sábado, 17 de septiembre de 2011

Noche fría, compañía cálida

La noche era una sencilla manta para a cobijar de todo tipo de acciones, buenas y malas, a los que estaban al amparo de un frío que empezaba a ser insoportable para todos aquellos poco acostumbrados a la vida nocturna. No hacía mucho que la luna estaba observando a sus hijos que en los campos de batalla, en los pueblos, cementerios y ciudades, saciaban una sed milenaria que no podrás nunca dejar de sentir, incluso mas allá de todo amor y de toda determinación. No había excepción a esta regla pero si miles de formas de orientarse en lo que a la sed de la sangre respecta. Para muchos era un motivo de erigirse como poderosos entre los poderosos y para otros era una maldición que trataban de afrontar de la forma mas romántica posible de cara a sus víctimas.


Así, de una forma lenta estaba un ser salvaje alimentándose, saciando una necesidad mas grande que la lujuria que lo embargaba o el odio contra lo que representaba su víctima que en esos momentos ya había llegado prematuramente a la última etapa de la vida. Entre los brazos de la bestia estaba una mujer de aspecto extraño para su edad y su porte. Siendo plena noche, en plenas festividades veraniegas, lo normal era ver a las personas mas jóvenes luciendo sus deseables cuerpos a la busca de algún semental que les diera su ración diaria de sexo o a saber que otros muchos vicios. Las gafas de pasta estaban en el suelo y entrecerrados estaban esos dos ojos de color azul. El recogido moño apretado y los ropajes largos y bastante sobrios estaban perfectamente colocados. Los contornos de su cuerpo estaban fieramente sujetos por dos brazos y los colmillos clavaos en el cuello estaban mas que dedicados en cuerpo y alma a saciar la sed de esa criatura que cuando la vio se le cruzaron los pensamientos mas bajos y lascivos, los mas salvajes pero decidió contenerse. y dejarse conducir únicamente por saciar su sed. 


En el suelo, pisoteados por unos zapatos que pertenecían a una inesperada visitante, se encontraban los panfletos y revistas que esa criatura despreciable e indigna, inferior, castrada de toda libertad moral. Pero mas importante fue lo que se encontró los ojos de la bestia que estaba arrebatándole la vida. Con pasos elegantes estaba caminando hacia ese ser hastiado de la religión ese tipo de cosas una dama. Inadvertidamente se acercó a la mujer que estaba siendo sostenida por esa criatura maligna y sonriendo acercó una mano al cabello largo de la bestia. Se fueron depositando lentamente caricias en ese ccabello mecido por el viento y sonriendo la bestia miró a su amiga. Esta tenía los ojos posados en la criatura que estaba perdiendo la vida lentamente. 


Como señal de bienvenida dos alas negras surgieron de la espada del demonio que estaba consumiendo ese néctar divino. Negras alas como la muerte que sobrevenía a muchas inocentes personas esa noche de luna llena y que sencillamente era imposible de evitar. Deslumbrando una ´´A´´ carmesí rodeada de un círculo del color de la sangre mas brillante y recientemente derramada como la que circulaba sumisa por su garganta. La sonrisa de la dama invitada sin haber pedido permiso fue mas que radiante y con un movimiento un poco mas dulce y suave a las maneras que estaba demostrando tomó la mano de su amiga y la puso en el corazón de la mujer desangrada no sin hacer un alto por uno de sus pechos que provocó un escaso sonrojo por parte de la víctima. 


-Querido no seas travieso ni tan malo.-Una risa dulce como un acorde de arpa se extendió por todo el lugar y mas de un ser de la noche dejó de prestar atención a sus quehaceres nocturnos para poder atestiguar tan dulce y delicada risa. Con delicadeza la mano se posó en el pecho de la mujes exactamente en la zona del corazón. 


Al demonio le encantaba disfrutar de los últimos latidos del corazón de sus víctimas y mas cuando era esa, su querida amiga, la que se encontraba presente para que justos pudieran disfrutar de los hálitos finales de las miserables criaturas que abundaban en ingentes cantidades por el mundo. 


Ese último latido fue serenamente recibido por la dama pero un pequeño gruñido, sinónimo de gran placer por la bstia alada fue el preámbulo a dejar caer el cadaver como si nada. Con abierto despreció se queó miranndo los panfletos de ese falso dios y después con todos sus galones y porte tomando el brazo de su querida amiga se pusieron a pasear con toda su elegancia y porte al amparo de una dulce y delicada noche

1 comentario:

  1. Y caminaremos eternamente por la oscuridad, a la cual pertenecemos.

    Muy hermoso mi lan, gracias por tan tremendo escrito que es un regalo para mis ojos y me hizo sonreir al leerlo.

    Te quiero.

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