecía.-Dijo el hombre pálido, aquel loco que decían era un transcriptor. Miró a ambos con una sonrisa que se fue desvaneciendo tras ver sus caras de desconcierto.-¿he dicho algo malo?
   -En lo mas absoluto.-Dijo la dama con otra sonrisa.-pero nos desconcertó toda la situación. Los niños, su trance, sus ojos en blanco.Seque no son motivos de credibilidad pero...
   -Ahhhh no no no, no crean que se fueron con las manos vacías. Esto de aquí -dijo el hombre levantando la última hoja- nos habla de algo certero, que sucederá o está sucediendo pero es lejos de aquí. Una capacidad descomunal de visión la de nuestro amigo. Me gustaría conocerle algún día. 
   -¿Entonces de que se trata?.-preguntó el caballero presente en la sala. 
   -Es un perfil físico y psicológico. 
   Entonces el transcriptor leyó todo el contenido de la supuesta profecía. 

   <<Veo a una mujer sobre una barca de hierro que atraviesa un lago de agua salada. Sus formas son de ninfa, su mente de hombre y mujer, su corazón de acero y plata. En su cuerpo hay cicatrices que, si uno afina el oído, cuentan historia trágicas, algunas solo gritan, aunque todas son bocas cerradas hace tiempo, voces dispares que luchan pero no mueven nada en su interior, contando historias del pasado. En lo alto de su cabeza una corona de espinas hace caer la sangre por su rostro, apartándose sus riachuelos rojizos al llegar a los ojos, pues son estos parte de su poder. Su voz resuena en los corazones, atemorizando al cobarde traidor y dando valor al valiente guerrero que lucha con nobleza. Cada palabra es un mazo de un dios de la justicia que viene a poner orden en el mundo. las mujeres, hombres y niños toman sus manos, bendicen y ruegan. Ella acepta cada ofrenda, sonríe y se cuida de que ni una sola gota de sangre toque sus cuerpos.>>

   -La persona en cuestión es una mujer, eso es lo único que nuestro profeta nos ha dejado claro. Bella o de buenas formas por lo que se lee también. Aun criándose en este mundo ta maravilloso desafía el orden pensando como hombre y mujer al mismo tiempo. Eso es francamente fascinante. Es decir que si tiene que decir una palabra malsonante la dice y bebe o pega como el mas aguerrido de nuestros guerreros. La barca de hierro representa sus convicciones que, aunque sujetas a las corrientes del pensamiento actual, es difícil de moverlas salvo que le den un argumento de peso. Las cicatrices que cuentan historias son su pasado, ha tenido un pasado duro, realmente doloroso, ha perdido gente o quizás a seres amados, o ha visto lo mas terrible del ser humano delante de sus ojos a corta edad. Ahhh aquí lo dice, historias del pasado. La corona de espinas me tiene intrigado. Puede ser algo referente a sus orígenes. No. No es eso.-El transcriptor se quedó mudo durante unos minutos, se levantó, consultó un par de libros.
   Tras unos minutos se sentó de nuevo. Se quedó en silencio mientras murmuraba cosas y escribía algo en un papel. la Dama Luna aguzó la vista y vio que eran números, fechas y una casita dibujada en la esquina con su puerta y sus ventanas. 
   -Ahhh vale. ya lo tengo creo.-Sonrió a los dos siervos de la Reina presentes.- En su mente hay ideas muy arraigadas que le han dado mas de un dolor de cabeza. ha tenido que lidiar con el prejuicio y con sus convicciones mas de una vez. Aquello le provocó dolor, decepción pero entones tenemos la barca de hierro, que no tiene remero, sigue su camino, sin timón. Ella espera pero también busca y suele encontrar o arreglarse con lo que tiene. Es una luchadora y una superviviente.-Otra pausa.- 

<<"Hace caer la sangre por su rostro, apartándose sus riachuelos rojizos al llegar a los ojos, pues son estos parte de su poder". Tiene una mirada poderosa pero no es eso lo que aquí nos quiere decir, sino que las dificultades no le impiden ver con cierta razón y lógica, anteponiéndose ante el dolor. No paro de ver aquí lo mismo todo el rato pero con palabras distintas. No es una mujer que se calle las cosas pero es discreta. Ahhh y aquí tenemos algo de su entorno. Se rodea de buena gente a los que juzga como capaces de estar a su altura o que le aportan algo. No le vale cualquier persona y dichas personas no deben regirse por el poder político o económico, sino el poder de la sociedad misma. Y la parte mas interesante. Se sacrifica por aquellos que ama. Se cuida de que ni una gota de sangre toque a aquellos que se le acercan. Quiere evitar que su dolor se extienda a los corazones ajenos.>>

