domingo, 26 de febrero de 2012

Encuentro con la musa

Unos pasos rápidos devoraron la distancia de aquel conocido pasillo lleno de puertas de todos los colores y materiales que escapaban en ocasiones a la imaginación del ser humano o de cualquier trovador. Con un sencillo empujón las puertas de oro macizo se abrieron y ante el pudo ver que no había nadie en esa habitación salvo una poderosa criatura a la que temía y adoraba por igual. Ella le dirigió una sonrisa lasciva que habría helado la sangre mas que excitado y de no tener tanta prisa habría dedicado mil atenciones a esa dama de gran porte que podría tener la voluntad de un hombre o diez mil a sus pies con una mirada y unas pocas palabras. La fría piedra llena de tapices con todo tipo de escenas los contemplaban de forma impasible o curiosa pues mágicamente algunos se movían y las figuras de batallas y escenas forestales mostraban sus acciones de la mas fluida de las maneras. Las miradas se encontraron. En los ojos de él había inquisitivas preguntas sobre el paradero de la dueña suprema de esa habitación y prácticamente de todo el castillo. Miró a la derecha la dama y señaló la ventana. Con alarma el caballero se precipitó a la ventana y no vio nada. Una risotada se escuchó a su espalda. los metros que separaban a caballero y ser oscuro con la belleza de los ángeles mas oscuros se hizo presente en su oído. De un respingo se giró y se encontró de lleno con su mirada. Con fluidas palabras se encontró que la dueña de la habitación había salido, algo mas que evidente dado que la presencia de esta no era ahora notable en la habitación. Cuando ella no estaba no se podía presenciar la luz que ella destilaba con su natural elegancia y su luminosa sonrisa. Los finos y fríos dedos de la mortífera dama se pasearon por su mejilla y un delicado sonido que aseguraba placeres infinitos se estrelló contra su oído pero no contra su voluntad. perores pruebas había pasado por lo que sencillamente se dejó caer por la ventana y desplegó dos poderosas alas con las que echó a volar. Se quedó a unos cuantos metros mirando a la dama a cierta distancia y esta señaló un bosque. 


Ascendió todo lo alto que le permitió el oxígeno que poco a poco se disolvía con la altura. Las nubes se metían en medio de su camino y le impedía la visión por lo que debía de bajar considerablemente. En lo mas bajo la divisó. se podían distinguir sus movimientos llenos de gracia sobre el manto verde de la pradera. La contempló desde el aire durante un buen rato. Ella bailaba con la alegría natural que le caracterizaba. Con toda la elegancia de las bailarinas mas deseadas por anfiteatros enteros fluía como los arroyos mas puros y los manantiales mas cristalinos. Sus manos parecían acariciar al viento que circulaba a su alrededor y sin darse cuenta el ser alado miró a aquella dama con los ojos de quien admira la mayor obra de arte del mundo, contemplando y deleitándose con su compleja forma de ser, con su figura, con todo lo que la componía en su mínimo aspecto. Las nubes se despejaron y el sol dio de lleno en aquel paraje de donde empezaron a surgir las formas de vida mas extrañas  y fantásticas, las cuales querían contemplar aquella danza en la que la libertad mas absoluta se hacia presente. Su corazón estaba bombeando sangre de forma apresurada y desquiciada pues no podía contener a veces el impulso de acercarse, de tomarla de al cintura de susurrarle cosas, de ver aquel sonrojo. Sin embargo estaba mas que embelesado con los sutiles y a la vez enérgicos movimientos de ella. Así era como le gustaba verla. Adoraba verla moverse, sonreír ante algún compás que disfrutara especialmente de interpretar con el movimiento de sus caderas o la entereza de su cuerpo. Dos ojos llenos de melancolía y tristeza en esos momentos estaban inundados en la ternura y al timidez con la que un niño mira a la niña que le gusta. Disfrutaba mirándola desde aquella altura, aun sabedor de que de acercarse quizá no habría advertido su presencia. 


Le encantaba eso de ella, como se aislaba del mundo cuando bailaba, como parecía sentir la música en su cuerpo poseerla como un amante activo y salvaje que no le permitía ni recordar su propio nombre. únicamente el viento podría amoldarse a aquellos pasos que invitaban a unirse de forma adictiva. Pero la timidez y la vergüenza del caballero alado eran tales que ni por todo el oro del mundo se atrevería a sumir el riesgo de pisar un pie a la señorita que tenía ante sus ojos unos cuantos metros por debajo de su posición. Reparó aquel caballero de buena y educadas maneras pero con los pensamientos mas básicos del mundo que no se escuchaba ninguna canción. le pareció oportuno camuflarse entre las caricias del viento y deslizarse a través del espacio mas no del tiempo para poder alcanzar la posición y el lugar abierto y despejado en el que se encontraba aquella dama de elegantes formas y proceder. Raudo extendió un mensaje que sutilmente no pudo captar la atención de la dama danzante pues este mensaje se transmitió a través de las raíces de lo árboles. Quería darle una sorpresa y ver que tan bien era recibida por ciertos seres que conocía de hace tiempo. Las brisas llevaron su mensaje lejos, muy lejos. No importaba la distancia siempre llegarían muy rápido mas que el propio viento. El mensaje fue llevado a través de la tierra de los mares y de los vientos. El mismo viento llevó ese mensaje en el aleteo de los pájaros o en el de los murciélagos por la noche, acarició las hojas de los árboles y silbó a través de algunos acantilados cuando llegó a la costa y la sobrepasó. Atravesó los mares con la velocidad de un pez vela, el mas rápido jamás conocido y fue escuchado por sirenas y tritones que cantaron a la estatua de Poseídón para que una ola de información llegar a a los destinatarios. El dios marino se sorprendió poderosamente sobre aquello que estaba bailando en la tierra. Aquel mensaje también fue transmitido en las violentas cataratas y saltos de agua en los que el líquido elemento caía con la mas vertical de las libertades. Las náyades rieron ante la gracia de aquel mensaje y después se pusieron verdes de envidia. 


