sábado, 26 de septiembre de 2015

Noche de ópera.

  La luz del sol entraba por la ventana de la gran mansión, mientras comenzaba la actividad en la gran ciudad en la que esta se encontraba. Dentro del gran emplazamiento había muchas habitaciones, decoradas con todo tipo de estilo y para todo tipo de gustos. En algunas había apenas un par de muebles, mientras que en otras podía apreciarse las mas exquisitas y variopintas decoraciones, como muebles antiguos, telares de principio del siglo anterior al anterior o posters de hombres atractivos y caramelos. En otras había grandes riquezas de imperios caídos hacía milenios, o expositores de todo tipo de armas. En alguna que otra habitación se encontraban amplias bibliotecas de libros de todo tipo, que contaban toda clase de aventuras e ideas muy sesudas que dormirían a una estatua, o que la derretirían a través de sensuales relatos. Todas esas habitaciones, como bien se dijo, estaban dentro de una gran mansión de fachada negra y gris, con un poco de granate. Los cantos de los pájaros no fueron esa mañana los que se ocuparon de despertar al señor de la casa, sino una bella dama que entró con un carro con el desayuno de la mañana.

La bella mujer estaba ataviada con un vestido blanco de lo mas sencillo y el carro en cuestión era llevado por ella hasta las estancias del señor de la casa, que justo en ese momento... no estaba en la cama. La mujer se sorprendió, no muy gratamente y tras un exhaustivo registro de la habitación que el caballero se encontraba sentado, o mas bien acostado, sobre la lámpara en lo alto del techo. La dama sonrió con toda amabilidad, iluminando la habitación. Ella irradiaba una pureza y perfección que harían envidiar a muchas deidades griegas.

-Señor.-Dijo la mujer mientras ponía el desayuno bien colocado en la cama.-Le traigo el desayuno. Se que es algo temprano pero hoy tiene un día atareado.-Baje a desayunar, por favor.

El señor de la mansión le dio la espalda, dejando ver una larga y elegante cola negra, como el resto de su pelaje. Aunque luego se lo pensó mejor, y bajó de un salto a la cama tras escuchar sus tripas sonando. Unas cuantas sardinas y un poco de leche le estaban esperando mientras la mirada felina se centraba en un punto indefinido. La cuidadora, o sirvienta, o particular cenicienta observó a su jefe con toda dulzura mientras este comía. Muchas veces estaba de lo mas huraño pero con un par de caricias se terminaba por amansar. Su apariencia era de tipo duro pero nada mas.

La puerta se abrió de nuevo y por ella entró una loca, con cierto encanto eso sí, cantando a pleno pulmón, sobresaltando al señor y haciéndole bufar ligeramente,. Esta se sentó al otro lado de la cama mientras sacaba una bolsa de dulces y le pasaba los periódicos que había recogido del cartero, muy guapo, por lo que el tránsito has la habitación del señor se alargó mas de 10 minutos en lo que se recuperaba del desmayo.

-¿Que le apetece que le lea al señor?-Preguntó la primera de las damas mientras habría el periódico.-¿Sociedad?¿economía? ¿nacional?¿internacional?.-Se escuchó un seco maullido.-Internacional pues.-Y la bella dama comenzó a leer mientras la encantadora y alterable loca se dedicaba a acariciar el pelaje del gato susurrando cosas para sí misma. El desayuno estaba delicioso, del mejor pescado de la ciudad y la leche de las mejores granjas.

En cierto momento de distracción,cuando la rubia criatura de intelecto sin igual y bondad sublime se giró, el gato corrió a la ventana, semiabierta en ese momento y saltó por ella, no queriendo vivir el día que le tocaba hoy. Por desgracia dos frías, delicadas y mortíferas manos lo atraparon en el aire y con sutil tono de mofa dijo, a la par que paseaba los fríos y blancos dedos por el pelaje de su señor:

-Vaya, pensé que los caballeros entraban por la ventana para recitarles poesía a la dama de su corazón.-El gato maulló, sin revolverse, en parte porque estaba de lo mas a gusto, en parte porque sabía que no podía escapar. Bufó entonces.-Lo se, a mi también me gustaría disfrutar de mis quehaceres diarios en lugares con objetos de gran valor, mi señor, pero tengo unas obligaciones y usted otras.