-Es todo lo que puedo aportar.-Dijo finalmente el hombre, mirando entre cansado y entristecido a los presentes.-Sinceramente me gustaría conocerla, tiene que tener una conversación excelente.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Pensamiento de Escritor 25: "Asclepio"

Mi padre ha muerto. Cualquier otra realidad es inviable en estos momentos con respecto a el. Su vida pasada son recuerdos en sus seres queridos y en quienes le conocíamos, para bien y para mal. Se me ocurren muchas comparaciones con respecto a su carácter, personalidad, virtudes, defectos y un largo etcétera. Aun así decir que el hecho de morir tranquilo, sin sufrimiento fue algo realmente consolador para quienes estuvimos compartiendo el día a día con el durante las últimas casi tres décadas de su vida. Esto que escribo será una contradictoria "subjetividad objetiva", pues fue ayer la cremación y hace ya tres días de su muerte y tengo muchas cosas dentro, por lo que trataré de ordenarlo todo un poco e ir soltándolo. 

Temporalmente solo puedo decir que estaba viendo unas cosas en Internet cuando de repente mi madre recibió una llamada de Caser, el geriátrico donde se encontraba mi padre desde hacia ya tres años. Al parecer la enfermera que se encargaba de echarle una pomada para la irritación que tenía alrededor del ojo lo vio realmente mal y su instinto y capacidad profesional ya le hizo pedir una ambulancia para llevarlo a urgencias. En este tipo de situaciones yo reaccionaba ante la noticia de forma pasiva, pero ese día no, ese día había algo distinto en la voz de mi madre, en su cara. No había tensión, había tristeza y un agobio pocas veces visto. No lo pensé y en seguida yo también fui a ver que sucedía. Llegamos antes que la ambulancia y se nos comunicó que estaba agonizando. Vi con mis ojos, entre las lágrimas de mi madre como la máquina que indica la actividad cerebral y cardíaca estaba prácticamente plana en sus gráficas. Le vi respirar, con mi mano sobre su cabeza y sobre uno de sus delgadísimos brazos. Giré mi cabeza hacia un lado para mirar una cosa y cuando me di cuenta ya no respiraba. Se había ido.

Mi madre estaba destrozada y llamé a Tita Ana, a la que muchos de los que lean esto seguramente ya conozcan de aventuras y desventuras anteriores. Se echó a llorar al momento de decírselo y vino desde la aldea muy bien acompañada. Mi madre y ella se abrazaron, lloraron largo rato y yo hice lo que pude por tratar de darles al menos mi presencia como apoyo, pues en estos momentos trágicos lo importante siempre es dejar que la persona llore, que se desahogue. Eso de que los hombres no lloramos es una estupidez, pero sinceramente a mi aun no me ha nacido el llorar, no se si porque yo anticipaba esto y lo tenía ya aceptado o que podría pasar pero desde luego tengo motivos para llorar y sin embargo no lo hago. Me acojo a la frase mas repetida de la gente cuando les comunico este dato: "ya llorarás". Se que voy a llorar en algún momento, eso está claro, mi único temor es como será y cuando y sobretodo que espero no hacer o decir ninguna estupidez en el proceso. Paranoias mías, no le hagan mucho caso a esto último. 

Los mensajes y llamadas de condolencia no tardaron en venir. La Musa y mi querida Alfonsina, desde México, que organizó u organizará en tan bello  país una misa por mi padre. prestaron sus manos y capacidades varias en los campos de la psicología y el espíritu para darnos apoyo. La Musa estuvo pendiente en todo momento como amiga y como psicóloga de todo aquello que yo pudiera necesitar. Deste rincones y ciudades de Venezuela y Argentina también llegó apoyo, buenos deseos para mi y para mi madre. Viejos amigos de España contactaron conmigo para transmitirme su pésame. Desde Caracas hasta Toledo, Desde Buenos Aires hasta Barcelona y alrededores. Los que no pudieron venir por la distancia o los estudios o el trabajo no os sintáis culpables, os tengo en el corazón igualmente y agradezco vuestras buenas intenciones de animarme. Elvira,

Entonces a lo largo de estos tres días empezaron a venir amigos. Se presentaron el "camaratten" Juanjo en primer lugar. Al parecer estaba de fiesta en ese momento y se tomó la molestia de presentarse ahí a las tantas sin avisar ni nada. Nunca le estaré mas agradecido. Al día siguiente vinieron prácticamente todos mis amigos del grupo de TS. Berhto con su discreción y respetuosa distancia, pero solícito a cualquier petición y Raquel, la viva imagen del consuelo y la cercanía mas absolutas,pendiente aun a día de hoy de que yo esté bien y preocupándose por mi estado, La bella, bajita y encantadora Mery (me encantó el color de su pelo), novia del tranquilo, reposado y lógico Alvaro alias "Stillich", el mejor scripter del mundo, Bruno alias "Maglor" que ya está en nuestros corazones por cierta anécdota y al que admito que casi le mando dar mas de un testarazo en ciertas situaciones pero solo hice uso de sus servicios como amigo y apoyo moral. Vino Johny, "Nakass" para nuestro particular círculo de frikis, mucho mas silencioso y que fue toda una alegría de ver para mi madre (todos lo fueron pero él tiene mas veteranía). Y hubo visitas inesperadas. Brais, antiguo diamante 3, una de las mas grandes personas que he conocido con un profundo mundo interior que merece ser conocido. Y las dos sorpresas de esa noche: Lamela y Anxo, alias Silvanov". El primero, por deferencia a mi persona, apartó un poco los vaciles habituales (siempre desde un inicial buen rollo) y trató de sacarme una sonrisa, la cual consiguió, acompañada de carcajadas y todo en ciertos puntos. Puede que acepte su invitación de ir a una casa "okupada" y todo, "por echarme unas risas". Anxo, el bueno y bajito de Anxo, qie me recuerda a un personaje histórico pero aun no recuerdo quien exactamente, se mostró realmente cercano, preguntando o hablando siempre desde un respeto casi reverencial. Que bien me cae y que mono es, por Dios. Todos ellos protagonizaron momentos encantadores y de gran motivo de sonrisa para mi, destacando cierta charla entre la encantadora Raquel y la bella Cristina, las cuales congeniaron desde el principio y no paraban de reír ante ciertos actos que se reproducían de forma casi constante en el lugar.Desde Santiago, Mario me consoló y me aconsejó, me dio su punto de vista con respecto a la muerte y el luto y ciertamente lo comparto. Es muy sabio en ese aspecto. No nos olvidemos tampoco de Santi "Tzaren", que también brindó un gran apoyo A ellos, desde mas lejos, se les unieron en la distancia, a través de sus mensajes los buenos de Cristian "Naes", Josep "Darak" y Sergi "Reedek".

A las pocas horas de marcharse este primer grupo de grandes amigos vino un segundo grupo. Mi querida, inteligente, bella, respetuosa y educada Inés, con la que daré un paseo en pocos días, a la cual nunca le podré agradecer lo suficiente su apoyo y predisposición trajo consigo a unos amigos del instituto de Adormideras. Con ella iban el siempre silencioso y discreto Brais, "Kaly" para los amigos. Admito que su presencia me sorprendió en verdad. Fue un golpe bastante grande en el buen sentido de la palabra. También el bueno de Sergio, alias "Chechu", que al fin tiene el pelo largo y le queda estupendamente (está soltero, chicas), mucho mejor que a mi y que a cualquiera, dotado de esa tranquilidad que desquiciaba a cierta profesora de arte al parecer pero que a mi siempre me aportó un gran equilibrio interior y siempre me hizo sonreír la participación y continuación en mis ocurrencias. Carlos "Cuqui", con su perilla y palabras lograron animarme, hacerme sonreír, al igual que todos los anteriores y los que siguen. Y se contó con la presencia de la teatral, sonriente,bella y dramática (estudia Teatro) Teresa, la Sarah Bernhardt de Coruña, la cual me permitió el honor de besar su mano, como corresponde la tradición en el trato a las damas de elegante porte y distinguida figura. En últimas instancias se nos unió el hermano de la bella Inés, al cual también le quiero agradecer desde aquí su presencia aunque solo hubieramos hablado un par de veces. 

El día siguiente fue el dia mas triste de todos, pues era ese momento que tan nervioso me estaba poniendo pero conté de nuevo con mas visitas de amigos. Vinieron la bella Cris y los insignes Juanjo, Maikel y Juancho, que en todo momento estuvieron a mi lado sin separarse un milímetro de mi. Durante los días previos conté con la presencia de Marisa, Eva y su hija Noe. Marisa me ganó con su expresividad y constante atención, Eva con su presencia y apoyo y Noe con su encanto y alegría en medio de la tormenta. También se presentó, durante los tres días, Fabiola, la alegre y racional hija de Tita Ana, a la vual de nuevo le doy las gracias por su presencia. Ana, la antigua camarera y cocinera del Amarante compartió los momentos de luto junto a nosotros junto a Jose, Jose Ramón, el leganrio Piño y un sinfín de personas mas. 

Y entonces una de las dos guindas posibles del pastel. Vino mi mejor amigo, Pablo Otero Rodriguez, que se presentó y se prestó en todo momento a escucharnos, deseándonos por su parte que ahora comenzara una nueva etapa, nos transmitió las condolencias de ese ángel que es su novia, la luminosa Leticia, que no se si es creyente pero Dios la guarde muchos años. Son de las mejores parejas que he visto en mi vida. Me dais envidia, lo reconozco, pero es una envidia sana. 

Aun recuerdo muchas mas cosas pero sinceramente es un auténtico laberinto de emociones, sentimientos, ideas, reflexiones y conclusiones demasiado complejo de recorrer y pasar a palabra escrita. Hubo cosas malas. Hubo cosas terribles, dolor, palabras hirientes, sangrantes, dichas con rabia, sin fundamento. Pero incluso de ahí saco algo bueno y es que me alegro de no ser como esas personas que vinieron a matar nuestro espíritu de lucha llevadas por los motivos que fueran a decir lo que se dijo. Hubo también intentos de chantaje, de imposición de condiciones, se tuvo que tirar todo atrás dos veces en búsqueda del consenso; un consenso que no se logró. La rabia y el sentimiento de injusticia pululaban por ahí cuando miraba a ciertas personas pero esas personas ya no creo que me vean nunca mas ni yo a ellos, así que todos felices y contentos. 

Quisiera darle un agradecimiento especial a Iván, un habitual del Sham Rock, que al parecer, por lo que se me comunicó, invitó a todo el mundo a una ronda de chupitos en honor a mi y a mi padre. Desde aquí le doy las gracias así como una vez mas a la cálida y hempática Alfonsina por esa maravillosa misa desde México. 

Ahora toca momentos de reflexión, de luto, de tristeza, de recordar y que esos recuerdos hagan llorar (aun no he llorado nada, conste) y de par paseos con amigos, verme con los que no vi en estos días y sencillamente seguir adelante.

Y sí, es verdad que no he dicho como era mi padre ni nada, así que solamente voy a decir lo que dije en el libro de formas y que cada uno saque su conclusión:

"Fuiste mi padre y como Asclepio, y no veo mayor motivo de orgullo"

lunes, 5 de diciembre de 2016

Dama Luna y Caballero Lobo.



Una noche caía apaciblemente sobre el bosque nevado. Los habitantes diurnos estaban ya refugiados en sus madrigueras o los agujeros de algún árbol. Los nocturnos salían a cazar aquello que les pudiera alimentar, algo que llevarse a la boca para ellos o para la familia. Un zorro paseaba por en medio de dos pinos cuando una liebre se le cruzó y ahí comenzó la persecución. Unos pasos mas allá los peces daban vueltas en un lago helado. Un tejón se quedaba dormido a momentos mientras sonaban sus tripas pero aun tenía una buena reserva de comida en algún punto del bosque. Lo había guardado pues era inteligente y precavido. Los copos de nieve caían suavemente, dejando un manto de renovada blancura, borrando las pisadas del zorro y tapando un poco mas la madriguera de la lievre y el tejón. Todo parecía en paz, en absoluta calma.

