domingo, 28 de septiembre de 2014

Pensamiento de escritor 19: crónica de un cumpleaños anunciado

Introducción:

https://www.youtube.com/watch?v=6dtPU2vNP-E


Crónica:


En fechas del día de ayer, en nuestra querida España, mas exactamente en un local embebido de fama sin par entre las gentes del pópulo así como de la élite, el Sham, se conmemoró a espacio previo de la oficialidad de la fecha, el día del nacimiento de Juanjo, un excelso ciudadano de la ciudad de La Coruña. Alcohol y amistades variopintas, de todos los procederes y condiciones se dieron cita en tan majestuoso lugar para poder brindar al cumpleañero una excelente velada que ensalzaría la gloria de su persona y lo haría sentir feliz entre aliados de batalla.


Los asistentes a tan magnífico evento tuvieron la fortuna de contar con la presencia de caballeros distinguidos como Nieto, tan genial y sociable como las crónicas lo describen. Acompañado de su sempiterna gorra, intercambió jocosas gracietas con el personal asistente en medio de un ambiente de total relajación. Mención al vestido blanco de su encantadora acompañante Celia, que según nuestra modista era discreto a la par que elegante. No queda atrás el llamativo color del cabello de la afamada Andy, de belleza sin igual y llena de una energía y alegría que desde luego daba fuerzas incluso al mas perezoso espécimen, como el que aquí suscribe. Todo ello lo aminizaba la multiespiritual presencia de Eva, regalando tan bondadosa mujer una pitillera al celebrante de la fiesta. 


El desfile de bellezas continúa y debemos hacer una nota especial a la por todos querida Camyla que deleitó a las buenas gentes con una escalada a una mesa y un chupito de jagermeister, algo que causó un revuelo de inesperado espectáculo entre los celebrantes de tan excelso acto. Continúa así un elenco de dama de probada virtud como los son la pasional Ana Miau, la gran actriz Teresa, la constante y bella Sara y la pizpireta Carla, que a previo descubrimiento de mi persona en el lugar no pudieron por menos que expresar su sorpresa de verme fuera de Adormideras. Sin perder el toque de lafeminidad, la calmada y reposada presencia de Mik fue el contrapunto de los ánimos exhalatados por el alcohol que los prsentes a la fiesta ya mpezaban a asimilar en sus organismos. 


Se dieron grandes eventos en tan mágica noche, como la fiesta improvisada en la que Musa y Camyla se ganaron una pegatina de Jagger. Hizo su aparición estelar Richi, acompañado, al igual que muchos de los invitados menos este humilde servidor, del espíritu de Baco y otras deidades de la fiesta en fecha pasadas donde el paganismo reinaba a sus anchas por la bella Europa.

En muy resumidas cuentas, un noche en la que quien suscribe no pudo sentirse mejor acompañado y el cumpleañero tener mejor compañía.

Viva España.

martes, 23 de septiembre de 2014

Cálido despertar.

El sol, en medio de un rubor inicial, despuntaba con majestuosa lentitud, dejando entrever esa puntas ígneas, reveladoras de la vida en el mundo. La multitudinaria hierba estaba embriagada por la noche húmeda en la que el rocío se había instalado a descansar de forma (si por él fuera) permanente. Dentro de una antigua casa de pájaros carpinteros que la madre naturaleza había ensanchado con bastante generosidad, un búho dormitaba tranquilamente, dejándose llevar por el manto del sueño matutino. Un último trazo de la luna, hecha en plata pura, dejaba su última caricia sobre el mundo, tan vacío de nada y lleno de todo. Esa luna redondeada en aquella noche que ya pasaba, dejó un último trazo, una delicada caricia de plata pura sobre el cabello con el caballo peinado a la bella criatura, tranquilamente tumbada entre pétalos de rosa azules y cientos de bellos colores. 

Las cortinas, impregnadas de detalles tan ínfimos como fascinantes, al igual que los tapices y los libros de las estanterías, se abrieron de paren par revelando un día por llegar y quizás muchas experiencias que vivir. Cuidadosamente la brisa llegó desde el norte para poder promover el baile entre las hojas de los cerezos, cipreses, pinos, castaños, eucaliptos y un sinfín de árboles, narradores en ocasiones de historias milenarias. El sabio ululato del búho dio paso a los alegres cantos de pájaros salidos de muchos cuentos, fantasías, historias, tratados antiguos y demás orígenes. Volaban describiendo desde el mas simple de los círculos hasta intrincados recorridos que nunca eran el mismo. Entre las ramas se movían las ardillas y descansaba algún murciélago sin tiempo para llegar a la cueva en la que reposaban sus familiares. Un lobo paseaba entre los árboles, olisqueando en busca de sustento para sus cachorros a la parque un responsable zorro se afanaba en lo mismo. Pasaban entre los refugios de las hormigas y bajo colmenas de abejas, que junto a las termitas, cigarras y los sempiternos grillos, representaban en extracto mas pequeño aunque también mas variado de la madre naturaleza. 

