jueves, 11 de agosto de 2011

La carta del humilde


Señorita de Resplandeciente Mirada:


Antes usted me presento, no soy mas que un caballero de humilde casta y familia que recorre el mundo en busca de un montón de aventuras que vivir tanto al lado de otros caballeros en combates que sean cantados por los trovadores como a la zaga de una dama que sea de digna estampa para mis pensamientos. Y usted es esa dama. No veo el motivo quizás de que vea estas palabras con interés alguno pero quien sabe si sus bondadoso corazón hace ver a sus bellos ojos esta cata para a continuación llenar de ternura su corazón hacia mi y mis empresas descabelladas de hacer sonreír y disfrutar a las mujeres con mis alocadas aventuras o mis pedantes conocimientos de ciencias que los hombres muchas veces rehuyen. No pretendo ser un chulesco escudero que bajo el nombre de un poderoso Lord o Sir se enfrentan a sus semejantes en épicas batallas de fanfarronería. No, mi objetivo es poder verla a solas a poder ser en un tarde o una noche, cuando menos gente halla pues disfruto de la tranquilidad que da la soledad del manto nocturno. No pretendo, y lo juro por mi espada y mis creencias, hacerle daño alguno. Yo he posado los ojos en usted para poder admirar su belleza desde un secreto rincón en sombras pero la necesidad de tener algún tipo de contacto me ha llevado a cometer esta locura de desear verla y que usted me vea, aunque le informo que no soy para nada agraciado físicamente pero mis convecinos me consideran una persona fiable y sobretodo puntual. Siento quizás que no pueda ser esta petición hecha cara a cara pero es que es mi timidez demasiada como para acercarme a alguien de su porte y belleza, no he vivido una vida que me asegure una gran confianza para esto que se denomina el arte de la seducción, no me creo un seductor pero si un caballero, sacrificado por la causa de una sonrisa suya si es que acepta mi propuesta de vernos. Le vuelvo a jurar por lo mas sagrado para mi y añado el cariño que le tengo a mi familia y amigos que no pretendo nada malo con usted, pues no es lágrimas ni rechazo lo pretendo sino todo loo contrario, sonrisas y aceptación por parte de esta sociedad que se burla constantemente de la gente diferente. No creo que se pregunte usted porque usted y no otra, pero la respuesta radica en las cuatro primeras palabras de esta carta. Su resplandeciente mirada posee una luz que no he visto nunca y también es mi deseo de poder explorar la profundidad de sus ojos en busca de la respuesta a preguntas como la existencia de los dioses o el valor de una mirada acompañada de una resplandeciente sonrisa a juego. No se me ocurre que credenciales dar a mi favor que resulten creíbles. Soy de una familia humilde, casi de pueblo y siempre cercana al pueblo, no tengo por costumbre mentir y la sinceridad es una de mis armas y maldiciones mas arraigadas en lo hondo de mi alma, tengo sangre en las venas que derramar por alguna causa bien fundamentada y mucha energía que gastar en batallas pero también un posible romance con usted, bella dama de ojos resplandecientes. No voy a ser grosero en ningún momento y conmigo se puede hablar de todo, ya sea de literatura, arte, escultura y en especial historia, algo que me fascina también son los animales y la quietud de algunos bosques. Aunque no tengo tendencia a sonreír se que mis maneras se afinan mucho mas en presencia de seres de aspecto tan encantador como usted. Le vi entregar una limosna al ciego de la iglesia y eso me hizo pensar sobre su amabilidad y su bondad aunque le prevengo de que ese ciego en realidad puede ver y tiene mas de un libro que leer en su casa. Todo lo veo desde la sombra ya sea por timidez o por temor al rechazo pero que eso no haga suponerse juicios de mis actitudes, tengo la idea de dirigirme ante usted con todo tipo de respetos y educaciones aprendidas por así decirlo de forma autodidacta. No le haré nada malo en caso de ser rechazado ni tengo intenciones de lograr algún bajo propósito, si soy rechazado por usted mi comino continuará aunque en mi mente quedará el recuerdo de su presencia en este mundo de luz y sombras, de engaño y verdad, de maldad y bondad, de paz y guerra. Le deseo mis mas sinceros deseos de bienestar para usted y que pronto su respuesta llegue a mis oídos. Diga usted si o no en voz bien clara cuando termine de leer esta carta, el viento traerá su respuesta a mis oídos con la claridad de quien me lo dice estando a mi lado. Mi oído es fino y mis corazón noble, se lo aseguro. 


Con su mas abierta admiración por usted 


El caballero humilde. 

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