  Una gran zarpa pisó el suelo de aquel bosque. Los animales, todos ellos, levantaron la cabeza mientras otra zarpa mas se adelantaba a la primera. Un gruñido bajo, unos ojos que exploraban todo el lugar mientras dos pies descalzos se situaban al lado de las dos grandes patas. Una suave y delicada mano acariciaban un pelaje negro muy suave. Los grandes ojos del animal se giraron hacia la persona que le acariciaba mientras Sus orejas captaban todos los sonidos posibles de la naturaleza: el viento entre las hojas, los corazones de las posibles presas. pero de todos aquellos corazones solo buscaba uno en particular. Unos grandes ojos, enormes realmente, como manzanas de tan grandes que eran, miraron con determinación a la dama que estaba a su lado, descalza, como bien se dijo, y solo cubierta con una túnica de terciopelo. A la espalda un arco y unos cuantos puñales escondidos. La mujer miró al animal con la ternura de una madre y el amor que los dioses profesan a sus fieles

  -¿Escuchas algo, mi amor?-Preguntó la dama mientras paseaba la mano entre las orejas de aquella enorme bestia. Aquella voz era de una calidez que hacía que la nieve se derritiera a su paso, una cualidad muy útil en épocas de ventisca.
Por toda respuesta la bestia gruñó y siguió avanzando. No era una falta de educación responder con un gruñido cuando se era un lobo enorme, en otras circunstancias cualquier ciudadano le habría reprendido por no mostrar el respeto suficiente a aquella diosa de la belleza y la guerra, sierva de la luna, hija de la misma. La bestia se puso a avanzar,siguiendo sus instintos pero sin dejarse llevar por estos. Era complicado, bajo aquella forma, que los instintos no tomaran las riendas pero los años y las décadas le habían enseñado a controlar aquello. Sus ojos veían nieve, árboles, ramas desnudas y otras verdes por toda la eternidad. Sus orejas escuchaban el latido de cientos o miles de pequeños corazones. Una música mucho mas especial venía de detrás, del lugar exacto donde se encontraba su amada. De momento no escuchaba nada mas.

  La dama observaba aquella bestia con cierta distancia mientras caminaba casi flotando sobre la nieve. Su cuerpo era algo de otro mundo, al igual que su rostro y la expresividad de sus ojos azulados como el cielo que ahora se cubría entre las nubes. Aunque aparentemente indefensa, era capaz ella sola de terminar con cualquier amenaza que se le presentara mediante la palabra o mediante la acción directa d su arco, el cual descansaba a su espalda. Su rostro era de una paz profunda, su mirada expresaban la tranquilidad absoluta de quien se encuentra en un perfecto equilibrio de cuerpo, mente y espíritu, por no mencionar esa dulce y cálida sonrisa que había hecho sonrojar a mas de un caballero. En las cenas o las fiestas de palacio ella siempre era de las figuras mas destacadas entre las nobles y las humildes; vistiera lo que vistiese siempre parecía sacada de un cuento.

  El gran lobo negro, aquel al que llamaban "el Caballero lobo", caminaba con sus cuatro patas, bajo la forma de aquel lobo grande que olía el suelo y escuchaba cada pequeño sonido con toda atención. Era un ser silencioso, afectado por una naturaleza secundaria que le había llevado a cometer terribles actos contra el pueblo antes de ser convencido por carios cientos de soldados, una reina, una compañía de caballeros y esos dos ojos azules que lo miraban desde la distancia, acompañándolo durante esa y otras aventuras. las orejas escucharon un trueno y el olfato olió una gran tromba de agua que se acercaba hacia ellos.

  Lograron encontrar refugio de la lluvia dentro de una pequeña oquedad en una roca no muy lejana. Se denominaba roca aquello porque llamarlo montaña sería faltar a la verdad y exagerar los detalles. La Dama Luna, tal como muchos la llamaban, acariciaba ahora el cabello negro de aquel hombre que había conquistado su corazón. Solo ella podía ver aquella ternura en esos ojos amarillos, en esa sonrisa afilada, lobuna, depredadora, que ponía nerviosas a muchas personas. Ella comenzó a cantar suavemente mientras los dedos blancos peinaban aquel cabello que ella una vez le había cortado para adecentarlo con motivo de una gran celebración real. Poco a poco el caballero se fue quedando dormido, sumiéndose en un sueño que le llevó a tiempos remotos en los que la sangre y el deseo pululaban libremente en sus días. Sus ojos volvieron a verlas pieles entremezcladas y la sangre fluir. El telar de recuerdos y ensoñaciones se estaba enhebrando poco a poco cuando de pronto un grito rasgo esa delicada tela y el caballero abrió los ojos, poniéndose en pie.

  -Yo también lo he escuchado.-Dijo ella mientras tomaba su arco de aquel material similar al marfil, regalo de un poderoso alquimista, ahora consejero del reino.
  -Ha sido un niño, en esa dirección. ¡Vamos!.-Dijo,y sin mas echó a correr mientras la lluvia los empapaba de pies a cabeza.