Entre todas esas muestras de formidable color y la maestría de la naturaleza para crear tantas formas de vida similares y distintas, Dos ojos negros se descubríeron tras el fino telón de unos parpados dubitativos a la hora de separarse y revelar tan bello tesoro al mundo. La negrura y brillo del plumaje de los cuervos no se comparaba al de sus ojos y su cabello era una extensión que la noche dejaba como testigo de su presencia en un tiempo no tan lejano; apenas unos pocos minutos. Los dulces cantos de los pájaros fueron una alegría para los oídos de la dama, estirándose justo en ese momento a la par que sus labios emitían un quejido que iba in crescendo hasta hacer vibrar todo el entorno que la rodeaba. El cabecero de la cama, bellamente decorado con motivos florales había sido la sujeción a la realidad en lo que aquel caballero de apasionadas intenciones predicó a lo largo de su piel tras la caída del sol. Una sonrisa se extendió por su rostro cuando unos dedos se deslizaron suaves como un suspiro a lo largo de su vientre y subieron hasta posarse en su rostro. Sintió la presión de unos labios contra los suyos. Recibió a su amante con similar ternura, amoldando los labios y causando un encuentro entre los alientos. 

Abrió los ojos a la par que se separaban las bocas y unos ojos la observaban con infinita ternura, dejándose mimar por unos dedos blancos y nada fríos, todo lo contrario, llenos de una calidez que parecía que solo emanaban cuando era su piel la que recibía todas las atenciones. Ella se volvió a estirar, a punto de soltar otro rugido cuando un suave sonido de placer interrumpió la fabricación de tan deliciosa nota, al notar una tibia boca besar su cuello, rodeándose ambos de la presencia del otro. Embebidos en suaves caricias, se dejaron llevar entre sensaciones de dulce placer y pecaminosa y tentadora provocación. Una cacería donde dos cazadores se convertían en presas, donde primaba una exquisita igualdad:

-Mi caballero.-Susurró sensual la criatura mas bella sobre la faz de la tierra, aquel ángel que incitaba con sus maneras y suaves, calidas caricias a cometer muchos tipos distintos de pecados. Buscó sus labios pero estos comenzaron un lento descenso hacia terrenos conocidos pero demasiados fascinantes para visitarlos solo varias veces en una sola noche. 


Y ahí, entre rosas azules,
poemas susurrados al oído 
en medio de una lluvia 
de tiernos suspiros capaces
de derretir el hielo mas frío, 
como garras de aves rapaces,
los amantes se unieron de nuevo.


viernes, 12 de septiembre de 2014

Al fin.

La gente iba y venía por la calle empedrada y golpeada por el sol. La temperatura era agradable, acompañada de una vista que dejaba en calma los sentimientos mas negativos. Las mesas blancas atestadas de gente sostenía, como es lógico, todo tipo de comidas y bebidas en las que las personas se recreaban en su sabor. Aquel lugar, de los mejores de la ciudad, estaba siempre lleno de clientes, con la presencia de muchos turistas que bajaban en manada de los grandes transatlánticos. Todos los acentos estaban ahí presentes. Las grandes ciudades flotantes esperaban elegantes a que volvieran a llenarse de inflados turistas ingleses o chinos para ir al siguiente destino. La gente iba y venía dejando el dinero a la atenta camarera y luego marchándose para no perder el barco o para regresar a sus quehaceres. 

En una de las mesas había una pareja que tomaba algo tranquilamente. Las personas que estaban en las otras mesas, sobretodo los hombres, de vez en cuando miraban a la dama que tranquilamente tomaba un té. Las mujeres, ciertamente, no encontraban el mismo entretenimiento vidual en el caballero que se sentaba frente a la dama. En verdad a ambos no les importaba las miradas que despertaban o dejaban de despertar. se miraban fijamente mientras el tiempo pasaba. El cabello negro, precioso, de ella ondeaba ligeramente por acción de la brisa y constantemente su sonrisa estaba en lo alto, tranquila, sin preocupaciones que enfrentar. Miraba de vez en cuando hacia el puerto, donde había todo un bosque mástiles de barcos que tenían alguna historia que contar en las aguas oceánicas. Sus ojos negros eran penetrantes como dos lanzas de hierro oscuro. 

Él estaba vestido de traje negro y miraba a su acompañante con devoción.

Ella era el cúmulo de emociones mas dulce del mundo. Observaba cada detalle de lo que los ojos le permitían ver mientras ella a su vez miraba con completa ternura a dos niños jugando en las inmediaciones. Una de las niñas se le quedó mirando por un momento y ella, por instintiva reacción, correspondió a su curiosidad con una sonrisa que podría dar una nueva vida incluso a los difuntos. El mundo se iluminó por un momento, toda la terraza parecía no albergar ni una sola sombra. La niña volvió a sus juegos y la bella dama la siguió con la mirada por un momento hasta que se perdió de vista y volvió a mirar a su elegante caballero. Este la observaba con el asombro en su rostro, como si fuera la primera vez que la tenía delante. Ella bajó un poco la cabeza sin dejar de sonreír.

-¿Que ocurre?.- Preguntó con cierta timidez a la vez que curiosidad
-No....-Comenzó a decir aquel hombre tan elocuente pero ahora mas falto de palabras que de agua un desierto.-No sabes lo afortunado que me siento en tu presencia. 
-Oh vamos - Comenzó a decir la dama con tierna sonrisa pero el caballero interrumpió 
-A donde tu quieras ahí te seguiré, solo para poder ver esos ojos negros que me persiguen y me capturan en sueño, ante los cuales no siento temor. 

Ella sonrió un poco mas y se puso a beber de su taza de té sin mirar al caballero, halagada hasta lo indecible. Ella no comprendía a que se debía tanta adoración. A lo largo del camino para llegar a ese sitio, mientras paseaban, bellas mujeres ataviadas con vestiduras sin duda mucho mas atrevidas que la suya (un elegante vestido negro sin escote aunque si que resaltaba sus formas) había pasado por delante de ellos. Él en ningún momento había desviado la mirada ni la conversación. Ella era como la única mujer de toda esa ciudad ahora mismo. Quizás del mundo. No hacía ni referencia a amistades comunes. Solo callaba cuando la mirada de ella se posaba en la de él, el caballero lo advertía y dejaba paulatinamente de hablar. Se le iba el hilo y tenía que preguntar en que punto de la conversación iba. El caballero decía muchas tonterías, algunas incoherencias, locuras que solo él entendía pero ella reía igualmente. 

Y ahora estaban ahí, frente por frente, degustando un té y un batido de limón. Ella rezumaba elegancia, bondad, luz, carisma, ternura, afecto, inteligencia. Era un todo hecho mujer. Tan compleja de entender como fácil de ofender y aun así no perdía la sonrisa, con la que acuchillaba a sus enemigos y a los que le fallaban en la senda de la vida. El caballero no perdía de vista cada cosa que hacía, cada segundo que pasaba. No se perdía ni de contar cuantas veces se movía su garganta para tragar el líquido que espabilaba en sustitución del tradicional café. Un humilde colgante con una esmeralda decoraba con sencillez y elegancia el cuello de la dama, que había sonreído y casi saltado de alegría cuando lo vio sostenido en su cuello, colocado por el propio hombre que ahora estaba mirándola con adoración. 

Y la tarde pasó y llegó la noche. Pasearon tranquilamente, con ella agarrada de su brazo y él en el cielo. Fueron a bailar y rieron ante todo lo bello que les ofrecía las calles de esa ciudad, gris en apariencia pero llena de motivos de alegría. Los músicos callejeros tocaban canciones, los vendedores estaban ocupados ofreciéndole lo mejor a aquella dama ante el ojo vigilante de un caballero que la protegía en cuerpo y alma. Unos cuantos amigos los saludaron. Miradas pícaras al joven y de amabilidad suprema a la buena mujer que había sido tan bellamente anunciada por tanto tiempo. Al fin había llegado en la ciudad y muchos vieron a ese caballero hacer algo que no le veían hacer muy a menudo: Sonreír. 

En la noche la fiesta se intensifico y una vez llegados a la habitación ella se acostó dejando por el camino un rastro de sinuosos pasos que encendían imaginaciones y relatos, poesías y caricias de alientos entremezclados en la imaginación de aquel caballero. Pero esa es otra historia. 

A la mañana siguiente, aquel mar de luz hecho mujer, amanecía cubierta por sábanas de satén azul y una rosa del mismo color entre ella y el caballero que la protegería ante todo y todos. 


sábado, 6 de septiembre de 2014

La reina de la noche.

La música sonaba descaradamente fuerte dentro de aquel lugar atestado de gente. Los sonidos inundaban cada parte del ser en medio de los ritmos mas frenéticos que pudieran ser asimilados por los pies de un ser ghumano. Las manos se alzaban al techo buscando sentir la vibración de la música por toda la extensión de cuerpos ataviados con ropas atrevidas unas y no tan provocativas otras. Los latidos del corazón se equiparaban en toda su frecuencia a los de aquel jinete del sonido que modelaba las ondas como un escultor a la arcilla, y sumía a la masa en un tumulto que se movía como una célula viva. 

