sábado, 31 de diciembre de 2011

Carta de amor III

Mi dulce amor:


Es mucho el tiempo en que pienso que quizás esto no te llegue a ti, mi bella inspiración encarnada en perfección absoluta. Se destiñe mi alma en un gris sucio cuando pienso que quizás no lleguen mis palabras llevadas por el viento y me tenga que ver obligado a escribirte en un sencillo papel palabras que no caben en significado en idioma alguno lo que pretendo decirte. Puedo vislumbrar aun esa última sonrisa que vi en tu rostro cuando con un sencillo saco lleno de alimentos y pertrechos que ya he consumido, partí a la aventura y a una guerra sin fin que no tiene sentido ahora que me veo inmerso en ella. Tu recuerdo es la estufa que calienta mi cuerpo y mi corazón, que a su vez reparte una sangre ardiente y deseosa de consumarse con el resto de mi esencia en un encuentro aunque sea breve entre nosotros. Las rosas que he contemplado a lo largo de mi viaje no son ni la mitad de bellas que tu y el susurro del viento me trae silencio e incertidumbre cuando le pregunto como te encuentras. Parece que todo está en mi contra salvando una sola cosa, que tu recuerdo permanece mas allá de cualquier ideal político, de cualquier batalla, herida y de cualquier muerte aliada o enemiga. Incluso con mi propia muerte no dejaré de habitar dentro de tu corazón. Veo en las noches las estrellas, fieles tallas de lo que es el brillo de tus ojos cuando con esa luz de alegría se clavan en los míos de la forma mas aterciopelada, como si en tu interior una madre cuidara a a ese niño que todo hombre tiene dentro de si mismo. En cierto momento que tuve la oportunidad de rozar por accidente una prenda de seda vino a mi memoria la suavidad de tu cabello, movido por un viento suave de la costa, mientras miras al horizonte con esa sonrisa enigmática que provoca preguntar y a la vez esperar una declaración de cualquier naturaleza. Naces en mis sueños entre explosiones de pasión una veces y del fluir de los ríos en otras ocasiones. La aventura que me espera por delante se hará larga sin el calor constante de tu cuerpo en nuestra cama es algo que pasa factura en mi a cada día que pasa. La ausencia de tu piel, de tus caricias, de tus susurros tranquilizadores en mi oído cuando alguna pesadilla me despierta, la forma que tienes de pegarte a mi cada vez que vas en busca de mas calor, la sensación de hacer algo bien cada vez que te refugias en mis brazos, es algo que no puedo evitar recordar, a veces incluso con la mas denigrante lágrima de tristeza y miedo. Aunque no me lamento de ello, tengo responsabilidades que cumplir por la patria pero en especial, y aunque me está prohibido decirlo, por ti. Esta época de terror llegará algún día a su fin y podremos ser felices de nuevo. Podré llegar a ser ese hombre de larga carrera y humilde corazón que tuvo la fortuna de encontrarse con el halo mágico de ti, ángel de amor. No hacen mas que acudir a mi mente en las noches solitarias la forma de tu sonrisa curvada ligeramente, como te acercas con esas caderas enloquecedoras. Nada mas sentirte muchas veces pienso que son imaginaciones mías pero créeme que la sensación es tan real que apenas puedo respirar ante la idea de volver a tenerte contra mi pecho, que sientas el latir de mi corazón jubiloso por poder estar a tu lado. Tus labios llenos susurrándome todas esas canciones y palabra que dan cobijo y sentimiento de seguridad y amor a mi alma. Sí, hasta tal profundidad han llegado. Los extremos sur y norte de este basto mundo son el infierno en comparación al frío que ahora mismo soporto pero ten por seguro que es tu recuerdo, alas de fuego para este mi noble y humilde corazón, lo que me hace volar y luchar hasta lograr el amparo de una salvación que me lleve hasta ti. Espero que pronto nos podamos ver y seamos al fin felices y libres de cualquier tiranía que aparte nuestro amor en una distancia que se me hizo infinita desde el primer metro que recorrí lejos de nuestro hogar.


Siempre tuyo y a tu lado incluso en las noches mas solitarias...


Tu aventurero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario