sábado, 4 de junio de 2011

La gran batalla de los siglos.

Una mañana de esas de primavera en la que el sol iluminaba con sus divinos rayos los rostros de todos los jóvenes apiñados en los alrededores del lago jugando y divirtiéndose lo mas posible. Todos ellos y todas ellas estaban de lo mas distraídos y entretenidos a la par que las madres y padres de todos ellos charlaban animadamente sobre las perspectivas de futuro de sus hijos y de los cultivos que habían plantado en las respectivas granjas. El agua se encontraba sin duda a una temperatura ideal para bañarse y permanecer ahí un buen cúmulo de horas en las que poder servirse de tan refrescante diversión con el propósito de llenar las mentes de bellos recuerdos que compartir o a los que aferrarse cuando las circunstancias de la fatalidad se ciernan sobre uno de los presentes en algún momento. 


En toda esa algarabía se hallaban cuando de pronto una oscuridad atenazó los cielos apresando al sol entre sus brazos de maldad y oscuras intenciones. El extraño visitante aéreo se entretuvo alejando el calor y la luz de los corazones de todos aquellos que estaban presentes y en seguida los jóvenes se apresuraron a tomar las armas y todos los conocimientos de hechicería para hacer frente a ese enemigo que amenazaba la paz de sus hogares y su pueblo. Es posible que se me halla olvidado decir que estos jóvenes eran aprendices de magos, caballeros, brujos y demás. Sus padres estaban presentes y también ya se encontraban dispuestos a la batalla que se cernía.  Como entrenados desde sus nacimientos (y así era) los jóvenes se colocaron alrededor de los mas mayores a excepción de los caballeros que indistintamente se situaron a la cabeza del improvisado batallón mientras gritos de aliento y demás salía de sus gargantas. Los monjes recitaban sus plegarias. Estos eran los únicos que no tenían hijos pues de haber mancillado sus almas en el pecado de la carne sus plegarias mágicas no habrían tenido efecto sobre el espíritu de las lineas entre las que se encontraban. Las espadas desenvainadas se iluminaron en la oscuridad por obra y gracia de todos los hechizos que estas poseían y los escudos reflejaban el orgulloso emblema de cada familia. 


-Por los mas poderoso ancestros este va a ser vuestro bautismo de fuego chavales- rugió uno de los bárbaros guerreros del norte que habían bajado desde las montañas a comprar hortalizas y demás. -Vamos a repartir unas cuantas tortas y no quiero que titubeéis u os haré comer mi hacha y otras cosas menos agradables aun. Hijo confío que todas nuestras peleas hallan servido de algo o te daré la paliza de tu vida en el Valhalla cuando muramos.- Con un grito atronador en el idioma de las lenguas nórdicas el resto de salvajes le siguieron en un carga fiera como las estampida de mil mamuts con el líder seguido de cerca por su propio hijo. 


Ante ellos la oscuridad pareció abrir una boca mas tenebrosa aún y de ella salieron hordas y mas hordas de demonios que por tierra y aire se abalanzaban contra los bárbaros pero no estaban solos ante el peligro. Con la velocidad que les permitía su largo y arduo entrenamiento diario, cazadores y arqueros en general tenían los arcos ya tensos y nada mas se esperaba de ellos que ser certeros en sus disparos. Los que en toda la vida habían sido habitantes de los bosques y poseían la visión del águila, el oído del mas avezado depredador y puntiagudas orejas. Las flechas bendecidas por sus amigos los ríos se acercaban raudas a los objetivos y los hacían caer desde los cielos, que eran los mas preocupantes para la integridad de sus compañeros bárbaros. Las flechas eran de sauce, de bambú, de junco, de todo tipo de material que uno se pudiera encontrar en los bosques mas vírgenes jamás tocados por el hombre. Era tal la confianza de los tiradores que los bárbaros que cargaban podían sentir las pumas de las flechas rozarle la cara pero estaban seguros de que ninguna fallaría su viaje al enemigo. 


En esta carga, algo mas lentos por la presencia de sus armaduras, los grandes comandantes y los hijos de ellos avanzaban con toda la fuerza que supone las espadas de mandoble y todas las protecciones posibles. Las armaduras también reflejaban toda la importancia de la casa a la que pertenecía y mas de uno se había atrevido a incrustar zafiros diamantes y demás piedras preciosas para hacer valer mas la imagen de su familia. Con un fiero grito todas las fuerzas de choque se estamparon contra las fuerzas demoníacas que se demonio de otro mundo había traído como si de una particular nave de transporte se tratara, pero sin velas, solamente movida por la maldad que la había creado. Esta oscuridad que física variable descendió para brindar protección a sus aliados de batalla que no buscaban mas que la sangre, que se movían por el placer de sembrar el caos y la destrucción. El agua del lago fue contaminada pero sis peces en vez de morir se convirtieron en criaturas que salieron de las aguas para lanzarse al ataque. 


Detrás de la linea de ataque directo y detrás de los arqueros, los monjes estaban sumidos en sus trances. Sus sabios conocimientos de oratoria y poderes mas allá de toda comprensión los sumía en un estado que hacía la voluntad y la fuerza de aquellos que se movían y guiaban por la fe de todos los dioses conocidos. Las palabras eran dichas en toda clase de tonos y voces, con miles de acentos reverberantes de las tierras que se encontraban pacificadas por la Fe. Los acentos del este sobretodo, de gran fuerza y llenos de fervor hacñian llegar a los oídos de los caballeros los principios mas antiguos y regios de la caballería. 


