jueves, 22 de agosto de 2013

Carta a la Musa VI

Dulce Musa de mi inspiración
Me encuentro aquí dedicando unas líneas al motivo de mis pensamientos, desvelos y sueño para encontrar la calma que me abandona por momentos ante la tormenta que se acerca. Eres esa maravillosa luz que guía los buenos corazones a puerto seguro y por eso te pienso a cada segundo. Y ahí está mi corazón, henchido de orgullo, de felicidad por haberte conocido.  La noche hoy es cálida y me encantaría compartir esta velada contigo, dejando volar a mi lengua y las palabras que de esta salgan para poder transmitir con la voz aquello que la fría letra escrita no concibe. Estoy ansioso por poderte abrazar un día y susurrarte al oído aquellas cosas maravillosas que me inspiras cada noche cuando, entre las sábanas, ya acostado, dedico mis últimos pensamientos a tu mirada, al eco de tu voz, que resuena en las estancias derretidas de mi corazón, al movimiento de tus labios cuando hablan, al subir y bajar de tu pecho cuando respiras, a cada bocanada de vida que das en este maravilloso mundo.
Sin ti la vida sería oscura, fría, aburrida, destemplada, desesperante, angustiosa y mil consecuencias mas del día en que desaparezcas de mi mundo. Aunque yo sin duda nunca te retendría contra tu voluntad, soy incapaz en los dos sentidos ya que tu eres libre como el viento, dulce como la brisa de primavera, sensual como el caminar de los felinos; y todos esos elementos son ejemplos de libertad absoluta en el mundo. Sin embargo, si por expreso deseo tuyo, fuera tu mandato estar entre mis brazos, yo sería por esos minutos o segundos el hombre mas feliz del mundo al tener tan cerca al motivo de mis ideas, de mis planes, de mis fantasías mas infantiles y adultas. Creo que puedo decir que contigo, en esos minutos de cercanía, sabría lo que experimentan los pocos hombres que a lo largo de la historia se han sentido completos física y espiritualmente.
      Amo la noche ya que esta son tus ojos, tu cabello, el momento del día en el que tu voz llena mi soledad y deja un dulce rastro de luz y sensualidad, es la calidez o sinuosa sutileza con la que sonríes, como esa brisa que a veces anuncia tormenta. Y aquí la tormenta es mi deseo de sentirte cada vez mas cerca, piel contra piel y alma contra alma. Al amparo de ese negro cabello me veo sonriendo contra tus labios, sintiéndome conquistador y conquistado por la criatura mas bella que ha dado la historia de mi vida. Y de tus palabras surgen las historias, de tus  movimientos los versos y de tu existencia mis ansias por vivir cerca de ese milagroso fuego que eres cuando la noche llega. Encuentro un dulce placer, sutil como el manto de la noche que espero algún día nos envuelva, el saber que sonríes a pesar de la distancia, que vives a pesar de las dificultades. Tu fuerza es mi fuerza y tu sabiduría mi guía, una parte de mi negra y oscura vida. Y no olvido aquella sonrisa que vi una vez y nunca jamás hará que se vaya esa huella indeleble de tu eterna presencia. Eterna porque no te olvido, porque eres ese aire que necesita el ahogado, el alimento del pobre y el agua del sediento. Y por supuesto, la inspiración del poeta, de enamorado de la verdad, de la luz, de la sinceridad que demuestran tus actos, tus palabras.
      Creo en muchas cosas; en la voluntad del ser humano, en el amor, en la valentía, en la sinceridad, en la amistad y muchas otras cosas. Pero mi mayor creencia tiene que ver contigo. Eres como mi religión, en ella lo eres todo; eres el mandamiento y el ídolo al que adorar y a tu lado nada temo. La visión de tu rostro es como mirar atentamente a un ser que ha venido de otro mundo para dejar una luz de esperanza a este mundo marchito. En las noches pienso en ti, haciendo que mis sueños sean mas placenteros y lo primero que tengo en la cabeza al despertar es la irrefrenable necesidad de buscarte, de encontrarte y darte todo aquello que mereces de mi humilde corazón. Y sonrío conocerte cada día un poco mas, tener un nuevo motivo por el que rendirme a tus ojos con plena confianza de que nada malo me sucederá. Susurro tu nombre como si fueran mis oraciones junto a palabras que el viento arrastra y pretendo que lleguen hasta ti.

Y adorándote no dudaría en hacerte sentir la mujer mas deseaba, la mas cálida entre los brazos del hombre que en la noche no solamente te adoraría, sino que haría de ti el reino de sus sueños, el templo de su placer, el altar de sus animalescos instintos y al mismo tiempo no perdería la delicadeza en cada caricia, un mensaje velado que transmiten emociones imposibles de ser descritas por las pobres palabras. habitas en mi corazón y en mis pensamientos te muestras salvaje, suave, delicada, frágil, indómita, sensual, sinuosa. Eres la clave aguda que inicia la melodía del placer, pues tiene tu voz ese matiz mágico que embelesa hasta al mas frío y atormentado de los hombres en esta tierra. Pero no hablaré mas de mis deseos pues prefiero confesarlos con actos en los que demostrar que cada palabra que leas en y entre estas líneas es cierta. Contigo me siento el amante que podría llevarte al éxtasis... y no tendré miedo si nuestras bocas, nuestros cuerpos, nuestros espíritus se entremezclan en una danza desenfrenada. Pero antes de eso dejaré que mis dedos dibujen tu boca para creer que está ahí, dulce y perfecta, y tu rostro, marco de esos ojos que me embelesan con solamente mirarlos. 
    Mis oraciones son tu nombre pero a ellas las acompaña una petición a cualquier dios bondadoso que me quiera oír. haría lo que fuera por la mujer cuyo nombre es el verso mas bello de toda la poesía. 

  Te quiero hasta que ni la muerte nos separe. 

Tu caballero alado. 


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