martes, 4 de octubre de 2016

Baikal

El caballero llegó a su destino. Tras el largo camino, los árboles del bosque se fueron apartando, dejando atrás la vida y el verdor para dar paso a la muerte y la historia. A los pies de aquel hombre se extendía un lago rojo, adornado con los recuerdos de los caídos en desgracia, en guerras y en diversas matanzas. Cualquier otra persona, cualquier ser con un poco de razón habría escapado, habría sentido asco, se abría apartado de aquel lugar en cuanto oliera el férreo gusto de la sangre. Pero él no, él no se apartó y dejó detrás de si a su montura, la cual salió despavorida por el miedo y el aroma del peligro. Una sonrisa colmó sus labios y miró a su alrededor, buscando el lugar idóneo en el que zambullirse.

Bordeando el lado, rodeado de abedules muertos o moribundos el terreno se elevaba poco a poco, entre coágulos desangre y flores tan bellas como el trifolio, la campánula o flores de manzanilla, extrañamente vivas a pesar de las condiciones del terreno. Con toda parsimonia, como si el tiempo no importara, el hombre fue elevando sus pasos hasta donde se encontraba esa zona mas alta del terreno, donde la orografia ofrecía una mejor vista del pavoroso espectáculo que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Todo lo que se veía era rojo y mas rojo, como si el agua ofreciera un eterno atardecer por un sol ficticio. Con todo, el viento soplaba pero la superficie no se inmutaba lo mas mínimo, como una siniestra pesadez atemporal que se hiciera cargo de la quietud del lago. Y una vez en lo alto, el caballero de negra sombra se tiró a sus profundidades escarlatas.

Al principio no pasó nada, todo era rojo y según se sumergía venía la oscuridad. Luego una luz y un paisaje nevado. Hombres ataviados con pieles de gesto adusto, con hachas y palos afilados avanzaban por el bosque hasta donde se encontraba una aldea, la cual no tardaron en aniquilar. Otro fogonazo y vislumbró cascos de caballos que corrían por verdes praderas. Una escena le sucedió a esta, de dos figuras ataviadas con túnicas y unas Escrituras en sus manos, con una multitud arrodillada y rezando. Cuando la multitud se levanta, en sus ojos brilla una luz: la luz del fanatismo. En su visión, las escrituras con las que predicaban la religión pasaban mas tarde a convertirse en símbolos propios de aquella tierra, mucho mas complejos.

Los hombres que predicaban dieron paso a otros hombres de piel algo mas morena, ojos oscuros y algún que otro turbante. Su lengua era rápida así como sus dedos a la hora de disparar una interminable ristra de saetas contra el pueblo autóctono, liderado por un hombre poderoso que los expulsaría de ahí y llegaría a ciudades bordeadas por el mar para luego fundar lo que todos nombrarían como a uno de sus cuatro fundadores legendarios, Kiy.

A esta ciudad le llegó un ocaso, y entonces, desde el norte, un pueblo adusto, de costumbres marítimas intachables y comerciantes avezados, llegó hasta los dominios del sur y proclamó como suyo todo aquel territorio. la fuerza de aquel pueblo, el poder, toda su cultura, se extendió mas allá de lo pensado. Por doquier sucedían batallas que estaba dejando el reguero de sangre consabido, formando un riachuelo del que bebían los cuervos y aquellos que deseaban fortalecerse con la sangre de sus rivales. Su lengua era única, junto a una identidad que trascendería mas allá de los siglos hasta los días de aquel caballero que observaba, entre regueros de tinta roja, como se escribía la historia frente a sus ojos. Entonces llegaron las traiciones, las familias rotas y un príncipe, Vladimir, fue testigo de la última de sus generaciones gobernantes.

Una oleada de caballeros de piel amarillenta llegó desde tierras verdes para conquistar todo aquel basto territorio, saliendo incluso de la vista de aquel hombre hasta territorios magiares. Dos veces, los que habitaban aquellas tierras fueron masacrados, arrasados sus hogares y mas tarde volvieron a por mas aquellos jinetes amarillos vestidos con pieles y vistosos colores. Entre ellos se alzaba la figura de un rey, de un emperador montado a caballo que miraba aquellas como si fueran suyas, y es que así eran. las riquezas llovían mientras desde el oeste, pueblos rudos y de hablar tosco y otros pueblos de grandes mentes futuras trataban de recuperar lo que la horda dorada les había arrebatado con flechas y caballos furibundos.

Llegó entonces al que conocieron como "El Grande", de talante tímido pero astuto entre las sombras de la diplomacia, y aun así la sangre corrió contra los enemigos del norte, que mas tarde serían sus hermanos de sangre a raíz de cruentas batallas que volvieron a teñir la nieve de aquel paraíso blanco del rojo de los muertos y moribundos. Los invasores del este, tras una larga contienda interna, cedieron antes este Grande, que dejó tras de sí un reinado próspero, dándole mas tierras, Su hijo enfrentó aquello que su padre había criado, llegando además mas problemas desde el Sur pero una carta, un sencillo papel escrito, dejó claro el destino de aquel reino para siempre.

Así sería unos años después, tras una tormenta en la que las espadas y los fusiles se enarbolaron en nombre de familias ricas que ansiaban el poder, pasando todo ello por las manos de un hombre terrible que se grabó el estigma del asesinato para siempre, quedando así en la historia con el apodo de"El terrible". La sangre corrió de nuevo por la nieve. Los hombres poderosos comenzaron a traficar con la mercancía mas valiosa de ese momento. El caballero vio grandes filas de hombres, mujeres y niños desfilando por un paraje helado, como el de aquel lago de sangre, siendo vendidos como esclavos. Que tan extraño era el ser humano, que vendía a sus propios congéneres por unas pocas monedas, nunca por nada tan valioso como el alma humana.