-Los dioses están con nosotros hermanos, seremos la fuerza que purifique a todas estas desdichadas e impuras criaturas. El paraíso os espera si caéis en batalla pero no se aceptaran muertes cobardes por rendición así que luchad, luchad, luchad- decía uno de los monjes que no estaban en absoluto en trance alguno. -Vamos hermanos que vuestras espadas bendecidas en mil templos sean la prueba de que la Luz y la Fe prevalecerán a través de los tiempos y a través del caos y la oscuridad. mandad a esas escorias al infierno- gritaba fuera de si aquel ser tan curioso pero que infundía renovadas fuerzas a los guerreros. Los arqueros por su parte, por ser en su mayoría de raza elfa se dedicaban a susurrar poemas que seguían siendo hechizos para que la naturaleza les prestara cobertura. Ello era posible también a todos los invocadores presentes. 


De pronto, cerca del núcleo del conflicto una brecha se abrió y de ahí surgió la mas deforma y colosal criatura que se pudiera concebir con maldad por parte de las fuerzas oscuras del mundo. Esa comenzó avanzar hacia los desprotegidos caballeros pero los invocadores que se encontraban en la retaguardia en dos miradas cómplices por parte de sus muchos integrantes comenzaron su propio contraataque. De sus mentes y con total uso de sus memoria hicieron elevar a los cielos sus oraciones y hechizos. Muchos se sacaban de la manga distintos objetos en los que canalizar su poder. las varitas de los magos (que no eran invocadores sino magos de ´´ataque´´ y ´´defensa´´) se esforzaron en lanzar todo su arsenal mágico. Unos creaban bolas de fuego, rayos, convertían el agua en barro para entorpecer el avance de semejante mole y de los demás enemigos que no paraban de salir por doquier de las fauces de esa oscuridad. Otros magos se dedicaban a crear defensas mágicas contra los nigromantes y los brujos que lanzaban a todos sus esbirros no-muertos contra el núcleo mágico de la resistencia. Ante la situación unos cuantos animales llamados por los elfos se unieron a la batalla y con sus garras y mordiscos hicieron de frente secundario de resistencia. Todos los pájaros y en especial las águilas, buitres y halcones se unieron a la batalla para hacer frente de las arpías que acechaban a todo aquel que estuviera desprevenido y ya se habían cobrado unas cuantas víctimas jóvenes. 


Los invocadores seguían sacando de los portales invocantes a todas las criaturas que pudiera ser representantes de la luz. Ahí se presentaron hasta algunos semidioses que con su fuerza, velocidad, inteligencia, poder bélico, se enfrentaron a todos los demonios que les fue posible pero nada parecía poder detener a esa horda y al coloso que estaba destrozando las defensas mágicas. Todo parecía desfallecer, hasta los monjes en sus oraciones estaban ya dudando de la fuerza que su Fe era capaz de aplicar en las almas de los luchadores que perdían la vida uno tras otro. El coloso monstruoso ya estaba cerca de lograr derribar las defensas mágicas... 


Algo salió de la nada y alcanzó a la gran mole infernal dejando en el impacto una gran explosión que hizo caer al suelo uno de los brazos del espanto andante. Los magos desconcertados ese preguntaban quien tenía tal poder. Antes de decir nada Un rugido largo que no parecía tener fin (no hay criatura que mantenga un aullido o gemido o lamento o grito o lo que fuere tanto tiempo) empezó a escucharse entre los árboles del bosque cercano. Una humareda acompañaba a lo que fuera que se acercaba y derribaba los árboles independientemente de su tamaño. 


-Sea lo qe sea espero que preste bien servicio porque no solemos perdonar tal atentado a la vida vegetal dijo uno de los elfos que se encontraba ya seco de flechas y estaba enzarzado en la batalla con dos espadas de gran filo y exquisita factura- Como sea algo mas en nuestra contra estamos muertos. 


Los tanques aparecieron de pronto y dieron otro par de cañonazos al colosal monstruo que estuvo a punto de acabar con las vidas de tan insignes magos. A esto ninguno de los combatientes supo que pensar pero parecían que eran aliados así que las preguntas se harían después. En los cielos otras criaturas, también de metal estaban plantando cara a arpías y demás criaturas aéreas malignas. Estos artefactos voladores de hierro estaban hechos sin duda para volar y escupir fuego a los enemigos. Unas cuantas divisiones de la aviación estaban dando vueltas alrededor de ese ente intangible que se dedicaba a escupir legiones de criaturas pero no sobrevivían mucho tiempo por la pericia de los pilotos y artilleros de los aviones y tanques, estos últimos situados a los costados de la zona mágica para brindar mayor protección. Pronto las tornas había cambiado. 


Las alianzas entre países quisieron que los Spitfire y los Bf-109 se aliaran para hacer frente a esa amenaza mundial y todos estaban dando sus vidas para hacer frente a lo que era la maldad en persona, que no tenía nombre ni mas intención que la de destruir a todo lo que se encontraba por el camino. En tierra los comandantes de Shermans, Matildas, Panzers, King tiger y vehículos similares mantenían una coordinación perfecta de ataque y defensa para que los magos e invocadores pudiera hacer su trabajo. Los t-34 con mas velocidad y mas empuje relativo se dedicaron a avanzar sin compasión friendo a cañonazos a todos los diablos que se ponían en su frente. 


En medio de todos esos disparos y acrobacias los invocadores lograron la presencia de el dios de la luz suprema, un dios que no tenía nombre pero si alta presencia en el escalafón divino. Ni cuerpo tenía, era sencillamente al contrapartida de esa oscuridad que los atenazaba en los mas hondo de sus almas. Con decisión. ignorando en todo su poder a los demás seres inferiores se enzarzó en una gran batalla que desencadenó en una explosión que se llevó víctimas de por medio pero culminó en la victoria de aquellos que querían hacer lo mas importante del mundo y por lo que lucharían hasta sus muertes. 


Vivir en libertad...


...Y tomarse unas chelas con la adorable y bella fon desde luego 

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