  No muy lejos encontraron,en efecto, a un niño tirado en el suelo. Lloraba amargamente y se llevaba las manos a la pierna.La mujer se acercó con elegancia, como si la naturaleza apartara las ramas molestas a su paso. Aquellos andares arrebataban siempre el aliento al Caballero Lobo bajo otras circunstancias pero ahora no era la situación.
  -¡Mi tobillo!.-Dijo el niño mientras se agarraba fuerte el mismo.-¡Seguro que me voy a morir!.-Dijo con un lamento
  La mujer acudió presurosa y su amado le pasó unas vendas junto con una pequeña botella que contenía un líquido de aroma amargo que la lluvia disimuló. Al momento el tobillo del niño había dejado de doler y le preguntaron, una vez refugiados en el sitio donde habían permanecido dama y caballero momentos antes. Con el tiempo supieron que ese pequeño niño era parte de aquel objetivo que habían perseguido durante los últimos días.

  En los pueblos cercanos habían comenzado a desparecer los niños. Muchos de ellos eran vistos con un hombre realmente anciano, vestido casi como un mendigo, antes de que estos desparecieran. Se rumoreaban muchas cosas siniestras y dichas sin fundamentos o conocimientos sólidos de ningún tipo. las quejas habían llegado a los acuartelamientos cercanos pero ninguna batida daba con los niños. Finalmente se le encargó esto a dos de la compañía mas experta de la Reina. Ambos amantes eran inseparables y se comprometieron a no volver hasta solucionar aquello. El viaje fue largo, pues el reino era extenso en demasía, pero no tardaron en encontrar las primeras pistas. Una mirada de ojos azules, un par de palabras sutiles y al momento estaban sobre la pista de quien pareciera ser el culpable de la desaparición de los niños. No se había notificado aparición de cuerpos pero ciertamente era extraño que desaparecieran sin mas.

  -¿Donde están tus padres?.-Preguntó la mujer de bellos ojos azules y sonrisa cálida como el sol.
  -Yo no tengo padres, no desde que murieron por una enfermedad hace mucho tiempo..-Dijo el niño mientras se acurrucaba contra el pecho de la mujer, tan cálido y suave a través de la tela de su túnica.
  -Nos dijeron la última vez que estabas con un señor mayor, Que paseabas con él.-Continuó la mujer, tratando de tirar un poco del hilo. Quizás estaba siendo demasiado directa pero era importante solucionar aquello
   -Sí, el profeta. Es un hombre raro, con muchos frascos con cosas raras. A mi amigo le predijo que encontraría una espada mágica en el bosque y así fue. Lo malo es que para que adivine cosas dice que necesita beber sangre de niño.
   En la entrada se escuchó un gruñido que retumbó por toda la oquedad de aquella roca grande. El Caballero Lobo no aguantaba la magia de sangre, ni a los adivinos ni esas cosas.
-¿Que le pasa?.-Preguntó el niño, algo asustado de pronto, mientras contemplaba la espalda de aquel hombre extraño de ojos amarillentos.
-Tranquilo.-Susurró dulcemente la mujer, y al momento el niño casi estaba dormido ante el cansancio de estar todo el día en el bosque recogiendo leña para el anciano.-Pero antes dinos donde vive ese anciano profeta.
  -Vive justo frente a esta cueva, en esa dirección a unos cientos de pasos. Os encontraréis con un árbol gigante y mas allá de ese árbol encontraréis lo que parece una pared llena de enredaderas pero que son realmente la entrada a su escondite, bueno a nuestro refugio, porque dice que ese sitio nos librará del mal que se avecina.
  -Muchas gracias cielo.-susurró la dama cálidamente mientras acariciaba el cabello de aquel pequeño querubín tan valiente y hablador.
  Cuando el niño se quedó dormido lo llevaron hasta el pueblo mas cercano para que se encargaran de él.
 -Ya sabemos donde está el viejo ese y vamos a traerles de vuelta a sus hijos.-Dijo el Caballero Lobo, una vez que las autoridades pertinentes se hicieron cargo del niño y este se hubo despertado y calentado con una buena taza de chocolate caliente.