El mensaje llegó a todos los oídos que podría escuchar el canto de la tierra, que sintieron el crecer de las plantas minutos a minutos. hombres y mujeres sabios alzaron el rostro al cielo y miraron las estrellas que anunciaban la llegada de una nueva maravilla al mundo. El nombramiento de los que fueron caídos en batalla se cortaron de pronto en medio de las danzas rituales por pare de las antiguas tribus de los mas milenarios continentes. Los ojos de la sabiduría de distintos pueblos que estaban en comunión con la tierra miraron en la dirección en la que una dama danzaba libremente con una sonrisa en los labios y era observada por todas aquellas criaturas del bosque desde la distancia o bien demasiado cerca. las danzas de cortejo de los mas habilidosos guerreros que volvieron triunfantes de la batalla se interrumpieron también y el ritmo del mundo e centró en hacer llegar aquel mensaje a su destinatario. O mas bien destinataria. Aquella llamada de alegría, aquel deseo de que se celebrara algo bello en un mundo imaginado por un loco melancólico que veía la luz con la sonrisa de aquella dama, fluyó lento pero a la vez intenso, rápido pero a la vez sutil. Los volcanes estallaron creando la pirotecnia de la naturaleza, Los tornados que asolaban el mundo se extinguieron por ese día para poder dejar transmitir ese mensaje de forma eficiente. Entonces el mensaje llegó a los oídos de quien debía de llegar. Todo esto sucedía mientras solamente una persona, aquella dama danzante permanecía ajena a todo pues bailaba y bailaba. hasta que una nota de arpa se hizo escuchar por todo el lugar en el que la dama se encontraba. una nota pura y cristalina, sencilla pero magistral que llenaba la mente y los oídos. A esta la siguió otra nota mas y otra. Se encontraron los oídos de todo aquel que pudiera escuchar con el sonido de una flauta dulce. 


Entonces apareció ella. Una mujer de aspecto galante que fluía mas que caminaba, parecía flotar en la inmensidad de aquel lugar llenando toda la escena con una belleza y unos ropajes sencillos que a la vez no quitaban la comodidad en momento alguno. Al sonidos de esa canción de los elfos tocaban desde las rama de sus adorados árboles, la dama se acercó a ella, que había cesado sus movimientos al advertir que todo el bosque y aun sin saberlo el mundo entero estaba pendiente de aquel encuentro en el que el poder la danza y la belleza estaban a punto de tomar un rumbo nuevo. Con una sonrisa la dama que había llegado recientemente a aquel paraje lleno de esplendor miró al suelo y tomó una rosa azul de otras tantas que comenzaban a crecer de forma estrepitosamente rápida. Se la tendió a la dama que balaba momentos antes y acaricia suavemente sus pétalos por un momento con un dedo. En el rostro en forma de corazón de la criatura mas joven se encontraban miles de interrogantes a los que la mujer sencillamente respondió mirando hacia los cielos en los que dos alas de ópalo lanzaban reflejos y se encontraban unidas a una espalda bastante estrecha, la espalda de un joven que sonreía desde las alturas y el cual dirigió una sonrisa a la mujer mas bella del mundo. De aquel su mundo creado con la ayuda de su mirada, Ese mundo de dos soles que eran sus ojos. Ya descubierto por esas dos musas descendió y tomó la mano de aquella que llevaba de pensamientos de todo tipo su mente para a continuación depositar con la mas suave de las delicadezas sus dedos. Sin mas ceremonias la mujer recien llegada dijo. 


-Bailas de una forma que no tiene parangón musa de este alado caballero que nos escucha y que me ha hecho venir transmitiendo un mensaje a nivel mundial a través de la tierra, el viento y los mares. Ahora y sin ningún tipo de duda saben tanto animales como elfos el nombre de aquella que ha inspirado la creación de todo un mundo en el cual no tengo razón de ser, pues ante sus ojos no hay diosa que valga la pena mencionar si no tiene tu aspecto, tu nombre y tu forma de bailar. Baila, cuando tengas miedo o estés alegre y feliz, sencillamente baila, y si el cansancio físico te puede ya sabes a quien recurrir. Él te adora y estará dispuesto a arrasar nuestro Olimpo si algo te ocurriera. -Y con una dulce nota de la lira comenzó un baile lleno de gracia, el cual dirigió al bosque, entre cuyas ramas desapreció sin dejar rastro. 


Todo quedó en silencio mientras el mundo contemplaba a aquel caballero de alas grandes y oscuras que ahora brillaban con los mil y un tonos de ópalo negro abrazar aquella cintura y elevarse juntos por los cielos para bailar lentamente entre las nubes. Él sonreía porque ella sonreía. Aquella luminosa sonrisa que hacía brillar mas de un mundo interior. Los miedos eran olvidados, las angustias desterradas, las dudas asesinadas. Aquella dama, representante de la mismísima Terpícore en ese mundo donde solo podían verse dos estrellas estaba a su lado y así sería hasta que el destino lo decidiera. Entonces él hablaría seriamente con el destino para conocer el problema y llegar a una solución común. No quería que se alejara. Nunca. 


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