jueves, 4 de diciembre de 2014

Les hablé de tí.

Y es que no lo puedo ocultar por mas tiempo; les hablé de ti a cada persona que he conocido. Les hablé de la motivación de cada uno de mis versos, de la inspiración que me llena cada vez que te veo y cada vez que en mis sueños te siento. describí a aquella corriente, aquella brisa que llena y rejuvenece mi alma vieja cuando te presentas con todo ese halo de dichosa juventud. hablé de Gaia, de su enemigo, que es mi amigo, el fuego que prendes en mi y de la que podría ser la última chispa de luz en este mundo y en todos los que habitas. Sí, les hablé de tí. 

Hablé sobre los versos que poco a poco enhebraba en medio de la oscura noche, observando aquellos retazos de inspiración que al principio se me hicieron confusos. El viento de la juventud los movía pero se veían tan iluminados, tan misteriosamente iluminados que decidí seguirlos. Y al ponerse el viento en contra ellos marcaban un camino y yo lo seguí mas admirado por la fuerza con que podría recitar cada línea que te dedicara. Aquellos hilos, papeles, libros, eran cada uno de tus suspiros y de los míos entremezclados en tiempos distintos pero dentro del mismo corazón unido por recuerdos en común. 

Hablé de mis temores de no encontrarte un día entre mis brazos, de que algo te pasara en la guerra contra la igualdad y la justicia, cuyo estandarte enarbolas con tesón y sin menguar en tus deseos de poder solucionar cada problema que te acontece. Mis temores se hicieron conmigo varias veces y pusieron en cada rincón de mi mente tu rostro lleno de infelicidad, y aquella imagen me atormentaba, me dejaba un sabor de sangre muerta y bilis diabólica. Estabas radiante y al momento triste ante una injusticia o un acto de cobardía de unos pocos sobre muchos inocentes. Y es que eres valiente al enfrentar el peligro pero mi corazón se encoge si me fío de mis grandes miedos. Les hablé, en concreto, de no poder ver nunca esos ojos negros en los que me gustaría morir un día para formar parte de su luz. 

Les hablé, como bien dije, de tus ojos negros, profundos, luminosos y a la vez misteriosos, fascinantes como los romances de dos amantes. Les hablé de tu cabello, seda de sueños pintada de noche sin luna pero cuajada, por su brillo, de estrellas danzantes, del deseo de mis dedos de perderse entre esas hebras para nunca encontrar una salida entre un beso de pasión y una caricia de ternura. Hablé de ese cuerpo de pecado del que tu eres su única dueña y a quien no vendes riquezas ni promesas, sino que entregas a quien ante tu juicio bien lo merece. Mis manos piensan y se preguntan si serían mis dedos, justos pinceles o plumas que pudieran escribir sobre tu piel la biblia que hable de como adorarte. 

Hablé de tu voz, cálida y teñida de miles de matices, que rondan desde la mas maternal ternura hasta la mas fría de todas las furias. Aquella voz plagada de goce es donde yo me recrearía y con tus susurros a mi oído poder decir que caminé por el aire de tus suspiros. Dejar que poco a poco aquella voz cantante sea lentamente sumergida en incoherentes palabras de placer, o acallarla en medio de unos de tus raptos de oscuridad con un dulce, tierno, apasionado, cálido beso que silencio las mentiras y la tristeza. Dije que era tu voz el canto de un ángel, la alegría de Gaia y la esencia que da vida a mi sonrisa. 

Les hablé de tu forma de bailar, de como a los arroyos de las montañas y a los oasis de Arabia les das cuerpo de mujer y los conviertes en lo mas necesario para este sediento poeta, que poco a poco sucumbe a las ansias de yacer cotigo unas veces o de unirme a tu baile y dejarme llevar por lo que el destino decida. En el movimiento de tus brazos alzas y juegas con el aire que te rodea, embebido de las respiraciones frenéticas o las exhalaciones tranquilas en las piezas lentas. 

Les hablé de ti como un profeta que tiene por religión a tu persona, que no importa que las puertas del cielo se le cierren con tal de poder morir y caminar hasta la luz de tus ojos, ser parte de ese cosmos que parece aguardar contenido, lleno de razones para vivir un segundo mas, para recitar un verso mas, para soñarte y crearte una vez mas... 

hablé de lo mucho que te amo... 


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