jueves, 14 de junio de 2012

La batalla del miedo

Como una macabra imitación de lo que en mil formas de placer se pudiera expulsar, un suspiro salió de entre dos labios que acostumbrados estaban a la soledad y el frío de las noches. Un ser miraba en la distancia, esperando ávido aquello que fuera que tuviera que pasar. Aunque con seguridad cualquiera que le conociera sabría que estaba esperando a una criatura que no tenía comparación con las demás. Sus ojos iban de la oscuridad a la noche estrellada, de esta a la luna y de aquella redondeada dama a la estancia en la que estaba esperándola. En sus ojos se adivinaban una emoción opacada por la preocupación de no ser lo suficientemente bueno para ella. Pero apresuradamente desterró aquellos pensamientos de su cabeza que lentamente se sumía en un bucle de pensamientos que anulaba la percepción del tiempo en aquella mente desquiciada por pensamientos macabros. Todos aquellos pensamientos tortuosos quedaron fuera y una pequeña sonrisa asomó a los labios que estaban ansiosos por recorrer de nuevo la piel. Los ojos vivos desprendían la luz de un nerviosismo casi infantil al saber de su presencia en las cercanías. Pequeños destellos dorados eran arrancados de su cabello mientras los ojos se clavaban en la luna. La piel expuesta de su torso dejaba entrever una blancura casi mortal, uno de sus mayores orgullos y vergüenzas.


Se despachaban historias en medio de la naturaleza salvaje con los aullidos de los lobos, el corretear de los ratones, el ululato de los búhos, el cri cri de los grillos y el constantes y agudo sonido de las cigarras. El batir de las alas era de vez en cuando una nota discordante. Antes de que aquella larga cabellera finalizara dos grandes alas formaban una capa de unas plumas muy llamativas no por la variedad en el color sino por la forma en que la luna, mas bella que nunca aquella noche, arrancaba los reflejos. Unos sonidos de cristal entrechocando con la máxima y armoniosa delicadeza se producía en cada rayo de luz de luna que impactaba contra aquellas curiosas alas. Los ojos, despiertos en la adormecedora noche, escudriñaron la oscuridad, aquella basta extensión de hierba que podía albergar a muchos ejércitos uno al lado del otro, enfrente y detrás del primero que formara. Sin duda una visión magnífica de la gloria y el poder de un reino el de un ejército que fuera leal a la corona o al poder al que sirviera en ese momento. La mente de aquel pensante y extraño ser repasó unas pocas batallas con infantería de linea y mamelucos por igual solo por distraerse de la larga espera en la que se veía atrapado. Otro nuevo suspiro al recordar aquella mirada seguido de una fuerte explosión. La tierra mostró su herida cruel por un gran boquete producto del proyectil.


Una larga sombra se extendió a todo lo largo de aquella llanura mientras el gran dragón negro daba vueltas alrededor de las torres mas altas y poco a poco, por una extraña magia, reducía su tamaño y cambiaba su forma para poderse convertir en un aparentemente normal y sencillo hombre de buenas proporciones. Aquellos ojos denotaban la fortaleza y la crueldad, la lascivia y la ira mas abrumadoras. El ser alado, poseedor de una mirada contraria con solo unas pocas similitudes miró el perfil que le mostraba el visitante. Lo que antes eran escamas ahora era una piel descubierta que se encontraba en las mismas condiciones d desnudez que la de el primer habitante de ese balcón. Lo miró fijamente y contempló aquella sonrisa que no parecía prometer nada bueno. Entre las ramas de los árboles de un frondoso bosque se podía contemplar a la brisa con los ojos del observador y escuchar con los oídos del músico aquella bella melodía que regalaba a los sentidos. Pero había algo mas. Había gritos y angustia entre las ramas e ira, mucha ira. Un nuevo suspiro pero este de resignación. Su mirada se alzó hasta aquel rostro que se había formado en el aire, aquellas facciones conocidas que no se cansaba de ver en sus mejores sueños. la miró con anhelo, sabedor de que era una ilusión, producto de su mente, de que ella en ese momento no estaba ahí pero para él era real, la suavidad de su piel, el repaso constante que daba un pulgar a sus labios mientras la barbilla imaginada era sostenida delicadamente. La presencia oscura lo miraba con evidente ironía, sarcasmo, hipocresía, mostrando todo lo malo de la esencia humana. Su sonrisa se fue haciendo mas pronunciada en tanto que las hordas de demonios avanzaban. Los ojos de asediado se estrecharon en una leve rendija y las manos se crisparon en torno al mármol blanco que al contacto con sus pálidos dedos fue tornándose en un azul bastante notorio. Una última mirada a aquellos ojos que su mente recreaba para su locura le permitió ver casi el atisbo de aquella luz que no podía por menos que...


