domingo, 16 de octubre de 2011

La alcoba

Unos ansiados labios de perdición, tentación y la devoción mas infinita Se encontraban perfectamente curvados en una sonrisa y susurraban una necesidad palpitante de saciar una sed milenaria en los de ese caballero que había llegado a sus aposentos y había colocado la armadura a un lado para poderse entregara esa dama, dueña de unos labios llenos y rojos como si la sangre acabara de teñirlos hace escasos momentos. De las comisuras de estos no salían ni arrugas ni nada que se le pareciera y pudiera arruinar ese rostro casi perfecto. Sus ojos estaban cerrados pero no dormía la dueña de ellos sino que sencillamente se estaba rindiendo como por una especie de juego ya conocido pero que nunca aburría a esos labios mas duros y mas severos, que acostumbraban a impartir ordenes en los campos de batalla. Pero en ese momento la rudeza y toda la brusquedad en las batallas se tornaba en susurrantes frases dichas contra los labios de terciopelo de esa amante que lo esperaba cada poco tiempo en la habitación mas ricamente decorada, entre sedas, terciopelos que no tenían nada que comprarse o envidiar a esos labios de la que habitaba en esa estancia y muebles exquisitamente decorados, pinturas de escenas que motivaban la imaginación mas ardiente de cualquier hombre y el sonrojo de cualquier mujer. 


Habían desaparecido las ropas de ambos pero no había pasión, esta quedaba relegada a un según plano pues ese día la ternura los invadía a pesar de que alguna frase lasciva cargada en aliento de sulfuro se estrellaba contra esos labios prohibidos de la dama. Una mano poco a poco estaba acariciando su cabello y lentamente fue descendiendo para que así se pudiera llevar a cabo un peregrinaje secreto de fin cierto y sabido pero que siempre tenia unos resultados sorprendentes. Las palabras eran susurradas, solamente las podía oír ella de los labios de él, que estaba rendido al placer que ya deseaba experimentar cuando las llamas los envolvieran en medio de un apocalipsis de besos y de caricias. El vientre de ella se contrae al paso de esos cinco dedos que dejan caricias y sensaciones d cosquilleo en su cuerpo de diosa. Y su cuerpo ...


Su cuerpo es una perfecta conjunción de proporciones que fue no mas que el capricho de los dioses antes que una sencilla casualidad. Sus curvas estaban preparadas para contonearse en un paso decidido que atrapaba las miradas de hombres y mujeres por igual, que siempre tenían que sonrojarse por la fuerza y desviar la mirada turbadas en la envidia que sentían por no poder poseer el atractivo de esa dama que estaba por encima de las posibilidades de todos ellos, a los que muy pocos podían acceder. La voz que llegaba a sus oídos rendían su mente y poco a poco eran esclavizados por esa dama que podía tener a sus pies a cualquier ser o ente superior e inferior a al condición de ella. Sus largas piernas se movían juguetonas atrapando el cuerpo de su amante en ese instante y las miradas se encontraban. Los ojos d ella eran enormes, capaces de irradiar la ternura que mas cercana estaría a las de una madre, o la lujuria mas atrayente y excitante. Poco a apoco la cintura de él estaba atrapado por sus largas piernas y una sonrisa picara con mucha inocencia impregnada fue quemando la voluntad del caballero. Este se trató de vengar y susurrando suavemente el nombre secreto de ella quedó lentamente atrapado por el sensual abrazo de esa reina de sus suspiros de placer. Toda sus tentadora figura estaba atrapándolo de una forma inexorable e inevitablemente dulce, con ternura y a la vez decisión. El roce de las pieles despertaba chispas que prendían a veces las sábanas y que eran apagadas por el giro y el movimiento de los cuerpos. 


Sus labios se unieron finalmente y los alientos se entremezclaron, dulces, cálidos y sedosos, entre los labios del otro que tenían frente a sí. Todas las caricias estaban siendo dispersadas a lo largo de la piel que ella que poco a poco dejaba algún arañazo en la espalda de él , señal inequívoca de que esa ternura poco a poco convertía en una pasión desmedida que podría quemar toda la habitación. El calor estaba siendo repartido entre esas dos entidades que se entregaban y los cuerpos no dejaban de lanzar esas señales imposibles de ocultar. Una mirada de necesidad en ella, un susurro suave pero lascivo de él, que había sido abandonado por su educación elitista y todos sus conocimientos sobre la guerra para ser poseído por un animal que solamente quería beber en la llanura de ese cuerpo, cuya hierba es una piel morena, suave, cálida, que gusta de hacer estremecer con suaves besos en su cuello y a lo largo del cuerpo cuando las ansias lo devoran por dentro. Lo besos fueron deslizándose por su piel, por esa piel tan tentadora que conocía bien y sus manos empezaron a extender las caricias por sus costados para que las sensaciones fueran mas y mas notorias. 


Ella suspiraba y sus manos acariciaban el cabello de ese hombre atormentado en algunas ocasiones por sus propios conflictos mentales y su pasado cruel y y que lo había marcado pero en ese momento también ella era su bálsamo de salvación para que los problemas se marcharan. Los besos se fueron marchando poco a poco hacia el sur y los cuerpos desnudos se rozaban dejando salir llamaradas, aumentando la temperatura de esa estancia ricamente decorada para el disfrute de su dueña, Una sonrisa de complacida diversión se extendía por los labios de ella hasta que esta dama de cuerpo perfecto se mordió uno de forma picara y lasciva, mirando a ese hombre que poco a poco hundía los besos en un infierno poderoso de irresistible atracción, sediento por el placer que estaba empapando el cuerpo de ella. El cuerpo de la dama estaba dispuesto a todo y lo estaba disponiendo todo para enloquecer los sentidos de ese ser oscuro que tenía adicción a los fuegos que despertaban juntos cuando una sola mirada se cruzaba entre ellos. 


Con paseos lentos y tortuosos de sus caricias y de una lengua sedienta, poco a poco se fue consumando un acto apasionado que terminó en una explosión de mil matices de sabor y de sonidos. Saciada la sed de uno y los deseos de otra, poco a poco y regresando con besos de adoración a lo largo del cuerpo de la dama hasta los labios de terciopelo de esta, se besaron y al ternura volvió a sus gestos y miradas. 

2 comentarios:

  1. Umm cada vez me va llamando más la atención tu rinconcito... sobretodo si regalas tanta sensualidad...

    ResponderEliminar
  2. Las musas querida Diosa Lobezna son algo que a veces vienen, se van pero cuando vuelven lo hacen de una forma mas que notoria... y ahí el resultado. Muchísimas gracias por hacer notar tu presencia por estos lares con tu comentario a mi también me gusta mucho tus dos bloggs.

    ResponderEliminar