jueves, 29 de diciembre de 2011

Carta sádica IV

Querida amiga:


Entre todas las sensaciones nocturnas a las que me veo expuesto de forma continua, ya sea en medio de una duermevela o quizás en el sueño mas profundo, mi mente a posteriori es un cúmulo de ideas tenaces y temidas por gran número de personas, que rechazan mis pensamientos de manera automática. En cambio algunas personas permiten mis comportamiento caprichosos y entre perfumes y sonidos productos de oleadas de placer algún momento dedico al pensamiento de tu dolor. Bastaría un solo recuerdo para que cada fibra nerviosa se prenda, pero no en dolor sino en el mas intenso placer cuando asalta mi mente el recuerdo de tus interminables gritos, de mis jugueteos en tus heridas abiertas. Mi exposición esta vez tratará de convencerte (mas de lo que seguramente ya lo estás) de cuan única es la sensación que compartimos en esas noches oscuras heridas en su silencio por nuestras interminables conversaciones y tus gritos. 


Tu dolor logra despertar esa vena posesiva mía que odias de otros. Tu libertad, o al menos el deseo de ella es algo que bien conozco desde hace tiempo y se que toda criatura viva con inteligencia no debe hacerte sentir atada en ningún momento. Por ello no ato tu dolor a ningún horario, a ninguna orden tajante, sino mas bien a un libre albedrío que es lo que da esa chispa mágica a cada lágrima que se resbala por tus mejillas. Las nulas peticiones de piedad, las quejas únicamente por el dolor pero la inexistencia de ruegos o súplicas es algo que por una vez, en mi abyecta vida, agradezco de forma inconmensurable. En ti está el poder de hacerme por así decirlo, feliz. Feliz en ese terreno que únicamente comparto contigo, que se que nadie podría darme. Es algo complejo pero me conoces, te conozco y en algunas cosas pensamos igual. En respeto a tu libertad creo que no voy a pedir nunca ningún tipo de fidelidad por motivos mas que obvios pero quisiera reforzar esta obviedad de forma contradictoria con algún que otro argumento.


Cada espasmo de tu cuerpo, cada músculo agarrotado y desgarrado, cada gemido, grito, sensación, estremecimiento, le da a tu esencia esa especia que no se encuentra en ningún campo de cultivo. Es, en claros ejemplos, algo demasiado valioso. Mas incluso que cualquier fruto dado por gaia. Lo se, blasfemia pero esto es un asunto de orden mayor al de mi propia moralidad mas no al de mi respeto por ti. Como característica valiosa que es, debe de ser apreciada por un buen conocedor de lo que se tiene delante, en este caso el mas abierto, delirante y tortuoso sufrimiento que uno pueda imaginar, aunque me encomiendo a mi mismo la tarea de algún día encontrar un método revolucionario que te haga casi desmayar de dolor pero mantener consciente. Tu dolor es algo así como un buen vino, y como a los vinos hay que saber cuidarlos pero también, en mi opinión, hay que saber a quien dárselo. Darme a mi un buen vino, que yo sea capaz de apreciar el color, el sabor, el aroma y miles de intrincados aspectos mas de esa cosa roja que beben las personas es como pedirle a un pacifista que aprecie de forma mas que elaborada y exquisita cada aspecto de tu rostro cuando, desencajada ya en medio de gritos y gemidos desgarradores, emitas un nuevo grito... incompatible sin duda. Solamente alguien que sepa apreciar en su máxima expresión tu sufrimiento físico es el que merece ser causante de este. 


Voy de paso de decir mis mas sinceras preocupaciones. Por ser algo clásicos diré que me preocupa que halla otro, pues ante todo soy humilde dentro de todo este velo de insuperable narcisismo a la hora de apreciar y anunciarse uno como el máximo experto en hacerte sentir los mil látigos del diablo sobre tu espalda cuando nos encontramos y tu bella sonrisa y posteriores movimientos me llevan a desgarrar de nuevo tu piel. Esa sonrisa cambiándose, por obra de arte en una expresión de máxima concentración en no gritar hasta que pasa lo que pasa y de pronto tus gritos llenan mis oídos con una música celestial impregnada en el mas infausto dolor. Mas o nos desviemos del tema que ahora expresaba mis preocupaciones. Lo que iba diciendo, que me preocupa que en medio de un día cualquiera digas que no mas. Algo en mi interior moriría, no sería algo bueno o malo sino que sencillamente algo dentro de mi moriría. Cuan dramático soy... No te distraigo mas, a saber que ajetreado día y cuanto han de escocer las heridas. espero habértelas hecho bien para que el dolor sea constante pero puedas disimular la cara para que no se deshagan en preguntas e interrogaciones de preocupación. Que pesada se pone la gente en momentos así. 


Me despido pues no sin antes recordarte que aquí el dueño de tu dolor te tiene en gran estima y espera que pases un excelente día. 


Atte: Tu adictivo y sádico amigo. 



3 comentarios:

  1. Lo de las cartas sádicas me encanta...es una buena vía de escape xD

    Un beso ;)

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  2. Preciosa carta querido mio y la imagen es muy sugerente aunque las heridas que dicha dama tiene en su espalda son bastante más complejas y por supuesto más hermosas, estoy segura de ello.

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  3. Querida Kalizse, es la única vía de escape hasta que tenga a la dama a la que van dirigidas delante, una buena mujer llena de buenos sentimientos y de voluntariosa entrega que encantada se dejará hacer o eso espero. No sabes encanto lo que me ha gustado ver tu comentario.

    Querida Sam por supuesto tu eres de las principales testigos de esa obra mía que trato de representar lo mas fielmente posible a mis ideales artísticos. Con seguridad cuando quede todo terminado será la obra mas bella jamás tallada en un lienzo humano. Que se muera de envidia el maquillaje corporal.

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