  Las indicaciones del niño fueron acertadas y encontraron rápidamente al hombre que se encargaba de aquellas desapariciones. Los niños campaban a sus anchas por aquel lugar, realmente muy amplio y que presentaba señales de haber sido expandido unos cuantos metros mas en todas las direcciones posibles. Estaba bien iluminado por un par de lámparas y muchos candelabros. Una ingeniosos sistema traía iluminación solar a lo mas profundo de aquel lugar donde un hombre tenía en sus piernas a una niña de no mas de cinco años. El hombre vestía ropajes andrajosos y en su vista había una pátina blanca. Era ciego.

  -Señor.-Dijo la mujer, educadamente, presentándose ante él.-le pido que libere a estos niños antes deque puedan producirse consecuencias graves para todos. Sus padres preguntan por ellos.
  -No seas tonta, niña.-Dijo el hombre con tono algo malhumorado, como si la dama hubiera dicho la mayor estupidez del mundo. Aquel tono alteró al caballero, al amado de aquella dama que al momento estaba llevándose las manos a las dos espadas que tenía cruzadas a la espalda.
  -No.-Dijo la mujer, deteniendo a la bestia mas peligrosa del reino con un sencillo gesto de la mano-No presentemos un espectáculo que sea una pesadilla para estos niños.
  -Estos niños han visto a padres maltratadores, padres muertos y cientos de acciones inhumanas en gente que decía desear protegerlos o quererlos. Así que no seáis tontos y alejáis de aquí porque si vuelven con aquellos que dicen amarlos, sufrirán mucho mas de lo que yo pueda hacerles sufrir en apenas unos minutos.
  La mujer iba a decir algo pero al momento el hombre la hizo callar con un gesto autoritario.
 -Le propongo algo. Yo les demuestro que están mejor aquí que con sus padres o tutores y ustedes me dejan en paz para siempre. Me encargaré de su educación y de adiestrarlos para que sean personas de bien.
  -Si sus intenciones fueran tan nobles no los secuestraría.-Dijo el otro hombre presente mientras se adelantaba un poco. Los niños habían dejado de jugar mientras aquella conversación se llevaba a cabo, solo los mas pequeños permanecían algo ajenos a todo aquello y reían en la lejanía.
  -¿Secuestrarlos?.-El hombre de largas barbas y mirada extrañamente blanquecina rió estruendosamente. Algunos niños también. Eso era señal de afinidad. La Dama Luna miró a los niños que habían reído.-Estos pequeños angelitos han sido víctimas de violencia de todo tipo, Pregúntale a cualquiera de ellos. Si los tengo aquí apartados es porque mis enseñanzas les provocaría todo tipo de pensamientos englobados en la etapa de la madurez, y eso, aderezado con cultura, haría peligrar su integridad ante la vista de aquellos que dicen amarlos. Su amada Reina hace todo lo posible por letrar a la población pero al tradición y la superstición siguen presentes. Y saben que no miento. La sangre de los niños cuenta historias que pueden helar la sangre del mas pintado.-Dijo de pronto.-Déjenme hacerles una demostración..-Dijo el hombre mientras de uno de los bolsillos ocultos sacaba una aguja.-Mis intenciones son legítimas.
  -Le observamos atentamente, anciano.-Dijo el Caballero Lobo mientras esta vez era la Dama Luna la que parecía estar a punto de precipitarse contra el anciano cuando este pinchó el dedo de la niña.
  El anciano entonces comenzó a balbucear unas palabras extrañas mientras los niños se congregaban alrededor de la mesa en la que estaba sentado, apartando todos los cubiertos, platos, vasijas y cualquier objeto que se pudiera romper.

  <<Veo a una mujer sobre una barca de hierro que atraviesa un lago de agua salada. Sus formas son de ninfa, su mente de hombre y mujer, su corazón de acero y plata. En su cuerpo hay cicatrices que, si uno afina el oído, cuentan historia trágicas, algunas solo gritan, aunque todas son bocas cerradas hace tiempo, voces dispares que luchan pero no mueven nada en su interior, contando historias del pasado. En lo alto de su cabeza una corona de espinas hace caer la sangre por su rostro, apartándose sus riachuelos rojizos al llegar a los ojos, pues son estos parte de su poder. Su voz resuena en los corazones, atemorizando al cobarde traidor y dando valor al valiente guerrero que lucha con nobleza. Cada palabra es un mazo de un dios de la justicia que viene a poner orden en el mundo. las mujeres, hombres y niños toman sus manos, bendicen y ruegan. Ella acepta cada ofrenda, sonríe y se cuida de que ni una sola gota de sangre toque sus cuerpos.>>

Para mas información sobre estos dos personajes leer antes esta entrada