lunes, 5 de diciembre de 2011

Viaje en el tiempo

En la soleada y desértica mañana, las cruces estaban puestas como siempre de forma ordenada. Ese día era especial ya que los condenados estaban mas intranquilos de lo habitual y como que mas espectantes. En medio de todo ese bosque de condenación y dolor una gran multitud se venía concentrando alrededor de un lugar vacío desde hacia varias horas y lo cierto es que eso causaba la curiosidad de una de las condenadas víctimas de un sistema de gobierno no muy constitucional. En medio de esos condenados, entre un violador y el que decían era un necrófilo, una mujer se encontraba sostenida por afilados clavos a un poste horizontal y este perpendicular a un poste vertical clavado en la tierra firmemente. Ahí se encontraba una mujer de bello aspecto de no ser por las heridas de las torturas que había tenido que sufrir. Sin embargo se denotaba algo en su mirada y no se podía dejar de apreciar su sonrisa. Era consciente de lo que pasaría en cuanto la noticia corriera a los inexistentes oídos de una criatura que en ese momento dormía lejos de ahí. Sabia que se despertaría muy cabreado en cuanto los vientos le dijeran lo que pasaba. Tuvieron a bien de poner la cruza a una bonita altura. algo mas baja de lo normal para que los vientos no distorsionaran la voz, aunque la ausencia de viento se agradecía en esos momentos. 


Lentamente la multitud se fue quedando en silencio y expusieron a los ojos del mundo a un hombre que ante los ojos de una serpiente negra que avanzaba por el terreno no era mas que un sencillo hombre como otro cualquiera, quizás muy querido pero sencillo a sus ojos de ofidio. Lentamente la serpiente se fue elevando hasta quedara la altura de los ojos de la mujer que estaba crucificada. En un acto de extrema inteligencia humana los ojos poco a poco se deleitaron con sus formas: sus largas piernas, con algún que otro corte quizás de una caída (mas le valía que fuera de una caída), las caderas, de buen agarre y unos senos dignos de adorar en ese monte de calvarios y castigos. Finalmente, tras un recorrido por su cuello, en el que al sensual yugular palpitaba sugerente, se encontraron cuatro ojos negros. Dos de una serpiente bastante grande que no causaba llamada de atención alguna, todos estaban pendientes de ese hombre que estaba hablando de forma lenta por las heridas que había padecido. Y dos ojos humanos, tranquilos y con una pequeña sonrisa. Una sonrisa que tenía un claro mensaje de reconocimiento, alegría y en si algo mas que venía a significar una cosa tal que ´´ahora te as a enfadar´´


Sibelinamennte la serpiente se fue enroscando a lo largo de la cruza rodeándola y poco a poco acariciando con su piel escamosa y suave la piel de los pies y las piernas de su acompañante y conocida que prontamente se descubrirá algo mas de su relación. En sus siseos había señales de cierto enfado y mas que nada celos. ´´te parecerá bonito´´ decía la serpiente mientras ascendía ´´así, medio desnuda, siendo torturada muy escasamente de forma pobre pero torturada por esos seres inferiores que no deberían tocarte sin MI permiso cuando se trata de tu agonía´´. Poco a poco la serpiente apretó la caja torácica de su conocida hasta que una costilla crujió levemente y finalmente se rompió haciendo soltar a la mujer un grito desgarrador que la hizo desprender unas pocas lágrimas. El dolor poco a poco se fue desprendiendo de su piel, que emanaba ese preciso dolor en forma de un perfume que a esa serpiente torturadora enloquecía en lo máximo de la expresión. Cuando la bella mujer hubo tenido acomodado todo el cuerpo de su acompañante escamoso alrededor de su cuerpo con un par de vueltas mas entre su senos y una alrededor de su cuello la mujer estuvo tranquila y recobrada de su rotura de costilla esta habló. 


-Vamos querida, no ha sido nada, tu me has hecho gritar mucho mas que ellos, que por lo visto prefirieron cebarse contra ese tipo de ahí al que tanto le andan cantando. Dicen que es el hijo de dios y no se que mas cosas.-Los ojos negros, precioso casi hipnóticos de esa mujer se dirigieron como pudieron a los de su acompañando que en ese momento estaba bajo la forma de un ser humano normal y corriente solo que sentando en el brazo de la cruz, observando el espectáculo, con cara de desagrado.- Algo que no te guste de ese hombre? lo conoces? 