Los grandes focos no se paraban en nadie en concreto, daban su nota de color a esa atmósfera donde los pensamientos mas profundos se ceñían a seguir en pie y bailando, riendo y disfrutando. Los grandes momentos eran brindar con los amigos por los triunfos o por la vida, a veces por el amor. En aquel amor residía la esencia de muchas cosas y dicho amor se daba de muchas formas. Había amores pasajeros, como los de aquel par de hombres que se besaban en una esquina y que se profesaban una pasión ciega algo nublada posteriormente por el alcohol. Existía el amor mas carnal de los seres que se conocen por un tiempo y el reloj de la pasión les impulsa a consumar actos mucho mas cercanos y mas carentes de ropa en los baños de aquel lugar atestado de almas festivas. El gran acontecimiento de la vida se daba por doquier entre aquellas cuatro paredes. 

Entre todas esas personas se encontraba la dama mas bella de todas. Era una belleza morena que para el momento se había decidido a lucir las formas de su cuerpo con ropa realmente sensual. Sus ojos oscuros estaban envueltos entre los láseres y la música la llenaba mas que todos los posibles pretendientes que pudieran reunirse a su alrededor en esa y en el resto de las noches de su vida. El discreto escote permitía apreciar, de poderse lograr fijar la vista, unos senos ni grandes ni pequeños, que podrían ser cubiertos por dos manos hábiles pero bien resguardados de aquellos que desearan hacer tal cosa. El vientre liso, de piel suave y blanquecina pero no pálida o cadavérica se insinuaba y cuando se estiraba mucho un azulado motivo pétreo decoraba su ombligo. El baile era continuo y su sonrisa estaba a la vista de todos los que tuvieran un segundo para respirar y encontrarse de frente con esa exuberante danzarina celestial. 

Todo era diversión. Los problemas del mundo no existían y nada estaba al alcance del mal. Otras tantas mujeres bailaban luciendo cuerpos mas o menos atractivos, pero ella era la estrella de la noche. Al menos así era a ojos de un discreto ser que la observaba sin dejarse distraer por todos los posibles acercamientos de mujeres que pudieran mostrar algún interés en él. Él era una clase de persona de las que no abundaban en aquel espectáculo de poco disimulado vicio. No pestañeaba ni cuando alguna luz le daba en los ojos muy directamente. Solo tenía ojos para ella y para nadie mas. Entonces se produjo un incidente y el caballero, dando un último sorbo a su bebida, se acercó a la escena. 

Un atrevido explorador y curioso de la anatomía femenina había escogido como sujeto de pruebas a la persona equivocada. Al momentos tres grandes montañas movilizaron a toda la gente alrededor hasta poder contener o detener al que había cometido el exceso con la danzarina celestial. Unos ojos de rechazo generalizado fueron clavándose periódicamente ante aquel depravado ser. Los brazos de la dama envolvieron el cuerpo del caballero y este, con una sonrisa amable, bondadosa, impregnada de una sincera y genuíra ternura hacia aquella criatura, por quien daría la vida, se desasió de aquella confortable y perfecta presa. 

-Solo vamos a hablar un momento reina de mis sueños. Tendremos unas palabras y entonces volveré para que bailemos toda la noche.-Dijo con una ternura en la voz, una dulzura extrema que revelaba el temblor en la voz de quien desea gritar o derretirse ante los ojos de la persona que ama. tomó sus manos y las besó con suavidad, sin dejar por un segundo de mirar esos ojos que nunca se cansaría de ver. Aun la preocupación estaba pintada en su perfecto rostro. Adivinó que ella pensaba que había causado una situación incómoda para todos los presentes y que no soportaba sentirse culpable. Antes de que ella expresara nada tomó su rostro y le acaricia la mejilla mientras unía sus labios a los de ella en un beso suave, dulce como la miel. de las manos del hombre surgió una rosa azul que entregó elegantemente a la interpelada. A lo lejos una voz un tanto afeminada decía "ya quisiera yo uno así para mi" y varios caballeros asentían. 

La bendita bondad e inocencia de la dama le hicieron soltar a aquel caballero que la halagaba cada vez que podía, que la aconsejaba y cuidaba y sobretodo que la adoraba con todo su ser. Y aun conociéndola no pudo evitar cierto gesto a sus aliados de batalla, que se llevaron al ser hasta un lugar algo mas apartado. Lo que aconteció nunca se supo pero quien se dirigía a la bella bailarina lo hacía siempre desde el respeto y la humildad cuando el caballero con fama de celoso estaba a su lado. Y cuando no estaba a su lado también.