miércoles, 17 de diciembre de 2014

Tango de fuego

El bosque se mecía lentamente al marcado paso que la brisa demandaba desde las mas altas cotas descendentes de las montañas. De entre sus nevadas cumbres bajaba el revitalizante aire que pronto convertiría en lágrimas puntiagudas y heladas a las gotas de agua del rocío. Aunque para eso aun quedaba. Muchas aves de vivos colores y de mas común y no tan vistosa ralea aun permanecían en sus hogares estivales antes de que el invierno llegara. Uno de esos pequeños señores de los cielos surcó el manso y perezoso aire hasta posarse sobre una ventana. A través de esta se veía una bella habitación.

En las paredes había cientos de fotos de bellos caballeros que posaban faltos de ropa. La iluminación era mortecina y sobresalían los tonos rojizos y rosados por todas partes, acompañado por un aroma dulce, muy dulce y a la vez que invitaba a despertar recuerdos gratos del pasado y crear unos nuevos. Los ojos del pájaro observaron que detrás de un biombo se ocultaba una figura que hablaba muchas cosas que tan delicado ser no entendía. Se la veía emocionada. Entonces el ser salió, dando a mostrar el cuerpo en su gloriosa y femenina forma y el pájaro en el mas literal de los sentidos... explotó. 

La mujer de exuberantes curvas miró las fotos y se preguntó a que se debía que no hubiera ninguno de esos hombres en la cama. En las zonas en teoría mas ocultas de su cuerpo se empezaba a despertar un calor intenso e insaciable. La bella dama agarró la carta de nuevo, aquel papel grueso cuya fortaleza no le había servido para ocultar las quemaduras de los bordes que se formaban cada vez que la mujer tomaba ansiosa la carta. A las doce en punto sería la cita con aquel admirador secreto que había impregnado su varonil aroma entre aquellas líneas. De solo imaginar como sería la mujer paseaba sus manos por su cuerpo de forma inconsciente sin dejarse un solo rincón. 

Sentándose en la cama para tranquilizarse dejó la carta a un lado, ya hecha casi cenizas y miró el reloj. ¿Como es que el tiempo pasaba tan condenadamente lento? Se dejó caer en la cama y paseó las manos por su cuerpo pensando que tan ardiente sería su acompañante y con la primera campanada de las doce este no le decepcionó. 

En las primera campanada unos brazos rodearon sus muslos. En la segunda abrió los ojos y su cuerpo casi se incendia al ver tan varoniles facciones y una sonrisa tan lasciva como llena de deseo. En la tercera campanada, sin apartar la vista de sus ojos el invitado inesperado saca la lengua y comienza suavemente a pasear por aquel monte de venus sin apenas una mácula, dando la sensación de haber estado intacto por siempre. Aquel simple contacto, acompañado de una fuerza sobrehumana hizo tumbar a la encendida dama en su lecho rojo y rendirse a las sensaciones, sin impedirle ello responder con caricias a un cabello peinado al estilo mas moderno y elegante. Una risotada se escuchó en la habitación, no se sabía de quien de los dos. 

Entonces aquella boca comenzó a ascender poco a poco , con las manos peinando cada centímetro de aquella ardiente piel. Las poderosas manos se fueron amoldando a cada espacio, siendo una sustituta de aquella traviesa lengua de hace unos momentos, dedicando cada caricia con un beso mas al norte que el anterior. Entonces las bocas se juntaron en la caricia lenta y ardiente del viento que pueda encontrarse cualquier aventurero en el mas cálido desierto. Se encontraron las lengua en una pelea funesta para la cordura y el pudor, quedando esto relegados del espacio y del tiempo. 

La dama se contorsionaba con gestos sutiles, exigiendo mas y mas hasta que ella reclamó aquello que por obvios motivos le pertenecía. Tumbó a aquel sujeto en la cama y con afiladas uñas le comenzó a arrancar la ropa sin miramiento alguno. Los cortes en la piel no parecían sino divertir a aquel demoníaco invitado que dejaba caricias aquí y allá por aquel cuerpo y jugueteaba con las zonas mas sensibles de aquella veleidosa diosa del placer. la mujer echó la cabeza hacia atrás como tratando de de la locura invasora rondante en sus pensamientos. 

Se miraron a los ojos sabores de lo que ambos querían y todo se volvió una retorcida batalla entre sábanas rosas y rojas que solo dejaban escapar el sonido de las mas turbias y desenfrenadas expresiones de placer. En cada movimiento se dejaba entrever todo un espectáculo carente de cualquier virtud citada en las escrituras. Se mataban entre ellos con bocas, manos gemidos y la gula del placer era saciada con el aliento del otro. Guerreraban las lenguas en todos los planos de la realidad y las palabras ya había dejado de tener sentido hacía mucho tiempo. Pero también había risas y alguna barbaridad expresada en voz bien alta con la sensual voz de aquella mujer o la profunda voz de él. aquel enviado del infierno para complacer a uno de los mas lujuriosos seres sobre aquel mundo. 

Y así bailaron hasta rociar en sudor cada centímetro de sus cuerpo y quemar en placer los pocos pedazos de cama que quedaron tras cientos de noches en aquel tango de fuego. 


Dedicado a la bella Francesca,

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