lunes, 5 de diciembre de 2016

Dama Luna y Caballero Lobo.



Una noche caía apaciblemente sobre el bosque nevado. Los habitantes diurnos estaban ya refugiados en sus madrigueras o los agujeros de algún árbol. Los nocturnos salían a cazar aquello que les pudiera alimentar, algo que llevarse a la boca para ellos o para la familia. Un zorro paseaba por en medio de dos pinos cuando una liebre se le cruzó y ahí comenzó la persecución. Unos pasos mas allá los peces daban vueltas en un lago helado. Un tejón se quedaba dormido a momentos mientras sonaban sus tripas pero aun tenía una buena reserva de comida en algún punto del bosque. Lo había guardado pues era inteligente y precavido. Los copos de nieve caían suavemente, dejando un manto de renovada blancura, borrando las pisadas del zorro y tapando un poco mas la madriguera de la lievre y el tejón. Todo parecía en paz, en absoluta calma.

  Una gran zarpa pisó el suelo de aquel bosque. Los animales, todos ellos, levantaron la cabeza mientras otra zarpa mas se adelantaba a la primera. Un gruñido bajo, unos ojos que exploraban todo el lugar mientras dos pies descalzos se situaban al lado de las dos grandes patas. Una suave y delicada mano acariciaban un pelaje negro muy suave. Los grandes ojos del animal se giraron hacia la persona que le acariciaba mientras Sus orejas captaban todos los sonidos posibles de la naturaleza: el viento entre las hojas, los corazones de las posibles presas. pero de todos aquellos corazones solo buscaba uno en particular. Unos grandes ojos, enormes realmente, como manzanas de tan grandes que eran, miraron con determinación a la dama que estaba a su lado, descalza, como bien se dijo, y solo cubierta con una túnica de terciopelo. A la espalda un arco y unos cuantos puñales escondidos. La mujer miró al animal con la ternura de una madre y el amor que los dioses profesan a sus fieles

  -¿Escuchas algo, mi amor?-Preguntó la dama mientras paseaba la mano entre las orejas de aquella enorme bestia. Aquella voz era de una calidez que hacía que la nieve se derritiera a su paso, una cualidad muy útil en épocas de ventisca.
Por toda respuesta la bestia gruñó y siguió avanzando. No era una falta de educación responder con un gruñido cuando se era un lobo enorme, en otras circunstancias cualquier ciudadano le habría reprendido por no mostrar el respeto suficiente a aquella diosa de la belleza y la guerra, sierva de la luna, hija de la misma. La bestia se puso a avanzar,siguiendo sus instintos pero sin dejarse llevar por estos. Era complicado, bajo aquella forma, que los instintos no tomaran las riendas pero los años y las décadas le habían enseñado a controlar aquello. Sus ojos veían nieve, árboles, ramas desnudas y otras verdes por toda la eternidad. Sus orejas escuchaban el latido de cientos o miles de pequeños corazones. Una música mucho mas especial venía de detrás, del lugar exacto donde se encontraba su amada. De momento no escuchaba nada mas.

  La dama observaba aquella bestia con cierta distancia mientras caminaba casi flotando sobre la nieve. Su cuerpo era algo de otro mundo, al igual que su rostro y la expresividad de sus ojos azulados como el cielo que ahora se cubría entre las nubes. Aunque aparentemente indefensa, era capaz ella sola de terminar con cualquier amenaza que se le presentara mediante la palabra o mediante la acción directa d su arco, el cual descansaba a su espalda. Su rostro era de una paz profunda, su mirada expresaban la tranquilidad absoluta de quien se encuentra en un perfecto equilibrio de cuerpo, mente y espíritu, por no mencionar esa dulce y cálida sonrisa que había hecho sonrojar a mas de un caballero. En las cenas o las fiestas de palacio ella siempre era de las figuras mas destacadas entre las nobles y las humildes; vistiera lo que vistiese siempre parecía sacada de un cuento.

  El gran lobo negro, aquel al que llamaban "el Caballero lobo", caminaba con sus cuatro patas, bajo la forma de aquel lobo grande que olía el suelo y escuchaba cada pequeño sonido con toda atención. Era un ser silencioso, afectado por una naturaleza secundaria que le había llevado a cometer terribles actos contra el pueblo antes de ser convencido por carios cientos de soldados, una reina, una compañía de caballeros y esos dos ojos azules que lo miraban desde la distancia, acompañándolo durante esa y otras aventuras. las orejas escucharon un trueno y el olfato olió una gran tromba de agua que se acercaba hacia ellos.