El gato se dejó llevar por la fría y elegante dama, pasando al lado de puertas de todo tipo. Se dejó depositar de nuevo en la cama, alegando un irrefrenable deseo de tomar algo de aire antes del arduo día que le esperaba por delante. En realidad solo haría una cosa,pero entremedias se vería expuesto a mucho trabajo de conversación, negociación y demás. Aquel caballero poseía grandes propiedades a lo largo del país, era culto, atento, educado, algo irascible,pedante, egocéntrico pero como era una gato pues todo el mundo lo quería. En resumen, que era un dios en la tierra. Tras leer el periódico se pasó al siguiente, el cual, en opinión del señor de la casa, estaba plagado de gente obtusa y algo disminuida mentalmente. Entonces llegó la hora del baño.

La bella mujer rubia,ante la mirada de la loca y la elegante y fría, llevó al señor a donde se disponía a bañarle. Entonces se abrió la puerta cuando la mujer llamó para asegurarse de que no había nadie. Frente al señor apareció una voluptuosa dama, sin ropa, que en seguida tomó al gato en brazos.

-Yo me ocupo de este sexy señor.-Dijo la mujer y desaparecieron de la vista de la amable ayudante, que sonriendo, sabedora de que estaba en buenas manos, volvió para ultimar los preparativos.

Durante mas o menos una hora el gato cambió pareceres con su mas expresiva y transparente cuidadora, dejando que entre sus grandes...ojos, descansara la cabeza del señor, relajándose ambos entre las burbujas y los sedantes masajes de la dama. Entonces se hizo la oscuridad y el gato estaba en el salón, mojado a mas no poder, chorreando agua por todos lados y con una señorita de orejas puntiagudas al lado.

-Hora de la reunión señor.-Dijo la mujer, en lo que se escuchaba un grito de indignación en el piso de arriba, una puerta que se abría e inmediatamente la voluptuosa encargada del baño se encaró con la provisional secuestradora.-Hola, querida.-Dijo la mujer de orejas puntiagudas en lo que sus ojos se ponían poco a poco de un color mas intenso, parecido al morado.

Tras una discusión en la que fuerzas mayores tuvieron que intervenir, el cuerpo inconsciente de la mujer desnuda fue retirado mientras que la elfa se sentaba de nuevo en la silla con unos cuantos mechones menos de cabello aunque sin duda igual de bella y atrayente. El resto de bellas damas se sentaron también para comentar el horario de ese día. Lo primero era una reunión con gente muy importante, de mucho dinero e influencia, para concretar unos papeles que suponían mucho capital tanto para el señor como para el Estado. El gato opinó acerca de mandar a todos esos hombres en el fondo del mar, pero un argumento mas sólido que una barra de hierro convenció al gato de no hacerlo y es que, si todas esas personas desparecían, todas ellas se pondrían tristes.

Llegó la reunión. Mucha gente pedante se frenaba para contemplar la belleza de aquellas mujeres mientras estas satisfacían hasta los mas mínimos caprichos del señor. Era todo parte de una representación para hacer ver el poder del caballero de negro pelaje, para que no se confiaran en exceso o le tomaran a broma cualquier proposición. Entre chistes, sonrisas y mas tarde algún gemido de placer así como objetos inesperadamente extraviados, se concluyó el trato de forma satisfactoria. Con una última taza de té (leche templada para el señor) todos los hombres importantes de la ciudad se retiraron. El señor estaba hasta las narices. Entonces se escuchó un grito en el piso de arriba y aquello despertó al héroe que el gato tenía dentro.

Al parecer a la responsable del baño le había despertado un bicho. El señor de la casa enfrentó al bicho con valor e incluso se lo comió, demostrando así una gran fuerza, elegancia en el combate y una predisposición a defender a todas las damas presentes. La señorita se lo agradeció con un gran abrazo y un beso en los bigotes de lo mas efusivo. El gato entonces fue a tomarse un baño frío, solo, en soledad, ante las emociones que lo asaltaban.

