miércoles, 13 de abril de 2011

El cadaver

Los castillos de la moral se derrumban mientras con todo en su interior hecho polvo, un hombre cae en un charco para no levantarse nunca mas. La lluvia cae y de sus ojos no brotan mas que lágrimas que se confunden en el agua turbia del fondo. La escasa saliva de sus labios también se une a ese agua que pronto queda envenenada por el dolor y los susurros patéticos de ese ser que ya no merece retazo de libertad. Su cuerpo está enfriándose poco a poco por el mal y pésimo clima. Es ya el hombre sin corazón que ha caído ante la batalla. Una chaqueta raída se dedica a abrigarlo como mejor puede y sus demás prendas de vestir no son de gran ayuda para el agua que se filtra por su cuerpo causando la enfermedad en él. Ese hombre tirado ahí en medio de ese gran charco que pronto se llena de la sangre que destila su corazón a través de las lágrimas que ya no le quedan. Una y otra vez susurra el nombre de esa pesadilla que llenó su vida de la felicidad mas falsa que la humanidad contemplara. Las sonrisas de ese hombre, escasas cuando el era joven, ya dejaron de acudir a la reunión matutina con la mujer a la cual él amaba. Todo su cuerpo estaba paralizado por las sensaciones que atacaban su corazón. Su nariz se medio llenaba de agua que tendría que hacerlo reaccionar pero ya no había vuelta atrás, lentamente ese hombre cerró los ojos y le pidió a su corazón que dejara de sonar. Todas las esperanzas estaban perdidas, ya no había nada que hacer para salvar aquello que perdió hace mucho tiempo. Todos los días é dedicaba infinitas formas de decir la misma palabra y esa mujer le dio la espalda, abandonándolo en la miseria, marchándose, dando un portazo para nunca volver. Y las fases de la muerte pasaron. Pero sin la ira, ese ser de gran humanidad nunca experimentó la ira en su mayor vertiente, sencillamente lloró durante días y mas días. Pensando en todo lo que hizo mal y arrepintiéndose de la grandes cosas que había vivido con ella. las agujas acudían al alma y al corazón de esa persona que yacía tendido. Sus ojos cerrados dejaron caer una última lágrima y nunca mas se volvieron a abrir para el día. 


Murió en silencio y fue hallado en esa postura mucho después por alguien que llamó para que retiraran el cadáver. Un cura pasaba por ahí y decidieron darle la extrema unción. El cura miró a lo poco que quedaba de esa persona que había abandonado el mundo de los vivos y dijo a uno de los médicos. 


-¿se sabe de que murio? 
-Ciertamente no, pero sospechamos que paro cardíaco o muerte de amor-dijo sombrío el que atendió al finado 
-Me has leído la mente- dijo el religioso y con pesadumbre, se dirigió a dar una misa por ese enemigo del odio y amante del amor 

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