Llegó otro Grande, un hombre determinado a darle a su pueblo lo que consideraba suyo desde hace siglos, pero con terribles consecuencias para los que estaban en lo mas bajo del poder. Los hombres marcharon hacia el sur y los enemigos hacia el norte, siendo imposible evitar la confrontación. Los heraldos de la muerte fueron los sonidos delos mosquetes, que gritaban brevemente para dar su mensaje de bienvenida al enemigo, ataviado con ropas vistosas, mostrando una fiereza hasta el momento nunca vista. Los dos imperios se enfrentaron el uno con el otro como lobos por un hueso en medio del invierno. Prevalecieron la Patria y Dios.

Entonces el caballero vio llegar a una mujer, en un carruaje, desde el Oeste. Era una mujer de maneras suaves pero en sus ojos brillaba una ambición desmedida. Al poco de posar los pies sobre esa tierra, las conspiraciones llegaron a buen puerto mientras un pueblo tan recio como aquel le gritaba al mundo "¡Miradnos, somos grandes, poderosos y venimos a por mas!".Mas desde los campos, el verdadero pueblo clamaba por una libertad que nunca habían sentido como suya. Todos ellos se fueron a filas, a combatir contra el enemigo del Oeste, un poderoso hombre de baja estatura que comandaba un millón de hombres y montaba sobre la ambición y el genio militar. Sus manos llegaron hasta la capital de aquel imperio pero no avanzaron mas allá pues el general Invierno se hizo con los hombres que, desesperados, buscaban el calor hasta en las heladas piedras del camino.

Mas aunque la victoria contra el enemigo extranjero causó una cierta unión, los extractos mas bajos se vieron con el tiempo a vivir en chozas, hacinados los unos con los otros, matándose a veces entre ellos mientras reyes y generales comían y bebían en platos y copas de oro. Parecía norma de aquella tierra, y de otras tantas, que cuando un reino se libraba,cuando un imperio lograba eludir la caída de sus señores y mandatarios, el pueblo de nuevo sangraba. Y el pueblo no lo permitió, y abandonó las tierras, dejando de lado los grandes campos para fundirse entre las grisáceas urbes, de las que nacieron gigantes que escupían humo y veneno al cielo. La desgracia quiso que los engaños, las bombas y todos los actos inhumanos terminasen en un pueblo harto de la ignorante clase superior y uno pocos plantaran cara violentamente al imperio.

Un hombre sobre un estrado, hablando de nuevas ideas, el pueblo le escucha y entonces se levantan todos los hombres, mujeres y niños en nombre de aquello que llamaron "Socialismo y comunismo". Los emperadores tiemblan, arden las iglesias, se queman a los santos, se matan a los ricos hombres que los oprimían con impuestos sangrantes. Las clases se alzan, se clama por un poder auténtico para el pueblo. El mundo está a punto de cambiar para siempre y será desde las multitudes, desde los ideales que hombres sabios y poderosos a través del don de la dialéctica lograron inculcar en miles de obreros, granjeros, mineros, seres humanos. Un poder enorme, fruto del potencial liberado de cada hombres, mujer y niño se prepara entonces para convertir aquella nación, antes tierra de nadie, y ahora dominio de los pueblos unidos, de las etnias mas variopintas por el objetivo común del crecimiento y el progreso. 

Entonces el caballero vio un páramo devastado por las bombas. Hombres, con fusil en ristre, avanzaban a través delos compañeros caídos mientras otros cargaban sus bayonetas, dispuestos a cargar contra el enemigo que en otro momento les volvería a visitar en invierno. Ante el se alzaba la figura de un hombre ataviado con un uniforme marrón totalmente desgastado por el tiempo, la enfermedad y el miedo a morir, pero en sus ojos había determinación. 

Ese mismo soldado hablaba a todos los camaradas mientras bombas grises y negras caían sobre casas, dejando claro que la Madre Patria sería defendida hasta el último paso. "No retroceder ni para tomar impulso", escuchó el caballero que decía, mientras a su alrededor escuchaba el sonido de los disparos, de la nieve cayéndose, amontonándose sobre los cadáveres de soldados, jóvenes y mayores. Grandes carros blindados pasaban por encima de todo lo que se pudiera entre sus camino y la magnífica ciudad representativa de aquel soldado solitario que entonces fue líder, hermano camarada de todos los rusos en la Unión Soviética. 

Todo se convirtió en un torbellino. 

Secretos, traiciones, genocidios, campos de concentración, espionaje, progreso.maquinaria. columnas de tanques, risas, fiesta, vodka, gloria, separatismo, guerra, energías desconocidas, hongos de fuego que se alzaban al cielo, desconfianzas, un caballero en un tablero de ajedrez que se movía, unas manos estrechándose, un gran cuadrado donde bellas mujeres asombraban al mundo con la escuela de una mujer lejana en el espacio y el tiempo que dejó su marca en la historia.Elcaballero vio saltos, aviones, cintas, pelotas, mazas, cuerdas, aros. Sonrió ante todo esto y ante un vertiginoso revuelo de imágenes entonces el lago decidió que no era suficientemente digno de ver el final deaquella historia 

El caballero salió volando y fue a aterrizar al lado de una dama que ahí lo contemplab, con rostro blanco, ojos azules, piel de porcelana y elegancia felina a la par que fuerte y sólida. Se quedaron mirando el uno al otro y sonriendo el caballero, dijo: 

-Pero que bella eres, querida Rusia. 

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