sábado, 31 de diciembre de 2011

El espíritu vengador II

Las horas pasaban frías en ese lugar tan poco recomendable para atesorar buenas experiencias y gratos recuerdos, viciado en sus aromas de antiséptico o de desinfectante y a saber que mas productos de limpieza aparte del amoniaco. El personal del hospital iba de una parte a otra con sus batas o sus uniformes muy diferentes unos de otros pero a la vez con ese blanco que tenían en común. El tráfico de gente que salía y entraba de la habitación de esa bella dama era escaso pero a la vez molesto para su acompañante, que miraba con mala cara a los que importunaban el sueño de su protegida. A medida que el tiempo pasaba se iba tornando mas oscura su mirada, las pupilas habían abarcado todo el globo ocular hasta el punto de que se había adentrado mas allá de la cornea. Un estudio forense había arrojado menos luz de la que arrojaban esos ojos sobre el nervio óptico. Pero eso no es lo importante de la narración. La noche había caído y nada parecía perturbar la tranquilidad del recinto salvo la presencia de ese ser que hacía notar su presencia solamente ante la persona que mas deseaba en ese momento, no en un sentido carnal sino mucho mas profundo. 


En esa noche la dama estaba especialmente bella. No sabía el ser que tenía pero le llamaba la atención todo de ella y una sonrisa se posaba en sus labios cada vez que fijaba la vista en sus moratones o en sus cortes, pero no podía disimular una sensación de rabia. Tanto dolor extraído sin su consentimiento de una forma tan poco creativa y tan despiadada, desde luego había gente que no tenía corazón ni sentimientos. Y el muy perro se había dado a la fuga. Los ojos de ella no reflejaban pesadilla alguna ni sufrimiento de ninguna clase que el no le proporcionara pero de todas formas como un amante apasionado deseoso del cuerpo femenino en ese caso el de su amiga, se decidió a una vigilancia cercana y sus pies se posaron sobre el estomago de ella dejando sentir una mínima presión sobre este. Fijamente miraba sus ojos esperando que estos se abrieran mientras la luna paseaba tranquilamente con su subalternas las estrellas por el cielo oscuro como los ojos de ese ´´demonio´´. Le gustaba los ojos de ella, en especial cuando estaban medio hinchados de las lágrimas de dolor físico que gustaba de hacer salir pero ese día el proyecto que circulaba por su mente era mas ambicioso. 


Finalmente ella terminó por abrir los ojos. Las miradas se encontraron y no pareció incomodarle lo mas mínimo a la mujer que una criatura con la forma de un humano y con alas negras de ojos negros y sádicas intenciones se posara encima de su estómago, sentado como cierto personaje de una serie que había visto en su vuelo hacia el castigo de ese maldito perro miserable. Ella le sonrió suavemente, una sonrisa que decía un ´´buenos días´´ e interrogaba con un ´´cómodo?´´. Él dejó ver una sonrisa que mostraba toda una hilera de colmillos que daban mas fiereza a su presencia ya de por sí intimidante. El silencio seguía ahí pero ella finalmente lo rompió con una pregunta. 


-¿que miras tanto?- Acercó una mano para dejar una suave caricia en sus alas que era lo único que embargaba en ternura a esa criatura necesitada en parte de diversión y de atenciones psiquiátricas varias. 
-La belleza de tu mirada, que en medio de esta noche estrellada trato de hallar la forma de hacerla sangrar con lágrimas escarlatas sin arrancarte los ojos o perforártelos.-Dijo con voz sibelina, suave y aterciopelada y a la vez con gesto pensativo y crítico. Era todo un reto hacer sangrar dos ojos de forma ´´milagrosa´´- Creo que estarías aun mas bella y... -Pero fue interrumpida la explicación por un médico y uno de esos seres inferiores que ella decía eran sus amigos. Le creía, no tenía motivo para mentir pero le caían mal. Con las amigas era diferente. 
-¿Has despertado ya?- preguntó el miserable lo que supuso toda una sarta de improperios y faltas de educación y respeto a la inteligencia por parte de ese ser alado que miraba al molesto ente corpóreo de forma evidentemente molesta. La dama en un acto de casi todopoderosa moderación miró al aguja que se acercaba a su brazo para sacarle sangre. La aguja nada mas toca su piel se dobló.- Pero que...?- Una risotada inaudible para la mayoría de los presentes se extendió por todo el hospital. El miserable miró a su amiga interrogante y esta se encogió de hombros. 
-Cosas del cuerpo humano ¿verdad doctor?- dijo ella tranquilamente, sabedor su protector de cuanto se estaba esforzando por disimular, aunque alguna mirada de advertencia amistosa le cayó. Finalmente permitió la extracción de sangre para análisis y la señorita se dispuso a desayunar con ese ser encima de ella. Le costaba respirar pero eso se podía achacar fácilmente a que el cuerpo andaba medio contusionado y apaleado por el golpe del coche. -Querido entiendo que quieras ser dueño indiscutible de todo lo relacionado con mi sufrimiento pero has de entender que esa gente me quiere cuidar así como tu me cuidas a tu manera.-Dijo la dama mas tarde cuando todos se hubieron ido. 
-Que te pidan permiso al menos, tu sangre antes que mía es tuya, al igual que tu dolor. Solo por eso al que te ha sacado sangre tendría que sacarle yo un ojo de la cara por el valor que tu sangre tiene para mi única y exclusivamente. Ya no digamos para un vampiro estándar. Míralos ahí, mirándote como si te fueras a morir. idiotas, tu no te mueres si no me da la gana. -Decía con casi el mas abierto y ácido desprecio ese ´´ángel´´ caído de los cielos mas comunes. 
-No se como quieres que los vea si estás encima de mi tapándome todo el campo visual-Decía ella con la mas abierta tranquilidad, de forma discreta y cuando no miraba nadie no fuera que la tomaran por loca. 
-Bueno, no importa, todos tienen cara de imbéciles, será por estas horas tan tempranas. Aunque a la tarde de ayer también tenían cara de imbéciles. -Escupió en gesto de rabia al suelo y la saliva atravesó todo el edificio cuan neutrino atravesando la materia ordinaria. De nuevo las miradas se encontraron. Él la miró y ella le miró a él.- Voy a hacer una visita a nuestro amigo en común. -y desapreció. 


Pasaron las horas. El reloj daba a entender la imposibilidad de que el tiempo pasara mas rápido pero de todas formas los amigos y las amigas de la accidentada criatura. las conversaciones se sucedían y las risas y demás discretamente llevadas para no molestar al resto de pacientes. Finalmente apareció su guardia personal de forma humeante, quedando completamente formado y abrazando por detrás a una de las féminas que llenaba la habitación. Él sabía que la amiga de su amiga no sentiría nada pero de todas formas su manos se paseaban por su cuerpo con deseo y en el momento en que posó un beso en su cuello y un estremecimiento recorrió su columna la miga mira para detrás, no viendo nada. Quizás si que se notaba algo. 


-Que malo eres querido, tus deseos de dolor y carne no cambian a pesar de la ausencia de presencia por así decirlo. El que estaba al lado de mi amiga era su novio. Sí, ya se, tiene car de imbécil. -Dijo adelantándose a sus palabras la dama de bellos ojos a ese protector suyo que había abierto la boca para decir esas mismas palabras. -Es guapa lo se y bueno tienes ciertas ventajas cuando no te pueden ver y solamente te pueden sentir aunque sea superficialmente según he visto. Ahora mismo estarías a mi lado en la cama y entubado, quizás en coma. Pero dejando eso a un lado, que tal tu visita a nuestro amigo?-Dijo ella con su bonita voz. De seguro que todo lo consecuente al caso en relación a lo que dijo tendría un margen de error mínimo. 


Le contó como vio todo el panorama. Como cada vez que se aparecía ante sus ojos, los psiquiatras no sabían que le ocurría. Le describió su rostro perfectamente, cada facción y cada ángulo, como esos ángulos se desencajaban en terror cuando se aparecía en sus pesadillas. Disfrutaba enormemente del dolor psicológico de esa entidad miserable, totalmente podrida en humildad, piedad y misericordia. Tenía menos misericordia que el responsable de que cada vez que sus pulmones tomaran aire sintiera un golpe demoledor en sus cuatro extremidades, que se encontraban bajo el síndrome del miembro fantasma. 


-Volverás a visitarle? -Preguntó ella. 


Por toda respuesta su amigo se tumbo al lado de ella y la tapó con un ala que prevendría toda inyección y demás salvo los tranquilizantes, que siempre o casi siempre dejaba que se los metieran ya que no quería que se dolor tan delicioso se le extendiera por el cuerpo gratuitamente. Siempre era todo un reto sacarle algún gemido de dolor cuando el tranquilizante y los anestésicos estaban en su máximo apogeo. Mas presión, quizás que la fisura entre dos huesos se hiciera mayor. Como gustaba de hacerla sufrir. Y al final del día, estando ella en compañía de su protector, él recogía los frutos. Se pasaba horas hablando con ella sin usar palabras, deleitándose con ese aroma de su piel, ese aroma que nadie mas tiene, que se entremezcla como las raíces de un árbol en la tierra. El dolor, ese delicioso dolor que aportaba algún que otro matiz casi afrodisíaco a esa piel ya de por si de aspecto exquisito, que nutría unos pensamientos, ideas y sensaciones mas allá de toda relación interpersonal. Lentamente ella se fue quedando dormida gracias a un tranquilizante (que conllevó el precio al médico que se lo puso de que tropezara y se rompiera un dedo), cortando esa conversación tan interesante sobre los cuerpos de las amigas de ella. No había problema. 


Todo continuaría en los sueños de ella después de un ´´que tengas dulces y dolorosos sueños´´ 

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