  Lograron encontrar refugio de la lluvia dentro de una pequeña oquedad en una roca no muy lejana. Se denominaba roca aquello porque llamarlo montaña sería faltar a la verdad y exagerar los detalles. La Dama Luna, tal como muchos la llamaban, acariciaba ahora el cabello negro de aquel hombre que había conquistado su corazón. Solo ella podía ver aquella ternura en esos ojos amarillos, en esa sonrisa afilada, lobuna, depredadora, que ponía nerviosas a muchas personas. Ella comenzó a cantar suavemente mientras los dedos blancos peinaban aquel cabello que ella una vez le había cortado para adecentarlo con motivo de una gran celebración real. Poco a poco el caballero se fue quedando dormido, sumiéndose en un sueño que le llevó a tiempos remotos en los que la sangre y el deseo pululaban libremente en sus días. Sus ojos volvieron a verlas pieles entremezcladas y la sangre fluir. El telar de recuerdos y ensoñaciones se estaba enhebrando poco a poco cuando de pronto un grito rasgo esa delicada tela y el caballero abrió los ojos, poniéndose en pie.

  -Yo también lo he escuchado.-Dijo ella mientras tomaba su arco de aquel material similar al marfil, regalo de un poderoso alquimista, ahora consejero del reino.
  -Ha sido un niño, en esa dirección. ¡Vamos!.-Dijo,y sin mas echó a correr mientras la lluvia los empapaba de pies a cabeza.

  No muy lejos encontraron,en efecto, a un niño tirado en el suelo. Lloraba amargamente y se llevaba las manos a la pierna.La mujer se acercó con elegancia, como si la naturaleza apartara las ramas molestas a su paso. Aquellos andares arrebataban siempre el aliento al Caballero Lobo bajo otras circunstancias pero ahora no era la situación.
  -¡Mi tobillo!.-Dijo el niño mientras se agarraba fuerte el mismo.-¡Seguro que me voy a morir!.-Dijo con un lamento
  La mujer acudió presurosa y su amado le pasó unas vendas junto con una pequeña botella que contenía un líquido de aroma amargo que la lluvia disimuló. Al momento el tobillo del niño había dejado de doler y le preguntaron, una vez refugiados en el sitio donde habían permanecido dama y caballero momentos antes. Con el tiempo supieron que ese pequeño niño era parte de aquel objetivo que habían perseguido durante los últimos días.

  En los pueblos cercanos habían comenzado a desparecer los niños. Muchos de ellos eran vistos con un hombre realmente anciano, vestido casi como un mendigo, antes de que estos desparecieran. Se rumoreaban muchas cosas siniestras y dichas sin fundamentos o conocimientos sólidos de ningún tipo. las quejas habían llegado a los acuartelamientos cercanos pero ninguna batida daba con los niños. Finalmente se le encargó esto a dos de la compañía mas experta de la Reina. Ambos amantes eran inseparables y se comprometieron a no volver hasta solucionar aquello. El viaje fue largo, pues el reino era extenso en demasía, pero no tardaron en encontrar las primeras pistas. Una mirada de ojos azules, un par de palabras sutiles y al momento estaban sobre la pista de quien pareciera ser el culpable de la desaparición de los niños. No se había notificado aparición de cuerpos pero ciertamente era extraño que desaparecieran sin mas.

  -¿Donde están tus padres?.-Preguntó la mujer de bellos ojos azules y sonrisa cálida como el sol.
  -Yo no tengo padres, no desde que murieron por una enfermedad hace mucho tiempo..-Dijo el niño mientras se acurrucaba contra el pecho de la mujer, tan cálido y suave a través de la tela de su túnica.
  -Nos dijeron la última vez que estabas con un señor mayor, Que paseabas con él.-Continuó la mujer, tratando de tirar un poco del hilo. Quizás estaba siendo demasiado directa pero era importante solucionar aquello
   -Sí, el profeta. Es un hombre raro, con muchos frascos con cosas raras. A mi amigo le predijo que encontraría una espada mágica en el bosque y así fue. Lo malo es que para que adivine cosas dice que necesita beber sangre de niño.
   En la entrada se escuchó un gruñido que retumbó por toda la oquedad de aquella roca grande. El Caballero Lobo no aguantaba la magia de sangre, ni a los adivinos ni esas cosas.
-¿Que le pasa?.-Preguntó el niño, algo asustado de pronto, mientras contemplaba la espalda de aquel hombre extraño de ojos amarillentos.
-Tranquilo.-Susurró dulcemente la mujer, y al momento el niño casi estaba dormido ante el cansancio de estar todo el día en el bosque recogiendo leña para el anciano.-Pero antes dinos donde vive ese anciano profeta.
  -Vive justo frente a esta cueva, en esa dirección a unos cientos de pasos. Os encontraréis con un árbol gigante y mas allá de ese árbol encontraréis lo que parece una pared llena de enredaderas pero que son realmente la entrada a su escondite, bueno a nuestro refugio, porque dice que ese sitio nos librará del mal que se avecina.
  -Muchas gracias cielo.-susurró la dama cálidamente mientras acariciaba el cabello de aquel pequeño querubín tan valiente y hablador.
  Cuando el niño se quedó dormido lo llevaron hasta el pueblo mas cercano para que se encargaran de él.
 -Ya sabemos donde está el viejo ese y vamos a traerles de vuelta a sus hijos.-Dijo el Caballero Lobo, una vez que las autoridades pertinentes se hicieron cargo del niño y este se hubo despertado y calentado con una buena taza de chocolate caliente.

