miércoles, 2 de marzo de 2011

El hada

Con el sol de la mañana bailaba el hada en medio de las canciones del viento, que salían de entre los árboles. Sus manos acariciaban la brisa de la mañana y su piel desnuda en su totalidad exponía la perfección de otro mundo en el de los pobres y defectuosos humanos a los que gustaba de observar cuando se internaban en medio del follaje a la captura de seres como ella para poderlas tener a su merced. ella gustaba de burlarlos o de hacerlos caer en miles de trampas en detrimento de la maldad que habitara en sus corazones. Con todo lo que había que hacer, cuando los deberes no eran muchos, gustaba de pasear por el bosque cantándole y haciendo crecer las plantas para que estas se fortalecieran antes gracias a la ayuda de su mágica voz que podía hacer brotar incluso la vida de seres que podrían estar muertos. Ella gozaba del baile mas que de la canción. era una bailarina con todas las letras bien merecidas de lo que hacía. Siempre exponiendo esa divina y sobrenatural desnudez, iba de rama en rama o de planicie en planicie sintiéndose libre por todo el mundo, gozando de la compañía de los animales. Ella reía y bailaba mientras los pájaros se posaban en las ramas para verla bailar y los lobos la observaban desde esa oscuridad que a ella no le ocultaba nada pues hasta las oscuridad se abría a sus ojos con toda la elegancia del mundo. Los ciervos se quedaban con las orejas alerta mientras sus grandes ojos negros les dedicaban toda la atención al cuerpo y los movimientos de ella y las ardillas se empeñaban en jugar entre los rápidos pies de la bailarina del bosque. Los depredadores se relamían de solo verla y le deseaban hincar el diente pero algo en su interior les impedía hacerlo, algo les hacía sentir una necesidad de protegerla y destruirla al mismo tiempo y siempre optaban por la protección. Ese ser único les daba la vida y ellos se lo debían de recompensar de alguna forma así que a las noches y e contra de todos sus instintos le dejaban refugiarse en sus pelajes. Y con el tiempo los lobos le tomaron cariño y le dieron un cobijo aun mas seguro n sus moradas en medio del bosque.


A las mañanas siempre les dedicaba su mas radiante sonrisa y disfrutaba de la sensación del rocía en sus pies paseándose por entre la alta hierba de los claros llenos de esa vida diminuta, los insectos, que se dedicaban a sus quehaceres ignorantes de todo lo que se movía por encima de ellos. Ella los observaba y reía cuando algún que otro escarabajo se echaba a volar en medio de un árbol y salía disparado en una dirección impredecible. Sus pies ligeros la llevaban de un lado a otro con toda la premura que ella les quisiera imprimir. Con sus ojos podía de un solo vistazo saber en donde convenía mas posar su delicado pie, que sostenía ese cuerpo que no cubrió mas que el pelaje de alguna bestia que se prestar a protegerla del frío invernal. Ella era así, un ser completamente libre que enamoraba y era enamorada por miles de pequeñas cosas. un ser que podía crecer en alma y espíritu junto a muchos malos hombres pero de los que a su vez huía porque ella quería su libertad.


Con su bello y perfecto vuelo se sumerge en las aguas para hacer aun mas puro su cuerpo. En las aguas cristalinas de los lagos ella goza de la compañía de los peces que se empeñan en seguir esa asombrosa velocidad de nado. Sus piernas son perfectas y le permiten que la aerodinámica acuática sea mas que sublime. Con un ágil salto sale de ese lago o laguna, de ese mar u océano. Se pone a contemplar de vez en cuando lo que la rodea y se acerca a los hombres para que sus conocimientos y curiosidad sobre ellos se sienta saciada.


Así es ella, un ser libre que nunca debe ser capturado en pro de la belleza y la perfección

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