martes, 8 de febrero de 2011

Eso, hijo mio, es...

Se fue extendiendo desde los pies de su propia esencia hasta el mas allá, dejando a su rastro una especie de sensación que dejó las mas diversas sensaciones, todas ellas horribles, una especie de vacío y a la vez excitación, acelerando los ritmos cardíacos de toda criatura que pasaba. Solamente dejaba una especie de sensación que no se quitaría hasta que se pasara lo que debiera de pasar, porque sencillamente eso no acabaría bien.

Un sacerdote redobló el numero de sus oraciones mientras contemplaba y escuchaba las miles de pisadas de los cascos de caballos y los gritos de ordenes varias junto a alguna consigna de ánimo. Unos ojos perdidos que solamente podían augurar el fin de su parroquia cuando todo se terminara en el habitual pero siempre escandaloso baño de sangre. El hombre miró al cielo y le pidió mil veces a Dios a lo largo de su vida que estuvieran bien los buenos cristianos que se saciaran de su sed los demonios con la mínima cantidad de carne posible. Las lágrimas caían por su rostro mientras sentía que la oscuridad se cernía y todo lo apagaba 

En los pueblos las madres le suplicaban a sus hijos que no le hicieran caso a esa sensación que les atenazaba el corazón con  embestidas cada vez mas fuertes, y los miedos mas bajos y secretos salieron a la luz. Las cosechas fueron quemadas para no dejar nada a esa sensación que cada día los podría despertar en medio de la miseria y la muerte. Los ojos encendidos por las llamaradas de odios y de viejas penas que no tenían razón de ser quizás o quizás si. Todas las madres contaban a sus hijos las historias de esa sensación que sus padres habían tenido que sufrir y que poco a poco se fue diluyendo hasta ese día en que todo volvía a suceder. 

Un padre caza con su hijo y se encuentran en medio de esa noche que nadie puede olvidar de tan estrellada que está. Algo les atenaza por un segundo, esa parte de su cuerpo que nadie da explicación o existencia total. Este hijo bueno, honrado, buen hombre ya que cumplió su edad de ser hombre, mira a su padre
Padre... acabo de sentir una sensación que me ha sacudido el alma, que me ha echo oler lo quemado del trigo y oír los lamentos de la gente por la muerte, también he oído una campanada fúnebre que juraría que tocaba por mi muerte y las de tantos amigos míos. Poco a poco siento que algo me está empujando , una sensación de clara necesidad de algo que repugnaría a muchos pero yo siento la necesidad de yacer con ella... ¿que es?—El chico miró a ese hombre

Un hombre de rasgos duros y mandíbula cruel, que se torció en una sonrisa pero que después desapareció por los fantasmas. Un hombre que había saboreado esa sensación y que mil veces le trataba de describir a ese joven un día y mil días mas cuando había vuelto de lo que lo separó tantos años de su madre y después del cual concibieron a lo que hoy en día tenia delante y con el que compartió tanto buenos y malos ratos. El hombre miró a las estrellas y dijo lo siguiente:
Eso que acabas de sentir es la amante de todos nosotros, de este pueblo en medio de ninguna parte que ha defendido a Gaia que ha sido testigo de miles de cosas a través de los siglos y a los que no dan vencido nunca. Esa criatura que ahora se forma en tu alma es algo por lo que darás la vida, a quien amarás a quien recibirás como madre amante y hermana.

El hijo simplemente no podía concebir tal imagen que arraigaba en muchas cosas algo difíciles para su educación y su cultura pero que de alguna forma intuía, y que tampoco los grandes sabios podían sentir de forma totalmente nítida. 
Pero padre que es eso que me llama?. me hace sentir alguien en esta vida como si no tuviera sentido mi vida pero ahora si ... necesito saber el nombre de esa criatura para darle caza y seguir con mi vida.Cierta sensación de angustia se empezaba a aposentar en el pecho del chico que miraba al padre con ojos desorbitados aun sin creerse ese cambio en el 

El padre lo miró como no lo había mirado nunca ese hombre al que siempre le confirió aura de seguridad y protección pero ahora lo miraba como si fuera un subordinado que prometiera grandes cosas
Eso, hijo mío es la Guerra

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