  Las indicaciones del niño fueron acertadas y encontraron rápidamente al hombre que se encargaba de aquellas desapariciones. Los niños campaban a sus anchas por aquel lugar, realmente muy amplio y que presentaba señales de haber sido expandido unos cuantos metros mas en todas las direcciones posibles. Estaba bien iluminado por un par de lámparas y muchos candelabros. Una ingeniosos sistema traía iluminación solar a lo mas profundo de aquel lugar donde un hombre tenía en sus piernas a una niña de no mas de cinco años. El hombre vestía ropajes andrajosos y en su vista había una pátina blanca. Era ciego.

  -Señor.-Dijo la mujer, educadamente, presentándose ante él.-le pido que libere a estos niños antes deque puedan producirse consecuencias graves para todos. Sus padres preguntan por ellos.
  -No seas tonta, niña.-Dijo el hombre con tono algo malhumorado, como si la dama hubiera dicho la mayor estupidez del mundo. Aquel tono alteró al caballero, al amado de aquella dama que al momento estaba llevándose las manos a las dos espadas que tenía cruzadas a la espalda.
  -No.-Dijo la mujer, deteniendo a la bestia mas peligrosa del reino con un sencillo gesto de la mano-No presentemos un espectáculo que sea una pesadilla para estos niños.
  -Estos niños han visto a padres maltratadores, padres muertos y cientos de acciones inhumanas en gente que decía desear protegerlos o quererlos. Así que no seáis tontos y alejáis de aquí porque si vuelven con aquellos que dicen amarlos, sufrirán mucho mas de lo que yo pueda hacerles sufrir en apenas unos minutos.
  La mujer iba a decir algo pero al momento el hombre la hizo callar con un gesto autoritario.
 -Le propongo algo. Yo les demuestro que están mejor aquí que con sus padres o tutores y ustedes me dejan en paz para siempre. Me encargaré de su educación y de adiestrarlos para que sean personas de bien.
  -Si sus intenciones fueran tan nobles no los secuestraría.-Dijo el otro hombre presente mientras se adelantaba un poco. Los niños habían dejado de jugar mientras aquella conversación se llevaba a cabo, solo los mas pequeños permanecían algo ajenos a todo aquello y reían en la lejanía.
  -¿Secuestrarlos?.-El hombre de largas barbas y mirada extrañamente blanquecina rió estruendosamente. Algunos niños también. Eso era señal de afinidad. La Dama Luna miró a los niños que habían reído.-Estos pequeños angelitos han sido víctimas de violencia de todo tipo, Pregúntale a cualquiera de ellos. Si los tengo aquí apartados es porque mis enseñanzas les provocaría todo tipo de pensamientos englobados en la etapa de la madurez, y eso, aderezado con cultura, haría peligrar su integridad ante la vista de aquellos que dicen amarlos. Su amada Reina hace todo lo posible por letrar a la población pero al tradición y la superstición siguen presentes. Y saben que no miento. La sangre de los niños cuenta historias que pueden helar la sangre del mas pintado.-Dijo de pronto.-Déjenme hacerles una demostración..-Dijo el hombre mientras de uno de los bolsillos ocultos sacaba una aguja.-Mis intenciones son legítimas.
  -Le observamos atentamente, anciano.-Dijo el Caballero Lobo mientras esta vez era la Dama Luna la que parecía estar a punto de precipitarse contra el anciano cuando este pinchó el dedo de la niña.
  El anciano entonces comenzó a balbucear unas palabras extrañas mientras los niños se congregaban alrededor de la mesa en la que estaba sentado, apartando todos los cubiertos, platos, vasijas y cualquier objeto que se pudiera romper.

  <<Veo a una mujer sobre una barca de hierro que atraviesa un lago de agua salada. Sus formas son de ninfa, su mente de hombre y mujer, su corazón de acero y plata. En su cuerpo hay cicatrices que, si uno afina el oído, cuentan historia trágicas, algunas solo gritan, aunque todas son bocas cerradas hace tiempo, voces dispares que luchan pero no mueven nada en su interior, contando historias del pasado. En lo alto de su cabeza una corona de espinas hace caer la sangre por su rostro, apartándose sus riachuelos rojizos al llegar a los ojos, pues son estos parte de su poder. Su voz resuena en los corazones, atemorizando al cobarde traidor y dando valor al valiente guerrero que lucha con nobleza. Cada palabra es un mazo de un dios de la justicia que viene a poner orden en el mundo. las mujeres, hombres y niños toman sus manos, bendicen y ruegan. Ella acepta cada ofrenda, sonríe y se cuida de que ni una sola gota de sangre toque sus cuerpos.>>

Para mas información sobre estos dos personajes leer antes esta entrada

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