De un salto Aterrizo este ser abyecto lleno de sed de sufrimiento y se apoyo en el costado de su amiga a la que tanto aprecio tenía y a la cual no dudo en lentamente presionar con el dedo la costilla rota lo que le hizo sisear de dolor y a él sonreír de satisfacción. 


-Le conozco... no nos espera nada bueno a los sádicos a raíz de su muerte y seguramente nos empiecen a dar la tabarra con eso del dolor ajeno y el amor a este es pecado y miles de cosas mas. No somos malos los sádicos, yo no lo soy, solamente disfruto con tu dolor y porque me lo consientes, logras sentir algo positivo cuando arranco gritos lagrimas y sangre de tu cuerpo. Disfruto terriblemente y tu nunca me has dicho ´´basta por favor hermano, cesa esta tortura´´ si algún día lo dices además de romperme el corazón, respetaré tu petición y ni una sola gota de dolor rozara nunca mas tu cuerpo pues te quiero como a muy pocas personas soy capaz de querer.- Dos ojos nada negros y de oto color mas aceptable por una sociedad extraña dirigió una mirada de ternura a su mencionada victima de dolores intensos. Y sin mediar palabras miró los clavos que atravesaba sus muñecas.- El metal conduce el calor... 


Al momento, una llama salía de los dedos de ese demonio con cuerpo de humano delgado, pálido y teñía de rojo el metal de los clavos provocando gritos de agonía a su hermana a la que tanto quería por encima de muchas cosas. Las yagas que se iban formando eran todo un espectáculo pero nada mas placentero que ese rostro desencajado por los gritos que interrumpió el discurso de ese tal hijo de Dios un par de veces ante los jugueteos de dos criaturas afines con el dolor en corrientes opuestas y por tanto perfectamente complementados. Las lágrimas de ese rostro corrían por las mejillas de forma continua y muchas veces caían a los pies de esa dama de alta alcurnia en su mundo interior. Con deleite fue lamiéndole las lagrimas a veces dando un suave mordisco a su cuello por el que alguna lágrima se había colado. Lentamente la sangre corrió, ese cuerpo sirvió de papel y de lienzo de miles de dulces y románticas, eróticas y salvajes ideas. Él sonreía, era prácticamente feliz mientras ese rostro antes no tan cadavérico se volvía de un blanco preocupante para cualquier sanador. Un par de costillas mas fueron rotas en el proceso de sus juegos y las lágrimas de nuevo afloraban. El calor se hizo con ese clavo que unía las piernas casi atravesando la parte del tobillo y le habría encantado desclavarlo pero era demasiado bonita la escena. Su hermana estaba demasiado bella para arruinar tan bello espectáculo de dolor y placer. 


Se fue deleitando poco a poco con dibujos en su cuerpo, sacando pequeños trozos de piel que de vez en cuando no dudaba en devorar pues había llegado al lugar con hambre. Su piel aromatizada con su dolor era una delicia a los sentidos y en medio de todo eso, un hombre de treinta y tres años moría pero no le prestaban atención, os poema se sucedían en la piel de sus piernas, pequeños fragmentos de una cosa que había leía llamada el cantar de los cantares, plagado de connotaciones de erotismo. Se deleitó durante días con el cuerpo de su amiga, a cada día las torturas eran mas sutilmente crueles. En medio de todo aquello su amiga dejó de gritar y prontamente supo que llegaba el momento. Una serpiente empezó a matar a limpiar el camino de romanos molestos y seguidamente un ser con dos alas negras llevó un cuerpo ´´inerte´´ a un lugar seguro donde curar us heridas para volver a jugar mas tarde. 

2 comentarios:

  1. Suerte tiene dicha dama de contar con un protector tan oscuro como la noche dispuesto a curar esas heridas para después volver a provocarlas...

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  2. Desde luego, toda una fortuna para ese protector sentir que puede confiar en esa mujer hecha y derecha que asimilará cada corte, herida y rotura de huesos y no odiar a esa criatura abyecta, oscura, que dará la vida por proteger su dolor sí o sí.

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