domingo, 15 de enero de 2012

La señora y el espejo

Acrecentado en virtud de su belleza y nada mas lejos de una realidad que se pueda exponer con palabras, tras finalizar un recorrido que se ha llevado vidas por delante en medio de numerosos peligros, se elevaba un castillo sobre un acantilado en el que las gaviotas daban rienda suelta a sus gritos incesantes y a toda clase de actos animales: la puesta de los huevos, la caza de pequeños peces, el rechazo de ataques de zorros y demás. Nada fuera de lo normal en ese exterior fresco, marítimo, innecesario de describir pues en todo ese esplendor algo le robaba el protagonismo a la escena. 


En lo alto de la torre de un castillo, los fieles siervos estaban acarreando un pesado de cuerpo entero que posaron frente a una bella dama. En esa habitación las ventanas estaban abiertas de par en par y la luz se colaba a chorros por entre los espacios que no tapaban las danzantes cortinas, que se agitaban hacia el lugar en el centro de la estancia donde esa mujer se exponía totalmente al descubierto a miradas y pensamientos lascivos. El aire que entraba llevaba el aroma de su piel a lo largo y ancho de todo ese castillo que era de su propiedad y solo era necesario medio gesto suyo para que se cumplieran sus caprichos. La manufactura de la decoración era esplendida, impuesta por los mas ingeniosos y afamados decoradores pero nada mas que en el resto del castillo tal gala se hacía presente, ya que esa habitación contenía a esos dos elementos: la mujer y el espejo. Hasta que entró el tercero en discordia. 


Fue caminando, ella lo vio al momento ya que ese espejo daba a la entrada pero se quedó quieta, sabedora de un delicado y sutil juego que debía de comenzar con un hechizo, el de unas palabras que serían solamente escuchadas por ella. Pudo ver en su rostro una sonrisa que pronto se borró por pura teatralidad. Sus pasos lentos se fueron acercando mas y mas hasta que el aroma de la piel de ella se hacía insoportablemente irresistible, y muchos ya estarían suplicando la mínima caricia. Pero solo lo harían los seres inferiores, y ellos estaban en el mismo nivel de superioridad en esos momentos. Lentamente unos dedos blancos se hicieron notar en la espalda de la dama que sonrió preparándose para lo que seguía mientras esos mismos y delicados, finos dedos se deslizaban por sus hombros lentamente y unos labios se acercaban a su oído para empezar una de las acciones que el mas disfrutaba:


-¿Que ven mis ojos? Una diosa mirándose en un espejo?- Suavemente los dedos se deslizaban por sus brazos recorriendo y sintiendo cada poro de su piel- Ese vulgar trozo de metal de aspecto tan caro no puede ni reflejar la milésima parte de lo que llena nuestros ojos con la sencilla visión de tu cuerpo, bella señora de este castillo y de las voluntades de tus siervos. Ese espejo es un pecado, una broma de mal gusto, una ofensa para los que son como tu y como yo. Solamente unos ojos que sepan observar serán capaces de vislumbrar toda la esencia de tu belleza.- Tranquilamente sus manos se acercaron al final de sus brazos, llegando a sus dedos y entrelazándose con estos un instante antes de seguir tu recorrido. Unas plumas sueltas acariciaron su piel de forma lenta, sutil, queriendo probar la veracidad de sus palabras. Continuó el ser alado:


- Eres señora indiscutible de este mundo y las señoras, las reinas, emperatrices de otros mundos te deben homenaje y bendecir el día que llegaron a rozar una pequeña gota de la gloria y la majestuosidad que te envuelve. Tu eres poder en estado puro, bendecida con la virtud del dinero, la fama, todo. Señores y reyes se disputan una sola de tus miradas, los he visto con desprecio desde las alturas discutir sobre la mejor forma de llamar tu atención. No saben que con una sola orden besarán lo que tu les ordenes. Miserable. Alimañas miserables llenas de pecado y tentaciones banales. Tu y yo somos mas que eso. Tientas con un solo gesto y yo bendigo las tierras y los corazones... Pero es bonito caer en la tentación contigo reina de reinas. Piensan tener el poder de convencerte alguna vez para que les entregues tu favor, y me río de los que peiensan que pueden someterte a ti, pero no saben que ellos todos están a tu servicio, te pertenecen, son lo que tu quieras, desde esclavos hasta juguetes. Eres poderosa... -dijo esto último en un susurro suave y sibelino, como una serpiente que acecha a un ratón. Solo que la serpiente acechaba quizás a una cobra.


Unos labios se arrastraron suavemente por la curva de se cuello fino y delicado que palpitaba en una sangre que escasamente había rozado los labios de ese ser abyecto y alado que buscaba uno de sus mayores placeres: llenar de vanidades inamovibles pero ciertas los oídos de esa reina aislada en esa torre que tenía el poder sobre todo y todos. El aroma de ella se colaba por las fosas nasales en torrentes tan arrolladores que podrían enloquecer a cualquier hombre o mujer. Un aliento ardiente se desparramó por su cuello antes de depositar en este un beso lento y suave a la par que dos manos finas y delicadas se deslizaban con libertad absoluta por su cuerpo. Sabía que podría tocar cuanto quisiera siempre que él lo deseara. O así lo deseaba él. 


-Tu cuerpo, querida, no es algo que se pueda representar con facilidad ni siquiera en el reflejo de un espejo como el que ahora mismo tenemos delante. Tu cuerpo debe reflejarse en la mirada de un amante que, sudoroso por el mas entregado de los encuentros sexuales, te mire con la devoción que mereces, que sacrifique la propia vida por complacerte hasta en el mas mísero de tus caprichos. Es una ley universal que la naturaleza debe de tener su equilibrio, pero es otra que tu puedes romper ese equilibrio a voluntad y hacer lo que tu mente demande. O quizás aquello que llaman corazón. Pero ese tema es peligroso y no lo tocaremos mucho...o tal vez zonas cercanas...  -Una mano se cerró suavemente en torno a un seno suave, blanco al tacto, que llamaba ser masajeado y adorado con manos y labios.- Tu cuerpo cada día es una aventura nueva, en él se descubren miles de cosas, hasta que restallan los gritos de un placer que pocos tienen derecho a probar salvo que los honres con esa esencia llena de calor de tu placer. 


Instantes después los cuerpos de ambos, en medio de los vapores del placer y al lujuria, se entremezclaban, dejando a su paso alguna gota de sangre, heridas leves y miradas que se cruzaban como animales a punto de desgarrarse. Reflejando esa realidad en una falsa ilusión causante de muchas depresivas visiones del mundo, un espejo. Y nada mas. 

2 comentarios:

  1. siempre adoré los comentarios que haces en mis entradas. Lamentablemente a veces no me queda tiempo para devolver cada una de ellas pero sabes que si podría lo haría! Querido lobete, tu último comentario es una pasada, realmente me encantó, diría que es incluso mejor que mi entrada jajajaja.

    Sigue escribiendo así Dave , sos maravilloso!

    ResponderEliminar
  2. Si alguien como tu me lo pide entonces así se hará dulce y alegre Mel. Tus entradas aunque breves están destinadas a tocar temas muy íntimos de uno mismo que no provoca heridas en sensibilidad alguna... algo verdaderamente audaz y ocurrente. Mi comentario por otro lado está basado en la experiencia de algunas personas que conocemos. Solamente quería compartir mi experiencia con todos tus seguidores y por supuesto contigo.

    un placer haber recibido tu comentario bella Mel.

    ResponderEliminar