domingo, 11 de marzo de 2012

El niño asustado

Un niño solitario se agarra a un libro de poesía. Sus dedos se aferran a las malgastadas cubiertas en las que se puede leer un desastrado título de nombre sencillo pero incógnito. En sus ojos miedo y tristeza pero no lágrimas, pues la sombra se alimenta de estas y no le quiere dar el gusto de ser alimento de aquella que habita entre lo oscuro. Se encontraba su pequeño y delgado cuerpo tendido en un camastro pobre con unas pobres sábanas con dibujos de animales escasamente detallados. Su mirada se clavaba en un techo desvencijado de madera por obra de la inclemencia de un tiempo que a veces era caluroso como el mismo infierno o frío como uno de los dos extremos del mundo. Una sencilla vela era lo único que se encargaba de presentar resistencia contra la inminente noche que se acercaba en ese momento. Y aun así las primeras voces de la sobra pues tenía muchos aspectos y comportamientos se hacía escuchar entre los rincones en sombras de su pequeña habitación en la que unos pocos muebles representaban potenciales refugios de pesadillas y monstruos. Con ansias se aferró a ese pequeño libro que no solamente tenía rimas o versos blancos sino que entre sus lineas se podían advertir consejos, profecías y mil cosas mas. Mil veces habían leído esos ojos impregnados en miedos e inocencia esas palabras y siempre se dedicaba a mirar la portada del libro, a la chica de oscuro cabello y mirada tan profunda y especial. No se interrogó a si mismo y en ningún momento si existiría en la realidad esa chica, sencillamente lo dio por sentado y dijo que algún día la buscaría. 

Con la mirada llena en dolor y tristeza caminó por la vida de pequeña aventura en pequeña aventura, tratando de observar en todo momento las miradas de toda cuanta chica se cruzaba en su camino a la búsqueda de la que estaba retratada en ese libro. Fue a muchos lugares en los que pasó miedos cuando llegaba la noche. Pero también lo dedicaba a inventar, a imaginar mundos y aventuras en los que salvaba a esa chica que con el paso del tiempo, influido por miles de buenos poetas y caballeros, se convirtió en una dama. Con cada paso que daba su cuerpo y mente se desarrollaban, se dejaban envolver en las palabras de otros libros y de otras historias impregnadas en mil detalles. Pero no había detalle o frase mas bella que la que rondaba su cabeza, bajo la forma de un suave y sedoso susurro, unas palabras cuya fecha de llegada a su mente desconocía. A sus ojos tristes se les sumó la frustración y el sentimiento de rechazo cuando descubrió aquello que podían causar las curvas de una mujer así como las crueles palabras que salían de sus bocas, solamente de cara a todas las damas de la corte y del mundo entero y nunca hacia aquella que estaba retratada en la portada de ese viejo libro de páginas teñidas en muchas cosas bellas y llenas de romanticismo. Cada noche, ya mas mayor, los miedos le seguían acechando, desde el miedo a la soledad hasta el miedo a la muerte en la misma soledad, miedo a los enemigos que se burlaban de él, de ese caballero con ojos de niño triste y asustado. Solamente le tranquilizaba los ojos de aquel ser que portaba un elegante vestido de un tejido mas pesado que el aire pero menos que el agua, que se encontraba en pie en medio de una grácil y tranquila postura que podía ser el inicio de una danza o de un combate. 

Fue aprendiendo muchas cosas e imaginando otras tantas. Se cruzó con entidades que parecían pertenecer a un mundo exclusivamente dedicado a placeres ilimitados y llenos de aspavientos así como a pérfidas serpientes cuya lengua era venenosa en extremo. Vio una pradera llena de trampas ocultas y en la que lo bello era sencillamente la oscuridad que subyacía y engañaba a la mente y los sentidos. Viajando por otros mundos fue dueño indiscutible de castillos y corazones, ganador de batallas impensables, luchó junto a todos aquellos valerosos guerreros que servían fieles por siempre a la madre Gaia. Pero ante sí siempre había daño o tristeza, siempre una herida en el corazón, una palabra negra que escondía mensaje de muerte o desesperanza para ese alma frágil que gemía en dolor por las noches cuando la sombra le acechaba y le devoraba. Se dejó seducir por esa alma y se volvió lascivo y sádico. Sin embargo la sombra no le podía arrebatar dos cosas: el respeto a la mujer y aquella mirada que en su mente dejaba retazos de paz cuando los límites eran sobrepasados. Conoció los placeres del dolor ajeno siempre consentido y los de la sangre siempre cedida de forma voluntaria. Y en todo momento había miedos y tristezas en su corazón salvo cuando veía aquellos ojos en los que se desvanecía como la sangre de un pez en medio del mar todo aquello que le volvía un ser oscuro. Se hizo dueño de mujeres de gran belleza y fue seducido por esas mismas mujeres en algún momento. Lo pudo haber tenido todo pero en ese momento, ya armado caballero, solo quería aquello en lo que había soñado en encontrar un día. Fue dueño de los cuatro elementos y levantó teatros enteros con un espectáculo de magia que nadie mas podría imaginar. 

Sus viajes algunas veces le hacían detenerse en detalles especiales que podrían ayudarle a mejorar ante los ojos de aquella dama que tanto estaba buscando. Ya le veían como un obsesionado y un demente pero quizás aquello era l único a lo que no hacía caso en absoluto. Muchas veces la brisa acariciaba su rostro a través de los agujeros dejados en las paredes de aquella habitación que le había visto crecer. Los suspiros salían de sus labios y sus ojos repasaron de nuevo las lineas que hablaban sobre el color del cielo y sobre pequeños detalles, metáforas que el quizás nunca alcanzaría. frases sencillas cargadas de la fuerza de la mas brutal arma jamás creada por el hombre. Aquellos ojos, desesperados en momentos por encontrar una pequeña pista dieron entonces un buen día con una pequeña pista en uno de los poemas que estaban impresos en medio de aquella magna obra que parecía no tener mas ejemplares. 

La luna la peina a ella 
Sonríe, reposa tranquila
donde el cielo se impone
mediante pétalos en la tierra

No podía ser. Tan obvio y delante de sus narices como otra tantas cosas que se le ocultaban y sus ojos de ciego no habían visto. Trató de recordar con toda la fuerza del mundo el destino que debía de tomar y entonces con la mas fiera decisión abrió las ventanas y miró en dirección al este, al oeste y después hacia arriba buscando en medio de aquella noche y desterrando a la sombra de sus preocupaciones por un momento. Con decisión se dirigió al primer bosque que encontró y trato de preguntar a los árboles pero estos lo le dieron mas que un eterno saludo en el que no había mas indicación que la de crecer a un ritmo tedioso y lento. Aun así se sentía en paz mas su viaje continuó hasta que dio con un pequeño retazo de esa pequeña verdad que se ocultaba entre los versos de aquel libro del que en ningún momento se desprendió y se acercó al mar. Al mar le pidió indicaciones pero este, furioso por un motivo incomprensible trató con todas sus fuerzas de arruinar el bello contenido de aquellas página con aguas frías en las que la sal se mezclaba con la ira y la fiereza de la mismísima naturaleza. Aquel confesor de secretos parecía revelarse cuando se hacía referencia a todo aquello que tenia que ver con ella. Los miedos se hicieron de nuevo con él y una lágrima salió de sus ojos permitiendo a la sombra de nuevo hacerse con el control de su interior. Con rabia y los rugidos de fondo, entristecido y sumido en la mas profundamente melancolía, ese niño asustado y lleno de miedo y tristeza emprendió un camino en solitario a la búsqueda de lo que parecía ya un imposible. La desesperación se hizo al no ser escuchado ni siquiera por aquello que consideraba transparente y sin la mas mínima muestra de trampa en los rugidos del mar.

Mucho tiempo después, en medio de un lento vuelo por obra y gracia de dos alas que poseía desde que tenía memoria, de nuevo le asaltó todo aquello que había vivido y un pequeño sollozo se liberó de su cuerpo, de su alma entristecida. Que tonto había sido de creer que alguien de su escaso nivel podría encontrar en esa vida o en ese mundo algo tan magnífico, que desprendía tanta bondad, poder, misterio y fascinación. Ni el sol mas brillante, el cual arrancaba reflejos multicolor a unas alas que hace tiempo que poseía en su haber de imaginación lograba infundir algo de calor a su cuerpo y mucho menos a su corazón y alma. Sin poder mas aterrizó y se mantuvo en aparente calma con un torbellino de sufrimiento recorriéndolo por completo hasta que de nuevo, como una medicina, sus ojos se posaron en los de aquella dama que tenía la capacidad de dar mas paz que la mismísima observación del espacio y sencilla todo se calmó, todo se cerró y las lágrimas no brotaron. Se levantó y siguió caminando. Aquella dama reflejada en la portada tenía una serie de virtudes casi milagrosas con su sencilla visión. Seguramente no hubiera en la tierra mas excelsa y bella criatura. Sus pulmones se llenaron con el aire de los campos y la esencia de las flores entre las que paseaba hasta que... 

La vio a lo lejos, y pensó estar enloqueciendo por la sencilla idea de encontrarse algo mínimamente parecido a la dama que protagonizaba la escena de aquella portada desgastada por los años y las aventuras así como las lecturas constantes. La mujer de la portada de aquel pequeño manuscrito encuadernado tenía una mirada que creyó ese recientemente armado caballero como una leyenda y sueño imposible  hasta que en ese día, caminando por un extraño campo de rosas azules que crecía a los costados del camino vio a lo lejos una figura causante de toda la fascinación del mundo, una dama que estaba siendo peinada por la Luna con peine de plata pura. Comprendiendo todo, sintiendo el corazón acelerarse, se acercó a la dama que parecía en si misma hasta que una rama rota le alertó y se giró hacia ese ser atormentado, ese niño asustado con la tristeza y la inocencia en los ojos, la ilusión y a la vez la desesperación ante la idea de que fuera precisamente eso, una ilusión. Pero ya no le quedaba cordura y como si esa situación fuera la mas normal del mundo se acercó a esa dama, la que colmaba sus pensamientos muchas veces en las noches y la cual era el único remedio ante la tristeza y la desesperación de la sombra. La miraba fijamente, con la fascinación pintada en el rostro y Se extrañó de ver aquella mirada reflejada en los ojos de la criatura mas bella que haya existido en ese y otros mundos. Sin mas se acercó a ella y le tendió la flor, rodea su cintura y susurró suavemente muy cerca de su oído unas palabras, aquella frase que luchaba por soltar desde hacía tanto tiempo... 


2 comentarios:

  1. Un escrito profundo que te llena el alma de una combinación de pensamientos y sentimientos extraños, confieso que es uno de los mejores trabajos que he leído. Sigue así y alcanzaras metas que hoy te parecen imposibles….

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias querida Alina, es todo un placer tener comentarios tuyos por estos lares tan cargados de palabras que no resulten ambiguas. Yo también apostaría por ti en muchos ámbitos.

      Eliminar