La nobleza misma se vio reflejada en cada uno de los movimientos de sus alas cuando lentamente, desplegándolas, alcanzó el máximo punto de extensión, suponiendo una destacable  coronación de la torre mas alta. Aquella torre que albergaba las dependencias de su merecedora dueña que poco a poco se fue adueñando del resto del castillo. Un castillo que antes era una verdadera ruina, que estaba prácticamente muerto, inservible incluso para las criaturas que moraran en las ruinas y esperaran a los viajeros para hacerse con sus cuerpos y almas de las que alimentarse. El silencio sobrecogedor se llenaba de la música y las risas de aquella que moraba entre sus paredes, que ahora podría estar en cualquier parte, afortunadamente ignorante de tal desastre que se avecinaba sobre las murallas del castillo. la criatura maligna seguía sonriendo sabedor de aquello a lo que se enfrentaría el anfitrión de aquellas murallas pero no se esperó la siguiente acción. Con las grandes alas desplegadas de par en par el viento recogió a su aliado para darle sustento en un vuelo casi mortífero para su propia persona que se dirigió directamente contra las hordas de demonios. En plena caída aquel ser lleno de maldad soltó un par de frases hirientes pero no cejó en su empeño de caer con toda la fuerza sobre sus enemigos, con toda la ira de los cielos a su espalda en forma de alas de color azul rey. En sus plumas el filo mas mortífero se desplegaba en cada batir de alas por todas partes cayendo en forma de acero sobre sus enemigos. 


No tardó en ser atrapado por pezuñas, garras, zarpas, manos humanas o inhumanas que lo apresaron firmemente. La Tristeza entró en lo mas profundo de su piel derramando con su frío aliento por debajo de esta, mezclándose en la sangre. la angustia poco a poco fue devorando su esperanza, la luz de la ternura se extinguió por la inmisericorde ira, que no respetaba al enemigo que se rendía. Desgarrando su alma estaba la Desesperación mas profunda, que le hacía ver ahora un vaso que jamás se llenaría. Aquella fatiga de seguir adelante se hizo mas pronunciada por la pereza y los ojos se fueron cerrando cayendo en un mar negro como el propio infierno cuando se apagara. A sus oídos acudían los lamentos de los moribundos y sus ojos habían quedado ciegos por lágrimas que se tornaron negra y después rojas. Finalmente los ojos se secaron. En su mente plagaba con toda su oscura intención la rendición, la claudicación de toda resistencia que pudiera elevar las alas de nuevo para volar. Su corazón poco a poco se fue apagando. Trató de recordar en que punto de su vida su corazón había dejado de latir una vez para volver a hacerlo mas acelerado. Recordó entonces algo... 


Y el corazón volvió a latir. Fue un latido fuerte, el mas potente jamas llevado a cabo por ese corazón que había caminado tantas leguas a lo largo de un camino que no tendría fin hasta que hallara el motivo de aquella señal de vida que parecía haberse detenida hace tanto tiempo. Los ojos se abrieron y los miedos temienron su fin al ver aquella luz que emanaba de unos ojos que en humildad podían destacar pero mas en algo que su sonrisa reflejaba. La luz se hizo mas brillante y la luna, en fiero asedio contra la oscuridad pudo penetrar hasta los mas profundo de las hordas y darle a su mas fiel siervo una bella armadura que lo envolvió. las alas batieron una sola vez desplegando ante los aterrorizados ojos de la oscuridad un gran manto de luz que se fue expandiendo por todo el territorio ocupado. Otro latido mas y esta vez el tiempo se congeló, como cuando dos amantes se miran a los ojos y no temen a nada de lo que pueda pasar entre las pieles que se entregan en suaves roces y susurros. Lentamente se fue poniendo en pie aquella criatura que había sido atrapada por la oscuridad, Aun aferraban sus piernas, pero no las iba a necesitar. Sin mas la Luna le dio mas y mas fuerza. Batió las alas una y otra vez hasta que los miedos se cayeron por si mismo,  voló alto, muy alto mientras las estrellas caían a su alrededor para dejar un rastro de destrucción por parte de un Dios que tenía que proteger a su manera la sonrisa de su mas bella enviada para salvar el alma de aquel que ahora volaba hasta lo mas alto de los cielos, como si buscara el rostro de Dios pero nada mas lejos de su interior. 


Las puertas del castillo se abrieron y salieron cabalgando como si los llevara el mismo Diablo una inmensa cantidad de jinetes que al grito de ´´por la Musa´´ se estrellaron contra las filas de los demonios, de los miedos y los anhelos profundos, de las desesperaciones y los defectos. Unos ojos se abrieron en el rostro de aquel ser alado encontrándose con la criatura maldita del principio. Sin mas se dejó caer de nuevo para prestar una bella batalla desde los cielos en la que desplegar la mas fiera lluvia de acero que los ojos de hombres y poetas hubieran visto nunca. A los mas rudos de aquellos caballeros se les veía pletóricos en lo mas profundo de la batalla, destrozando los miedos con la fuerza de sus espadas y de palabras de aliento, de poesías que clamaban al viento. Todos ellos entrenados para luchar por aquella sonrisa de la mejor de las maneras, espada y rosa en ristre. En sus monturas se podía adivinar los galones de altos tenientes pero también las procedencias mas humildes que luchaban por aquello que hacía bello a su pueblo, a su mundo. Así llovió acero y luz, escupida por la Luna que dio una espada reluciente a su siervo y una lanza. Una larga lanza que había sido cubierta con el mas puro cristal. No se sabe como pero ahí estaban las armas en las manos de aquel caballero que lo daría todo por la sucesora de la bella Terpsícore. 


Dura batalla fue aquella. Algunos aliados cayeron pero muchos mas cayeron por el apoyo de los mismos bosques de los que salieron en su momento. Los demonios poco a poco retrocedieron hasta las ramas y el linde de aquella espesa vegetación que fue decorada por los profundos aullidos, anuncios de búsqueda insaciable de gloria. las sombras mas viles provistas de afilados colmillos acudieron moviendo las cuatro patas con la misma velocidad del viento para presentar la batalla fiera en la que la carne de demonio regiría como ama y señora de aquella llanura, aquella planicie en la que ahora se desarrollaba la mas fiera batalla de todos los tiempos. Los gritos y las consignas eran recogidas por el viento que las expandía hasta mas allá de los límites de aquel mundo creado por y para ella, que tenía la sonrisa mas bella que jamás hubiera visto aquel primer caído y renacido con la sencilla visión de su rostro en la mente. En la lucha lo acompañaba la idea de ella, su imagen sonriente, aquella sonrisa que adoraba. Lanzó la lanza y cuatro demonios cayeron. y la volvió a lanzar y cayeron siete. La espada repartía senderos cortantes de luz en los que nada podía caminar sin que fuera puro de corazón. Sus alas se replegaban cuando tomaba tierra y se lanzaba acompañando en una carga a sus aliados o bien se desplegaban de nuevo para atacar desde los cielos. Heridas a cientos se llevó en la lucha. Los gritos pronto se fueron haciendo mas leves, poco a poco se dieron cuenta de que habían ganado cuando daban espadazos al aire. 


El ser alado contempló la tierra manchada de la sangre de demonio y sintió asco pero alegría a un mismo tiempo. habían ganado y habría que comunicarle la buena nueva. Cansado ante la batalla y mas aun ante la extenuación interior que sentía al enfrentar miedos, angustias y todo en un mismo punto de su día, se encaminó tambaleante con su gran armadura hasta donde se encontraba la dama de sus sueños. Voló dando una palmada en el hombro para consolar la llorosa alma que antes estaba tan segura con su sonrisa llena de malas intenciones murmurando en el camino ´´otra vez será´´. La luz pasaba a través de los cristales del techo derramando una cascada de color en los bellos rasgos de aquella a la que estaba profundamente agradecido de su presencia en su vida Se acercó secando la sangre de su mano en un trozo de tela que sobresalía por debajo de su armadura hecha por la bella Luna, reina celeste de los cielos. Y mas lunas que podría haber en el cielo y los ojos de ella serían los mas bellos del mundo. Una rodilla se rindió al peso de la armadura y la sangre brotaba desde unas cuantas heridas pero aquel rostro se pudo apreciar en toda su magnitud. Extendió los dedos hasta poder dejar un suave trazo invisible de poderosa ternura y adoración en aquel rostro tan bello. 


La observó fijamente por un momento, la miró hasta lo mas profundo del alma, de todo aquello que le permitieran las sábanas y las fuerzas. la miró dormir, sumergirse en los sueños mas bellos que él supiera inspirarle a través de las narraciones que llevaba a cabo. Como aquella que estaba finalizando que pronto ella leería, sabría de sus heridas y seguramente se preocupara pero él la tranquilizaría en un abrazo y con una sonrisa que solo ella podía hacer nacer desde lo mas profundo y atormentado de su alma, traspasadno las barreras de la tristeza para tornarlas en la mas sincera alegría al verla. 


Sin mas se dirigió a una pequeña mesa y metiendo una mano debajo de la armadura extrajo un trozo de flecha, sonrió y la tiró por la ventana que mas cerca tenía. Lo siguiente fue una rosa azul, impoluta y bellamente tallada en zafiro. 


Vigilando de no haber dejado rastros de sangre en aquella estancia y en sus armas, depositó estas en la mesa. Esa habitación necesitaba armas y esas serían las primeras. Un último vistazo y feliz de que ella estuviera bien desapareció. 


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