Y fue entonces cuando cayó la tarde y su acompañante de ese día lo llevaría a la ópera. Era uno de esos recitales dados íntegramente, por lo que menos de cuatro horas entre gente estúpida no estaría, seguramente sería muchísimo mas tiempo. La cuidadora mas dulce de todas ellas le ayudó a colocarse toda laropa,consistente en un frac, un monóculo y su sombrero de copa habitual. No podía estar mas lindo y encantador. El rostro denostaba una antipatía exacerbante que rayaba en el odio mas visceral hacia la sociedad pero se dejo hacer cuando en un arranque totalmente fuera del protocolo, la mujer de cabello rubio y ojos azules así como gran pureza de corazón, lo tomó en brazos y lo abrazó y besó entre las orejas.

-Siempre tan guapo,mi señor.-Dijo la dama.- El coche espera fuera. Será un paseo de lo mas agradable con este tiempo maravilloso.- Dijo ella. El señor de la casa se preguntó si había algo que no le pareciera maravilloso y luminoso a ella, pero no lo maulló en voz alta. 

La señorita en cuestión no sería la única que le acompañara; la fría mujer de grandes y poderosos ojos también. Fue un paseo agradable que el señor pasó por alto, entretenido en uno de los pendientes de sus acompañantes. La dama de ojos azules se dejaba hacer mientras la zarpa trataba de alcanzar su objetivo. Luego le siguió un ramalazo de seriedad y mucha profesionalidad social cuando salieron del coche de caballos y toda la alta sociedad los observó adentrarse dentro del teatro. Se sentía de lomas cómodo entre los brazos fríos y sorprendentemente fuertes de la mujer de vestido verde, corazón muerto y escrúpulos escasos. Todos los caballeros giraron las mirada hacia esas dos bellezas que parecían salidas de un cuento de hagas, como viva contraposición al bien y al mal. Las dos mujeres dedicaron sonrisas y saludos a las personalidades mas importantes de la ciudad y quizás del país mientras el caballero ignoraba a todos y se dirigía a su lugar en el teatro, en una de las zonas altas, quizás en el lugar mas discreto de todo el teatro, lejos de miradas indiscretas. 

Comenzó la ópera con el consabido prólogo, los personajes que entran, cantan, salen, vuelven a entrar y así durante muchas horas. El señor, si bien un tanto indiferente a todo, admitía que el elenco era de lo mas digno de su presencia, con lo mejor de lo mejor de cada casa y cada país. Desde lo alto podía ver a todos los personajes ilustres de abajo. Miró atentamente una araña que se deslizaba por la pared, cerca de él. Justo alargaba la pata para espantarla y provocar un escándalo cuando una mano fría y blanca lo detuvo. El gato se encontró con los dos ojos de la dama de mirada penetrante y el gato puso su mas encantadora mirada de absoluta inocencia con pelo y cola en perpetuo movimiento. Llegó entonces el descanso. 

Los emperifollados miserables esos de riqueza en la cartera pero no en el corazón se deleitaron con la presencia de sus dos acompañantes. De nuevo la heroína del día fue la dama de gélida voz, que se llevó a lo alto del teatro al señor de la casa en la que la bella dama de ojos azules se distraía con unos cuantos herederos ricos. Por el camino el señor dejó clara su opinión sobre cada uno de los presentes. Cuando iba ya por el tercer conde de no se sabe que ciudad, la dama amante de las riquezas sacó de su bolso un ratón de felpa y el señor, al contemplarlo, olvidó todos sus pesares y se distrajo durante los quince minutos de pausa en total silencio. 

Ya mas tranquilo, de nuevo se reunió con la bella y dulce dama de ojos azules, cada una sentada a un lado del caballero y contemplaron, encantados,las voces tan diáfanas de los intérpretes de aquella ópera, situada en tierras muy lejanas y en tiempos mas lejanos aun. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario