jueves, 26 de mayo de 2011

La bella y la bestia

En una noche de luna llena, los cabellos de ella ondeaban por la brisa que circulaba por el lugar de una forma apacible y que invitaba al descanso. Todos los animales diurnos estaban dormidos y los nocturnos pretendían hacerse alguna presa con la que alimentar a sus polluelos o cachorros recién nacidos por la bella estación del verano. Nada hacía presagiar cambio alguno y la Bella se veía a si misma en el reflejo del agua suspirando de tranquilidad pero también por una soledad que se había hecho con su corazón mas no duró lo que reiteradamente sería un suspiro pues la Bestia la atrapó. 

La sorpresa inicial la hizo jadear pero pronto se refrenó por ese miedo que atenaza a toda presa que es asaltada por tan magna criatura de poderosa fuerza y malas intenciones. Sus manos se paseaban por su cuerpo mientras un gruñido acrecentaba sus presencia en la garganta del ser y es que todos pensarían que era por la quietud de ella, aunque de ser así él la habría lanzado contra una árbol o algo para verla en movimiento, claro que ella sabía que la Bestia nunca hacía eso porque no llegaba a esos niveles de sencillez y estupidez. De la nada salió una inesperada voz que resultó ser la de la Bestia. 

-Amor, tengo ansias de devorarte, quiero hacerte mía, sentir como tu sangre, tu alma, todo tu ser circula por mi garganta, devorarte lentamente para estar siempre unidos en lo buenos y lo malo que nos acucie...-Su voz denotaba ese tono de ansiedad, de necesidad que a ella le obligó a ocultar una sonrisa pues conocía cada gesto de ese ser que se movía muchas veces por sus instintos y mas de una vez la había asaltado a ella durante noches enteras buscando alimentarse de su sangre, de su carne, de su lujuria y de sus suspiros de amor. Las manos de la Bestia recorrían su cuerpo con perversión y gruñidos de deseo.- Quiero desgarrarte lentamente que tus gemidos inunden mis oídos y que mi cuerpo entre dentro del tuyo con salvajes embestidas. Quiero doblegar tu voluntad de mil formas y que seas una esclava a mis pies que me ama por siempre. Quiero hacerte mil torturas en ese delicado cuerpo que me enloquece de rabia en las noches y los días y llena mis instintos de pasión cazadora.. 

Las palabras de él golpeaban los oídos de ella con verdades que era casi universales y necesarias como el respirar. Ella estaba quieta solamente escuchándolo sabiendo en todo momento lo que había que hacer porque la experiencia con ese ser infernal y celestial se lo decía. El amo de todo ese mundo que los rodeaba la tenía por su mayor joya y sabía que no le haría daño, es mas, hacerle daño sería hacerse daño a sí mismo. Todos los gestos de ella medidos para complacerlo y todos los gestos de Él pretendían enamorarla a una manera pedestre pero no exenta de sentimiento. El corazón de la Bestia se sentía latir a través de su pecho mientras las ropas desaparecían y los labios acariciaban su cuello, que obedientemente ofreció toda su extensión para deleite del amante. Un aullido se extendió por toda la pradera con ese lago que ellos tenían a sus pies. Las formas bruscas de él estaban haciendo un curioso efecto en ella que sabía que esa Bestia no era tan bestia, que sufría por causarle dolor pero era parte de sus instintos de ese día. Miles de veces esa legendaria y sanguinaria bestia había sido blanco de las caricias dulces unas veces y lascivas otras de esa mujer que ahora mismo sabía que debía quedarse quieta y dejarse mancillar por ese ser hastío cargado de odios pero también de pasiones. Muchos la llamarían mentirosa o loca si dijera ante una multitud que esa criatura es capaz de amar pero era la verdad pues así era su amor hacia ella muchas veces. salvaje, fogoso, desprovisto de compasión pero a la vez rejuvenecedor y curativo para las almas necesitadas de fuego en la vida. 

Las caricias de él terminaron con toda la ropa de ella que dejó ver esa piel delicada y sabrosa que la Bestia muchas veces había devorado a tiras y disfrutó de haberlo hecho totalmente, pero lo que se le antojaba ahora era violar su cuerpo, embestirla con deseo de poder hacer con ella lo que se le antojara. El ansia lo comía, necesitaba estar dentro de esa criatura que se había ganado el primer puesto de toda una lista de mujeres que para él ya no tenían ni rostro ni nombre siquiera. La huella de todas ellas en su vida murió cuando esa Bestia paseando se encontró a esa Bella por esos mismos lares hace ya poco mas de un año y había sentido que su corazón estallaba al igual que otra parte de su cuerpo. Ese día el le dijo su nombre, ella el suyo y conversaron hasta gustarse y al poco ella fue conociendo las tendencias sádicas de él, algo que temió él que a ella llegara a asustarle pero parece que lo aceptó e incluso lo disfrutaba en ciertos momentos. 

Ella supo lo que tocaba finalmente y los suspiros se convirtieron en el susurro de su nombre cuando se giró y lo besó apasionada,mente con todo el amor y la lujuria del mundo. Las manos de ella tomaron el rostro de él y con todo el pasar lento de esa dama que era la luna se dedicaron a hacer el amor entre sangre, cortes, gemidos, aullidos. lentas y rápidas estocadas de pasión al centro de placer de ella y de caricias lascivas y perversas llenas de lujuriosas intenciones al cuerpo de él. Ese día Bella y Bestia fueron dos animales mas compartiendo un amor instintivo, intuitivo que los llevó alto en los cielos sin salir de esa húmeda y salvaje tierra. 


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