viernes, 3 de junio de 2011

El pescador y la gata

El sol estaba en lo alto del cielo, dando las buenas tardes a todas las gentes del lugar. Los habitantes iban de aquí para allá en sus quehaceres diarios y algunos niños buenamente a sus padres ayudaban. El panadero estaba entretenido vendiendo el pan para hacerse algo de dinero con el que sacar adelante a su familia, y lo mismo sucedía con el lechero, el alcalde con su gran sabiduría y vejez, el mensajero del alcalde con su caballo rápido, el herrero en su gran forja, el zapatero que discutía con el curtidor el mejor precio de unas cuantas medidas de cuero para hacer sus zapatos. Los pastores de los alrededores estaban también atareados en la esquila de las ovejas que ya necesitaban de una buena muda de lana. Y no olvidemos a todas las mujeres y hombres que estaban trabajando los cultivos y ordeñando vacas y demás, por supuesto, afanadas como no se hace nadie idea en las tareas de las granjas de los alrededores de un pueblo con un bello río y un bello lago. 

En este lago los peces picaban como siempre el anzuelo de la caña de aquel señor que se dedicaba al noble y maravilloso arte de la pesca. Era un hombre sencillo, que nunca había sido para nada el mejor de los pescadores pero si bastante paciente, una de las virtudes necesarias para todo buen pesador. Su caña no era nada del otro mundo, casi podría decirse que era un palo con un hilo algo mas resistente de la cuenta en cuyo otro extremo se podía encontrar el anzuelo con el correspondiente cebo, para el caso una lombriz o alguna alimaña similar. Era todo apacible en aquella escena que no podía ser interrumpida ni siquiera por los recaudadores de impuestos, pues la aldea estaba bien escondida de cualquier rey avaricioso que quisiera echar mano de sus escasas posesiones. Así transcurría el tiempo hasta que un pez picó y de unos cuantos tirones de sedal y un par de gritos de alegría el maestro pescador hizo su primera captura. Con una sonrisa el hombre depositó el pez en el cubo que traía consigo para que el pez no se pudriera ni nada a lo largo de la larga espera que supone el segundo pez una vez atraviesas la alegría del primero. 

Con la tranquilidad de la escena y de la atmósfera, el pescador no se dio cuenta de que un inesperado intruso se coló en este improvisado escenario. Con pasos sigilosos se acercó al cubo atraído por el olor del pescado . Era un gato glotón, de estos que no pueden resistir la tentación de una presa tan sencilla, mas que las presas que ponía a su disposición el anciano pescadero del pueblo. Aunque este gato nos resultaba un ladrón de gran educación, pues no fue directamente a este exquisito manjar de los dioses gatunos sino que se presentó formalmente al pescador y dueño legítimo de ese pez con un suave maullido. Esto hizo abrir los ojos al pescador que se quedó sorprendido de tan inesperada visita. Una sonrisa cubrió su rostro y se quedó mirando esos grandes ojos que transportaban al sensible a un mundo mas allá de la comprensión humana. Las mirada se sostuvieron un rato y de ahí comenzó a hablar el pescador. 

-Hola pequeño gato, se ve que tus éxitos en la alimentación de pescado te han granjeado una buena figura. Me supongo que eres callejero pero querría conocer al caballero que te tuvo de mascota porque habiendo podido robar mi pesca me saludas y te presentas formalmente. Mis respetos a quien te halla tenido a su lado amiguito.- Y sin mas mediación de palabra el hombre tomó su primera captura del día y la acercó al gato que se quedó mirando la comida fácil que le ofrecían casi en bandeja.- Vamos que se te ve hambriento aunque no delgado que conste. Es todo para ti a fin de cuentas para mi comer cuatro peces o cinco me es indiferente pues así de vanidoso que soy, aunque toda vanidad se marcha cuando hablamos de cuatro monedas o cinco y mas si son de oro. -Dicho esto el gato ya estaba comiéndose el pescado casi ignorando vilmente a su interlocutor. Los dientes devoraban el alimento con gran rapidez y antes de poder ver el espectáculo entero otro pescado cae ante la paciencia del pescador que lo deposita en el cubo. 

La tarde trascendía sin novedades mientras el gato y el pescador afianzaban esa prematura amistad con las vivencias de uno y la intensa mirada del otro. Una vecina de generosa bondad y aun mas generosas caderas que dio la casualidad que se dirigía al lago para tomar algo de agua tuvo a bien de informar por su experiencia espantando gatos y demás que el reciente amigo del pescador era amiga, por lo que el tema de las mujeres y el amor quedó algo apartado. Las confianzas aun así no se hicieron esperar y enseguida al gata se acercó al pescador con la cola en alto como haciendo valer la presencia de una reina y empezó a frotar su cabecita peluda contra el brazo del pescador lo que suscito una risotada por parte de este. 

-Eres toda una seductora encanto. Las mujeres y los ronroneos son buena mezcla para hacerme perder la cabeza aunque hace ya tiempo que mis ojos no pertenecen mas que a una mujer, aunque te diré que si fuera gato seguramente tu serías esa dama por la que suspiro cuando estoy mucho tiempo sin verla.- una mano dejó de sostener la caña para acariciar la cabeza de la gata que intensificó ese sonido tan suave y cálido.-Seguro que tienes a un montón de gatos detrás de ti deseando que les des una sana camada de preciosos y sanos gatitos.-Dijo el pescador. Y entonces entró en acción una tercera figura que los llevaban observando desde hace un rato. 

Su cuerpo fino era de ,movimientos elegantes y unos grandes ojos se dejaban ver con los ratos del sol de una forma que parecían un segundo amanecer en ese rostro pálido pero suave y de piel perfecta. Sus largas piernas se dedicaron a hacer unos pasos casi de ballet hasta acercarse al hombre y apoyar su cuerpo casi por entero contra uno de sus costados, Unos labios concedidos para hacer a este honrado caballero pecar se posaron en su cuello y un suave ronroneo salio de entre estos rayos carmesíes. La piel erizada del pescador le hizo vera ella que era bienvenida y de nuevo sus labios besaron su cuello y unas dulces palabras dichas con dulce voz le susurraron al oído. 

-Si quieres te dejo con tu linda amante mi amor pero me celaré mucho y no seguiré siendo una gatita buena.-Una risa de ángel salió de su garganta y el pescador soltando caña y todo en un gesto brusco rodeo la cintura de la bella y gatuna dama y la sentó en sus piernas para después besar esos bellos labios que lo hacían subir al cielo. Unos ojos de inocencia le miraron, miraron a este hombre esclavo de sus besos y le dijeron con el mas inocente de los tonos.-Te extrañaba amor- y dicho esto un nuevo beso de amor entre esos dos seres que ese amaban como el fuego y la pólvora. Una vez pasados los besos y los jugueteos la bella mujer se dedicó a hacer compañía a su amado hasta que este hubo pescado lo suficiente para la comida del día. Acto seguido y finalmente tomados de la mano se fueron a su casa a seguir con los ronroneos y mas que cosas que no pueden ser reveladas. 

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